Abigail rio y tomó asiento junto a ellos, ajena a la incomodidad de Marfil. La joven sintió un leve gesto involuntario en sus facciones, un atisbo de molestia que trató de disimular. Sin embargo, su expresión fue breve, pues más allá de la situación, la revelación de que Richard tenía novia la había tomado completamente desprevenida.—Después de tanto tiempo volvemos a coincidir en un receso —comentó Abigail, volviéndose hacia Richard con una sonrisa dulce.—Sí, después de tanto tiempo —asintió Richard con suavidad—. Pero, bueno, siempre nos vemos. Si no es aquí en la universidad, es cuando salimos o en nuestras casas.Marfil sintió un leve nudo en el estómago al escuchar esas palabras. Era evidente que Richard quería dejar en claro que, a pesar de no coincidir en los recesos, su relación seguía siendo cercana y estable.—Sí, eso es verdad —dijo Abigail con tono cariñoso.Marfil trató de centrarse en otro aspecto de la conversación para evitar pensar demasiado en lo que acababa de esc
Richard levantó la vista hacia Marfil con cierta sorpresa, como si apenas entonces recordara que aún estaba allí.—¿Ya tienes que volver a clases? —preguntó.Marfil dudó un segundo antes de replicar.—No exactamente, pero…No tuvo oportunidad de terminar la frase. Antes de que pudiera explicarse, Abigail intervino con su usual energía desbordante.—¡No te vayas todavía! —exclamó con una sonrisa radiante—. Tú estabas hablando con Richard y yo vine a interrumpir la conversación de ustedes. Lo siento, es que hace tiempo que no coincidíamos en el receso. Aunque claro, siempre lo veo —agregó con un tono juguetón, dándole un golpecito en el brazo a Richard.Era evidente que Abigail era una persona vivaz, animada, llena de una energía que contrastaba con la serenidad y elegancia de Marfil. Su entusiasmo podía sentirse sincero, pero eso no evitaba que Marfil se sintiera fuera de lugar.Ella forzó otra sonrisa, intentando parecer relajada.—Ustedes son los que tienen que conversar ahora —artic
Marfil escuchó sus palabras sin saber bien qué responder. En su interior, una sola cosa le quedaba clara: no quería ser amiga de Abigail. No porque le pareciera desagradable o porque no la soportara, sino porque era la novia de Richard. Y Richard era su interés, su objetivo. Acercarse demasiado a Abigail solo haría las cosas más difíciles para ella.—Yo tampoco soy de muchas amigas —expuso Marfil—. Vanya es la única en la que he confiado hasta ahora.Hubo un breve silencio entre ambos, hasta que Marfil decidió mencionar algo que le había llamado la atención desde que Abigail apareció.—Pero hay algo que me sorprende —señaló, mirándolo con atención—. No le dijiste nada sobre la cita a ciegas. ¿Por qué?Richard pareció confundido por un momento.—¿A qué te refieres?—Lo noté porque evitaste entrar en detalles —explicó ella—. Cuando hablaste de mí, solo le dijiste que soy una amiga de Lucas. Imagino que tampoco sabe que él y yo estamos casados y que estamos esperando la anulación de nues
En la mañana siguiente, Marfil despertó con una resolución férrea en su mente. Ya no había espacio para la duda ni para el desánimo. Había pasado la noche sumida en pensamientos conflictivos, debatiendo internamente si lo que planeaba hacer era correcto o no. Pero al final, se había convencido de que no estaba haciendo nada malo. Después de todo, Richard no era un hombre casado, y en el amor, todo se valía. Si Abigail tenía la suerte de ser su novia, ¿por qué no podría ella cambiar ese destino?Mientras se alistaba para la universidad, se miró en el espejo con detenimiento. Sabía que era hermosa. Sus rasgos finos, su cabello perfectamente arreglado y su porte elegante la convertían en una mujer difícil de ignorar. Había visto cómo los hombres la miraban cuando pasaba, cómo se giraban para contemplarla. No era la primera vez que se proponía conquistar a alguien, pero esta vez era diferente. Richard no era solo un capricho pasajero. Él representaba la estabilidad, el lujo, la seguridad
Marfil sintió cómo su sonrisa se desvanecía levemente. Su expresión se mantuvo serena, pero en su interior, una corriente helada recorrió su cuerpo. Entonces, forzó una risa ligera antes de responder.—¡Ah, tu novia también! —repitió, con un matiz que esperaba que pasara desapercibido.—Sí —asintió Richard—. Me gustaría que ustedes trataran con ella, que Vanya y tú llegaran a conocerla mejor. Quisiera que se hicieran amigas. Creo que les caería muy bien.Marfil casi tuvo que contener una mueca. No quería ser amiga de Abigail. Tal vez Vanya podría serlo, tal vez Vanya incluso lo disfrutaría. Pero ella no. No había forma de que aceptara esa idea con entusiasmo.Aun así, mantuvo su semblante neutral y asintió despacio.—Bueno, eso es tu decisión —dijo con voz mesurada—. Eres el organizador del viaje, así que, por supuesto, puedes invitar a las personas que desees.Richard sonrió, sin notar el cambio en la tez de Marfil.—Será en la casa de mis padres, alejada de la ciudad, cerca de la pl
Más tarde, decidieron ir a la playa. Richard y Abigail caminaban juntos, de la mano, mientras Vanya y Marfil recogían conchas en la orilla. Marfil, en un intento por evitar mirar demasiado a Richard y a Abigail, se quedó atrás. Luego de la playa, el grupo empezó a avanzar por el bosque entre risas y conversaciones animadas. Richard y Abigail lideraban el camino, mientras Vanya los seguía con entusiasmo. Marfil, sintiéndose algo ajena a la dinámica, se rezagó en la retaguardia, disfrutando del sonido de las hojas secas bajo sus pies. Lucas, sin ninguna intención aparente, también quedó atrás, caminando con las manos en los bolsillos y la mirada distraída.El bosque comenzaba a oscurecerse conforme el sol se ocultaba. La vegetación espesa hacía difícil distinguir el camino, y en un momento, sin darse cuenta, Marfil y Lucas tomaron un sendero diferente al del resto del grupo. Siguieron caminando en silencio hasta que notaron que las voces de los demás habían desaparecido por completo.M
Después del almuerzo del día siguiente, Richard propuso buscar unas viejas botellas de vino que su familia guardaba en el sótano. Como todos estaban ocupados en la cocina, Marfil y Lucas se ofrecieron a ir, aunque ninguno de los dos parecía entusiasmado con la idea de estar a solas.El sótano era frío y olía a madera húmeda. Lucas bajó primero con la linterna de su teléfono, iluminando las paredes de piedra y las estanterías cubiertas de polvo. Aunque era de día, el lugar no tenía ventanas ni absolutamente nada que diera paso a la luz de afuera.Marfil, por su parte, descendió con cautela, sintiendo la atmósfera cerrada del lugar.—Debe estar por aquí —dijo Lucas, inspeccionando las estanterías.Marfil pasó la mano por una de las botellas y justo cuando estaba por tomarla, la puerta del sótano se cerró de golpe con un fuerte estruendo. Marfil se sobresaltó y se giró rápidamente.—¿Qué fue eso? —inquirió, con un deje de alarma en la voz, a lo que Lucas subió las escaleras y empujó la pu
—No entiendo de qué me hablas —alegó Marfil.—¿Qué piensas de todo esto?—¿De qué?—De este viaje. De estar aquí con todos. ¿Acaso no te agrada?—Deja de suponer cosas —dijo evasivamente, sin querer darle más detalles.—Es por eso que te lo estoy preguntando directamente, para no sacar conclusiones por mi cuenta —aseveró.—Pues, sea lo que sea, no tengo por qué darte explicaciones —estiró el brazo para zafar de su agarre.—¿Porqué reaccionas con tanta hostilidad? Creí que estábamos en buenos términos.—Sí, pero soy la única que cumple con su palabra. Yo no volví a ofenderte, tal y como lo prometí. Pero tú, me fastidias cada vez que puedes y eso me irrita.—Oh, vamos. ¡Solo trato de bromear contigo! ¿Porqué te lo tomas todo tan personal?—Para hacer una broma, debes esperar a que la otra persona también quiera hacerlo, ¿no lo crees?Lucas rió suavemente. Esa risa que la exasperaba y, al mismo tiempo, la hacía sentirse atrapada.—Qué actitud tan mala, eres realmente desesperante.Ella n