Katherine escuchó cada palabra que Royal le estaba diciendo sin reservarse nada. Cuando él terminó, ella se armó de valor para encararlo.—No voy a renunciar a mi hija —declaró—. Ella es parte de mí, y aunque he estado ausente, no es demasiado tarde para recuperar lo que hemos perdido. Coral puede conocerme, entender por qué me fui, y con el tiempo, amarme. Con paciencia, podemos construir la relación de madre e hija que no tuvimos.—Eso nunca sucederá. No pudiste ser su madre porque tú misma elegiste no serlo —replicó.—Tenía mis razones. Ahora estoy aquí para luchar por Coral y por lo que queda de mi familia. No me rendiré fácilmente, Royal, aunque intentes alejarme.Con esas palabras, Katherine se giró y salió de la oficina. Antes de irse completamente, se detuvo y miró a Kisa que estaba sentada en el escritorio de Royal. Con una mirada de desdén, se acercó.—Te dejaré algo en claro —articuló—. No solo he venido por mi hija, también por Royal y nuestro hogar. Así que prepárate, por
Coral salía de su clase con su pequeña mochila balanceándose en su espalda mientras caminaba hacia la entrada de la escuela. Ya no tenía clases, solo iba a practicar para una obra de teatro que se llevaría a cabo unos días antes de año nuevo para cerrar la etapa escolar. Como siempre, esperaba ver al chofer estacionado justo enfrente, listo para llevarla a casa junto con Kisa. Pero ese día, algo diferente ocurrió.Justo cuando estaba por cruzar las puertas de la escuela, una voz femenina llamó su atención.—Coral... Coral... —pronunció una mujer desde un lado del camino.Coral se detuvo en seco debido a que su curiosidad fue despertada. Miró en dirección a la voz y vio a una mujer elegante, con el cabello rubio como el sol y unos anteojos oscuros que ocultaban sus ojos. La mujer se quitó los anteojos lentamente, revelando unos iris azules brillantes, enmarcados por largas pestañas. Tenía un rostro fino como una muñeca de porcelana, y su delicada figura, aunque no muy alta, se elevaba
Las palabras de Katherine eran dulces, casi hipnóticas. Su tono de voz era cálido, lleno de promesas de un vínculo que Coral no podía comprender. La mujer continuó hablando, con una sonrisa suave y llena de ternura dibujada en sus labios.—Quiero que seamos amigas, que hagamos muchas cosas juntas. Quiero que poco a poco me conozcas y que, con el tiempo, puedas verme como tu mamá —manifestó.Coral, sin embargo, estaba agobiada. Sus ojos se movían de un lado a otro, buscando desesperadamente a Kisa, la persona en la que siempre había confiado para que la rescatara de aquella incómoda situación. Las palabras de Katherine no lograban calar en su corazón de niña, porque para Coral, Katherine seguía siendo una extraña, una desconocida. El hecho de que afirmara ser su madre no cambiaba esa realidad.Finalmente, Coral se armó de valor para tratar de alejarse de Katherine.—Yo... ya tengo que irme, señora —dijo, dando un paso hacia atrás, apartándose ligeramente de la mujer.Pero Katherine no
Coral corrió hacia Kisa, quien la tomó en brazos y la alzó. La niña se aferró al hombro de Kisa, mientras esta le acariciaba la espalda.Katherine se levantó de mala gana con una postura rígida que reflejaba el descontento que sintió frente a aquella escena. No pudo disimular su molestia ante la reacción de Coral. Ver a la niña soltarse de su agarre y correr hacia los brazos de Kisa, buscando consuelo en ella, la llenaba de frustración. La idea de que Kisa fuera el refugio de Coral, que la pequeña la llamara "mamá" con tanta naturalidad, era algo que Katherine encontraba profundamente irritante.Sin embargo, en el fondo, una parte de ella entendía la situación. Kisa había estado más presente que Katherine, siendo la figura materna que Coral nunca había tenido, mientras que ella acababa de reaparecer tras una larga ausencia, reclamando un título que Coral no podía aceptar fácilmente.A pesar de su enojo, Katherine se decía a sí misma que las cosas podrían cambiar. Tenía la esperanza de
Aquella súplica salió desde el fondo del corazón de la pequeña. Coral miraba a Kisa con ojos que rogaban y sus lágrimas seguían deslizándose por sus delicadas mejillas mientras continuaba expresando sus sentimientos.—Tú estás con mi papá. ¿Por qué esa señora se quedaría con él? —agregó, invadida por la confusión—. Tú eres mi mamá. No quiero a otra mamá. Por favor, Kisa, no te vayas a ninguna parte. No me dejes con esa señora.Las palabras de Coral eran como puñaladas en el alma de Kisa. La niña estaba aterrorizada ante la posibilidad de perder a la única figura materna que había conocido. El llanto de Coral se intensificó y su pequeño cuerpo temblaba mientras se aferraba a la idea de no dejar ir a Kisa por nada en el mundo.Kisa, conmovida por el dolor de Coral, la abrazó nuevamente, sosteniéndola con firmeza, pues parecía que la niña caería en pedazos en cualquier momento si no la sujetaba con fuerza. Luego, acarició su cabello para brindarle el consuelo que precisaba.—Cori, yo te
Kisa no articuló palabra durante unos segundos, analizando las circunstancias. Aunque era consciente de que no era un asunto que se podía simplemente hacer a un lado e ignorarlo, sabía que no era apropiado tocar un tema tan delicado a través de un celular.—Tal vez deberíamos hablar de esto más a fondo cuando estés aquí —sugirió Kisa—. Es un tema sensible y necesitamos encontrar la mejor manera de manejarlo, por el bien de Coral.—Tienes razón. Esto es importante y necesitamos discutirlo con calma. A decir verdad, agradezco que estés presente en un momento como este. No quiero imaginar qué hubiera pasado conmigo si tuviera que enfrentar esta situación solo, sin tu apoyo —manifestó de repente, con un toque de alivio en su voz—. Iré para allá ahora mismo. No podemos dejar esto para más tarde.Kisa quedó conmovida con lo que Royal le había dicho, por lo que sonrió con timidez, aunque el CEO no pudo verlo.—De acuerdo, te esperaré aquí —respondió.Después de colgar, Kisa se quedó mirando
Royal no tenía reparos en decirle a Katherine todo lo que pensaba. Había pasado años sin poder verla ni hablar con ella, y no tuvo más opción que tragarse todas sus preguntas, sus dudas y su enojo, todo aquello que surgió cuando se marchó. Por esa razón, aquella ira que había reprimido por tanto tiempo salía sin poder contenerla. Regina, al ver el estado alterado de Royal y que no estaba queriendo ceder, trató de intervenir de nuevo.—Royal —pronunció—. No puedes prohibirle a Katherine que vea a Coral. Ella está intentando hacer las cosas de la manera correcta, de la forma más diplomática posible. Y tú deberías hacer lo mismo. No puedes reaccionar de esta manera, con tanta agresividad.Royal, con la frustración reflejada en cada línea de su rostro, respondió sin dudar.—¿Agresividad? —replicó, notablemente ofendido—. Yo no he hecho absolutamente nada agresivo. Al contrario, le he dicho de la mejor manera posible que no quiero que se acerque a mi hija. No quiero verla, y eso es todo.
Royal la escuchó con atención, entendiendo su punto.—Tienes razón en parte —admitió—. Pero creo que hay algo más. Coral no quiere que estemos separados tú y yo. No quiere perder lo que tenemos ahora, contigo. Para ella, tú eres su madre, yo soy su padre. Ya tiene la familia con la que soñó.Kisa evitó su mirada, jugando nerviosamente con sus manos.—No estoy segura de eso… —murmuró, insegura—. Después de todo, eso no depende solo de mí —acotó, a lo que Royal la miró con extrañeza y dio un paso hacia ella.—Por supuesto que depende de ti, Kisa. Es decir, depende de ambos, de ti y de mí —dijo con seriedad, buscando sus ojos. Kisa, por su parte, parpadeó, evitando aquellas pupilas que la buscaban de manera insistente—. ¿Acaso sigues dudando? —agregó Royal—. ¿Sigues pensando que en algún momento cambiaré de opinión y querré estar con Katherine?Kisa se mordió el labio, realizando gestos y teniendo comportamientos que demostraban que la incertudimbre la estaban consumiendo.—Es que… sería