Samantha ya había salido del hotel sin que casi nadie se diera cuenta, caminó hasta la parada de autobús para regresar al pueblo, a casa con su abuela, sabía que estaría preocupada por no avisar donde estaba así que la llamó prometiéndole explicarle bien cuando llegara, que la disculpara y que no se preocupara, pero que estaba bien y se sentía feliz pero avergonzada por lo que había hecho. Su abuela angustiada la perdona, esperando ansiosa su regreso. Mientras iba en el autobús de camino al pueblo, Samantha por primera vez sentía que había hecho algo divertido y fuera de lo convencional, pero no se sentía orgullosa de ello, lo justificaba el hecho que sentía haberse enamorado de aquel hombre que la miraba y tocaba con emoción, casi anhelando volver a contactarse y pasar otra noche junto a él. Aunque se hacía ilusiones estaba consiente que quizás había sido cosa de una sola noche y ya, al cabo de unos minutos, recibió un mensaje de Gerald.
“Hola Samantha, perdóname, pero no quiero verte nunca más, tengo esposa y tú solo fuiste un placer más. No me busques ni te acerques a mí, odio lo que pasó anoche, así que olvídame y sácame de tu vida”.
Enseguida Samantha al leer semejantes líneas empezó a llorar, no podía creer lo inocente que era y lo malvado que podían ser los hombres, se preguntaba si era un karma que estaba pagando o alguna maldición, pero por qué tenía que pasar por tanto sufrimiento, qué hizo ella de malo para que la trataran así, qué hizo mal para que Gerald le escribiera así, de esa forma. Luego de secarse las lágrimas se dormitó por un par de minutos en el autobús para calmarse hasta llegar a casa de su abuela, donde al llegar, la recibió con un abrazo cálido, pero a la vez impresionada de ver que su nieta había llorado.
—Hace un momento te escuché hablar con alegría, y ahora llegas con lágrimas en el rostro.
Samantha le explicó todo lo ocurrido para que comprendiera.
En la habitación del hotel, poco tiempo después de que Gerald le dijera a Randy lo que sentía y se encerrara en el baño, ella, llena de impotencia y furia aprovechó el momento para agarrar su teléfono y escribirle a Samantha haciéndose pasar por él. Si Gerald no era de ella no podía ser de nadie. Al instante, salió de la habitación sin despedirse cariñosamente y sin más nada qué decir.
Randy estalló como bomba, en llanto y furiosa, sin lograr su objetivo porque lo que planificó no había funcionado. Sin embargo, se sentía bien porque Samantha no tendría más contacto con él, sabía que Gerald dudaba de haber estado con ella, quizás al besarlo pudo notar que no eran los mismos labios sino los de otra chica que no recordaba, decidió contarle todo a su madre e idearse otra artimaña para conquistarlo. Ya Samantha estaba fuera del juego. Randy ideó miles de planes con la mamá durante varios meses para llevarlos a cabo y que alguno funcionara, hasta que un día, espiando a su hermanastra, descubrió algo que la estremeció.
Samantha estaba embarazada, quedó atónita con lo que descubrió, no era posible lo que sus ojos habían visto, ya tenía varios meses de embarazo, se le notaba su vientre ya expandido, faltaba poco para dar a luz. La única persona de quien pudiera estar embarazada era de Gerald, no podía ser de nadie más, ya la conocía muy bien y sabía que no estaría con más ningún hombre después de lo ocurrido. En ese momento, se le ocurrió algo macabro que llevaría a cabo sí o sí, se sintió amenazada por ello, no podía permitir que Samantha apareciera de nuevo en la vida de Gerald, así que decidió esperar hasta el día del parto.
Samantha nunca habló con Gerald después del mensaje recibido, ella no lo buscó más, por razones obvias, a pesar de haber estado embarazada de él. Le guardaba cierto rencor y no podía soportar el hecho de regresar a conversar con él después de lo humillada que se sintió, al menos hasta que naciera su hijo para que lo presentara bajo su apellido.
Llegó el día del parto, Samantha era presa de los nervios y el dolor. Rompió fuente mientras hacía algunas compras en el supermercado, su abuela estaba con ella. Lograron auxiliarla y llevarla en ambulancia al centro de salud más cercano. El doctor y las enfermeras del hospital la calmaron dándole ánimos diciendo que todo estará bien, que no se preocupará, pues ya el dolor acabaría y verá la luz de sus ojos nacer.
Después de una breve espera, ya en la camilla, pujó, gritó y lloró, apretando las manos de las ayudantes que se encontraban a su lado, hasta que por fin escuchó el llanto de su bebé. A sus oídos llegó el sonido alegría y felicidad, fue algo único que experimentó, una vida había salido de ella y no la iba a defraudar.
—¡Es una niña! — le dice el doctor.
Impresionada por saber que era niña, ya teniéndola en sus brazos, rompió en llanto y juró no decepcionarla nunca. La protegería y guiaría para que tuviera una vida mucho mejor que la su ahora madre. Su abuela, feliz al saber que tenía una nieta la felicitó, era la única que estaba con ella en el hospital, nunca le comentó a su padre sobre el embarazo, no sintió la necesidad.
—Se llamará Connie. – mencionó sonriendo.
—¡Es un nombre hermoso! – dijo su abuela.
Se despidió de ella, dando por seguro que regresaría en la mañana para llevarle algunas mantas, pañales, entre otras cosas, y de acuerdo a como se sintiera, volverían juntas a casa a comenzar una nueva vida.
Los doctores se llevaron a la niña para colocarla en la incubadora donde la pequeña se quedó dormida y a su vez Samantha en su camilla. Después de una hora de sueño reparador despertó, llevándose una sorpresa, al fijarse que la bebé no estaba en la incubadora. Desesperada, salió de la habitación preguntando dónde estaba Connie, lastimosamente no había casi nadie en el hospital. Eran altas horas de la noche y al ver que nadie la ayudaba en su búsqueda, salió corriendo a la calle a ver si alguien la llevaba consigo. A toda prisa, aún con el cuerpo adolorido, buscó a su hija bajo el frio de la noche y la lluvia, cuando de pronto se encontró en medio de la calle, viendo a todos lados, desamparada. Sin advertir que venía en su dirección un auto a gran velocidad la arrolló, tumbándola en el asfalto húmedo. Relinchó el sonido de los neumáticos debido al impacto, pero el conductor no se detuvo, dejándola tirada, siguiendo de largo. El estruendo del choque alertó a los pocos enfermeros que estaban en el hospital y salieron a ver qué había ocurrido. Enseguida, volvieron a internar a Samantha en el hospital donde la sedan y atienden sus múltiples heridas.
Despertó confundida y desorientada sin saber quién era ella o por qué estaba en el hospital, los enfermeros le notificaron a la abuela lo ocurrido, provocando una reacción de preocupación y culpa en ella, por haberla dejado sola. Sale de casa a toda velocidad al hospital nuevamente, para encontrarse con su nieta y solventar los problemas. Iba por la carretera, con el limpia parabrisas en funcionamiento, cuando de pronto impacta contra otro vehículo que aceleró estando la luz del semáforo en rojo. Dos accidentes la misma noche cambiaría el curso de la vida de Samantha.
La abuela quedó casi inconsciente, la llevaron a otro hospital, y en el ínterin solo mencionaba el nombre de Samantha Keane, mientras que su nieta se encontraba fuera del hospital desorientada y con múltiples heridas. Había escapado, tal vez el instinto maternal obligó a irse sin siquiera saber que era madre o dónde vivía. Las múltiples contusiones en su cabeza hicieron que perdiera la memoria y no recordara nada, la policía la encontró sola en la calle, vistiendo una bata de paciente y enseguida la llevan al hospital donde estaba su abuela, que previamente había reportado su incidente, donde por fin la identificaron, encontrándose con ella.
— ¿Samantha? ¿Por qué estás aquí cubierta de sangre? – logró decir con un hilito de voz.
—No sé quién soy o qué pasó. – contestó mirándola a los ojos sin expresión alguna.
La abuela, como pudo, le explicó que había tenido un bebé, pero lo había perdido. Ella, sin entender bien, malinterpretó lo que había querido decirle.
—Te amo, mi nietecita—
Estas fueron sus últimas palabras, antes de desmayarse. Los médicos la atendieron a la brevedad, pero fue en vano, el accidente la había afectado al punto de quedar totalmente en parálisis y estado vegetal. Aquella noche trágica, Samantha olvidó que alguna vez tuvo un hijo y lo perdió. Pues empezaba una vida de cero con una abuela que no recordaba y una vida que no conocía, era como si ella realmente era la que había nacido.
Después de aquella tragedia, Randy estaba informada de todo, averiguó si de verdad Samantha estaba muerta y que había pasado con ella, tenía a la niña entre sus brazos. —Eres mi boleto al éxito pequeña e inocente niñita. — exclamó con una sonrisa de maldad. Había llevado a cabo su plan, pero de un golpe de suerte salió mucho mejor de lo que esperaba, su hermanastra no estaba muerta, sin embargo, había perdido la conciencia, no estaría más en la vida de Gerald, y mejor aún, su abuela que podía ser la única testigo de que tenía un hijo había quedado en estado vegetal. Su padre no sabía nada, la única que estaba enterada de todo era su hermanastra Randy y su madrastra. El padre de Samantha se enteró del accidente que tuvieron su hija y la abuela, así que decidió ir al hospital con su amada esposa a ver cómo se encontraban. Al llegar al hospital, preguntó por sus familiares y se le acercó el doctor que atendió a los recién heridos para notificarle el estado de salud de cada uno, se dir
Tras 5 años de la tragedia, Samantha decidida a buscar otros caminos, dispuso mudarse a la ciudad, pidiéndole nuevamente a la amiga de su abuela que cuidara de ella ante su ausencia, le pagó por ello, dejándole una buena suma de dinero por adelantado tanto para ganar su confianza como por motivo de agradecimiento. Debía conseguir un mejor empleo y ganar más si quería seguir apoyando a su abuela con su salud, tenía esperanzas de ver mejoras para seguir con vida. Pensaba que algún día ya no podría más, dejaría al destino y al tiempo decidir el destino de ambas, pero si estaba en su posibilidad, no se rendiría. Se mudó y rentó una habitación junto a una chica llamada Isabell Hill, al instante que se conocieron establecieron una gran amistad, se comprendían y entendían mutuamente. Samantha le había contado el accidente que había sufrido y lo poco que sabía de su pasado, pensaba de sí misma que era una mala persona, sin embargo, Isa, como le decía ella de cariño, no la juzgaba por eso. No
La expresión de asombro de todos los presentes, al ver lo ocurrido, sin duda era increíble. Se quedaron atónitos. Pero Gerald no podía creerlo, ver a su hija correr tras lo que, a los ojos de todos, y a los suyos, era tan solo una desconocida, parecía estar muy lejos de la realidad. Connie estaba renuente a separarse de Samantha, le había llamado “mamá” y nadie podía explicárselo, ni siquiera la misma Samantha, que también mostraba en su rostro una mueca de sorpresa.A Gerald lo invadió un sentimiento que lo hizo dudar por un momento, veía en los ojos de su niña un brillo jamás visto antes. Connie no había mostrado tanto afecto por una mujer, pues ya su padre le había presentado a una serie de chicas con las que tal vez sentiría cierta conexión, pero ninguna llegó a dar la talla. Al final quien decidía era la pequeña.Conmovido por lo sucedido, detuvo a Samantha antes de irse, retractándose de la decisión previamente tomada.—Detente… Te espero mañana a primera hora. — expresó con ton
Samantha después de firmar el contrato, salió de la oficina de Gerald. Luego de cerrar la puerta, se detuvo por un momento preguntándose a sí misma.«¿Qué fue lo que hice? ¿Acaso fue buena idea haber firmado ese contrato?»Tenía dudas al respecto a pesar de haberlo leído, pero era algo muy extraño que un CEO estuviera buscando una madre para su pequeña hija. Sostuvo la idea por un momento que sería como un trabajo de niñera, pero luego de respirar un poco más a fondo y analizar mejor la situación se dio cuenta que era un trabajo de tiempo completo y más que eso, debía actuar como una madre y casi una esposa. Imaginó que era algo estúpido y loco al mismo tiempo de haber aceptado ese tipo de trabajo, pues ella nunca había sido madre y no sabía cómo actuar ante situaciones adversas con los niños. Mucho menos una esposa, ni siquiera había tenido una relación, o al menos eso era lo que ella pensaba, luego del accidente, ella no recordaba a Michael Popper, su antiguo ex novio tóxico y margi
Samantha despertó al día siguiente, percatándose que su amiga se había levantado primero, aun con algo de resaca producto de la bebida, seguramente. Isabell se tomó la molestia de prepararle el desayuno, pues sabía que tenía que irse pronto, y el solo hecho de pensar que pasaría días sin verla, la motivó a tener ese gesto con ella, aunque no podía ocultar su tristeza.—¡El desayuno está servido! — expresa Isabell empujando la puerta con su cuerpo para entrar a la habitación.Llevaba una mesita de cama en sus brazos, Samantha terminó de despabilarse por el agradable aroma que emitía. Bostezó y tocó sus ojos, estirándose.—Lo que sea que traigas allí, huele delicioso — dijo con los ojos entrecerrados.—Siéntate, te va a gustar. — ordenó su amiga esperando que tomara la posición indicada para colocar la mesita en su regazo.Después de unos minutos, Samantha al fin decidió dejar la pereza a un lado. Le agradó mucho ver que su mejor amiga le había preparado sus tostadas favoritas, con m
Al día siguiente, ya los primeros rayos de sol entraban por la ventana, rozando sutilmente el rostro de Samantha. La alarma de su teléfono se encendió, y ella, entre dormida y despierta, buscó a tientas el dispositivo para apagarlo, pero al parecer no recordaba que ya no estaba en casa con Isabell, sino que ahora la cama era otra y aparte, acompañada de alguien muy distinto.Por equivocación, extendió su mano sin percatarse que Gerald seguía acostado junto a ella, tocando su pecho. El sonido cesó, y ambos siguieron dormidos, al cabo de unos minutos, Samantha volvió a despertar, dándose cuenta que estaba entre los brazos de aquel hombre que se encontraba a su lado.Se percató que él siguiera dormido para levantarse, cuidadosamente, sin despertarlo, pues no sabía cuánto tiempo había estado en esa posición, si tan solo unos minutos antes o de pronto, gran parte de la noche. Antes de salir, se quedó unos segundos observándolos a ambos tendidos en ese gran colchón, pensando que tal vez ya
Luego de caminar por largo rato y la carretera calurosa, finalmente llegó a la casa, exhausta por el trayecto, no se imaginaba que Gerald la recibiría de manera amarga y furiosa, le reprochó porque había llegado tan tarde, la estaba esperando hace horas y que, por su culpa, Connie había enfermado y no había tenido cuidado previo de parte de ella, la tildó de irresponsable y que no estaba cumpliendo con el contrato.Samantha le explicó lo que había sucedido y que su forma de tratarla no era la más adecuada, pidió respeto hacia ella y que la entendiera que no fue a propósito que ella tardo más de lo que había previsto.Rápidamente luego que Samantha se enterara del estado de la niña, se dirigió a la habitación de Connie para ver cómo se encontraba, la niña al ver a su madre de mentira sonrió sutilmente y extendió los brazos para que fuera abrazada por ella. Tocó su frente y sintió lo caliente que estaba, bajó apresurada a la cocina para prepararle sopa de pollo con verduras, enseguida
Capítulo 9: La fiestaLuego de que las aguas se calmaron en la casa y la tensión bajó, Samantha recibió una llamada de su amiga Isabell, tenía rato que no conversaba con ella y sintió al instante extrañarla.— Hola mi querida Sam, ¿cómo estás?— ¡Isa! Muy bien ¿Tú cómo andas?— Estoy bien, amiga, triste porque te fuiste tan repentino, pero entusiasmada porque quiero invitarte a un sitio que sé que te encantará – Le mencionó con alegría.— ¿A dónde me quieres llevar? — Preguntó Samantha.— Te llevaré a una fiesta, nos divertiremos, ya verás.— No lo sé, Isabell, mi jefe últimamente ha estado de mal humor y no sé si me dé el permiso – Le contesta en tono de duda y persuasión.— Por favor amiga, tenemos que vernos, quiero que vayamos juntas, no me dejes sola – Exclamó en tono de súplica.— ¡Ok! Está bien, tú ganas, no te diré que no, pero solo por esta vez.— ¡Sí! Nos vemos entonces – Le respondió con entusiasmo.Samantha se dirigió a la sala a conversar con Gerald sobre la invitación de