Al día siguiente cuando bajo a desayunar me encuentro a mi madre conversando con Bellini, el cual la ha puesto al tanto de todo lo sucedido, así como del estado de salud de mi abuelo.
—Cariño por fin despertaste, en cuanto terminemos nuestro desayuno deseo ver a tu abuelo.
—Claro madre, además estoy seguro de que hay otra persona que estará encantado de volver a verte.
—¿Quién? —Pregunta de inmediato.
—Lo sabrás en cuanto lleguemos. —Me acercó a ella y le doy un beso, en cuanto terminamos nuestro desayuno nos encaminamos al hospital donde se encuentra el abuelo, durante el trayecto me doy cuenta de que Flavio muestra bastante interés en mi madre a lo que no puedo evitar ponerle mala cara.
Una vez que llegamos al hospital, mi madre observa a todos los hombres que están custodiando el piso donde se encuentra el abuelo y veo como su mirada
Alexandre Observo a mi madre mientras sube a ese jet donde finalmente estará a salvo, si bien es cierto que hace años ella logró cosas increíbles, en este momento no deseo que nada malo le suceda, me observa desde la ventanilla con una pequeña sonrisa la cual no llega hasta sus bellos ojos, levanto la mano y me despido de ella.—¿Tienes alguna información sobre el atentado del abuelo? —Pregunto a Flavio en cuanto me giro.—Conseguí información de un tipo, al parecer hay alguien en un bar llamado el Passione Proibita que podría darnos algo de información.—Entonces vamos, no perdamos tiempo. —Corto a Flavio.—No es tan sencillo como crees, ese lugar es bastante peligroso, no entra en nuestro territorio, ese pertenece a Stefano. —Comenta con cierto recelo.—¿Y se supone que ese nombre debería de s
Cuando logramos entrar al lugar, observo todo a mi alrededor, caminamos por un pasillo iluminado con luces neón, en cuanto llegamos al final de éste me quedo impresionado de lo enorme que es por dentro, me abro paso a través de todo el gentío que inunda el lugar y subo una pequeña escalera, siguiendo al tipo que nos llevará al lugar reservado donde hemos quedado de vernos.Abre la puerta y me permite pasar con Flavio pegado a mis talones, dentro de esta veo todo el lugar el cual está adornado con unos enormes espejos, un sillón en L en color vino y unas pequeñas mesitas donde ya reposan unas cubiteras con champagne, así como unas botellas de whisky, al final mi mirada se detiene en un hombre algo mayor, bastante canoso esperando por mí y con una amplia sonrisa en su rostro, el cual va acompañado por otros dos hombres quienes nos miran con suspicacia, esperando un movimiento en falso por nuestr
—Sabía que esto no era buena idea, pero no, tenías que ser tan testarudo y arriesgarte a venir. —Explota furioso Flavio, quien mira hacia atrás y veo como nos siguen dos camionetas las cuales no pertenecen a mis hombres—. ¡No te detengas! —Le grita al chofer, mientras baja el vidrio de su lado, toma una de las armas que se encontraban aquí y comienza a disparar, cuando una de las camionetas está a nuestro nivel, comienzan a empujarnos para desviarnos de nuestro camino.—¿Qué intentan hacer? —Pregunto cortando cartucho de mi arma.—Nos quieren llevar hacia esa parte de la autopista que esta desolada. —Comenta el chofer—. Hay un túnel, una vez allí temo lo peor.Y justo como lo dijo llegamos a una parte bastante desolada, a lo lejos se vislumbran unas pequeñas luces procedentes de ese túnel, por lo demás todo está a
Yelizaveta BelucciDespués de dejar al bombón en su casa, regreso a la mía. En cuanto llegó donde se encuentran los guardias veo todo un caos, hombres corriendo de un lado para el otro gritándose instrucciones como si estuviesen esperando algo de lo cual aún no soy participe.—Hola Bill, ¿Sucede algo malo? —Pregunto al hombre que está apostando en las rejas.—Buenas noches, señorita Belucci. Creo que es mejor que entre sus padres están esperándola. —Responde un tanto cansado, sigo mi camino y me sorprende ver tanta gente despierta a esta hora, sé que siempre debemos de tener cuidado por el tipo de negocios de mi padre, pero en todos estos años nunca vi algo semejante, gente corriendo como si fuesen a un batallón de guerra con armas por doquier.Una vez que entró, me dirijo a la sala que supongo es donde me deben de esta
Días despuésMe encuentro en mi habitación donde he permanecido todos estos días enfurruñada por la paranoia de papá, sus malditos hombres no se me despegan ni cuando salgo a tomar el Sol, odio este maldito encierro y lo peor de todo es que tío Mich aun no me ha dicho nada del bombón, lo cual me tiene aún más inquieta, estoy mirando el techo de mi habitación cuando tocan a la puerta.—¡Adelante! —Les permito pasar.—Mi niña, ¿adivina qué? —Susurra tía Melike cuando cierra la puerta de mi habitación, me siento de inmediato y la miro sin comprender—. ¿No me digas que ya no quieres saber nada de Alexandre Carluccio? —Responde con tristeza, me levanto como resorte y corro hasta su lado.—Claro que quiero saber, pero ¿Cómo sabes que estoy interesada en él? —Inq
Alexandre—¿Han averiguado algo sobre los documentos que nos entregó el ruso? —Le pregunto a Flavio en cuanto éste ingresa a mi oficina.—No, toda la información esta encriptada, hemos tratado de rastrear quien le hizo esos pagos, pero es como si esa persona no existiese.—¿Y no podría ayudarnos alguno de los amigos de Bellini?—Ha intentado comunicarse con el teniente Amato, pero desde hace días no tiene información de su paradero. —Comenta Flavio y por la expresión de su rostro sé que está preocupado ante esta información.—¡Maldita sea! Ese hijo de perra nos tiene agarrados de las pelotas. —Expreso furioso dando un golpe en mi escritorio.—Debes de tranquilizarte Alexandre, tarde o temprano daremos con el responsable, así como tu madre lo logró en su tiempo, esta vez no ser&
Fabrizio—Espero que esta vez me tengas buenas noticias. —Le digo a mi hombre en cuanto traspasa la puerta de mi oficina.—Lo son jefe.—Te escucho.—Durante todos estos días hemos estado vigilando la mansión de los Belucci, la señorita Yelizaveta no había salido hasta está madrugada cuando al parecer se escapó con ayuda de un hombre que trabaja con ellos. Comencé a seguirlos y me di cuenta de que se dirigían al bar El bajo mundo, una vez ahí… bueno ella al parecer se quedó de ver con Alexandre Carluccio, estuvieron un pequeño rato platicando en la barra y después se fueron a la oficina de él, dónde estuvieron bastante tiempo juntos y después ella volvió a regresar a su mansión.Lo observo fijamente durante algunos segundos, sopesando mi siguiente movimiento.—Continú
Tomo a Yelizaveta del brazo y la pongo detrás de mi espalda, es posible que salga herida si comenzamos a discutir y ante todo no necesito que ella me proteja, cuando yo soy más que apto para protegernos a ambos, saco mi arma y también apunto a los hombres del señor Belucci.—No me parece que sea correcto que discutamos en nuestro primer encuentro suegro, creo que deberíamos de mantener una relación cordial, después de todo puede que antes de lo que se imagine seamos familia. —Comento con un rastro de diversión en mi voz.Su rostro pasa del desconcierto a la furia total cuando escucha que lo llamo suegro y la vena palpitante de su frente me indica que se avecina el peligro, dirige su mano a mi cuello y lo aprieta en un intento por provocarme miedo.—No pienso apuntarlo con mi arma, así como usted lo está haciendo conmigo suegro. —Vuelvo a enfatizar la palabra y su agarre