El corazón de Curthwulf golpeaba con fuerza al punto de sentirse como un ataque al corazón. El desgaste de energía que estaba sufriendo, más el deterioro de salud que estaba experimentando por el rechazo de Charlotte, le estaban pasando factura y fue por ello por lo que rodó por varios metros al caer y haber estado corriendo con tanta rapidez.
“Padre, ¿estas bien? ¿te duele algo? — pregunta Lowell angustiado, corriendo hasta donde su padre se encuentra”“Estoy bien — responde su padre, aunque su corazón aun duele”“No, no puedes seguir así. Si el rechazo de Charlotte no te mata, buscarla sin descanso te va a matar de verdad — responde gruñendo Lowell”“Ya no le dices mamá. — susurra Curthwulf”“La quiero, creía que ella tenía la fragancia de mi madre, pero lo que tiene es su mismo coraz&oacutCharlotte, quería recibir ayuda de eso que en su cuerpo esta y desconoce, pero, esto no despertó y cuando como pudo, intentó levantarse del suelo y buscar algo más con que lastimarlo, Gustav ya se había levantado y con fuerza, le dio una bofetada que la aturdió por varios segundos.A Gustav, ya no le importaba en lo absoluto el plan que tenia de hacer sufrir a la amada de Curthwulf y entregarla siendo prácticamente un cuerpo completamente dañado y sin ganas de seguir viviendo.Fue eso lo que impidió que la matara todo este tiempo como lo había hecho con la esposa de Curthwulf. No tenía prisa, quería disfrutar causándole dolor, sabiendo que no había manera de ella mostrarse más fuerte y por eso, protegerla de él era una responsabilidad que Curthwulf no supo ejercer. Ese era su pensamiento.Pero ahora, con su cabeza sangrando y cegado por el enojo, no podía pensar en tomar su venganza de una manera lenta y placentera, sino que, iba a acabar con ella de una vez y lanzarla a la mansión de
El desespero por encontrar el leve aroma de Zaid, los había hecho separarse para poder cubrir lo más que podían del territorio en el menor tiempo. Pero, aun así, la nieve que caía complicaba todo.Por ello, se esforzaban en oler con más fuerza, esa aroma que con desespero buscaban. El niño, quien ya no sentía las piernas que tenía enterradas en la nieve y ya solo podía arrastrarlas, ya no sentía las piernas. Pero, no se daba por vencido.— Debo ser fuerte por mi mamá y mi tía. Yo soy el hombre para ambas, debo ser fuerte — dice Zaid temblando del frio.Los lobos corrían sin encontrar algún rastro de Zaid y es que, por la fuerte nieve que caía, no había alguna huella que ver, porque incluso los rastros de como arrastraba los pies, se llenaban a los cinco minutos de haber pasado.Pero, ninguno se daba por vencido, por eso, teniend
Curthwulf corría con fuerzas, incluso cuando su salud era para que estuviera acostado todo el tiempo, esperando la hora de su muerte. Pero, encontrar a Charlotte era lo que motivaba a Curthwulf a moverse y por ello, se encontraba buscando con desespero a la mujer que amaba en medio de una noche fría. Para él, era como una especie de deja vu, su esposa, había desaparecido y el día que estaba buscándola, llovía tanto que hacía frio. Esta vez, no llovía, sino que caiga nieve y aunque hacía frío, no era el mismo.Además, en aquel momento, tenía a su equipo respaldándolo y ahora, estaba solo. Se encontraba solo buscando a la mujer que hacía latir su corazón y aunque la muerte de su esposa y mejor amiga, lo había impactado, nada de eso se compararía a perder a su alma gemela. “Debes estar bien, Charlotte. Necesito que te encuentres bien, por favor — dice Curthwulf mentalmente mientras siente el aroma de Charlotte con fuerza. Emocionado por haber encontrado su aroma, corre con fuerza, has
Charlotte asiente tranquila y con ayuda de Curthwulf, se sienta en uno de los muebles con un arma en la mano, que le entrega Curthwulf.— Iré a revisar la casa. Quizás aun este ese desgraciado aquí.— Déjame ir contigo.— Debes estar agotada — dice Curthwulf.— Con todo lo que he vivido, no podría quedarme aquí sola, tengo miedo, llévame contigo — pide Charlotte y Curthwulf asiente.Los dos se marchan y bajo las indicaciones de una mujer que corrió por toda la casa, llegan a la puerta que esta abierta, con un cuerpo que impide que se cierre. Charlotte cierra los ojos y con angustia señala el lugar.— Allí tuvimos todo este tiempo. — informa Charlotte.— Entraré por si consigo una pista de Gustav — dice Curthwulf y Charlotte asiente.— Ve tú solo, no creo que pueda entrar allí otra vez. — susurra Charlotte y Curthwulf asiente.Sabiendo que no puede presionar a Charlotte, entra a la habitación donde están los rastros de una habitación desastrosa donde las cadenas con las que ataban a Ch
Una semana despuésLa búsqueda no había salido como esperaban. Nada en si estaba saliendo así. Solo habían escuchado más de lo que Curthwulf había hecho en ese mes y es que, mientras Curthwulf ignoraba que Charlotte estaba secuestrada, tres lobos alfas habían ido hasta donde estaba siguiendo su aroma y estos habían sido asesinados por Gustav sin mucha molestia.Encontrarlo, siempre era complicado, porque la habitación donde se encontraba, en realidad, era un contenedor del que solo necesitaban conectar a un camión y marcharse a cualquier lugar de suiza, donde sus rastros eran borrados por un aliado, uno que Curthwulf quería encontrar.— Señor…— Si no tienen algún dato de Gustav o quien lo ayudó en esto, pueden largarse.— La señora sigue llorando y no come. — informa Retmus.no había un solo lobo que no supiera lo que ella había soportado por la tortura que Gustav le había hecho solo por sacarle información de la manada y por ello, todos estaban atentos a lo que pasaba entre ellos.L
Los cuatro se marcharon en helicóptero hasta el aeropuerto y allí, se embarcaron en un avión que los llevaría a la ciudad de Turquía. Curthwulf, deseando pasar más tiempo con la que consideraba su familia, pensó que antes de morir, sería bueno darle calidad de tiempo.Charlotte, está pasando por un momento difícil y bastante abrumador. Lo mejor es que mantenga su mente ocupada — dice Curthwulf mentalmente.Durante el recorrido, Charlotte no piensa más que en cuanto ha cambiado su vida desde que supo de la existencia de los lobos y aunque quiere mostrarse fuerte, no es posible porque solo en ese momento que estaba asimilando lo que había experimentado, era que todo le superaba.Apenas habían llegado, cuando Charlotte, preguntó por su habitación y se marchó, aislándose nuevamente, sin darles una sola oportunidad para que conocieran el lugar o se divirtieran juntos.— ¿Cómo vamos a levantar el ánimo de mamá? ¿Hay alguna manera en que podamos hacerla sentir mejor? — pregunta Zaid y Curthw
Charlotte quería confiar, había comprobado que le importaba al ir a buscarla. Pero, seguía herida. No le era posible confiar completamente en Curthwulf o nadie. Había pasado por mucho y la verdad, era eso lo que la tenía demasiado agotada.Curthwulf notó su agotamiento y se marchó, no quería presionarla demasiado. Decepcionado por no haber podido levantar el ánimo de la mujer que amaba, salió hacia su habitación donde se sentó en su cama frustrado.— Que decepción, Curthwulf. Solo has llegado a su vida a causar dolor. — dice Curthwulf con tristeza.Observando todo lo que había pasado desde que había tomado la decisión de hacerla su esposa, se sintió muy mal al saber que Charlotte tenía razón al temer de ellos, porque básicamente eso era lo que había visto y aunque para él era normal luchar por territorios o respeto, para Charlotte, no era así.— Ha soportado mucho por mi culpa. No debí traerla a un mundo de manera abrupta. Es eso lo que la tiene así. La he dañado — dice Curthwulf angu
Tres días después Narra CharlottePocas eran las veces que era visitada por el señor Holftmann, pero, Zaid, era un pequeño que no salía de mi habitación, no sé qué se había propuesto, pero, el pequeño venia con todo tipo de juegos, que en su mayoría jugaba solo, mientras me contaba anécdotas que recuerda de su vida familiar. Lowell, si no había regresado más y aunque me preocupaba que estuviera herido, no era capaz de decirle que viniera o ir donde estaba. En mi estado, era más daño que cura y por eso, era mejor sanar, para acércame a otros.— Entonces, me pareció que sería bueno que vayamos a la playa. — dice Zaid, regresándome a la realidad.— ¿Qué has dicho, Zaid?— Tía — dice aferrándose a mi brazo — vamos a playa, por favor.— No podemos, no tengo dinero y no es bueno que le generemos más gastos a ellos. Cuando regresemos a casa con tu mamá, podremos ir a playa. Ahora no.— Pero, estamos en un nuevo país. Por favor, vayamos allá. — pide Zaid aferrándose cada vez más a mi brazos