Lyra apreto la cara contra sus manos, mientras intentaba sofocar el llanto descomunal que escalaba por su garganta. La habían condenado, toda su existencia habia sido arruinada. Iban a desposarla.
Ella habia gritado, suplicado e implorado a su padre negar la boda, pero el hombre se habia encaprichado con unirla a ese príncipe cruel. El príncipe cruel, asi era conocido Damino fuera de los limites de su territorio.
Un Alfa cruel, despiadado y orgulloso de su propia manada, sin una pizca de conmiseración hacia los demás. Eso le aterraba a Lyra. Si bien, ella sabia que tarde o temprano la acabarían sometiendo a un casamiento sin amor, jamás logro tan siquiera imaginar que su futuro esposo seria el príncipe Damino. Los rumores que existían alrededor de el eran demasiado aterradores y horribles como para ignorarlos.
—Por favor… no quiero casarme con el—suplico una ultima vez Lyra a su madre, quien se encontraba de pie con los brazos cruzados sobre su pecho, dedicándole una mirada severa—. Te lo suplico, madre… déjame unirme a otro hombre, quien sea, pero a quien pueda llegar a querer al menos.
Ella sabia que jamás podría llegar a tenerle ninguna clase de afecto a una persona como Damino. A alguien sin un corazón el cual querer.
Sin embargo, la decisión estaba tomada, y las palabras que dijera Lyra eran simplemente indiferentes.
—La decisión ya esta tomada, Lyra. Junta tus cosas o las recogerán por ti—escupio aquella mujer fría. Su madre era la mejor Alfa que jamás hubiera tenido aquella manada, una reina extremadamente poderosa, dispuesta a hacer lo que fuera necesario por su gente. Pero como madre… bueno, la historia era totalmente diferente.
Lyra habia sido criada por su abuela, una mujer extremadamente amable y cariñosa, quien le habia inculcado los valores de la vida. Ella habia sido feliz hasta el fatidico dia de su muerte, cuando finalmente todo su mundo se vino abajo. Tras la muerte de su abuelo, ella fue coronada como princesa, y todo se fue al maldito infierno.
Las propuestas de matrimonio no acababan de llegar nunca, todos sus pretendientes eran despreciables seres abominables, sin embargo ninguno de ellos era peor que Damino. Sin lugar a dudas el se habia ganado el titulo de príncipe cruel. Y ahora ella iba a tener que vivir con el… contarle todos sus secretos y volverse uno.
Ante ese pensamiento el terror se apodero de la princesa, mientras recordaba su mas oscuro y prohibido secreto.
—¿Madre… y si el príncipe descubre mi… anomalia?—pregunto la princesa con notable temor, sintiendo un sudor frio recorrer todo su cuerpo.
Si Damino se enteraba de su m*****a deficiencia sin lugar a dudas la asesinaría antes de permitirle meterse en su cama… lo cual era una bendición si lo pensaba bien. Ella jamás habia estado con un hombre como mujer, y lo ultimo que deseaba era pasar su noche con Damino. Era un desastre, su vida se habia convertido en un horrible y caotico desastre.
Pero aun tenia una posibilidad, una loca y lejana posibilidad. Su madre.
Sin embargo, Lyra rápidamente comprendería que apelar al buen juicio de su madre era tan imposible como apelar a su empatia y buen corazón.
—Ese será tu problema, Lyra… busca la forma de ocultarle la verdad… aprende a seducirlo—los labios de aquella frívola mujer se crisparon en lo que se asemejaba a una sonrisa, sin embargo era algo poco menos que aterrador—. Si logras ganar su corazón el no te hará daño.
—¿Ganar su corazón?... el es el príncipe cruel ¿Cómo se supone que voy a ganar su corazón?—pregunto ella con notable desesperación, sintiendo como poco a poco sus opciones se acababan, consumiéndose como la vida de una vela.
Su madre lanzo una mirada al cuarto, probablemente pensando que ventajas tendría ese cuarto para ella una vez que su hija abandonara el lecho materno. No le sorprendio eso, simplemente ya estaba acostumbrada a tener una madre calculadora y ventajosa.
—Todos los hombres tienen un corazón, Lyra… pero es diferente al de las mujeres. Para llegar a un hombre hay que atravesar sus calzoncillos—respondio aquella mujer de mirada verde. Casi gemela a la de ella… casi.
Cuando aquella mujer miraba al mundo, la maldad parecía aflorar en aquellas esmeraldas brillantes, sin embargo, cuando Lyra miraba el mundo era la pureza y el amor lo que allí se asomaba. Tan puro y claro que parecía ser capaz de iluminar la mas basta de las oscuridades.
Lyra escucho las palabras de su madre y se contuvo a si misma, reprimiendo el deseo ferviente por llorar. Ella sabia muy bien que con eso solo conseguiría hacer enojar a su madre, al punto de los golpes.
Sintio asco, desprecio y desesperación; Lyra se sintió atrapada, verdaderamente atrapada, incluso cuando habia pasado toda su vida viviendo de aquella manera, solo esperando el momento en que sus cadenas pasaran a otro amo… y ahora habia llegado el momento.
Pero justo cuando todas sus esperanzas estaban perdidas, ella pensó algo. Una idea tonta, demasiado tonta y extremadamente peligrosa ilumino su mente. Estaba desesperada, y la desesperación, sin lugar a dudas, empujaba a las personas a hacer cosas que en otro momento no se atreverían a hacer.
—Esta bien, madre… como siempre, cumplire con la voluntad de la manada—comenzó a decir Lyra, ahogándose con sus propias palabras, sintiendo asco de si misma—. Me voy a casar con el príncipe Damino.
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Mas tarde:
Una vez que su decisión fue anunciada públicamente, ella no tuvo mas opciones que dejarse arrastrar por la marea de personas. Conforme los segundos pasaban, Lyra comprendio que jamás habia estado en su poder tomar la decisión de casarse o no con Damino, ella simplemente habia sido informada como señal de buena fe, pero todo ya habia sido preparado con demasiada meticulosidad. Absolutamente todo.
Ella simplemente se quedo allí de pie, observando a las personas cargar su ropa de un lado al otro, mientras la colocaban en la parte trasera de una camioneta. Todo habia sido planeado para que saliera esa noche rumbo a las tierras de su tribu enemiga. Lyra se pregunto, con una sonrisa medio torcida ¿Qué habría pasado si ella se hubiera rehusado a casarse?
Lo mas seguro, es que ellos la habrían arrastrado en contra de su voluntad hacia esa misma camioneta para ser entregada a su nuevo dueño. Ese pensamiento, ese único y simple pensamiento, revolvió el estomago de Lyra.
Su vida sin lugar a dudas era un maldito infierno… pero ella no permitiría que las cosas siguieran sucediendo asi sin mas, como por arte de magia. Se habia cansado y ahora iba a pelear por su propia libertad.
Manteniendo la mirada firme al frente del camino, ella aguardo a que todo estuviera listo. Antes de partir pidió permiso para ir sola al baño, el único lugar al que se le permitia ir sin compañía. Nadie se opuso, después de todo, tenia un largo viaje por delante. Sin embargo, de haber comprendido la verdadera intención de Lyra nadie le habría permitido eso.
Unos minutos mas tarde, ella se despedia de sus padres, quienes la saludaban con el mismo entuciasmo que a una pared. Era lógico, al fin y al cabo, ella no era mas que un bien comercial para ellos. Aun asi, por mas crueles y fríos que fueran, Lyra no pudo evitar llorar al despedirse. Si su plan salia bien, jamás volvería a verlos, lo cual le generaba cierto tormento… pero era su vida la que estaba en juego, y ella no dudaría en tomarla.
Luego de despedirse, Lyra simplemente se subio al vehiculo y partio del lugar, rehusándose a dejar que su corazón se agrietara aun mas de lo que ya estaba. Ella iba a ser fuerte y valiente para enfrentarse todo lo que el destino le deparaba. Necesitaba descansar para prepararse para lo que vendría.
Lyra cerro los ojos, mientras apretaba con fuerza entre sus dedos lo que le concedería su tan ansiada libertad.
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En el bosque:
Amaba la noche, en especial las noches de luna llena. Cualquiera creería que el motivo de eso era por su lado licántropo y por la posibilidad de adoptar la forma de bestia y obtener libertad, pero ese no era el verdadero motivo. Para ser honestos, rara vez cambiaba durante las noches de luna.
Con el correr del tiempo, el habia aprendido a dominar su lobo interior, sometiéndolo totalmente a su voluntad. Lo cual le daba ciertos beneficios, entre ellos el poder contemplar la luna en su máximo esplendor.
Extranaba aquellos bosques, la frescura que recorria el aire y la tierra humeda bajo sus pies. En todos sus viajes alrededor del mundo no habia encontrado otro lugar ni remotamente parecido a ese. Solo Finlandia lograba asemejarse en belleza, pero era muy fría. Ese bosque era cálido, casi tanto como el abrazo de una madre.
Aegan respiro profundamente, aspirando el aroma que el bosque le ofrecia, y permitiendo que este calmara su corazón. Habia vuelto y el motivo de ello no era ni remotamente grato, a la mañana siguiente tendría que volver a ver a Damino, y ese simple pensamiento revolvía su estomago. Aquello seria un baño de sangre, después de todo, era bien conocido que Damino amaba su corona por lo que no la dejaría sin pelear.
El cerro los ojos, alejando lo mas que pundo el pensamiento de lo que ocurriría al dia siguiente, de las condenantes decisiones a las que debería enfrentarse.
—Por favor, luna, dame una señal… guía mi camino—susurró el, observando la luna sobre el, esperando que esta le diera la señal que no le habia dado en toda su existencia.
Sin embargo, en ese preciso instante algo ocurrió. Algo poco usual. Una explosión sonora se escucho en forma de eco a través de los arboles del bosque. El sonido provenia del camino principal.
Aegan sonrio feliz, aceptando aquello como la señal que tanto habia esperado, que tanto habia necesitado. Sin pensarlo dos veces, el príncipe dorado salió corriendo entre los pinos frondosos, buscando la manera mas rápida de llegar a ese lugar. Y asi fue, antes de que tan siquiera pudiera percatarse de lo que estaba ocurriendo, el habia llegado allí.
Pero, nada era lo que esperaba. Aegan ciertamente no sabia que esperar, pero estaba seguro de que no era eso.
Una camioneta averiada, con un neumatico reventado y un morrudo conductor cambiándola. El fruncio el ceño frustrado, aun oculto entre los pinos. Sin embargo, fue en ese mismo instante que se percato de otro aroma… uno mas dulce y embriagador, igual que el bosque en primavera.
En otro momento de su existencia, el habría cambiado a su forma licantropa en ese mismo instante para saltar y devorar al hombre, solo para descargar su enojo en algo. Pero esa noche no lo iba a hacer, esa noche tenia otra presa que perseguir.
Esa noche el iría detrás de la bella chica que corria entre los arboles del bosque, intentando escapar de su destino con gran velocidad, sin saber que en realidad su destino estaba a punto de alcanzarla.
Lyra:Lyra habia hecho su mejor esfuerzo intentando mantener la calma, sosteniendo con fuerza los pequeños clavos que ocultaba en sus manos. El conductor no tenia ni la menor idea de lo que iba a ocurrir, de lo que le iba a pasar.Ella se habia excusado minutos atrás pidiendo permiso para bajar la ventanilla del auto, estando en el asiento trasero le resulto mas fácil fingir su malestar. Ella culpo de forma descarada a la desafortunada situación, lo cual solo sirvió para que el conductor se apiadara de su situación y le permitiera aquella petición. Aquello solo sirvió para que Lyra sintiera nauseas por engañar a la única persona que la trataba con respeto y amabilidad… pero ¿Qué otra cosa iba a hacer? Necesitaba escapar de inmediato y aquella era la única salida posible que veía.Al cabo de algunos minutos, Lyra saco un brazo por la ventana, fingiendo disfrutar del aire frio que besaba su cuerpo. Cuando el conductor dejo de prestarle atención a su comportamiento, ella hizo lo que teni
Lyra:El viaje de regreso de Lyra fue una completa tortura. Ella recostó la cabeza contra la ventanilla del auto y aguardo con sombria paciencia la llegada del amanecer. Para fortuna o desgracia de ella, el conductor del vehiculo no se habia dado cuenta de su ausencia, por lo que ella pudo regresar sin demasiados protocolos. No demoraron demasiado en retomar el viaje, menos aun con la ayuda extra de ella.Lyra tenia miedo, aunque una parte dentro suyo le advertia que habia sido un error escapar del extraño en el bosque, al fin y al cabo, era mejor morir en el campo, luchando por su vida, a dejar la vida entre las sabanas de un príncipe cruel.Con los labios apretados y la mirada ensombrecida, la mente de Lyra recreo un sinfín de posibles finales para ella. Todos igual de espantosos. De cierta forma, intentaba prepararse para lo peor.—Bueno niña, llegamos—dijo el chofer, mientras detenia el vehiculo frente a una enorme casa en medio del bosque—. Enorgullece a tu manada.Ella le lanzo
Lyra fue la primera en irrumpir en la sala atestada de ancianos con rostros serios y sobrios, quienes la observaban como si no fuera mas que solo un trozo de carne, un bien que fácilmente podría ser reemplazado. De cierta forma, Lyra se sintió inferior en ese preciso instante, sin embargo, rápidamente recordó quien era y el valor de la sangre que corria en sus venas.Ellos eran simples ancianos necios y estirados, amargados por el correr del tiempo, por el contrario, ella era una princesa de un antiguo linaje de licántropos. Su sola presencia representaba un valor superior al de todos los ancianos allí presentes. Por eso, Lyra simplemente se desplazo por el lugar, con la fuerza de una reina y no la de una princesa, sin importar la verdad que escondia.—Espero que el viaje haya sido placentero, princesa—dijo uno de los hombres, el de rostro de perro, con sus cachetes caidos por el correr de los años.Lyra le lanzo una mirada lasciva. Estaba claro que era ese hombre quien ponía las regl
Lyra camino unos cuantos pasos, alejándose lo mas que pudo de la casa y sus habitantes. Estaba cansada, su mente daba miles de vueltas, mientras un pensamiento parecía resurgir de entre las tinieblas con la fuerza de una sudestada. Un mes. El reloj de arena habia comenzado a correr en su contra, y solo le restaban treinta días para encontrar una forma, una manera de ocultar su secreto. Si la descubrían no cabia la menor duda que moriría, aun asi, a lo largo de toda su existencia jamás habia sido capaz de corregir ese maldito defecto de nacimiento. Su mayor condena seria cuando la luna coronara el cielo. No tenia a donde escapar, los lobos estaban por todos lados, parecía a propocito el hecho de que cada salida estuviera bloqueada. El corazón de la loba latia con violencia en el centro de su pecho, mientras buscaba alguna posible salida de la m****a en la que estaba metida… hasta que finalmente la encontró, varios metros por delante se extendia un pequeño lago. Ella era buena nadador
Lyra suspiro ligeramente, mientras se aferraba un poco mas a su taza de café, la cual mantuvo lo mas cerca suyo posible, intentando aferrarse al calor que esta desprendia. Era increíble y sorpresivo el cambio de clima; no estaban tan lejos de su territorio y aun asi, la diferencia de clima se sentía sobre la piel y a través de los huesos. —Es por la tormenta—dijo con tranquilidad Damino, mientras se reclinaba en el respaldo de su silla, mirando mas allá de ella, a través de la ventana. —¿Disculpa?—pregunto ella dándole un sorbo a la bebida, sin poder comprender totalmente a lo que el se referia. El príncipe cruel arrastro su mirada hacia ella, y con una leve sonrisa cansada y algo ladeada respondio: —El frio que sientes es por la tormenta que se aproxima, no tardara demasiado en llegar hasta nosotros… aquí, en este territorio, el clima es demasiado abrupto y cambiante, ya te daras cuenta—. Sin poder evitarlo, Lyra observo a Damino durante algunos instantes, notando el tono mas apl
Cuando la mañana del nuevo dia de su vida llego, los ojos de Lyra se abrieron de manera abrupta, mientras sentía una extraña sensación de calor gratificante recorrer un costado de su cuerpo. Lentamente, al girar su rostro en aquella dirección, se encontró con Damino dormido junto a ella. El pánico la invadio, en ese preciso instante no supo si habia gritado, sacudido su cuerpo o simplemente un gemido ahogado salió de sus labios. Tampoco importaba realmente cual era el motivo, lo que importo fue que Damino se despertó sorprendido y asustado, en guardia y preparado para atacar a quien fuera necesario… pero a su lado, no se encontraba otra persona mas que Lyra, lo cual lo aterro aun mas. —Bueno, al fin se despiertan, ambos tienen el sueño muy pesado—dijo con un tono mordaz y agresivo Aegan, mientras arrastraba su mirada hacia ellos, con las mandíbulas ferozmente apretadas, con la violencia suficiente como para partir un hueso si se lo proponía. Sin poder entender el motivo, las mejilla
Las palabras de Aegan lo habían dejado petrificado y realmente conmocionado. Aquello era imposible, verdaderamente imposible. A lo largo de su vida, Damino jamás habia escuchado aquella locura galopante. ¿Una luna para dos lobos? No, era imposible, lo mas seguro era que Aegan le estuviera mintiendo para evitar que el se uniera a Lyra y se convirtiera el nuevo Alfa de la manada. Una sonrisa serpenteante afloro en sus labios, mientras observaba a Aegan como lo que realmente era… su enemigo. —¿En verdad estan tan desesperado por convertirte en el nuevo Alfa que intentas mentir con estas cosas?—siseo Damino, con una mueca que se asemejaba mas a un gruñido que una sonrisa—. Eres patetico. La mirada fría y cortante del príncipe dorado se mantuvo firme e implacable, mientras sus brazos se cruzaban por encima de su pecho, mostrándose mas autoritario. —Lo supe desde el primer momento en que la vi—comenzó a explicar Aegan—. Senti como si mi cuerpo se destrozara a si mismo, mientras todos mi
Aegan hizo su mejor esfuerzo por intentar sostener la m*****a apariencia de calma y desinteres, pero la verdad era que las palabras de Damino lo habían afectado, en especial las que incluso no habían salido de los labios de su hermano. El príncipe de oro habia visto el modo en que Damino tomo la muñeca de Lyra, y el sentimiento que se habia aglomerado en su corazón filtrándose a travez dde las rendijas de sus ojos. Cuando Aegan noto aquello tuvo que hacer acopio de una fuerza de voluntad que desconocia, para evitar saltar sobre su propio hermano en ese preciso instante. Sin embargo, el deseo de arrancarle la cabeza y asesinarlo se habia convertido en una especie de tambor que hacia latir su corazón con total violencia. —¿Qué te ocurre?—pregunto Lyra, lanzando una mirada hacia el. Aegan la observo y parpadeo, saliendo finalmente de su estado de ensoñación. Solo cuando la fantasia lograba corromper por completo cada rincón de sus pensamientos, era cuando podía descansar de los sentim