Lyra:
Lyra habia hecho su mejor esfuerzo intentando mantener la calma, sosteniendo con fuerza los pequeños clavos que ocultaba en sus manos. El conductor no tenia ni la menor idea de lo que iba a ocurrir, de lo que le iba a pasar.
Ella se habia excusado minutos atrás pidiendo permiso para bajar la ventanilla del auto, estando en el asiento trasero le resulto mas fácil fingir su malestar. Ella culpo de forma descarada a la desafortunada situación, lo cual solo sirvió para que el conductor se apiadara de su situación y le permitiera aquella petición. Aquello solo sirvió para que Lyra sintiera nauseas por engañar a la única persona que la trataba con respeto y amabilidad… pero ¿Qué otra cosa iba a hacer? Necesitaba escapar de inmediato y aquella era la única salida posible que veía.
Al cabo de algunos minutos, Lyra saco un brazo por la ventana, fingiendo disfrutar del aire frio que besaba su cuerpo. Cuando el conductor dejo de prestarle atención a su comportamiento, ella hizo lo que tenia que hacer.
Haciendo uso de todas sus fuerzas, Lyra arrojo los pequeños metales por delante del camino, a la altuna perfecta en la que sabia, la camioneta colisionaría contra estos. Y asi fue.
Se escucho una explosión sonora, y el conductor perdió el control de la camioneta durante algunos instantes en los que decidio detenerla por completo. Solo fue necesario que el bajara y le diera una mirada a la situación para llegar a una conclusión:
—Baja de la camioneta, niña—dijo el pasando una mano por su cabeza calba—. Pinchamos y debere cambiarla lo antes posible… tengo indicaciones de llevarte a la casa de los alfa antes del amanecer.
El hombre dio una ultima mirada al neumatico antes de fruncir el ceño:
>—Sera que me ponga a trabajar de inmediato. ¿Tu puedes quedarte aquí junto?
Las palabras, aquellas simples palabras totalmente ordinarias para cualquier otra persona, para Lyra eran un sueño hecho realidad. Eso era libertad, para ella y su vida… libertad para sus sueños y anhelos. Lo iba a conseguir, ella conseguiría todo.
Luchando con el temblor y la anciedad que sacudia todo su cuerpo, Lyra habia salido de la camioneta, parándose junto a esta durante algunos minutos. Esperando el momento perfecto que el el conductor se distrajera, en que el la perdiera de vista.
Y como todo aquel que espera lo consigue, Lyra obtuvo la oportunidad perfecta para escapar y sin dudarlo la tomo.
Lyra se escabullo entre los pinos del bosque, corriendo a gran velocidad, sintiendo como el aire fresco invadia sus pulmones llenándola de energía, la suficiente para lograr poner la mayor distancia posible entre ella y el conductor. Entre ella y su destino.
Pero el destino ya habia comenzado una carrera hacia ella, y se aproximaba a gran velocidad. Sin embargo ella no lo supo. De haber podido dominar su lado licántropo, su sentido del olfato mas desarrollado le habría advertido que Aegan estaba allí también, corriendo justo hacia ella.
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Aegan:
Hacia mucho tiempo que el no se sentía asi, tan vivo, tan fresco desenfrenado y extasiado. Una euforia plena recorria su cuerpo completamente, guiando con firmeza cada uno de sus movimientos, como si estuviera sumido en el mas maravilloso de los sueños. Pero no era un sueño, no sin dudas no lo era.
Conforme el sentía que se aproximaba mas y mas a su presa, el deseo iba en aumento, asi como también el frenesi incontrolable de su lobo interior. Este le rogaba salir, mostrarse al mundo y tomar aquella caseria como suya, pero Aegon era muy inteligente y comprendía perfectamente aquel estado. Si el asumia su forma licantropa en ese preciso instante, sin lugar a dudas no podría controlarse a si mismo ni al lobo, el daría rienda suelta a una masacre. A un oscuro y visceral festin de sangre, garras y dolor.
En un punto de su existencia aquello lo habría deleitado y fasinado, y sin lugar a dudas habría sedido a esos impulsos naturales sin siquiera pensarcelo. Pero ahora las cosas eran diferentes, el era diferentes. Una parte dentro suyo le advertia que tenia que actuar de otro modo. Algo importante estaba por ocurrir.
Cesgado por aquel pensamiento, Aegan no tardo demasiado en acortar la distancia que lo separaba de ella, sin embargo no pudo imaginar jamás aquello, ni en su mas maravilloso sueño.
Ella lo escucho llegar cuando estaba a poco mas de cicno metros de distancia. Se habia dado vuelta hacia el en medio del bosque, con la luz de la luna iluminándola totalmente como si se tratara de la elegida. Aegan se detuvo allí mismo, contemplándola sin habla. Era preciosa, y no de un modo físico. Habia algo en ella, algo en su manera de mirar que se lo dijo.
—¿Quién eres?—dijo ella, adoptando una posición defensiva, como si ella fuera capaz de defenderse de el.
Aegan ahogo la risa que escalaba por su garganta, mientras contemplaba la dura mirada que ella le dedicaba. Una clara sentencia de que moriría si se atrevia a avanzar un paso mas en su dirección. Durante algunos instantes el deseo de provarla, de ver de que seria capaz lo invadio, se apodero totalmente de el.
Pero fue la mirada de ella, aquellos ojos verdes como esmeraldas que parecian brillar con mayor intensidad en plena oscuridad. Sin lugar a dudas no habia nada humano en ella, y eso le encanto.
Aegan no se atrevio adecirlo o tan siquiera pensarlo dos veces. Pero al menos una vez, el pensamiento paso por su cabeza: Era ella.
La luna se la habia enviado por algo, por algún condenado motivo la luna acababa de cruzarla en su camino. Pero ahora el no podía pensar en eso, Aegan tenia que concentrarse.
—Soy el príncipe dorado—dijo el, haciendo alusión a un absurdo apodo que se habia ganado en uno de sus viajes.
—¿Principe?—pregunto ella frunciendo ligeramente el ceño, mientras mantenía con firmeza sus defensas elevadas, bien dispuesta a defenderse o atacar si era necesario—. ¿Principe de que?
Por un segundo, por un maldito segundo, el estuvo a punto de escupir el maldito nombre de su clan, de su tribu, de la manada en la que su padre habia reinado durante cuatro largas décadas. Pero se arrepintió al instante. Ella no necesitaba saber quien era el, no realmente, menos aun sabiendo todos los horrores por los que era conocida su gente. La palabra cruel parecía vana y bulgar en comparación con las vilesas de las que se los acusaban. Pero Aegan sabia que eso no era verdad, al fin y al cabo, la historia tiene mas de una forma de escribirse y ser contada.
—Principe del bosque—ronroneo el, mientras se aproximaba a un arbusto cercano y arrancaba un par de ramas para formar una especie de diadema que coloco en su cabeza—¿Acaso no ves mi corona?
Aegan se sintió completamente estupido haciendo aquello, pero un par de latidos de corazón mas tarde, cuando la extraña se rio y el pudo notar aquella sonrisa, comprendio que estaba jodido. El iba a hacer cualquier m*****a cosa que estuviera en su poder para ver esa risa otra vez.
>—¿Y cual es tu nombre?—dijo el arrastrando las palabras, deseoso de saber el nombre de aquella magnifica criatura. Sin embargo, la duda se apodero de las facciones de ella.
En ese preciso instante, Aegan comprendio lo que estaba ocurriendo, ella estaba escapando y no le diría su nombre, al menos no el real. El miedo y la necesidad de protegerla se apoderaron de el, mientras pensaba en posibles excusas para convencerla de que lo acompañara.
—No tengo nombre—respondio finalmente ella. Aegan suspiro con cierto alivio, al comprender que ella no le diría su verdadero nombre, pero tampoco tenia pensado engañarlo al respecto.
Aegan deslizo las manos en sus bolsillos, intentando aparentar tranquilidad y calma, mientras sentía como su corazón rebozaba de desesperación. Necesitaba retrasar aquel momento mientras pensaba en algo, en alguna opción.
—¿Es difícil pensar un nombre cuando acabas de escapar?—solto finalmente el con aparente tranquilidad, mientras sentía su corazón latiendo con la misma violencia que mil truenos—. Te recomiendo tener un nombre en mente, para evitar estos momentos… por lo general las personas no suelen demorar tanto en recordar sus nombres.
—Lo dice el rey del bosque—se burlo ella con una lengua de plata.
El sonrio, feliz, satisfecho de saber que aparte de belleza aquella mujer tenia cerebro, astucia y agallas. Sin lugar a dudas era una combinación perfectamente infernal.
—Principe… para ser rey tendría que tener una reina, y aun no consigno una—ronroneo el con una voz de medianoche, mientras dejaba que su mirada dorada serpenteara por el cuerpo de ella.
Las mejillas de la extraña se tiñeron de rosa y luego de rojo, pero no fue por vergüenza, sino ante el enojo por la mirada que el le acababa de obsequiar.
Fue entonces cuando Aegan lo decidio, esa mujer tenia que ser su reina, su loba, su compañera. No podía ser otra, era ella sin lugar a dudas, su corazón se lo decía. Pero no podía haber llegado a su vida en un peor momento.
Al dia siguiente, el iría a su manada y teñiría la tierra de rojo con la sangre de su hermano y cualquier aliado que el tuviera. Reclamaria la corona para si mismo sin importarle las consecuencias, pero sin lugar a dudas, el no deseaba que ella presenciara la situación. Si en ese momento le despreciaba, si veía el baño de sangre su imagen de el quedaría arruinada para siempre.
Ahora la conocía, conocía su rostro y su voz. Ahora el podía encontrarla, ya tenia su aroma.
Necesitaba que ella estuviera a salvo, protegida, y de cierta manera, entendia que el hombre de la camioneta estaba allí para protegerla. Entonces tomo la decisión, la iba a asustar.
>—Te propongo una cosa, cariño… contare hasta diez y te dare el tiempo suficiente para que escapes de mi—comenzó a decir el con una sonrisa que poco a poco se iba tornando cruel.
>—Cuando llegue a cero me abre transformado por completo y te cazare… cuando te tenga en mi poder habrá dos opciones.
>—Te hare mia… o destrozare cada trozo de tu cuerpo con mis dientes.
La expresión en el rostro de la extraña cambio, volviéndose palida. A el le dolio aquello, mas de lo que se atrevería a admitir, pero era lo mejor para ella, la única manera de asegurarse de que estaría a salvo hasta que finalmente pudiera ir por ella. Porque el volvería a buscarla y le explicaría todo, dejaría de lado las mascaras y por primera vez en su vida seria honesto y autentico con alguien.
Pero no esa noche. Por una única vez, el la engañaría.
>—Uno—comenzó a contar, mientras su mirada se volvía mas brillante y sus caninos se alargaban.
Sin pensarlo dos veces, ella se dio le media vuelta y comenzó a correr, rumbo a la camioneta, puesto que esa era la única opción que Aegan le habia dejado para escapar.
Le dolio demasiado verla alejarse, pero sabia que la volvería a ver.
Lo que el príncipe dorado no sabia, era que seria al dia siguiente, en la boda de su hermano.
Lyra:El viaje de regreso de Lyra fue una completa tortura. Ella recostó la cabeza contra la ventanilla del auto y aguardo con sombria paciencia la llegada del amanecer. Para fortuna o desgracia de ella, el conductor del vehiculo no se habia dado cuenta de su ausencia, por lo que ella pudo regresar sin demasiados protocolos. No demoraron demasiado en retomar el viaje, menos aun con la ayuda extra de ella.Lyra tenia miedo, aunque una parte dentro suyo le advertia que habia sido un error escapar del extraño en el bosque, al fin y al cabo, era mejor morir en el campo, luchando por su vida, a dejar la vida entre las sabanas de un príncipe cruel.Con los labios apretados y la mirada ensombrecida, la mente de Lyra recreo un sinfín de posibles finales para ella. Todos igual de espantosos. De cierta forma, intentaba prepararse para lo peor.—Bueno niña, llegamos—dijo el chofer, mientras detenia el vehiculo frente a una enorme casa en medio del bosque—. Enorgullece a tu manada.Ella le lanzo
Lyra fue la primera en irrumpir en la sala atestada de ancianos con rostros serios y sobrios, quienes la observaban como si no fuera mas que solo un trozo de carne, un bien que fácilmente podría ser reemplazado. De cierta forma, Lyra se sintió inferior en ese preciso instante, sin embargo, rápidamente recordó quien era y el valor de la sangre que corria en sus venas.Ellos eran simples ancianos necios y estirados, amargados por el correr del tiempo, por el contrario, ella era una princesa de un antiguo linaje de licántropos. Su sola presencia representaba un valor superior al de todos los ancianos allí presentes. Por eso, Lyra simplemente se desplazo por el lugar, con la fuerza de una reina y no la de una princesa, sin importar la verdad que escondia.—Espero que el viaje haya sido placentero, princesa—dijo uno de los hombres, el de rostro de perro, con sus cachetes caidos por el correr de los años.Lyra le lanzo una mirada lasciva. Estaba claro que era ese hombre quien ponía las regl
Lyra camino unos cuantos pasos, alejándose lo mas que pudo de la casa y sus habitantes. Estaba cansada, su mente daba miles de vueltas, mientras un pensamiento parecía resurgir de entre las tinieblas con la fuerza de una sudestada. Un mes. El reloj de arena habia comenzado a correr en su contra, y solo le restaban treinta días para encontrar una forma, una manera de ocultar su secreto. Si la descubrían no cabia la menor duda que moriría, aun asi, a lo largo de toda su existencia jamás habia sido capaz de corregir ese maldito defecto de nacimiento. Su mayor condena seria cuando la luna coronara el cielo. No tenia a donde escapar, los lobos estaban por todos lados, parecía a propocito el hecho de que cada salida estuviera bloqueada. El corazón de la loba latia con violencia en el centro de su pecho, mientras buscaba alguna posible salida de la m****a en la que estaba metida… hasta que finalmente la encontró, varios metros por delante se extendia un pequeño lago. Ella era buena nadador
Lyra suspiro ligeramente, mientras se aferraba un poco mas a su taza de café, la cual mantuvo lo mas cerca suyo posible, intentando aferrarse al calor que esta desprendia. Era increíble y sorpresivo el cambio de clima; no estaban tan lejos de su territorio y aun asi, la diferencia de clima se sentía sobre la piel y a través de los huesos. —Es por la tormenta—dijo con tranquilidad Damino, mientras se reclinaba en el respaldo de su silla, mirando mas allá de ella, a través de la ventana. —¿Disculpa?—pregunto ella dándole un sorbo a la bebida, sin poder comprender totalmente a lo que el se referia. El príncipe cruel arrastro su mirada hacia ella, y con una leve sonrisa cansada y algo ladeada respondio: —El frio que sientes es por la tormenta que se aproxima, no tardara demasiado en llegar hasta nosotros… aquí, en este territorio, el clima es demasiado abrupto y cambiante, ya te daras cuenta—. Sin poder evitarlo, Lyra observo a Damino durante algunos instantes, notando el tono mas apl
Cuando la mañana del nuevo dia de su vida llego, los ojos de Lyra se abrieron de manera abrupta, mientras sentía una extraña sensación de calor gratificante recorrer un costado de su cuerpo. Lentamente, al girar su rostro en aquella dirección, se encontró con Damino dormido junto a ella. El pánico la invadio, en ese preciso instante no supo si habia gritado, sacudido su cuerpo o simplemente un gemido ahogado salió de sus labios. Tampoco importaba realmente cual era el motivo, lo que importo fue que Damino se despertó sorprendido y asustado, en guardia y preparado para atacar a quien fuera necesario… pero a su lado, no se encontraba otra persona mas que Lyra, lo cual lo aterro aun mas. —Bueno, al fin se despiertan, ambos tienen el sueño muy pesado—dijo con un tono mordaz y agresivo Aegan, mientras arrastraba su mirada hacia ellos, con las mandíbulas ferozmente apretadas, con la violencia suficiente como para partir un hueso si se lo proponía. Sin poder entender el motivo, las mejilla
Las palabras de Aegan lo habían dejado petrificado y realmente conmocionado. Aquello era imposible, verdaderamente imposible. A lo largo de su vida, Damino jamás habia escuchado aquella locura galopante. ¿Una luna para dos lobos? No, era imposible, lo mas seguro era que Aegan le estuviera mintiendo para evitar que el se uniera a Lyra y se convirtiera el nuevo Alfa de la manada. Una sonrisa serpenteante afloro en sus labios, mientras observaba a Aegan como lo que realmente era… su enemigo. —¿En verdad estan tan desesperado por convertirte en el nuevo Alfa que intentas mentir con estas cosas?—siseo Damino, con una mueca que se asemejaba mas a un gruñido que una sonrisa—. Eres patetico. La mirada fría y cortante del príncipe dorado se mantuvo firme e implacable, mientras sus brazos se cruzaban por encima de su pecho, mostrándose mas autoritario. —Lo supe desde el primer momento en que la vi—comenzó a explicar Aegan—. Senti como si mi cuerpo se destrozara a si mismo, mientras todos mi
Aegan hizo su mejor esfuerzo por intentar sostener la m*****a apariencia de calma y desinteres, pero la verdad era que las palabras de Damino lo habían afectado, en especial las que incluso no habían salido de los labios de su hermano. El príncipe de oro habia visto el modo en que Damino tomo la muñeca de Lyra, y el sentimiento que se habia aglomerado en su corazón filtrándose a travez dde las rendijas de sus ojos. Cuando Aegan noto aquello tuvo que hacer acopio de una fuerza de voluntad que desconocia, para evitar saltar sobre su propio hermano en ese preciso instante. Sin embargo, el deseo de arrancarle la cabeza y asesinarlo se habia convertido en una especie de tambor que hacia latir su corazón con total violencia. —¿Qué te ocurre?—pregunto Lyra, lanzando una mirada hacia el. Aegan la observo y parpadeo, saliendo finalmente de su estado de ensoñación. Solo cuando la fantasia lograba corromper por completo cada rincón de sus pensamientos, era cuando podía descansar de los sentim
Lyra grito con desesperación, o al menos eso es lo que intento hacer, antes de que una masa oscura y enorme se lanzara sobre ella. Lo único que logro hacer fue cubrirse el rostro con ambas manos, mientras su corazón latia de una manera increíblemente violenta y desesperada.—¡Mierda!—grito Aegan a su lado, mientras se inclinaba velozmente hacia ella, ayudándola a incorporarse con delicadeza—¿Estas bien, Lyra?Lentamente, pestañeando con dificultad, ella logro salir de su estado de exaltacion, mientras observaba a su alrededor con el corazón apretado de manera violenta. No habia nada ni nadie allí, solo Aegan con un temor desmensurado.—¿Qué ocurrió?—logro articular Lyra.—Un jabalí salvaje de las montañas, eso ocurrió—dijo el, encima de ella, revisando su rostro, brazos y cuerpo, como si fuera capaz de atravesar la piel con su mirada para encontrar allí algún hueso roto o mal herido.Sin embargo, en ese preciso instante, una oración floto a su mente. Unas palabras que su hermano le ha