Inicio / Romántica / Una madre para Connie / Capítulo 3: Confusión
Capítulo 3: Confusión

— ¿A dónde quiere ir, señor?

—A un hotel fino y lujoso que encuentres por la ciudad. El más costoso. – ordenó. ­

Samantha se sentía avergonzada por aquellas palabras de Gerald, aunque le causó risas también, él era muy atractivo y no podía creer que estaba con ella, en un descuido él se acercó y la besó. Ella se quedó totalmente paralizada, dándole pie a proponerle quedarse con él esa noche. Estaba tan estresado y solo, que quería conocer a una chica que valiera la pena. Samantha sorprendida por el beso sonrío, asintiendo como aceptando su invitación. Él volvió a besarla, aunque se encontraba en ese estado, estaba más consiente que él. Le gustó el sabor de sus labios y lo suave que eran, en cambio Gerald no sabía lo que hacía, estaba totalmente fuera de sí y su cerebro casi que adormecía, pero aun así sentía un ligero placer ante los besos. Mientras admiraban el anochecer de la ciudad con sus sorprendentes edificios y lugares, detrás de ellos venía Randy llena de ira y de celos en un taxi que subió casi al instante en que partieron Samantha y Gerald del bar.

Unas cuadras más adelante, llegaron al Hotel, y no uno cualquiera, era elegante por doquier. Una vez dentro, Gerald dejó su tarjeta de crédito pidiendo la asignación de una suite, enseguida la recepcionista hizo entrega de una llave, enviándolo junto con un botones que serviría de guía para llevarlos directo a la habitación. Sabía que habían bebido en exceso. Arriba, frente a la puerta de la suite, el botones la abre con una tarjeta dejándolos entrar a ellos a disfrutar su privacidad.

Randy estaba afuera en la recepción espiando, bajó poco después que ellos bajaran de la limosina y se dirigieran hasta el elevador para subir a la habitación. Esperó en la recepción mientras llegaba el botones nuevamente para interrogarlo y preguntarle en qué piso estaban las personas a quienes había guiado, con la excusa que estaba preocupada por su hermanastra y quería comentárselo, prometiendo irse apenas expresara su inquietud. El botones le dijo que lo sentía, pero que si quería esperar por su hermanastra podía llamar a su habitación para hablar con ella, ya que no podía subir por el ascensor si no estaba alojada en el hotel. Ella se ofendió, sin embargo, admitió que entendía y no había problema alguno, confesando que le dejaría un mensaje en la recepción antes de marcharse. El guía asintió y se fue, dejando la tarjeta en la recepción. Randy se da cuenta de ello y se dirige hasta la recepcionista informándole que, si podía averiguarle algún sitio de salud porque se sentía mal, la mujer que atendía muy amablemente le dijo que si y enseguida empezó a investigar centros de salud cercanos para que la asistieran.

En un descuido de la recepcionista, Randy robó la tarjeta de la habitación donde estaban hospedados Gerald y Samantha, pidiéndole que le indicara dónde estaba el baño porque tenía muchas náuseas. La señorita le señaló donde se encontraba y ella caminó en la dirección sugerida, pero en una vuelta rápida se dirigió al ascensor y subió para llevar a cabo la segunda parte de su plan.

Dentro de la suite, Gerald le quitó lentamente la ropa a Samantha, haciéndola sentir deseada y amada pero sorprendida a la vez, a pesar de disfrutarlo, mostró un poco de timidez. Hacía mucho tiempo no se sentía así, nunca llego a experimentar esa sensación con su exnovio Michael, él no la complacía y hacía sentir bien como mujer. Gerald disfrutaba de su compañía y de su aroma, a pesar de no estar tan consciente de ello, la sensación estaba allí, se tumbaron en el lecho y con cierta delicadeza al besarla y tocarla, hicieron el amor. La acarició y besó con pasión, lo estaban disfrutando, a él le gustaba y a ella le encantaba, tanto así que Randy podía escuchar los gemidos producto del placer fuera de la habitación.

Randy lloraba de la rabia y pasaba por su mente entrar a la habitación y matar a Samantha, pero no se sentía segura del todo, así que decidió esperar hasta que se durmieran para entrar sigilosamente y drogar a su hermanastra hasta matarla de una sobredosis, si era posible. Esperó un par de horas mientras cesaba el ruido. Todo estaba en absoluto silencio, se quitó los zapatos de tacón y entró a la habitación con sigilo, abrió la puerta muy lentamente y se dio cuenta que la luz del baño estaba encendida, asumiendo que alguno de los dos estaba allí dentro. Randy entró en pánico, pensó que era el CEO que estaba despierto, pero resultó ser, que no. Se asomó al lecho y lo vio tendido boca arriba, casi parecía desmayado, no se movía. Escuchó la puerta del baño abrirse y se escondió entre los muebles, asustada.

Samantha había disfrutado el haber tenido intimidad con Gerald, pero a pesar de ello, sintió pánico y vergüenza. Prefirió marcharse. Luego de haber dormido una hora junto a él, y caer en cuenta que había tenido sexo casual, una parte de sí misma se arrepintió porque lo que había hecho no era propio de ella. Este sentimiento que la abarcó, le hizo levantarse del lecho, en la que aún reposaba Gerald. Fue al tocador a lavarse y vestirse para finalmente marcharse del hotel.

Antes de salir de la habitación le dejó una breve nota, con la esperanza de volverlo a ver.

’Gracias por esta noche, Gerald White. La pasé muy bien contigo, a pesar de no saber mucho de ti me gustaste desde el momento que te vi, cuando ni siquiera te habías dado cuenta de que estaba allí observándote. Pude notar que tuviste un día malo, tal vez por eso quisiste embriagarte. Pude llenarme de valor para acercarme a ti a hablar y por fin conocerte. Quizás no me recuerdes cuando despiertes, pero me atrevo decir que me enamoraría de ti y por eso te dejo esta nota, pareces ser un buen hombre, exitoso y honesto en el amor. Me hiciste sentir amada de verdad, espero conocerte sobria y que podamos conocernos de verdad, atentamente, Samantha Keane”.

Estas fueron las palabras que había dejado Samantha en aquella carta seguido de su contacto de teléfono, una firma y un beso para sellar.

Salió de la habitación y enseguida Randy dejó su escondite, visualizó que el hombre seguía acostado en la lecho, aun sin ánimos de despertarse y aprovechó de acercarse para leer la carta que estaba junto a él. Enseguida se le ocurre ocultarla, se desnudó acostándose a su lado. Ya sabía su nombre, ahora solo quedaba hacerse pasar por la mujer con quien él había tenido ese encuentro carnal, lleno de lujuria. Se sintió feliz de haber tomado el control de la situación, aunque las cosas no se hayan dado tal como lo esperaba, estaba iracunda porque Samantha se había acostado con él y ella no. Juró que eso no quedaría así, se vengaría más adelante, pero mientras tanto sería paciente y llevaría a cabo su nuevo plan.

Salió el sol y Gerald despertó, Randy le dio un beso en la boca de buenos días, pero él, sorprendido y con un terrible dolor de cabeza, se preguntó dónde estaba, no recordaba casi nada de lo que ocurrió, lo que sí recordaba era lo bien que se sentía, mas no a la chica que lo acompañaba.

­— ¿Quién eres? Discúlpame si cometí algún error contigo. – dijo sentándose en el lecho.

—No te preocupes, la pasé excelente junto a ti. Gracias por esa gran noche, tenía tiempo sin sentirme tan amada y querida. – contestó con una sonrisa en su rostro.

— No puedo creer qué fue lo que paso anoche, estaba en el bar y luego que me llamaran de la oficina para darme malas noticias con respecto a un negocio, despierto aquí. Aunque admito que la pasé increíble también, me disculpo ante ti, no estaba consciente de lo que estaba haciendo.

— No te preocupes Gerald, yo tampoco sabía lo que hacía, pero si me das la oportunidad podemos saber lo que hagamos más adelante. – dijo insinuándose.

— Discúlpeme, señorita.

— Randy Cooper, ese es mi nombre.

— Señorita Randy, eres hermosa y atractiva, pero estoy confundido de lo que pasó anoche y a pesar de que mi mente estaba nublada, no sé por qué tengo la impresión de que estuve con otra chica.

Ella, por su molestia interna, empezó a llorar por las palabras emitidas por Gerald, pensando que caería en su trampa, a ningún hombre le gusta ver a una mujer llorar. Éste, a su vez, la consuela.

—Perdóname, no quise ofenderte, solo me siento muy confundido y no quisiera enrollar más las cosas. ¿Podemos ser amigos?

Gerald vio que Randy había sido muy simpática con él y no quería dejarla con el corazón roto. A pesar de ello, Randy se negaba a ser su amiga.

—Me enamoré de ti desde que te vi, desde el principio. Cuando te vi en aquel bar sin que tú te dieras cuenta. Me acerqué a ti porque noté que no estabas teniendo un buen día y quise hacerte sentir mejor. —  Le dijo exactamente las mismas palabras que le había escrito Samantha.

A pesar de que a Gerald le conmovieron sus palabras, se dirigió al baño a ducharse y pensar en lo que había ocurrido.

—Discúlpame, me iré pronto. Hablaremos en otro momento.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo