Los Keane eran una familia multimillonaria de gran estatus social, vivían cómodamente en la ciudad de San Francisco, donde administraban ciertas empresas del ramo de textilería y comercializaban sus productos a distintos países del mundo. Samantha, era la hija mayor de dos hermanas, soñaba con ser una gran empresaria. Solo contaba con el apoyo de su padre, ya que su madre había fallecido cuando ella solo era una niña de cinco años. Su progenitor, al sentirse solo y no poder criar a sus hijas debidamente, buscó y encontró el amor en otra mujer que también tenía una hija, casualmente de la misma edad que Samantha, convirtiéndose así, en su madrastra.
Su infancia fue un poco dura porque algunas veces tenía que ocuparse de sus hermanas cuando así lo ameritaban, repartiendo su tiempo entre ellas y sus demás actividades para no hacerlas sentir abandonadas. Por otro lado, su madrastra, no simpatizaba con ella ni con sus hermanas, y hacía todo lo posible para poner a su padre en contra y así ella y poder ser la heredera de sus riquezas y darse la vida que merecía junto con su hija.
Un día que su padre no estaba en casa, ocurrió una discusión entre Samantha y su hermanastra, ella siempre buscaba la manera de hacerla enojar hablando de su madre fallecida, dándole a entender que nunca la quiso y que era mejor que estuviera muerta. Samantha la empujó, con lágrimas en los ojos y luego de caer al piso, ésta fue a quejarse y la madrastra la golpeó en la cara por lo ocurrido, amenazándola con llevarla lejos de allí.
Su padre no tuvo opción que aceptar lo que su amada le había propuesto, llevarla al campo, donde vivía su abuela. Pues ésta le obligó a elegir entre su hija o ella y él se vio en una situación difícil por la presión que le causaba y el temor de perder a la mujer que lo había sacado de su tristeza. Reprendiendo a Samantha por su falta de respeto, la echó de casa diciéndole por última vez que no quería verla nunca más.
Samantha destrozada al ver que su padre había actuado de una manera tan egoísta y cruel, sin dejarla expresarse para hacerle saber lo que realmente había ocurrido, hizo sus maletas en silencio y su madrastra se encargó de llevarla a ese campo alejado de la gran ciudad, donde tenía que empezar de cero. Pero su hermanastra no dejó de buscar tener contacto con ella, siguiéndole los pasos sin darse cuenta, ya que la envidia la carcomía porque Samantha era muy bonita y tenía todo lo que ella siempre soñó tener.
La belleza de Samantha era tan encantadora que llamó la atención de un vecino vil y despiadado, este la invitó a su casa con la intención de ofrecerle empleo cuidando a sus hijas, ya que ni él ni su esposa tenían tiempo. Ella, inocente, acepta y se dirige al lugar en donde se encontraron a solas, pero se dio cuenta que era un engaño, todo fue una mentira, él nunca tuvo una familia de ese tipo. Solo quería aprovechar el momento para tratar de seducirla, pero ella no quería, se sintió incómoda e impotente. Intentó escapar, pero su vecino lleno de morbo no la dejó, hasta que la anestesió con una droga que le forzó a inhalar y abusó sexualmente de ella. Luego de su sucio juego, ya cuando había recuperado la consciencia, la amenazó con matarla si le contaba lo ocurrido a alguien. Esto hizo que Samantha quedara marcada de por vida y rechazara la intimidad con los hombres, así como el amor, llegó a despreciarlos, no quería saber nada de ellos, incluso llego a odiar a su padre, pero más que odio, desarrolló cierto temor. Desde aquel entonces, nunca comentó lo que le había ocurrido por miedo a la amenaza del vecino, y lo evitaba, hasta que él salió un día de su casa y no regresó. Con el tiempo lo fue superando y se volvió cada vez más fuerte de mente e independiente, su abuela la ayudaba mucho y le dio buena crianza, le explicó varias recetas de cocina y con esto, ella perfeccionó la técnica de cocinar. Le enseñó todo lo que sabía, era la única persona que la comprendía, jamás había tenido un mejor lazo familiar.
Años más tarde Samantha consiguió empleo cerca del pueblo en una franquicia textil de su padre, por ser hija de los Keane, estos no la podían rechazar. Allí conoció a Michael Popper, un muchacho encantador a la primera impresión de ella, él se sintió atraído casi al instante que la vio, se acercó a ella para presentarse y allí comenzaron a platicar. Se llevaban bien y conversaban mucho en el trabajo, empezaron a compartir momentos juntos hasta que por fin ella logró enamorarse de él. Michael parecía ser un muchacho bueno y honesto, pero solo era una máscara que escondía su verdadera personalidad, era un mujeriego y adicto a las drogas, le gustaba la vida fácil, tuvo encuentros con varias mujeres adineradas estando con Samantha. Le estaba haciendo la vida imposible, quería influirla en el mundo del robo, las drogas y demás situaciones ilícitas, al rechazar su oferta, se burlaba de ella diciéndole que era una aburrida, que se imaginaba algo más con ella. Empezó a tratarla mal, y ella, arrastrando un pasado trágico a causa de un hombre, no iba a permitir que volviera a pasar. Decidió darle fin a la relación, a pesar de haber estado enamorada al principio de él, su fortaleza la llevó a tomar tal decisión, pero él no lo quería aceptar. Michael se obsesionó con ella y no quería que se fuera de su vida, la seguía y acosaba a dónde quiera que fuera, actuaba de forma impulsiva y se dirigía a ella con agresividad en sus palabras. Samantha, por temor a su vida, decidió denunciarlo ante la corte policial, presentando cargos ante su exnovio, la cual él debía asistir por cierto tiempo a presentarse hasta el lugar que quedaba en la ciudad. Ella tenía que presentar varias pruebas y testimonios, logrando obtener las suficientes, hasta que dio fin a su tragedia por una orden de distanciamiento entre ellos, dónde exigía claramente que él no podía estar a menos de 30 metros de su persona. Por fin Michael ya no estaría cerca, a pesar de ello, Samantha se ve afectada por su antigua relación, no tanto por Michael sino por ella misma que se había equivocado de hombre y no fue lo que pensó, se sentía triste y deprimida, se encerró por varios días en su casa mientras su abuela la consolaba. Se quejaba y cuestionaba todo lo sucedido, no podía creer lo injusto que era la vida para ella, no quería sentirse afligida un día más. El último día para atestiguar ante la corte de policía que ya se sentía completamente segura, tomó un autobús y decidió ir temprano para que le diera tiempo de distraerse por la ciudad. Luego de ello, se sintió libre, como si hubiese dejado atrás la jaula donde se mantuvo en cautiverio por mucho tiempo. Visitó varios lugares a los que nunca había ido, pero aun recordaba lo sola que se sentía ante el mundo por el mal concepto que tenía hacia los hombres, sin pensarlo dos veces pensó «¡Al diablo todos!» y se aproximó a un bar clandestino con el objetivo de ahogar sus penas.
Mientras caminaba por la ciudad, visualizando el bar, ya más cerca, se sorprendió de lo bonita que era su fachada, tenía un aspecto moderno y también seguro. Entró sin ningún temor de que su exnovio la estuviera siguiendo, pero lo que no sabía era que, alguien venía tras ella desde hace rato. Ya no se trataba de su exnovio, sino de su hermanastra. Randy Cooper le tenía el ojo montado en sigilo, siempre estaba pendiente de ver lo que hacía con el fin de contarle a su mamá y que, a su vez, ella mal informara al papá diciéndole mentiras. Envidiosa y despiadada al igual que su madre decidió entrar también al bar seguida de Samantha, sin llamar mucho la atención, quería averiguar la razón que la llevó a visitar ese lugar.Una vez dentro Samantha se sintió extraña, era la primera vez que estaba en un sitio así, a pesar de ser un bar clandestino había hombres muy bien posicionados disfrutando de un trago después de su jornada laboral. Enseguida la atendió un camarero guapo y amable y con la
— ¿A dónde quiere ir, señor?—A un hotel fino y lujoso que encuentres por la ciudad. El más costoso. – ordenó. Samantha se sentía avergonzada por aquellas palabras de Gerald, aunque le causó risas también, él era muy atractivo y no podía creer que estaba con ella, en un descuido él se acercó y la besó. Ella se quedó totalmente paralizada, dándole pie a proponerle quedarse con él esa noche. Estaba tan estresado y solo, que quería conocer a una chica que valiera la pena. Samantha sorprendida por el beso sonrío, asintiendo como aceptando su invitación. Él volvió a besarla, aunque se encontraba en ese estado, estaba más consiente que él. Le gustó el sabor de sus labios y lo suave que eran, en cambio Gerald no sabía lo que hacía, estaba totalmente fuera de sí y su cerebro casi que adormecía, pero aun así sentía un ligero placer ante los besos. Mientras admiraban el anochecer de la ciudad con sus sorprendentes edificios y lugares, detrás de ellos venía Randy llena de ira y de celos en un
Samantha ya había salido del hotel sin que casi nadie se diera cuenta, caminó hasta la parada de autobús para regresar al pueblo, a casa con su abuela, sabía que estaría preocupada por no avisar donde estaba así que la llamó prometiéndole explicarle bien cuando llegara, que la disculpara y que no se preocupara, pero que estaba bien y se sentía feliz pero avergonzada por lo que había hecho. Su abuela angustiada la perdona, esperando ansiosa su regreso. Mientras iba en el autobús de camino al pueblo, Samantha por primera vez sentía que había hecho algo divertido y fuera de lo convencional, pero no se sentía orgullosa de ello, lo justificaba el hecho que sentía haberse enamorado de aquel hombre que la miraba y tocaba con emoción, casi anhelando volver a contactarse y pasar otra noche junto a él. Aunque se hacía ilusiones estaba consiente que quizás había sido cosa de una sola noche y ya, al cabo de unos minutos, recibió un mensaje de Gerald.“Hola Samantha, perdóname, pero no quiero vert
Después de aquella tragedia, Randy estaba informada de todo, averiguó si de verdad Samantha estaba muerta y que había pasado con ella, tenía a la niña entre sus brazos. —Eres mi boleto al éxito pequeña e inocente niñita. — exclamó con una sonrisa de maldad. Había llevado a cabo su plan, pero de un golpe de suerte salió mucho mejor de lo que esperaba, su hermanastra no estaba muerta, sin embargo, había perdido la conciencia, no estaría más en la vida de Gerald, y mejor aún, su abuela que podía ser la única testigo de que tenía un hijo había quedado en estado vegetal. Su padre no sabía nada, la única que estaba enterada de todo era su hermanastra Randy y su madrastra. El padre de Samantha se enteró del accidente que tuvieron su hija y la abuela, así que decidió ir al hospital con su amada esposa a ver cómo se encontraban. Al llegar al hospital, preguntó por sus familiares y se le acercó el doctor que atendió a los recién heridos para notificarle el estado de salud de cada uno, se dir
Tras 5 años de la tragedia, Samantha decidida a buscar otros caminos, dispuso mudarse a la ciudad, pidiéndole nuevamente a la amiga de su abuela que cuidara de ella ante su ausencia, le pagó por ello, dejándole una buena suma de dinero por adelantado tanto para ganar su confianza como por motivo de agradecimiento. Debía conseguir un mejor empleo y ganar más si quería seguir apoyando a su abuela con su salud, tenía esperanzas de ver mejoras para seguir con vida. Pensaba que algún día ya no podría más, dejaría al destino y al tiempo decidir el destino de ambas, pero si estaba en su posibilidad, no se rendiría. Se mudó y rentó una habitación junto a una chica llamada Isabell Hill, al instante que se conocieron establecieron una gran amistad, se comprendían y entendían mutuamente. Samantha le había contado el accidente que había sufrido y lo poco que sabía de su pasado, pensaba de sí misma que era una mala persona, sin embargo, Isa, como le decía ella de cariño, no la juzgaba por eso. No
La expresión de asombro de todos los presentes, al ver lo ocurrido, sin duda era increíble. Se quedaron atónitos. Pero Gerald no podía creerlo, ver a su hija correr tras lo que, a los ojos de todos, y a los suyos, era tan solo una desconocida, parecía estar muy lejos de la realidad. Connie estaba renuente a separarse de Samantha, le había llamado “mamá” y nadie podía explicárselo, ni siquiera la misma Samantha, que también mostraba en su rostro una mueca de sorpresa.A Gerald lo invadió un sentimiento que lo hizo dudar por un momento, veía en los ojos de su niña un brillo jamás visto antes. Connie no había mostrado tanto afecto por una mujer, pues ya su padre le había presentado a una serie de chicas con las que tal vez sentiría cierta conexión, pero ninguna llegó a dar la talla. Al final quien decidía era la pequeña.Conmovido por lo sucedido, detuvo a Samantha antes de irse, retractándose de la decisión previamente tomada.—Detente… Te espero mañana a primera hora. — expresó con ton
Samantha después de firmar el contrato, salió de la oficina de Gerald. Luego de cerrar la puerta, se detuvo por un momento preguntándose a sí misma.«¿Qué fue lo que hice? ¿Acaso fue buena idea haber firmado ese contrato?»Tenía dudas al respecto a pesar de haberlo leído, pero era algo muy extraño que un CEO estuviera buscando una madre para su pequeña hija. Sostuvo la idea por un momento que sería como un trabajo de niñera, pero luego de respirar un poco más a fondo y analizar mejor la situación se dio cuenta que era un trabajo de tiempo completo y más que eso, debía actuar como una madre y casi una esposa. Imaginó que era algo estúpido y loco al mismo tiempo de haber aceptado ese tipo de trabajo, pues ella nunca había sido madre y no sabía cómo actuar ante situaciones adversas con los niños. Mucho menos una esposa, ni siquiera había tenido una relación, o al menos eso era lo que ella pensaba, luego del accidente, ella no recordaba a Michael Popper, su antiguo ex novio tóxico y margi
Samantha despertó al día siguiente, percatándose que su amiga se había levantado primero, aun con algo de resaca producto de la bebida, seguramente. Isabell se tomó la molestia de prepararle el desayuno, pues sabía que tenía que irse pronto, y el solo hecho de pensar que pasaría días sin verla, la motivó a tener ese gesto con ella, aunque no podía ocultar su tristeza.—¡El desayuno está servido! — expresa Isabell empujando la puerta con su cuerpo para entrar a la habitación.Llevaba una mesita de cama en sus brazos, Samantha terminó de despabilarse por el agradable aroma que emitía. Bostezó y tocó sus ojos, estirándose.—Lo que sea que traigas allí, huele delicioso — dijo con los ojos entrecerrados.—Siéntate, te va a gustar. — ordenó su amiga esperando que tomara la posición indicada para colocar la mesita en su regazo.Después de unos minutos, Samantha al fin decidió dejar la pereza a un lado. Le agradó mucho ver que su mejor amiga le había preparado sus tostadas favoritas, con m