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Una madre para Connie
Una madre para Connie
Por: Lynn Balvz
Capítulo 1: Suceso inesperado

Los Keane eran una familia multimillonaria de gran estatus social, vivían cómodamente en la ciudad de San Francisco, donde administraban ciertas empresas del ramo de textilería y comercializaban sus productos a distintos países del mundo. Samantha, era la hija mayor de dos hermanas, soñaba con ser una gran empresaria. Solo contaba con el apoyo de su padre, ya que su madre había fallecido cuando ella solo era una niña de cinco años. Su progenitor, al sentirse solo y no poder criar a sus hijas debidamente, buscó y encontró el amor en otra mujer que también tenía una hija, casualmente de la misma edad que Samantha, convirtiéndose así, en su madrastra.

Su infancia fue un poco dura porque algunas veces tenía que ocuparse de sus hermanas cuando así lo ameritaban, repartiendo su tiempo entre ellas y sus demás actividades para no hacerlas sentir abandonadas. Por otro lado, su madrastra, no simpatizaba con ella ni con sus hermanas, y hacía todo lo posible para poner a su padre en contra y así ella y poder ser la heredera de sus riquezas y darse la vida que merecía junto con su hija.

Un día que su padre no estaba en casa, ocurrió una discusión entre Samantha y su hermanastra, ella siempre buscaba la manera de hacerla enojar hablando de su madre fallecida, dándole a entender que nunca la quiso y que era mejor que estuviera muerta. Samantha la empujó, con lágrimas en los ojos y luego de caer al piso, ésta fue a quejarse y la madrastra la golpeó en la cara por lo ocurrido, amenazándola con llevarla lejos de allí.

Su padre no tuvo opción que aceptar lo que su amada le había propuesto, llevarla al campo, donde vivía su abuela. Pues ésta le obligó a elegir entre su hija o ella y él se vio en una situación difícil por la presión que le causaba y el temor de perder a la mujer que lo había sacado de su tristeza. Reprendiendo a Samantha por su falta de respeto, la echó de casa diciéndole por última vez que no quería verla nunca más.

Samantha destrozada al ver que su padre había actuado de una manera tan egoísta y cruel, sin dejarla expresarse para hacerle saber lo que realmente había ocurrido, hizo sus maletas en silencio y su madrastra se encargó de llevarla a ese campo alejado de la gran ciudad, donde tenía que empezar de cero. Pero su hermanastra no dejó de buscar tener contacto con ella, siguiéndole los pasos sin darse cuenta, ya que la envidia la carcomía porque Samantha era muy bonita y tenía todo lo que ella siempre soñó tener.

La belleza de Samantha era tan encantadora que llamó la atención de un vecino vil y despiadado, este la invitó a su casa con la intención de ofrecerle empleo cuidando a sus hijas, ya que ni él ni su esposa tenían tiempo. Ella, inocente, acepta y se dirige al lugar en donde se encontraron a solas, pero se dio cuenta que era un engaño, todo fue una mentira, él nunca tuvo una familia de ese tipo. Solo quería aprovechar el momento para tratar de seducirla, pero ella no quería, se sintió incómoda e impotente. Intentó escapar, pero su vecino lleno de morbo no la dejó, hasta que la anestesió con una droga que le forzó a inhalar y abusó sexualmente de ella. Luego de su sucio juego, ya cuando había recuperado la consciencia, la amenazó con matarla si le contaba lo ocurrido a alguien. Esto hizo que Samantha quedara marcada de por vida y rechazara la intimidad con los hombres, así como el amor, llegó a despreciarlos, no quería saber nada de ellos, incluso llego a odiar a su padre, pero más que odio, desarrolló cierto temor. Desde aquel entonces, nunca comentó lo que le había ocurrido por miedo a la amenaza del vecino, y lo evitaba, hasta que él salió un día de su casa y no regresó. Con el tiempo lo fue superando y se volvió cada vez más fuerte de mente e independiente, su abuela la ayudaba mucho y le dio buena crianza, le explicó varias recetas de cocina y con esto, ella perfeccionó la técnica de cocinar. Le enseñó todo lo que sabía, era la única persona que la comprendía, jamás había tenido un mejor lazo familiar.

Años más tarde Samantha consiguió empleo cerca del pueblo en una franquicia textil de su padre, por ser hija de los Keane, estos no la podían rechazar. Allí conoció a Michael Popper, un muchacho encantador a la primera impresión de ella, él se sintió atraído casi al instante que la vio, se acercó a ella para presentarse y allí comenzaron a platicar. Se llevaban bien y conversaban mucho en el trabajo, empezaron a compartir momentos juntos hasta que por fin ella logró enamorarse de él. Michael parecía ser un muchacho bueno y honesto, pero solo era una máscara que escondía su verdadera personalidad, era un mujeriego y adicto a las drogas, le gustaba la vida fácil, tuvo encuentros con varias mujeres adineradas estando con Samantha. Le estaba haciendo la vida imposible, quería influirla en el mundo del robo, las drogas y demás situaciones ilícitas, al rechazar su oferta, se burlaba de ella diciéndole que era una aburrida, que se imaginaba algo más con ella. Empezó a tratarla mal, y ella, arrastrando un pasado trágico a causa de un hombre, no iba a permitir que volviera a pasar. Decidió darle fin a la relación, a pesar de haber estado enamorada al principio de él, su fortaleza la llevó a tomar tal decisión, pero él no lo quería aceptar. Michael se obsesionó con ella y no quería que se fuera de su vida, la seguía y acosaba a dónde quiera que fuera, actuaba de forma impulsiva y se dirigía a ella con agresividad en sus palabras. Samantha, por temor a su vida, decidió denunciarlo ante la corte policial, presentando cargos ante su exnovio, la cual él debía asistir por cierto tiempo a presentarse hasta el lugar que quedaba en la ciudad. Ella tenía que presentar varias pruebas y testimonios, logrando obtener las suficientes, hasta que dio fin a su tragedia por una orden de distanciamiento entre ellos, dónde exigía claramente que él no podía estar a menos de 30 metros de su persona. Por fin Michael ya no estaría cerca, a pesar de ello, Samantha se ve afectada por su antigua relación, no tanto por Michael sino por ella misma que se había equivocado de hombre y no fue lo que pensó, se sentía triste y deprimida, se encerró por varios días en su casa mientras su abuela la consolaba. Se quejaba y cuestionaba todo lo sucedido, no podía creer lo injusto que era la vida para ella, no quería sentirse afligida un día más. El último día para atestiguar ante la corte de policía que ya se sentía completamente segura, tomó un autobús y decidió ir temprano para que le diera tiempo de distraerse por la ciudad. Luego de ello, se sintió libre, como si hubiese dejado atrás la jaula donde se mantuvo en cautiverio por mucho tiempo. Visitó varios lugares a los que nunca había ido, pero aun recordaba lo sola que se sentía ante el mundo por el mal concepto que tenía hacia los hombres, sin pensarlo dos veces pensó «¡Al diablo todos!» y se aproximó a un bar clandestino con el objetivo de ahogar sus penas.

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