Marfil se subió al lujoso auto de Richard con una expresión serena, aunque en el fondo, la emoción la recorría como una corriente eléctrica. Había aceptado su invitación sin mucha ceremonia, pero en su interior, le intrigaba ver hasta dónde llegaría él con su generosidad. Richard le había dicho que la llevaría a donde quisiera, y ella, sin titubear, mencionó el nombre de un restaurante que había escuchado en alguna conversación ajena, un lugar que solo conocía por rumores de su exorbitante exclusividad.—He oído que la comida ahí es muy buena… —comentó, sin darle demasiada importancia.Richard reconoció el nombre de inmediato. Era un lugar exclusivo, donde solo los más ricos podían permitirse una comida sin preocuparse por el precio. Pero en vez de sorprenderse, le encantó la idea de verla en un sitio así, probando lo mejor de lo mejor.—Entonces vamos —Richard ni siquiera pestañeó ante su elección, simplemente sonrió con esa seguridad que lo caracterizaba y condujo hasta allí.Al lle
Marfil se quedó en silencio por un momento antes de sonreír y descalzarse. Luego, fue a los vestidores para cambiarse de ropa.Cuando Richard la vio, por primera vez, en traje de baño, el tiempo pareció detenerse. El sol, ya bajo en el horizonte, tejía hilos dorados que bañaban la escena en una luz suave, casi irreal, que abrazaba a Marfil con una ternura que él no sabía que existía. Ella estaba allí, de pie frente a él, como una obra de arte inacabada que desbordaba belleza. El traje de baño se ajustaba a su figura con una delicadeza que parecía esculpirla, como si la tela hubiera sido pensada únicamente para su cuerpo, como si cada curva, cada contorno, estuviera diseñado para hechizar, para seducir sin esfuerzo.La silueta de Marfil se recortaba contra el cielo, con la elegancia de un ave en pleno vuelo, como si la naturaleza misma la hubiera modelado. Cada línea de su cuerpo hablaba de una gracia casi etérea, pero tan real que Richard no podía evitar sentirse sobrecogido. El suave
Richard atrapó su mano antes de que Marfil pudiera retirarla, sosteniéndola con una suavidad reverente. La acercó a sus labios sin apartar la mirada de sus ojos azules y dejó un beso sobre su piel, luego otro, y otro más, como si quisiera prolongar aquel instante hasta el infinito. Sus labios rozaban su piel con una devoción que hablaba más que cualquier otra cosa, y en ese intercambio silencioso, en esa intimidad compartida bajo el cielo teñido de naranja y carmesí, Marfil sintió que el mundo entero se desvanecía a su alrededor, dejándolos solo a ellos, flotando en un tiempo suspendido.La mirada de Marfil se mantenía incrustada en él, como si tratara de descifrar lo que pasaba por su mente en ese instante, aunque su propio cuerpo le hablaba con señales claras. Sentía el contacto de los labios de Richard en su piel, cálidos, reverentes, dejando un rastro de sensaciones que subían por su brazo, extendiéndose hasta su pecho con una intensidad que no esperaba. No podía ignorar lo que aq
Richard la contempló con una angustia latente, como si temiera que con esas palabras ella estuviera destrozando la única esperanza que había albergado en su corazón. Sus labios, que aún ardían por el contacto de los de Marfil, se entreabrieron para respirar una confesión que parecía escaparse desde lo más profundo de su alma.—Estoy enamorado de ti, Marfil. No es un capricho, no es solo un deseo. Te quiero y quiero estar contigo.Sus palabras flotaron entre ellos, pero Marfil no se dejó arrastrar por ellas. —Richard, ¿por qué hiciste todo esto por mí? —preguntó, con una seriedad que helaba el ambiente—. ¿Lo hiciste porque soy tu amiga, o porque querías saber si podías lograr algo conmigo?Un silencio pesado cayó entre los dos, solo roto por el leve chapoteo del agua alrededor de sus cuerpos. Richard la miró con el ceño fruncido, como si la pregunta lo tomara por sorpresa, como si no entendiera por qué ella dudaba de sus intenciones. Pero Marfil no necesitaba solo palabras, necesitaba
La noche cayó sobre la ciudad con su velo de luces tenues y murmullos distantes. En el lujoso restaurante del club, Marfil y Richard compartían una cena en un ambiente íntimo y sofisticado. La iluminación cálida proyectaba sombras suaves sobre el mantel de lino, mientras el suave tintineo de los cubiertos contra la porcelana se mezclaba con la música ambiental. Conversaban con fluidez, perdiéndose en anécdotas y detalles sobre sus vidas, explorando territorios desconocidos el uno del otro, descubriendo pequeñas verdades que se deslizaban entre risas discretas y miradas curiosas. Richard hablaba de su infancia, de sus aspiraciones, de la manera en que siempre había sentido que su vida estaba predestinada a algo más, mientras Marfil, con una copa de vino en la mano, le confesaba fragmentos de su historia, pinceladas de una vida llena de decisiones y ambiciones ocultas. No había prisas ni segundas intenciones; solo dos personas enredadas en el placer de una conversación que fluía como un
Cuando Richard dejó a Marfil en la mansión de los Royal, la joven no imaginaba que aún le esperaba otra sorpresa. Apenas puso un pie dentro, fue recibida por una cálida celebración. La sala principal estaba adornada con detalles discretos pero elegantes. Coral fue la primera en acercarse con una sonrisa radiante, seguida por Kisa y Royal, quienes la recibieron con afecto.—¡Feliz cumpleaños, Marfil! —exclamó Kisa con entusiasmo, extendiéndole un pequeño paquete envuelto en un lazo dorado.Marfil parpadeó, algo sorprendida. No había esperado una celebración más, y menos después de la velada con Richard. Minutos después, Kisa tomó asiento cómodamente en uno de los sillones con una manta ligera sobre las piernas, acariciando distraídamente su vientre. Ya había pasado suficiente tiempo para que su embarazo comenzara a notarse, y su silueta reflejaba esa nueva etapa con una dulzura especial. Marfil notó cómo Royal se mantenía a su lado en todo momento, con la mirada atenta a cada gesto de
Lucas seguía sin comprender del todo.—¿Pero qué ha cambiado exactamente? —preguntó, a lo que Richard se tomó un momento antes de responder.—Voy a empezar a trabajar en la empresa familiar pronto. Eso significa que estaré mucho más ocupado y no podré dedicarle a Abigail el tiempo que merece.—¿Y qué? Abigail siempre ha sido comprensiva contigo. Nunca te ha reclamado por nada, mucho menos por algo como el trabajo.Richard apretó los labios en una fina línea.—No es solo eso… en cualquier momento, empezará a pedirme más de lo que puedo darle. Necesito estar con alguien que entienda mi situación, que entienda mis responsabilidades y mi trabajo.Lucas lo miró aún más extrañado.—Richard… Abigail siempre te ha entendido. ¿De verdad crees que eso es lo que está pasando? —hizo una pausa y luego soltó con más seriedad—. Dime la verdad… ¿qué es lo que sucede? ¿Acaso... conociste a alguien más?Richard se quedó en silencio por unos segundos, sosteniendo la mirada de Lucas con una expresión ind
Era un día soleado cuando Kisa caminaba por la calle en dirección a la parada de autobús, intentando calmar los nervios que le retumbaban en el pecho. Llevaba puesta una falda elegante y una camisa blanca de vestir, buscando proyectar un aire profesional pero cómodo. En sus manos llevaba una carpeta, con todos sus documentos importantes apretados con fuerza contra su pecho. Cada tanto, sus dedos tamborileaban sobre la cubierta, como si la presión de sostenerla la ayudara a mantenerse enfocada."Mi nombre es Kisa Maidana, tengo 23 años…" murmuraba en voz baja, repasando en su cabeza cómo iba a presentarse. Se repetía una y otra vez sus respuestas, practicando cómo sonaría todo: desde la presentación hasta la explicación de sus habilidades y de por qué creía que podía aportar algo a esa empresa tan distinguida.No se había hecho muchas ilusiones cuando envió su solicitud en el área de "gestión de llamadas" en la prestigiosa empresa automotriz "Fankhauser Aether Motors". Honestamente, pe