Al día siguiente regresamos a la mansión y doy órdenes de que mi mujer no puede abandonar su habitación por ningún motivo y se le debe cuidar en todo momento por el bienestar de mi bebé. He estado averiguando sobre el asesinato de Renzo sin ningún éxito, sé que su padre está devastado y en cuanto le fue informado sobre la muerte de su hijo él y sus hombres se hicieron cargo de todo, por lo que mis hombres tuvieron que retirarse del lugar. Ya entrada la noche en mi oficina escucho algunos disparos a lo lejos seguido de algunos gritos, me asomo por la ventana y veo varias camionetas entrando a mi propiedad, les grito a mis hombres para que les informen a los demás que tomen sus posiciones, bajo rápidamente con un arma en mi mano no puedo permitir que algo le suceda a mi familia y salgo hacia el jardín principal. —Tú eres el asesino de mi hijo y te atreves a ocultarte en tu casa, sé un hombre y da la cara —brama Giuseppe Lombardi, el cual se ve tan fuera de sí mismo a causa del dolor,
Lilibeth Han pasado poco más de dos meses desde que nos enteramos de mi embarazo y fiel a su palabra, en todo este tiempo Massimo no me ha permitido estar deambulando por la casa como solía hacerlo antes y con lo cual me muero de aburrimiento, tampoco ha deseado que tengamos intimidad por lo que no aguanto las ganas de estar con mi marido, así que he decidido sorprenderlo está noche. Hoy tengo que visitar a Carlo para que vea cómo va mi embarazo, por lo que Franco me lleva hasta el hospital, no le pedí a Massimo que me acompañara dado que tengo que hacerle unas preguntas un tanto vergonzosas al doctor y no quiero que él esté presente, en cuanto me llaman paso a su consultorio y me recibe con una sonrisa. —¡Buenas tardes, señora! ¿Cómo se encuentra? ¿En estos meses ha tenido alguna molestia? —pregunta mientras comienza a escribir en su computador. —¡Buenas tardes, doctor! No después de ese accidente todo ha estado bien, no he tenido ninguna molestia, solo algunas náuseas y un poco
Massimo En cuanto me entero de que Lilibeth no se encuentra en la mansión me vuelvo loco de la preocupación. —¿Por qué no me informaron que salió? —encaro a mis hombres. —La señora nos dijo que usted ya estaba informado. —Bajan la mirada. —¿Y a dónde fue? Por lo menos saben eso o tampoco preguntaron. —No creímos necesario preguntar. —Quiero que me avisen en cuanto lleguen, ¿me escucharon bien? Si no pueden irse buscando otro trabajo. —Me dirijo con paso fuerte a mi oficina, conteniendo mi enojo. Cuando me informan que acaba de llegar la espero en la entrada de la casa, le reprocho el no haberme avisado que tenía cita con Carlo, pero mi enojo pasa cuando me besa y la alejo de mí, ya que el deseo de estar con ella es tan fuerte que temo hacerle daño a nuestro bebé. Me muestra la ecografía y me siento el hombre más feliz del mundo, si bien ya soy padre, el saber que ella me dará la dicha de volver a serlo es muy satisfactorio. Cuando estoy por bajar a comer la veo en las escaler
El embarazo de Lilibeth ha pasado sin ninguna complicación en todos estos meses, ha estado muy tranquila y cada que vamos a sus consultas el bebé resulta estar muy sano, hace unas semanas nos enteramos de que será una niña la cual hemos decidido se llamará Rachel, mi mujer por su parte está muy emocionada ya que estamos a unos cuantos días de conocer a nuestra pequeña. Estoy fuera de la mansión revisando unos negocios, cuando recibo una llamada de Federico Salvatore informándome que en el puerto donde se encuentran unas de mis bodegas pudo acorralar al desgraciado que me ha estado robando todo este tiempo, me dirijo inmediatamente hasta dicho lugar sin perder tiempo. Cuando llego le ordeno a mis hombres que rodeen el lugar para mayor seguridad, mientras Pietro me acompaña para por fin conocer la identidad del traidor. —Massimo que bueno que has llegado, no sé qué hubiese pasado si no llego a tiempo, éste infeliz hubiera robado toda la mercancía y las pérdidas serían catastróficas. —
Estoy en la sala de espera dando vueltas de un lado para otro, mirando la puerta en espera de que está se abra y salga Carlo para informarme qué todo está bien con mi mujer y mi pequeña, sin embargo, desde hace dos horas no hay ninguna noticia por parte de él. Flashback —¿Qué sucede Mía? —pregunto aún molesto, aunque no es culpa suya todo lo que ha sucedido, en verdad necesito un poco de paz en este momento. —Es algo urgente —responde alterada—: la señora se estaba dando una ducha y se resbaló, pero debido al golpe se le rompió la fuente, en este momento nos dirigimos al hospital ya hablé con el doctor Carlo, él nos está esperando con un quirófano listo en caso de requerirlo. —Justo en este momento que estaba tan enfadado me informan que mi mujer sufrió un accidente y, me invade el miedo de que algo pueda sucederle tanto a ella como a nuestra bebé. —Voy hacia allá, no tardó. —Corro hacia mi camioneta con todos mis hombres detrás de mí. El trayecto hasta el hospital se me hace eter
Me he quedado dormida después del parto sin darme cuenta, cuando abro los ojos me encuentro en una habitación bastante amplia y linda, giro a mi derecha y me encuentro a Massimo dándome la espalda mientras carga a nuestra bebé, esta tan concentrado hablándole que no sé ha dado cuenta que ya desperté. —¿Cómo está mi princesa? ¿Sabes?, me dieron un susto de muerte mamá y tú. Por un momento pensé que les pasaría algo malo, pero el doctor me dijo que no querías dejar a tu mami, eres hermosa, gracias a Dios que te pareces a ella, es hermosa igual que tú, espera a que la veas y me darás la razón. Tú mamá, tú hermano y tú son mi vida entera. —Luego comienza a mecerla y darle besitos en su carita, se ve tan tierno que no quiero interrumpirlo, cuando se gira hacia mí y ve que estoy despierta observando todo se pone rojo de la vergüenza, es algo lindo ya que nunca lo había visto en esta faceta tan tierna. »¿Cómo te sientes amor? —pregunta un poco más serio, yo por mi parte le sonrió y extiendo
Han pasado tres meses desde el nacimiento de Rachel y ahora me siento nuevamente completo a lado de la mujer que amo y la única que es capaz de ser dueña de mi corazón, me estoy dando una ducha, mientras Lilibeth esta amamantado a nuestra bebé cuando de repente siento como unos brazos se enredan alrededor de mi cintura. —¡Hola, amor! —dice, mientras besa mi espalda desnuda y una de sus manos baja hasta mi hombría comenzando a subir y bajar su mano tratando de estimularme, lo cual no tarda demasiado, escucho una pequeña risa cuando se da cuenta que ha logrado su cometido—. ¡Gírate! —me ordena y sin vacilar ni un solo segundo hago lo que me dice, acto seguido mi mujer se agacha y posa sus suaves labios en mi miembro el cual ya está bastante hinchado. Comienza a besarlo y después se lo mete a su boca como si fuese el caramelo más delicioso que ha probado en su vida, su boca hace maravillas y sin darme cuanta comienzo a mover mi cadera hacia adelante y atrás, mientras con una de mis mano
Lilibeth Hacer el amor con Massimo, mientras Rachel duerme en sus cuna ha sido maravilloso, sobre todo por el hecho de que todo el tiempo he tratado de no gritar para despertarla, y con este pensamiento me quedo profundamente dormida. Al siguiente día hacemos nuestra rutina normal, después de desayunar me informa que estará en su despacho revisando algunos documentos por lo que decido salir al jardín con mis hijos y tomar el sol. Después de al menos una hora jugando con ellos o mejor dicho con Alex, ya que Rachel se pasa la mayor parte del tiempo dormidita, decido que es momento de regresar y preparar la comida, tomo con una mano a mi hermoso Alex quien ya camina y con la otra el pequeño cochecito donde Rachel duerme, veo en la entrada a Massimo quien parece bastante apurado y también muy molesto. —¿Saldrás amor? —Se gira y se acerca hasta nosotros, besa a nuestros hijos y después me da un beso, pero hay algo diferente en él, aunque no lo sabría explicar. —Sí mi amor, tengo algo