Marfil frunció los labios, sorprendida.—Eso suena... bastante inapropiado.—Exacto. Es como si no tuviera límites —expuso Kisa—. Y no solo con Royal. Cuando apareció frente a Coral para decirle que era su madre, ¿crees que pensó en cómo se sentiría la niña? No. Solo pensó en sí misma. No le importaron los sentimientos de Royal ni los de su hija. Todo lo que hace, lo hace porque ella lo quiere, porque cree que tiene derecho.—Bueno, a decir verdad, todo lo que me estás contando suena a que Katherine ha perdido un poco la razón.—No quiero usar esa palabra. No me gusta pensar en las cosas así. Pero sí creo que está encaprichada. Como si hubiera decidido que Royal es suyo, sin importar lo que él quiera.—Kisa, tienes suerte de que Royal esté tan enamorado de ti. Él sería un completo idiota si te dejara por ella. No tiene sentido. Tú jamás le has fallado, jamás lo has traicionado. Y ella... ella lo abandonó. No solo a él, sino también a su hija.—Eso mismo me ha dicho Royal muchas veces,
Royal despegó los párpados con lentitud, como si éstos le pesaran. Su mente estaba desorientada y buscaba entender dónde se encontraba y lo que había ocurrido. Su visión era borrosa al principio, pero poco a poco comenzó a enfocar los contornos del lugar. El techo se reveló ante él y, aunque todo le resultaba conocido, había algo extraño en la forma en que se sentía. Su cuerpo no estaba entumecido como solía sucederle después de un ataque de catalepsia, ni había esa sensación de rigidez que lo dejaba inmóvil por varios minutos antes de recuperar el control completo de sus extremidades. Esta vez, podía mover todo su cuerpo sin problema, aunque un leve mareo nublaba sus pensamientos.Llevó la mano a su cabeza, presionando ligeramente con los dedos como si intentara despejar la confusión. No había dolor, pero el desorden en su mente era evidente. Parpadeó un par de veces más para recuperar la nitidez de su visión y luego echó un vistazo a su entorno. Estaba en el sofá del hotel al que ha
El amanecer había estado comenzando a iluminar el cielo cuando Royal despertó, desorientado, en el sofá del hotel en el que había dejado hospedada a Katherine. La habitación estaba tenuemente iluminada por la luz que entraba a través de las cortinas entreabiertas. De esta forma, Royal se dio cuenta de que ya era de día y que su supuesto ataque de catalepsia había durado toda la noche.A su lado, Katherine seguía sentada, inclinada hacia él con una expresión de angustia en el rostro. —Royal… —pronunció Katherine con suavidad—. ¿Cómo te sientes ahora?Royal se pasó una mano por la cara, pues todavía se sentía algo aturdido.—Estoy bien, creo… —replicó con duda.—Como te decía, no quería dejarte solo, Royal. Me asusté al verte así… y bueno, tu temperatura corporal estaba bajísima. No podía simplemente arroparte con una sábana y esperar que te sintieras mejor.—¿Por eso te quedaste dormida encima mío? —cuestionó, mirándola con recelo—. Esa fue la manera en que te encontré cuando desperté
Mientras que Royal se distraía con sus pensamientos angustiantes, Katherine no podía evitar sonreír con satisfacción. Había pasado la noche cerca de Royal, y aunque aún no lograba su objetivo principal -hacer que la llevara a su mansión- sabía que estaba avanzando en la dirección correcta. Era un pequeño triunfo, pero un triunfo al fin y al cabo. Se convenció de que cada paso que daba la acercaba más a su meta y la clave era la paciencia.La noche anterior había sido un juego cuidadosamente orquestado. No solo se trataba de estar cerca de Royal, de compartir su calor y su tiempo, sino de sembrar dudas, de hacer que Kisa se preguntara dónde había pasado la noche. Si ella pensaba que Royal había estado con Katherine de manera intencionada, sin molestarse en responder llamadas o mensajes, entonces su estrategia estaría funcionando.Sin embargo, su mayor anhelo no era simplemente compartir noches con él en su departamento. Katherine tenía una visión mucho más ambiciosa: quería estar en su
Royal subió a su coche con un semblante que delataba su creciente angustia. Algo no estaba bien, lo sentía en el aire, en su pecho apretado, en los pensamientos que no dejaban de asaltarlo. Mientras conducía a toda velocidad hacia la casa, intentaba en vano llamar a Kisa. Marcó su número una, dos, tres veces, pero el tono seguía sonando hasta que la llamada caía directamente en el buzón de voz.Frustrado, volvió a intentarlo, esta vez llamando a Marfil. Nada. Su cuñada tampoco respondía, lo que solo intensificó la sensación de que algo estaba terriblemente mal. Royal presionó con fuerza el volante, mirando con desesperación su teléfono mientras esperaba cualquier respuesta, cualquier señal de que todo estaba bien y que no había razón para sentir tanta preocupación.De pronto, decidió marcar a su madre, a lo que Regina respondió después del tercer intento.—¿Royal? —dijo con su tono habitual de desinterés.—Madre, ¿sabes algo de Kisa? ¿O de Marfil? He tratado de localizarlas, pero ning
Marfil y Marshall salieron de la oficina y la puerta se cerró detrás de ellos, dejando a Royal y Kisa solos en aquel sitio. Antes de salir, Marshall había pasado junto a Royal, y aunque el gesto había sido breve, la mirada de advertencia que Royal le lanzó no había pasado desapercibida, pues no le había gustado nada haberlo encontrado cuando abrazaba a su esposa con tanta confianza.Marshall lo entendió al instante. El tema no estaba cerrado y sabía que Royal querría hablar de ello más tarde. Sin embargo, no era el momento de discutir. Tenía que dejar a los esposos solos.Mientras estaban solos, Royal cerró los ojos por un rato, como si estuviera preparando lo que iba a decir. Luego caminó hacia Kisa despacio, hasta que quedó frente a ella. —¿Desde cuándo Marshall y tú son tan cercanos? —cuestionó, pero no en un tono de reproche. Más bien, quería saciar su curiosidad y despejar sus dudas, además de deshacerse de sus celos.Kisa seguía demasiado confundida por los eventos de la noche
Kisa parpadeó, mostrándose impactada.—¿De verdad? Entonces era cierto? —preguntó con cautela.—Sí, alguien vestido de ne-gro, con una mascarilla, había aparecido incluso frente a su puerta y la golpeó varias veces, pero no se pudo identificar al sujeto. Era imposible saber quién era, pero estaba claro que la situación era peligrosa.Royal hizo una pausa, como si recordarlo lo incomodara.—No podía dejar que se quedara sola allí. Me dijo que quería venir a la mansión, tú sabes que eso fue lo primero que me pidió.—Sí, lo recuerdo.—No quería traerla aquí —añadió rápidamente Royal—. Sabía que sería completamente inapropiado, así que, como te lo comenté incluso antes de salir de la mansión para ir a su departamento, la llevé a un hotel. También llamé a uno de los guardias de seguridad de la empresa para que fuera a vigilar el lugar. Quería asegurarme de que se sintiera segura, porque ella estaba aterrada.—¿Y por qué no llamaste a la policía? Royal se pasó una mano por el pelo, visible
Royal dio un paso hacia ella, con las manos cosquilleando a los costados, como si quisiera alcanzarla, pero temiera que el contacto pudiera romper algo más.—Kisa, escúchame. Por favor, solo escúchame —hizo una pausa, esperando que la pelinegra enfocara su atención en él—. Yo no te he engañado. No fue eso. No me quedé con Katherine por elección propia, créeme. Solo fui porque habíamos quedado en que, si alguna vez ella tenía un problema grave, me haría cargo. Y al mismo tiempo, pensé que si no iba y realmente algo grave le estaba ocurriendo, me lo reprocharía para siempre. Mi propia conciencia no me dejaría tranquilo por no haber hecho nada cuando pude.Kisa lo escrutó con ojos comprensivos, a lo que Royal continuó.—La verdad es que no quería levantarme de la cama anoche. Quería quedarme contigo, abrazándote toda la noche. Te juro que eso era lo único que quería. Pero la idea de que, si algo realmente malo le pasaba a Katherine... Pensé que también sería mi culpa si ella salía herida