Los dientes de Damino se apretaron con tanta violencia que estuvieron a punto de estallar, mientras sujetaba a Aegan por ambos lados de su chaqueta, obligándolo a incorporarse y sostenerse con firmeza ante el. La mirada oscura del príncipe cruel se habia endurecido como el granito, mientras ese enfoque mortal se volvía totalmente contra su hermano.—¡¿Cómo pudiste dejar que eso pasara?!—exclamo el príncipe cruel, de un modo aterrador.Aegan trago duro, la culpa lo abrumaba desde el momento en que habia sido noqueado por Diana en combate. No habia tenido muchas oportunidades, a fin de cuentas, todo se habia volcado en su contra.—Intente salvarla… hubiera dado mi vida por protegerla—susurro el príncipe dorado con un nudo atado en su garganta. Cada palabra que surgia de el era verdad. Todo era real. El habría entregado su propia alma si con eso garantizaba la seguridad de Lyra.Pero aquella oportunidad de intercambio jamás se dio. Diana simplemente se la habia arrebatado ante sus ojos,
Aegan fue el primero en captar el rastro del aroma de Lyra, lo cual no fue para nada difícil, en especial porque nadie se habia molestado en ocultarlo siquiera. Aquello era una trampa, estaba cantado a viva voz.Pero el no podía marcharse sin mas, ignorando a la mujer que amaba.Damino no tardo en llegar hasta el, guiado por el mismo aroma a jazmin que parecía impregnar la piel de ella.—Esta en el interior—advirtió con tono seco el príncipe cruel, Aegan simplemente asintió—. Es una trampa.—Tenemos que encontrar el modo de entrar y salvarla—respondio Aegan, mientras pasaba una mano nerviosa por su cabello dorado.De todos sus planes, de cada uno de los pensamientos que lo habían guiado hasta ese momento, lo que estaba ocurriendo era lo peor que habia cruzado por su mente. La mera idea de perder a Lyra, de que esta desapareciera de su vida de aquella manera, lo desesperaba. Aegan no tenia planeado dejar que las cosas ocurrieran de aquella maldita manera.El lucharía hasta el cansancio
Lyra observo a ambos hombres, de uno en uno, mientras sentía como todo su mundo se venía abajo.—No llores, Lyra—dijo Aegan, su voz sonando gangosa, mientras la observaba directamente a los ojos.—Lo lamento… esta no era mi intención—hablo Damino, avanzando hacia ellos con cierta dificultad.El veneno actuaba lentamente, devorando todo a su paso. Sin embargo, el enojo y la rabia dentro de la princesa iba aun mas rápido, con mayor violencia.Lyra clavo su mirada en el príncipe cruel. No había una pizca de amor o calma en ellos, solo la más desastrosa de las tormentas. Damino trago duro, mientras la veía avanzar hacia él.—¡Lo traicionaste! —gruño ella, con los ojos arrebatados de lagrimas que no se dignaban a salir—¡Traicionaste a tu propio hermano… me traicionaste a mí!Damino enderezo su postura, mientras Lyra golpeaba los puños cerrados contra el pecho de este.>—¡Nos traicionaste!—No lo culpes, Lyra—hablo Aegan, a quien el efecto del veneno parecía estar afectando de mayor graveda
—Lyra, tenemos que irnos—susurro Damino en su oído.Pero Lyra no lo escucho. El dolor que sentía dentro de su pecho era tan fuerte y desgarrador que parecía un disparo al corazón.Lentamente comenzó a comprender lo que estaba ocurriendo. Aegan moria, el vinculo que tenían lo hacia con el. Durante algunos instantes, Lyra sintió una profunda tristeza acompañada de la soledad mas angustiante. No fue hasta ese instante que ella comprendio que jamás habia estado sola.No lo conocía a Aegan, tampoco a Damino, pero ella nunca habia estado sola en ese mundo cruel y tiranico. Ellos habían estado allí, esperando por ella. Los tres eran como uno. Un alma separada en tres cuerpos diferentes.Pero ahora esa alma se partia y una fracción de esta amenazaba con desaparecer.Lyra apreto los labios, sintiendo que el pánico la abrumaba. Aun estaba ahí, casi inexistente, pero ella lo podía sentir, en cada parte de su ser.>—Escuchame, Lyra… te lo suplico—imploro el príncipe cruel, mientras comenzaba a ro
Los dos príncipes lograron llegar a una conclusión. Iban a enfrentarse a Diana cara a cara. Sin tapujos ni planes extraños.Ella estaría en su propia casa, por lo cual, tenían que hacer todo lo posible para vencer. Ellos tenían la ventaja sorpresa de que se suponía que solo uno de ellos iba a regresar, no los tres.Lyra se quedo dormida durante algunos minutos, mientras ambos hermanos la llevaban hasta la casa. Cuando estaba a pocos metros, la princesa logro recobrar la consciencia.—¿Qué pasara cuando confrontemos a Diana?—hablo ella con cierta dificultad, sintiendo su boca seca y rasposa.Damino y Aegan la observaron durante algunos segundos, sorprendidos. Ella parecía consciente de sus propias palabras.—¿Recuerdas como llegaste hasta aquí?—pregunto Aegan observando su rostro, intentando leer sus intenciones.—Ustedes me trajero, ¿no?... mis recuerdos son tormentosos, no estoy muy segura de eso—admitio Lyra, con el bosquejo de una sonrisa ladeada.El príncipe doarado abrió la boca,
Lyra se habia quedado callada, Aegon la habia observado con notable preocupación. Dudaba que siquiera estuviera respirando… el mismo dudaba de estar haciendolo, en especial luego de escuchar aquellas palabras.Todo habia sido orquestado, preparado de tal manera que su vida quedara a merced de la suerte y el destino. El príncipe dorado tuvo que hacer su mayor esfuerzo para contener la rabia que lo sobrepasaba, amenazándolo con hacerlo escupir injurias hacia esos anciano y el maldito bastardo de Samuel. Todo se estaba yendo a la mierda y no tenia nada que hacer para impedirlo.¿O si?—La sentencia ya fue dictada y será ejecutada el próximo sábado al atardecer—dijo con tono rigido el anciano, mirándola a Lyra con un asco y desprecio absoluto.Una semana, le estaba dando solo una semana antes de que su vida le fuera arrebatada. Los dientes de A
Lyra estaba agotada, tanto que cuando subio a su habitacion luego de una magnifica ducha, su cuerpo apenas rozo la superficie de la cama y el sueño la reclamo. Damino fue por ella unos minutos mas tarde para asegurarse que se encontraba bien, pero ya le habían ganado.Aegon estaba allí, observándola con los brazos cruzados sobre su pecho y la mirada dorada fija, inamovible clavada en ella, mientras contaba sus respiraciones.—¿Cómo se encuentra?—susurro el príncipe cruel, mientras avanzaba un par de pasos hacia el interior del cuarto, llegando justo hasta su hermano, quien se encontraba reclinado contra una pared cercana.—Cansada—fue la única respuesta del príncipe dorado, mientras sus ojos se mantenían atentos en Lyra.Damino pudo decir con seguridad, por la tensión que se habia apoderado de las facciones de Aegon, que el príncipe dorado habia sido invadido por pensamientos… pensamientos que muy probablemente lo habían llevado a sopesar los hechos ocurridos aquel dia.—¿Quieres habl
Lyra estaba sentada en un amplio espacio verde, el sol penetraba a través de las copas de los arboles y lograba teñir un paisaje verdaderamente mágico. Casi irreal.Aquella era la primera vez en mucho tiempo que se sentía tan relajada y tranquila, incluso podría llegar a decirse que feliz.—¿Tienes hambre?—pregunto una voz de madianoche detrás de ella.La princesa giro la cabeza, allí se enontraba Aegon, con una sonrisa tirando de sus labios mientras la miraba directamente a los ojos, de manera genil y colmada de amor. No habia mentira ni disfraces intentando ocultar aquellos sentimientos tan puros, solo la pura verdad.El corazón de Lyra se acelero, mientras lo contemplaba.—¿Hambre?—susurro ella con cautela, deslizando su mirada hacia la canasta que el llevaba en su mano.—Si… tengo unos sándwich si gustas—comenzó a decir el, mientras abria la canasta y observaba lentamente en su interior—. Jack me ayudo a prepararlos… no aseguro el sabor que tengan.Aegon la observo con felicidad,