Lyra camino unos cuantos pasos, alejándose lo mas que pudo de la casa y sus habitantes. Estaba cansada, su mente daba miles de vueltas, mientras un pensamiento parecía resurgir de entre las tinieblas con la fuerza de una sudestada. Un mes. El reloj de arena habia comenzado a correr en su contra, y solo le restaban treinta días para encontrar una forma, una manera de ocultar su secreto. Si la descubrían no cabia la menor duda que moriría, aun asi, a lo largo de toda su existencia jamás habia sido capaz de corregir ese maldito defecto de nacimiento. Su mayor condena seria cuando la luna coronara el cielo. No tenia a donde escapar, los lobos estaban por todos lados, parecía a propocito el hecho de que cada salida estuviera bloqueada. El corazón de la loba latia con violencia en el centro de su pecho, mientras buscaba alguna posible salida de la m****a en la que estaba metida… hasta que finalmente la encontró, varios metros por delante se extendia un pequeño lago. Ella era buena nadador
Lyra suspiro ligeramente, mientras se aferraba un poco mas a su taza de café, la cual mantuvo lo mas cerca suyo posible, intentando aferrarse al calor que esta desprendia. Era increíble y sorpresivo el cambio de clima; no estaban tan lejos de su territorio y aun asi, la diferencia de clima se sentía sobre la piel y a través de los huesos. —Es por la tormenta—dijo con tranquilidad Damino, mientras se reclinaba en el respaldo de su silla, mirando mas allá de ella, a través de la ventana. —¿Disculpa?—pregunto ella dándole un sorbo a la bebida, sin poder comprender totalmente a lo que el se referia. El príncipe cruel arrastro su mirada hacia ella, y con una leve sonrisa cansada y algo ladeada respondio: —El frio que sientes es por la tormenta que se aproxima, no tardara demasiado en llegar hasta nosotros… aquí, en este territorio, el clima es demasiado abrupto y cambiante, ya te daras cuenta—. Sin poder evitarlo, Lyra observo a Damino durante algunos instantes, notando el tono mas apl
Cuando la mañana del nuevo dia de su vida llego, los ojos de Lyra se abrieron de manera abrupta, mientras sentía una extraña sensación de calor gratificante recorrer un costado de su cuerpo. Lentamente, al girar su rostro en aquella dirección, se encontró con Damino dormido junto a ella. El pánico la invadio, en ese preciso instante no supo si habia gritado, sacudido su cuerpo o simplemente un gemido ahogado salió de sus labios. Tampoco importaba realmente cual era el motivo, lo que importo fue que Damino se despertó sorprendido y asustado, en guardia y preparado para atacar a quien fuera necesario… pero a su lado, no se encontraba otra persona mas que Lyra, lo cual lo aterro aun mas. —Bueno, al fin se despiertan, ambos tienen el sueño muy pesado—dijo con un tono mordaz y agresivo Aegan, mientras arrastraba su mirada hacia ellos, con las mandíbulas ferozmente apretadas, con la violencia suficiente como para partir un hueso si se lo proponía. Sin poder entender el motivo, las mejilla
Las palabras de Aegan lo habían dejado petrificado y realmente conmocionado. Aquello era imposible, verdaderamente imposible. A lo largo de su vida, Damino jamás habia escuchado aquella locura galopante. ¿Una luna para dos lobos? No, era imposible, lo mas seguro era que Aegan le estuviera mintiendo para evitar que el se uniera a Lyra y se convirtiera el nuevo Alfa de la manada. Una sonrisa serpenteante afloro en sus labios, mientras observaba a Aegan como lo que realmente era… su enemigo. —¿En verdad estan tan desesperado por convertirte en el nuevo Alfa que intentas mentir con estas cosas?—siseo Damino, con una mueca que se asemejaba mas a un gruñido que una sonrisa—. Eres patetico. La mirada fría y cortante del príncipe dorado se mantuvo firme e implacable, mientras sus brazos se cruzaban por encima de su pecho, mostrándose mas autoritario. —Lo supe desde el primer momento en que la vi—comenzó a explicar Aegan—. Senti como si mi cuerpo se destrozara a si mismo, mientras todos mi
Aegan hizo su mejor esfuerzo por intentar sostener la m*****a apariencia de calma y desinteres, pero la verdad era que las palabras de Damino lo habían afectado, en especial las que incluso no habían salido de los labios de su hermano. El príncipe de oro habia visto el modo en que Damino tomo la muñeca de Lyra, y el sentimiento que se habia aglomerado en su corazón filtrándose a travez dde las rendijas de sus ojos. Cuando Aegan noto aquello tuvo que hacer acopio de una fuerza de voluntad que desconocia, para evitar saltar sobre su propio hermano en ese preciso instante. Sin embargo, el deseo de arrancarle la cabeza y asesinarlo se habia convertido en una especie de tambor que hacia latir su corazón con total violencia. —¿Qué te ocurre?—pregunto Lyra, lanzando una mirada hacia el. Aegan la observo y parpadeo, saliendo finalmente de su estado de ensoñación. Solo cuando la fantasia lograba corromper por completo cada rincón de sus pensamientos, era cuando podía descansar de los sentim
Lyra grito con desesperación, o al menos eso es lo que intento hacer, antes de que una masa oscura y enorme se lanzara sobre ella. Lo único que logro hacer fue cubrirse el rostro con ambas manos, mientras su corazón latia de una manera increíblemente violenta y desesperada.—¡Mierda!—grito Aegan a su lado, mientras se inclinaba velozmente hacia ella, ayudándola a incorporarse con delicadeza—¿Estas bien, Lyra?Lentamente, pestañeando con dificultad, ella logro salir de su estado de exaltacion, mientras observaba a su alrededor con el corazón apretado de manera violenta. No habia nada ni nadie allí, solo Aegan con un temor desmensurado.—¿Qué ocurrió?—logro articular Lyra.—Un jabalí salvaje de las montañas, eso ocurrió—dijo el, encima de ella, revisando su rostro, brazos y cuerpo, como si fuera capaz de atravesar la piel con su mirada para encontrar allí algún hueso roto o mal herido.Sin embargo, en ese preciso instante, una oración floto a su mente. Unas palabras que su hermano le ha
—¿En verdad no piensas decirme a donde me llevaras?—pregunto Lyra, saltando un pequeño charco de lobo pastoso. Un paso por delante de ella, Aegan quien iba marcando el ritmo de sus pasos, se volvió ligeramente hacia ella por encima de su hombro, obsequiándole una leve sonrisa huidiza. —Claro que no, princesa… ¿Qué gracia tendría si lo hago?—ronroneo el con un entusiasmo poco usual. —Perfecto, estoy siguiendo a un extraño bosque adentro sin saber a donde me lleva—se quejo Lyra—. Podrias estar secuestrándome para matarme. Aegan escupio una risa, mientras reducia el ritmo de sus pasos para colocarse finalmente a su lado, con una sonrisa complice que solo se la dedicaba a ella. A su luna, aunque ella no supiera que lo era. Porque finalmente, luego de todo lo ocurrido minutos atrás, el habia logrado llegar a esa conclusión. Lyra no era la clase de persona capaz de jugar a dos puntas, ni siquiera por poder… no, ella simplemente seguía sus instintos básicos de supervivencia. Lyra habia
Aegan saco su cabeza del agua, con las gotas salpicando sus mechones de cabello húmedo mientras una brillante sonrisa eclipsaba la oscuridad en su mirada. —Cuanto mas tardes en saltar será peor—advirtió el a Lyra, con una mirada brillante. —Ya estaría en el agua si no me hubieras dicho que estaba helada, tonto—se quejo ella, mientras tiraba de los bordes de su remera hacia abajo, cubriendo su ropa interior mientras sopesaba por cuarta vez aquella estúpida idea. Una parte dentro suyo estaba enfadada por haberle hecho caso a Aegan y seguirlo hasta allí; era esa misma parte la que le suplicaba con desesperación volver a la casa y quedarse tranquila allí, segura. Sin embargo, Lyra también tenia que confesar que aquella situación le generaba cierta adrenalina, una que la hacía sentir viva. En toda su vida, ella jamás había tenido la oportunidad de decidir absolutamente nada. Lyra se había convertido en la muñeca perfecta de sus padres. Sin embargo, para convertirse en eso ella había sac