La declaración hizo que Royal apretara la mandíbula. —¿Estás segura de que no fue alguna broma? Alguien que conoces podría estar haciendo esto para asustarte.Katherine negó con la cabeza vehementemente.—No, no creo que sea una broma. Estoy segura de que es cosa de mis padres. Ellos no quieren que yo esté aquí sola, ya me lo han dicho varias veces. Royal, por favor… llévame contigo. No puedo seguir aquí.Royal la observó con detenimiento, intentando encontrar alguna lógica en lo que decía. —Primero, tengo que hablar con recepción. Ellos tienen cámaras de seguridad, debe haber algo grabado.—Hablé con ellos. Les dije que alguien había venido a mi puerta, pero me dijeron que no vieron a nadie entrar por la entrada principal con esas características.Royal frunció el ceño aún más, pero no dejó de lado su postura.—Eso es extraño. Pero, por esa misma razón, tengo que hablarles y pedirles que me dejen mirar las cámaras. Si alguien estuvo aquí, tiene que haber alguna prueba.—Sí, tal vez
—Esto es inaceptable. Quiero que revisen nuevamente cada cámara y me den un informe detallado —reclamó Royal.—Por supuesto, señor. También podríamos implementar medidas adicionales de seguridad, como reforzar el control de acceso.—No quiero que esto se convierta en algo más grande —Katherine entró a la conversación—. No es necesario involucrar a la policía ni alarmar a los demás residentes.Royal giró hacia ella, claramente molesto.—Katherine, este hombre logró entrar al edificio, subir hasta tu puerta y luego desaparecer. Esto no es algo menor.—Lo sé —respondió ella, bajando la vista—. Pero no quiero que esto escale. Tampoco quiero que la gente de este edificio salga perjudicada.—Podemos reforzar la vigilancia en los accesos y mantener un ojo más atento a cualquier actividad sospechosa —agregó Marcus—. También sugeriría que revisemos los registros de entrada de visitantes.—¿Por qué no quieres tomar medidas más serias? —refunfuñó Royal—. Hay que llamar a la policía. ¿Es que no t
—Gracias, Royal. Gracias de verdad —murmuró Katherine con un alivio que se reflejaba en sus ojos.Subieron juntos hasta la habitación, observando que el hotel era un edificio grande y elegante. Al llegar al cuarto, notaron que la estancia era espaciosa, decorada con un gusto refinado. Había una cama grande cubierta con sábanas blancas, un sofá amplio cerca de la ventana y, en una esquina, una pequeña cocineta equipada con lo básico. La luz cálida del techo creaba un ambiente acogedor, aunque Royal no podía ignorar la sensación de incomodidad que lo invadía.—Es un lugar bonito —comentó Katherine mientras cerraba la puerta detrás de ellos—. Aunque, claro, no es lo que solíamos frecuentar...Royal no respondió. Caminó hasta el sofá y se dejó caer con un suspiro. Sabía que no debería estar ahí, pero ahora que había accedido, no quedaba más que esperar.—¿Te gustaría tomar algo? —preguntó Katherine, dirigiéndose a la cocineta—. Un té, un café...—No quiero nada —aseveró Royal sin vacilar.
Marfil frunció los labios, sorprendida.—Eso suena... bastante inapropiado.—Exacto. Es como si no tuviera límites —expuso Kisa—. Y no solo con Royal. Cuando apareció frente a Coral para decirle que era su madre, ¿crees que pensó en cómo se sentiría la niña? No. Solo pensó en sí misma. No le importaron los sentimientos de Royal ni los de su hija. Todo lo que hace, lo hace porque ella lo quiere, porque cree que tiene derecho.—Bueno, a decir verdad, todo lo que me estás contando suena a que Katherine ha perdido un poco la razón.—No quiero usar esa palabra. No me gusta pensar en las cosas así. Pero sí creo que está encaprichada. Como si hubiera decidido que Royal es suyo, sin importar lo que él quiera.—Kisa, tienes suerte de que Royal esté tan enamorado de ti. Él sería un completo idiota si te dejara por ella. No tiene sentido. Tú jamás le has fallado, jamás lo has traicionado. Y ella... ella lo abandonó. No solo a él, sino también a su hija.—Eso mismo me ha dicho Royal muchas veces,
Royal despegó los párpados con lentitud, como si éstos le pesaran. Su mente estaba desorientada y buscaba entender dónde se encontraba y lo que había ocurrido. Su visión era borrosa al principio, pero poco a poco comenzó a enfocar los contornos del lugar. El techo se reveló ante él y, aunque todo le resultaba conocido, había algo extraño en la forma en que se sentía. Su cuerpo no estaba entumecido como solía sucederle después de un ataque de catalepsia, ni había esa sensación de rigidez que lo dejaba inmóvil por varios minutos antes de recuperar el control completo de sus extremidades. Esta vez, podía mover todo su cuerpo sin problema, aunque un leve mareo nublaba sus pensamientos.Llevó la mano a su cabeza, presionando ligeramente con los dedos como si intentara despejar la confusión. No había dolor, pero el desorden en su mente era evidente. Parpadeó un par de veces más para recuperar la nitidez de su visión y luego echó un vistazo a su entorno. Estaba en el sofá del hotel al que ha
El amanecer había estado comenzando a iluminar el cielo cuando Royal despertó, desorientado, en el sofá del hotel en el que había dejado hospedada a Katherine. La habitación estaba tenuemente iluminada por la luz que entraba a través de las cortinas entreabiertas. De esta forma, Royal se dio cuenta de que ya era de día y que su supuesto ataque de catalepsia había durado toda la noche.A su lado, Katherine seguía sentada, inclinada hacia él con una expresión de angustia en el rostro. —Royal… —pronunció Katherine con suavidad—. ¿Cómo te sientes ahora?Royal se pasó una mano por la cara, pues todavía se sentía algo aturdido.—Estoy bien, creo… —replicó con duda.—Como te decía, no quería dejarte solo, Royal. Me asusté al verte así… y bueno, tu temperatura corporal estaba bajísima. No podía simplemente arroparte con una sábana y esperar que te sintieras mejor.—¿Por eso te quedaste dormida encima mío? —cuestionó, mirándola con recelo—. Esa fue la manera en que te encontré cuando desperté
Mientras que Royal se distraía con sus pensamientos angustiantes, Katherine no podía evitar sonreír con satisfacción. Había pasado la noche cerca de Royal, y aunque aún no lograba su objetivo principal -hacer que la llevara a su mansión- sabía que estaba avanzando en la dirección correcta. Era un pequeño triunfo, pero un triunfo al fin y al cabo. Se convenció de que cada paso que daba la acercaba más a su meta y la clave era la paciencia.La noche anterior había sido un juego cuidadosamente orquestado. No solo se trataba de estar cerca de Royal, de compartir su calor y su tiempo, sino de sembrar dudas, de hacer que Kisa se preguntara dónde había pasado la noche. Si ella pensaba que Royal había estado con Katherine de manera intencionada, sin molestarse en responder llamadas o mensajes, entonces su estrategia estaría funcionando.Sin embargo, su mayor anhelo no era simplemente compartir noches con él en su departamento. Katherine tenía una visión mucho más ambiciosa: quería estar en su
Royal subió a su coche con un semblante que delataba su creciente angustia. Algo no estaba bien, lo sentía en el aire, en su pecho apretado, en los pensamientos que no dejaban de asaltarlo. Mientras conducía a toda velocidad hacia la casa, intentaba en vano llamar a Kisa. Marcó su número una, dos, tres veces, pero el tono seguía sonando hasta que la llamada caía directamente en el buzón de voz.Frustrado, volvió a intentarlo, esta vez llamando a Marfil. Nada. Su cuñada tampoco respondía, lo que solo intensificó la sensación de que algo estaba terriblemente mal. Royal presionó con fuerza el volante, mirando con desesperación su teléfono mientras esperaba cualquier respuesta, cualquier señal de que todo estaba bien y que no había razón para sentir tanta preocupación.De pronto, decidió marcar a su madre, a lo que Regina respondió después del tercer intento.—¿Royal? —dijo con su tono habitual de desinterés.—Madre, ¿sabes algo de Kisa? ¿O de Marfil? He tratado de localizarlas, pero ning