Royal subió a su coche con un semblante que delataba su creciente angustia. Algo no estaba bien, lo sentía en el aire, en su pecho apretado, en los pensamientos que no dejaban de asaltarlo. Mientras conducía a toda velocidad hacia la casa, intentaba en vano llamar a Kisa. Marcó su número una, dos, tres veces, pero el tono seguía sonando hasta que la llamada caía directamente en el buzón de voz.Frustrado, volvió a intentarlo, esta vez llamando a Marfil. Nada. Su cuñada tampoco respondía, lo que solo intensificó la sensación de que algo estaba terriblemente mal. Royal presionó con fuerza el volante, mirando con desesperación su teléfono mientras esperaba cualquier respuesta, cualquier señal de que todo estaba bien y que no había razón para sentir tanta preocupación.De pronto, decidió marcar a su madre, a lo que Regina respondió después del tercer intento.—¿Royal? —dijo con su tono habitual de desinterés.—Madre, ¿sabes algo de Kisa? ¿O de Marfil? He tratado de localizarlas, pero ning
Marfil y Marshall salieron de la oficina y la puerta se cerró detrás de ellos, dejando a Royal y Kisa solos en aquel sitio. Antes de salir, Marshall había pasado junto a Royal, y aunque el gesto había sido breve, la mirada de advertencia que Royal le lanzó no había pasado desapercibida, pues no le había gustado nada haberlo encontrado cuando abrazaba a su esposa con tanta confianza.Marshall lo entendió al instante. El tema no estaba cerrado y sabía que Royal querría hablar de ello más tarde. Sin embargo, no era el momento de discutir. Tenía que dejar a los esposos solos.Mientras estaban solos, Royal cerró los ojos por un rato, como si estuviera preparando lo que iba a decir. Luego caminó hacia Kisa despacio, hasta que quedó frente a ella. —¿Desde cuándo Marshall y tú son tan cercanos? —cuestionó, pero no en un tono de reproche. Más bien, quería saciar su curiosidad y despejar sus dudas, además de deshacerse de sus celos.Kisa seguía demasiado confundida por los eventos de la noche
Kisa parpadeó, mostrándose impactada.—¿De verdad? Entonces era cierto? —preguntó con cautela.—Sí, alguien vestido de ne-gro, con una mascarilla, había aparecido incluso frente a su puerta y la golpeó varias veces, pero no se pudo identificar al sujeto. Era imposible saber quién era, pero estaba claro que la situación era peligrosa.Royal hizo una pausa, como si recordarlo lo incomodara.—No podía dejar que se quedara sola allí. Me dijo que quería venir a la mansión, tú sabes que eso fue lo primero que me pidió.—Sí, lo recuerdo.—No quería traerla aquí —añadió rápidamente Royal—. Sabía que sería completamente inapropiado, así que, como te lo comenté incluso antes de salir de la mansión para ir a su departamento, la llevé a un hotel. También llamé a uno de los guardias de seguridad de la empresa para que fuera a vigilar el lugar. Quería asegurarme de que se sintiera segura, porque ella estaba aterrada.—¿Y por qué no llamaste a la policía? Royal se pasó una mano por el pelo, visible
Royal dio un paso hacia ella, con las manos cosquilleando a los costados, como si quisiera alcanzarla, pero temiera que el contacto pudiera romper algo más.—Kisa, escúchame. Por favor, solo escúchame —hizo una pausa, esperando que la pelinegra enfocara su atención en él—. Yo no te he engañado. No fue eso. No me quedé con Katherine por elección propia, créeme. Solo fui porque habíamos quedado en que, si alguna vez ella tenía un problema grave, me haría cargo. Y al mismo tiempo, pensé que si no iba y realmente algo grave le estaba ocurriendo, me lo reprocharía para siempre. Mi propia conciencia no me dejaría tranquilo por no haber hecho nada cuando pude.Kisa lo escrutó con ojos comprensivos, a lo que Royal continuó.—La verdad es que no quería levantarme de la cama anoche. Quería quedarme contigo, abrazándote toda la noche. Te juro que eso era lo único que quería. Pero la idea de que, si algo realmente malo le pasaba a Katherine... Pensé que también sería mi culpa si ella salía herida
Kisa y Royal se quedaron abrazados por un rato más. La inquietud en el pecho de Kisa pareció aflojarse un poco con el contacto, aunque su mente aún estaba sumergida en un mar de pensamientos caóticos. Sin embargo, ya no quería cargar más a Royal con tantas quejas. Ya lo hablaron, Royal ya le explicó lo que había pasado, así que no había razón para alargar más el asunto. Quería pensar que esa incomodidad que seguía sintiendo se disiparía durante el día, por lo que solo era cuestión de tiempo.—Quizá deberías volver a la casa —sugirió ella—. Date una ducha, cámbiate de ropa… Te sentirás mejor. O, si quieres, quédate a descansar allá. No tienes que estar aquí toda la mañana, Royal. Marshall puede encargarse de todo aquí, él puede manejar las cosas mientras te tomas un tiempo para ti. Yo lo ayudaré —añadió, buscando sonar comprensiva. Pensó que quizás Royal estaba cansado después de todo lo que había pasado en la noche anterior, así que deseaba que él se recuperara por completo.Royal, po
Royal cruzó los brazos, manteniendo sus pupilas clavadas en Marshall, mirándolo con suspicacia. —A decir verdad, Marshall, no me hubiera molestado tanto la amistad que tienes con Kisa —reveló—. Lo que realmente me molesta es que me lo hayas ocultado.Marshall levantó la vista, sorprendido por la declaración, y abrió la boca como si quisiera responder de inmediato, pero las palabras no llegaron. Royal, viendo su vacilación, inclinó ligeramente la cabeza y continuó hablando.—Dime una cosa, Marshall. ¿Estás interesado en mi esposa?La pregunta cayó en la oficina como un trueno. Marshall, que hasta entonces había estado tranquilo, se quedó completamente inmovilizado. Sus ojos se desviaron hacia el suelo y luego al techo, como si buscara una respuesta en algún rincón de aquel sitio.Después de un rato, tras un largo momento de reflexión, Marshall inhaló y exhaló con profundidad y levantó la mano para frotarse la barbilla.—Royal, a decir verdad, tú también has dejado de contarme muchas c
—Entonces, ¿dices que mi esposa te interesaba hasta anoche? —preguntó Royal—. ¿Quieres hacerme creer que Kisa ya no te interesa desde que descubriste que ahora somos una pareja de verdad?Marshall sostuvo la mirada de Royal con firmeza, aunque sabía que nada de lo que dijera cambiaría lo difícil de aquella situación.—Escucha, Royal —comenzó—. Me interesara o no, eso no importa. Yo no intentaría nada porque ahora sé que ella es tu mujer. Cuando ella solo era la niñera de Coral, me interesaba mucho, es cierto. Me llamaba la atención por quién era, por cómo se comportaba, por lo dedicada que era. Es por eso que me acerqué a conocerla mejor cuando trabajaba en gestión de llamadas. Pero siempre fui respetuoso. Nunca traté de cruzar ningún límite, ni de irrumpir en tu casa solo para acercarme a ella. Siempre fui respetuoso contigo y con ella. Para ser honesto, nunca quise lastimarte. Pensaba, de verdad, que Kisa no te importaba en absoluto. Te conozco desde hace muchos años y sé que Kisa n
Marshall dejó escapar un suspiro, cruzando los brazos mientras fijaba la mirada en Royal con seriedad. No había rabia en su expresión, ni rencor, pero sí una firmeza que dejaba claro que no pensaba retroceder en su postura.—Escucha, Royal —comenzó con la voz serena, aunque con un matiz de cansancio—. Ya te lo dije antes y lo repito ahora: no tengo ninguna intención de cruzar los límites. Kisa es tu esposa, tu mujer, eso lo tengo perfectamente claro. Jamás he pretendido desafiar eso, ni siquiera se me ha pasado por la cabeza faltarte al respeto de esa manera.Se pasó una mano por el cabello, dejando escapar una risa corta, casi irónica, pero no porque todo eso le resultara divertido, sino porque le costaba creer que pudiera estar en una situación como esa con su amigo.—Siempre hemos sido amigos, Royal. Nunca hemos tenido problemas por una mujer, jamás. Y, por mi parte, esta vez no será la excepción. Entiendo que, para ti, Kisa es territorio prohibido, y lo respeto. He aceptado que mi