¡Maldita sea!, Renzo nunca pierde oportunidad en estar cerca de mi mujer, comienzo a perder los estribos y cuando pienso en acercarme a ellos, Lombardi se despide de ella de beso en la mejilla y desaparece de mi vista, mientras Lilibeth se dirige a los sanitarios, alcanzó a Franco quien espera a que salga mi mujer, le pido que se vaya de ahí y que nos espere en la barra junto a los demás. Cuando entró al baño puedo ver a varias mujeres, estás me miran con asombro y alguna que otra trata de acercarse a mí, definitivamente saben quién soy. —¡Largo de aquí! —les digo con furia contenida, éstas por su parte no esperan que se los repita y salen de ahí, en cuanto sale la última, cierro con broche la puerta para que nadie nos interrumpa. Lilibeth sale del retrete y en cuanto me ve pega un brinco, abriendo los ojos por la sorpresa y mirando de un lado para otro hasta que cae en la cuenta de que estamos solos. —¿Qué haces aquí Massimo? Me espantaste. —Termina de lavarse las manos y mientras
Estoy en mi despacho revisando cierta información que Pietro ha podido averiguar sobre el asesinato de Katherina, por lo que veo es algo que ya se tenía planeado desde hace tiempo la habían estado siguiendo y por si fuera poco, uno de sus hombres ayudo para perpetrar el crimen, en cuanto lo encuentre yo mismo me encargaré de él, conforme sigo leyendo hay algo que me hace enfurecer aún más y es que tenían la firme intención de asesinar también a Alexandre, dejo escapar un grito de frustración y arrojo mi vaso con whisky al otro lado de la habitación el cual termina estrellándose contra una de las paredes. Subo mis brazos a mi cabeza pensando en todo lo que ha sucedido y si bien ya no amaba a Katherina, ella era la madre de mi hijo, la mujer que me dio el mejor regalo y ahora mi pobre pequeño crecerá sin el amor de su madre, sé que Lilibeth será una buena madre para él, pero creo que no será lo mismo, sigo perdido en mis pensamientos cuando tocan a la puerta. —Adelante. —Levanto la vis
Lilibeth Al día siguiente trato de levantarme de la cama y me duele cada parte de mi cuerpo como si me hubiese pasado un camión por encima. —Te lo dije amor, que no te podrías ni levantar de esa cama. —Me mira divertido por los gestos que hago. —No me parece gracioso Massimo —le digo mientras le doy un pequeño golpe, a lo que él sólo me jala nuevamente haciendo que quede encima de él. —Lo sé, pero en verdad si de mi fuera estaría todo el día así contigo. ¿Qué me hiciste? Nunca me había sentido así con ninguna mujer, ni siquiera con Katherina. —su confesión me toma por sorpresa, nunca me hubiese esperado algo así viniendo de él que siempre parece tan distante y frío frente a los demás. —Me pasa lo mismo —y es verdad lo que le digo—, hay algo que me gustaría preguntarte —digo dubitativa, lo miro a la cara para ver su reacción. —Bien pregunta —contesta serio. —¿Por qué te separaste de tu exmujer? Recuerdo cuando la vi, y no entiendo cómo se separaron, ella era muy hermosa. —Se que
Massimo se ocupó de todos los arreglos para la boda, por lo que no he tenido que preocuparme de nada, aunque será solo una pequeña celebración sin ningún invitado más que los empleados de la mansión quiere que todo sea perfecto, al principio pensé que estaba escondiendo nuestra boda de alguien en especial, pero cuando lo enfrente sobre esto, me comento que prefería que fuese así dado que el asesinato de Katherina aún no se ha esclarecido no quería exponerme y que sea el blanco de alguien que esté detrás de él. Deseaba comprar algo sencillo dado que solo será unión por el civil, pero Massimo insistió en que quería que usará algo más llamativo y no tan simple por lo que opte por un vestido blanco, el cual consiste en un corsé de encaje con unas diminutas mangas, unida a él una falda larga y suelta hecha con varias capas de organza la cual tiene una abertura en la pierna derecha a mitad de muslo, es un vestido muy lindo, pero aun así me hace sentir un poco rara. Estoy en compañía de la
Lilibeth Después de nuestra boda hemos planeado irnos de luna de miel por unos días a La Costa Amalfitana, donde no me sorprende para nada enterarme que Massimo posee una propiedad en dicho lugar, solo que tendremos que esperar una semana en lo que Massimo arregla unos asuntos antes de nuestra partida. Antes de viajar hemos decidido hacer unas compras por lo que solo salimos él y yo, dejando a Alex al cuidado de Mia como estaba dormido no quisimos despertarlo. Pasamos una agradable tarde y a la hora de la comida decidimos comer en un hermoso restaurante llamado Scalinata Borghese, es un lugar muy lindo y agradable, después de terminar nuestra comida salimos rumbo a nuestro auto, pero antes de llegar a éste, Massimo recibe una llamada por lo que se disculpa y se aleja un poco de mí, estoy observando la plaza cuando escucho una voz familiar llamarme. —Señorita Lilibeth, que agradable sorpresa —me saluda Renzo con una enorme sonrisa. —Señor Renzo igualmente es muy agradable volver a v
Massimo Lilibeth y yo vamos discutiendo cuando sin previo aviso siento un golpe en el auto, el cual comienza a girar y golpea otro auto, asustado trato de proteger a mi mujer, pero es muy tarde, se ha golpeado la cabeza haciéndola caer inconsciente, cuando estoy a punto de salir del auto siento un golpe en la cabeza y pierdo el conocimiento. Cuando despierto Lilibeth está muy asustada y pregunta algo sobre un arma, en cuanto sigo la dirección de su mirada veo un arma que no reconozco en absoluto, dado que no es mía. Busco con la mirada el auto que golpeamos, bajamos en seguida para ver cómo se encuentra el chófer, sin embargo, lo que vemos a continuación ninguno lo esperaba. Veo el cuerpo inerte de Renzo Lombardi y por si fuera poco le han dado el tiro de gracia, viendo bien las marcas de los casquillos estoy seguro de que estas corresponden con el arma que tenía entre mis manos hace unos instantes, por lo que no puedo evitar maldecir, esto es una trampa, alguien lo tenía todo plan
Al día siguiente regresamos a la mansión y doy órdenes de que mi mujer no puede abandonar su habitación por ningún motivo y se le debe cuidar en todo momento por el bienestar de mi bebé. He estado averiguando sobre el asesinato de Renzo sin ningún éxito, sé que su padre está devastado y en cuanto le fue informado sobre la muerte de su hijo él y sus hombres se hicieron cargo de todo, por lo que mis hombres tuvieron que retirarse del lugar. Ya entrada la noche en mi oficina escucho algunos disparos a lo lejos seguido de algunos gritos, me asomo por la ventana y veo varias camionetas entrando a mi propiedad, les grito a mis hombres para que les informen a los demás que tomen sus posiciones, bajo rápidamente con un arma en mi mano no puedo permitir que algo le suceda a mi familia y salgo hacia el jardín principal. —Tú eres el asesino de mi hijo y te atreves a ocultarte en tu casa, sé un hombre y da la cara —brama Giuseppe Lombardi, el cual se ve tan fuera de sí mismo a causa del dolor,
Lilibeth Han pasado poco más de dos meses desde que nos enteramos de mi embarazo y fiel a su palabra, en todo este tiempo Massimo no me ha permitido estar deambulando por la casa como solía hacerlo antes y con lo cual me muero de aburrimiento, tampoco ha deseado que tengamos intimidad por lo que no aguanto las ganas de estar con mi marido, así que he decidido sorprenderlo está noche. Hoy tengo que visitar a Carlo para que vea cómo va mi embarazo, por lo que Franco me lleva hasta el hospital, no le pedí a Massimo que me acompañara dado que tengo que hacerle unas preguntas un tanto vergonzosas al doctor y no quiero que él esté presente, en cuanto me llaman paso a su consultorio y me recibe con una sonrisa. —¡Buenas tardes, señora! ¿Cómo se encuentra? ¿En estos meses ha tenido alguna molestia? —pregunta mientras comienza a escribir en su computador. —¡Buenas tardes, doctor! No después de ese accidente todo ha estado bien, no he tenido ninguna molestia, solo algunas náuseas y un poco