Mientras caminaba por la ciudad, visualizando el bar, ya más cerca, se sorprendió de lo bonita que era su fachada, tenía un aspecto moderno y también seguro. Entró sin ningún temor de que su exnovio la estuviera siguiendo, pero lo que no sabía era que, alguien venía tras ella desde hace rato. Ya no se trataba de su exnovio, sino de su hermanastra. Randy Cooper le tenía el ojo montado en sigilo, siempre estaba pendiente de ver lo que hacía con el fin de contarle a su mamá y que, a su vez, ella mal informara al papá diciéndole mentiras. Envidiosa y despiadada al igual que su madre decidió entrar también al bar seguida de Samantha, sin llamar mucho la atención, quería averiguar la razón que la llevó a visitar ese lugar.
Una vez dentro Samantha se sintió extraña, era la primera vez que estaba en un sitio así, a pesar de ser un bar clandestino había hombres muy bien posicionados disfrutando de un trago después de su jornada laboral. Enseguida la atendió un camarero guapo y amable y con la misma amabilidad, le propuso situarse en una silla ubicada en una barra amplia y grande donde allí podría pedir todos los tragos y cocteles que quisiera. Samantha emocionada por querer saborear los diferentes tipos de cocteles, ordena que le traigan uno de inmediato. En cuanto el bartender lo sirve y se lo entrega, lo prueba y siente la combinación del alcohol y jarabes que contenía, saboreando cada esencia, aunado al aroma que tenía, eran muy exquisito y vigorizante, la inspiraba y hacía sentir bien. Le encantaba y lo estaba disfrutando, mientras veía a los galanes preparar los tragos reía y se sonrojaba, ellos le hacían cumplidos mientras se los servían. Por otro lado, Randy estaba en una mesa sola y amargada observándola, no soportaba el hecho de que Samantha era feliz en ese momento, no aceptaba que, a pesar de haber sido desterrada por su padre ella aún tenía la frente en alto y era fuerte de espíritu, se sentía amenazada por su belleza y temía que algún día su padre volviera con ella y decidiera heredarle toda su fortuna dejando a ella y a su madre sin todos sus lujos.
En medio de la barra se sentó un hombre alto y apuesto, parecía llevar encima el estrés de su oficina, pidió un trago de Whisky a las rocas, y al otro extremo estaba Samantha. Lo vio, no podía creer lo guapo que era aquel caballero, perfilado y de buen porte con su cabello no tan corto pero peinado, vestido elegantemente con traje y corbata. Su pulcritud producía en Samantha cierta curiosidad de querer conocerlo, aunque no se sentía segura, pues apenas estaba saliendo de una relación tortuosa, y mezcladas con las malas experiencias vividas, no parecía ser la mejor opción. Decidió tomar varios tragos para llenarse de valor y acercarse a él, a su vez, Randy se percató de aquel caballero que también llamó su atención. Quería saber quién era y al notar que Samantha estaba interesada en él, observó que no le quitaba la mirada de encima sin que él se diera cuenta. Esto causó una gran molestia a Randy, pues ella quería conocer al hombre antes que su hermanastra. A leguas se veía que era un CEO de alguna empresa importante y tal vez podría sacar provecho de ello y garantizar aún más su futuro de lujos y riquezas. Su ambición era tanta que decidió contactar al exnovio de Samantha para comprarle drogas que adormecieran y afectaran la conciencia, ella ya tenía su contacto con anterioridad, pues lo conoció fingiendo ser una cliente cualquiera. Al cabo de unos minutos llegó Michael para entregarle las drogas a Randy, se vieron fuera del establecimiento y sin darle ninguna explicación volvió a entrar al lugar. Veía fijamente a Samantha para aprovechar el momento y drogarla, pero como notó que ya estaba un poco ebria, se le ocurrió una mejor idea, drogar al hombre por el que mostraba tanto interés, y así ir a otro lado y quedarse con él. Ya con el plan en su mente perversa, notó que aquel hombre recibió una llamada, atendiendo se alejó un poco, ya que el sonido de la música y las voces no le dejaban escuchar. En un descuido, dejando su vaso en la barra, ella consiente del hecho se dirigió hasta allá sin que Samantha se diera cuenta y coló la droga en el Whisky tan rápido que nadie se inmutó. Samantha estaba pasada de alcohol y demasiado distraída con la mirada en el CEO para darse cuenta que allí estaba Randy. Al terminar su primer ataque, siguió al baño de mujeres más al fondo para quedarse observando desde allí. El hombre volvió a la barra con cara de preocupación después de la llamada para vaciar de un solo trago el líquido cobrizo que contenía su vaso, sintió cómo le quemaba la garganta hasta llegar a su estómago lo cual dejó ver una expresión de asombro y duda de no haber creído lo fuerte que estaba, esto le causo risa a Samantha y por fin, se levantó de su puesto para acercarse. Pidió la misma bebida que él para descubrir su sabor, y conocer un poco más los gustos de aquel caballero.
—Hola ¿cómo estás? – preguntó sonrojada, tambaleándose un poco por haber tomado demasiado.
—Hola… Bien, o al menos eso creo. – contestó empezándose a sentir mareado, ya la droga estaba haciendo efecto en su cuerpo.
Su mirada ya estaba nublándose un poco y distorsionándose.
—Eres muy hermosa, me llamo Gerald White, soy CEO de la marca de perfumes más importante del mundo y jefe de todo el club. – se presentó con dificultad.
—Me llamo Samantha, soy hija mayor de tres hermanas y desterrada por mi papá. – dijo en tono de broma.
Gerald sonrió y le pidió irse del bar a un sitio más tranquilo, no se sentía bien, aunque Samantha dudó de ello, se hizo la vista gorda y no le tomó importancia irse con una persona que apenas estaba conociendo. El alcohol la impulsó a hacer algo que no hubiera hecho sobria y en buen estado, pensaba que tenía que disfrutar la vida, pues ya bastante mal lo había pasado. Randy entre la oscuridad estaba muerta de la rabia y no podía creer que su plan no había funcionado, no se esperó que su hermanastra tuviera tantas agallas para acercarse a aquel hombre, lo quería solo para ella, y aún más luego de haber escuchado la conversación cuando se presentaron los dos, confirmando que era un CEO millonario, más se interesó. Decidió seguirlos para planificar algo más y evitar a toda costa que transcendiera la relación.
Samantha y Gerald salieron del lugar, ambos bajo los efectos de aquellas sustancias ingeridas. El chofer se acercó al verlo, y abriendo las puertas de la limosina, subieron los dos.
— ¿A dónde quiere ir, señor?—A un hotel fino y lujoso que encuentres por la ciudad. El más costoso. – ordenó. Samantha se sentía avergonzada por aquellas palabras de Gerald, aunque le causó risas también, él era muy atractivo y no podía creer que estaba con ella, en un descuido él se acercó y la besó. Ella se quedó totalmente paralizada, dándole pie a proponerle quedarse con él esa noche. Estaba tan estresado y solo, que quería conocer a una chica que valiera la pena. Samantha sorprendida por el beso sonrío, asintiendo como aceptando su invitación. Él volvió a besarla, aunque se encontraba en ese estado, estaba más consiente que él. Le gustó el sabor de sus labios y lo suave que eran, en cambio Gerald no sabía lo que hacía, estaba totalmente fuera de sí y su cerebro casi que adormecía, pero aun así sentía un ligero placer ante los besos. Mientras admiraban el anochecer de la ciudad con sus sorprendentes edificios y lugares, detrás de ellos venía Randy llena de ira y de celos en un
Samantha ya había salido del hotel sin que casi nadie se diera cuenta, caminó hasta la parada de autobús para regresar al pueblo, a casa con su abuela, sabía que estaría preocupada por no avisar donde estaba así que la llamó prometiéndole explicarle bien cuando llegara, que la disculpara y que no se preocupara, pero que estaba bien y se sentía feliz pero avergonzada por lo que había hecho. Su abuela angustiada la perdona, esperando ansiosa su regreso. Mientras iba en el autobús de camino al pueblo, Samantha por primera vez sentía que había hecho algo divertido y fuera de lo convencional, pero no se sentía orgullosa de ello, lo justificaba el hecho que sentía haberse enamorado de aquel hombre que la miraba y tocaba con emoción, casi anhelando volver a contactarse y pasar otra noche junto a él. Aunque se hacía ilusiones estaba consiente que quizás había sido cosa de una sola noche y ya, al cabo de unos minutos, recibió un mensaje de Gerald.“Hola Samantha, perdóname, pero no quiero vert
Después de aquella tragedia, Randy estaba informada de todo, averiguó si de verdad Samantha estaba muerta y que había pasado con ella, tenía a la niña entre sus brazos. —Eres mi boleto al éxito pequeña e inocente niñita. — exclamó con una sonrisa de maldad. Había llevado a cabo su plan, pero de un golpe de suerte salió mucho mejor de lo que esperaba, su hermanastra no estaba muerta, sin embargo, había perdido la conciencia, no estaría más en la vida de Gerald, y mejor aún, su abuela que podía ser la única testigo de que tenía un hijo había quedado en estado vegetal. Su padre no sabía nada, la única que estaba enterada de todo era su hermanastra Randy y su madrastra. El padre de Samantha se enteró del accidente que tuvieron su hija y la abuela, así que decidió ir al hospital con su amada esposa a ver cómo se encontraban. Al llegar al hospital, preguntó por sus familiares y se le acercó el doctor que atendió a los recién heridos para notificarle el estado de salud de cada uno, se dir
Tras 5 años de la tragedia, Samantha decidida a buscar otros caminos, dispuso mudarse a la ciudad, pidiéndole nuevamente a la amiga de su abuela que cuidara de ella ante su ausencia, le pagó por ello, dejándole una buena suma de dinero por adelantado tanto para ganar su confianza como por motivo de agradecimiento. Debía conseguir un mejor empleo y ganar más si quería seguir apoyando a su abuela con su salud, tenía esperanzas de ver mejoras para seguir con vida. Pensaba que algún día ya no podría más, dejaría al destino y al tiempo decidir el destino de ambas, pero si estaba en su posibilidad, no se rendiría. Se mudó y rentó una habitación junto a una chica llamada Isabell Hill, al instante que se conocieron establecieron una gran amistad, se comprendían y entendían mutuamente. Samantha le había contado el accidente que había sufrido y lo poco que sabía de su pasado, pensaba de sí misma que era una mala persona, sin embargo, Isa, como le decía ella de cariño, no la juzgaba por eso. No
La expresión de asombro de todos los presentes, al ver lo ocurrido, sin duda era increíble. Se quedaron atónitos. Pero Gerald no podía creerlo, ver a su hija correr tras lo que, a los ojos de todos, y a los suyos, era tan solo una desconocida, parecía estar muy lejos de la realidad. Connie estaba renuente a separarse de Samantha, le había llamado “mamá” y nadie podía explicárselo, ni siquiera la misma Samantha, que también mostraba en su rostro una mueca de sorpresa.A Gerald lo invadió un sentimiento que lo hizo dudar por un momento, veía en los ojos de su niña un brillo jamás visto antes. Connie no había mostrado tanto afecto por una mujer, pues ya su padre le había presentado a una serie de chicas con las que tal vez sentiría cierta conexión, pero ninguna llegó a dar la talla. Al final quien decidía era la pequeña.Conmovido por lo sucedido, detuvo a Samantha antes de irse, retractándose de la decisión previamente tomada.—Detente… Te espero mañana a primera hora. — expresó con ton
Samantha después de firmar el contrato, salió de la oficina de Gerald. Luego de cerrar la puerta, se detuvo por un momento preguntándose a sí misma.«¿Qué fue lo que hice? ¿Acaso fue buena idea haber firmado ese contrato?»Tenía dudas al respecto a pesar de haberlo leído, pero era algo muy extraño que un CEO estuviera buscando una madre para su pequeña hija. Sostuvo la idea por un momento que sería como un trabajo de niñera, pero luego de respirar un poco más a fondo y analizar mejor la situación se dio cuenta que era un trabajo de tiempo completo y más que eso, debía actuar como una madre y casi una esposa. Imaginó que era algo estúpido y loco al mismo tiempo de haber aceptado ese tipo de trabajo, pues ella nunca había sido madre y no sabía cómo actuar ante situaciones adversas con los niños. Mucho menos una esposa, ni siquiera había tenido una relación, o al menos eso era lo que ella pensaba, luego del accidente, ella no recordaba a Michael Popper, su antiguo ex novio tóxico y margi
Samantha despertó al día siguiente, percatándose que su amiga se había levantado primero, aun con algo de resaca producto de la bebida, seguramente. Isabell se tomó la molestia de prepararle el desayuno, pues sabía que tenía que irse pronto, y el solo hecho de pensar que pasaría días sin verla, la motivó a tener ese gesto con ella, aunque no podía ocultar su tristeza.—¡El desayuno está servido! — expresa Isabell empujando la puerta con su cuerpo para entrar a la habitación.Llevaba una mesita de cama en sus brazos, Samantha terminó de despabilarse por el agradable aroma que emitía. Bostezó y tocó sus ojos, estirándose.—Lo que sea que traigas allí, huele delicioso — dijo con los ojos entrecerrados.—Siéntate, te va a gustar. — ordenó su amiga esperando que tomara la posición indicada para colocar la mesita en su regazo.Después de unos minutos, Samantha al fin decidió dejar la pereza a un lado. Le agradó mucho ver que su mejor amiga le había preparado sus tostadas favoritas, con m
Al día siguiente, ya los primeros rayos de sol entraban por la ventana, rozando sutilmente el rostro de Samantha. La alarma de su teléfono se encendió, y ella, entre dormida y despierta, buscó a tientas el dispositivo para apagarlo, pero al parecer no recordaba que ya no estaba en casa con Isabell, sino que ahora la cama era otra y aparte, acompañada de alguien muy distinto.Por equivocación, extendió su mano sin percatarse que Gerald seguía acostado junto a ella, tocando su pecho. El sonido cesó, y ambos siguieron dormidos, al cabo de unos minutos, Samantha volvió a despertar, dándose cuenta que estaba entre los brazos de aquel hombre que se encontraba a su lado.Se percató que él siguiera dormido para levantarse, cuidadosamente, sin despertarlo, pues no sabía cuánto tiempo había estado en esa posición, si tan solo unos minutos antes o de pronto, gran parte de la noche. Antes de salir, se quedó unos segundos observándolos a ambos tendidos en ese gran colchón, pensando que tal vez ya