Damino intento mantener su mirada firme en el anciano que tenia delante suyo, aunque las palabras que le acababa de escupir sin lugar a dudas lo estaban aniquilando. Lo peor de todo, es que esa noche habia luna llena. ¿Por qué demonios no escogieron otra noche para darle aquella terrible noticia?
Toda su vida el habia deseado una sola cosa, un único propósito, casarse por amor una vez que encontrara a su luna… su compañera. Pero a la vida le gustaba jugar malas pasadas y reírse en la cara de los soñadores.
—¿Entiendes lo que digo, Damino?—volvió a hablar el anciano con severa autoridad—. Necesitamos que te cases, y la princesa del clan enemigo es la mejor opción para eso.
Damino apreto los dientes con rabia, dejandolos a punto de estallar, mientras luchaba por contener al lobo que aullaba desenfrenado en su interior. Sin lugar a dudas esa iba a ser una noche muy larga.
Desde la muerte de su padre, hacia casi dos años, el se habia convertido en el Alfa mas joven de una manada a sus veinticinco años… ahora, dos años después, la muerte de su padre le seguía pareciento brutalmente dolorosa.
Según muchos decían, el habia muerto por un ataque humano durante la luna llena, aunque todos sabían perfectamente que los humanos jamás podrían haber acabado con su vida. Damino, muy lejos de aceptar aquella mentira, seguía sosteniendo una única teoría. El habia sido asesinado por la manada enemiga… la misma con la que ahora lo querían unir.
Ante el recuerdo de ese hecho, el príncipe licántropo no pudo contener mas la rabia que hacia hervir la sangre en sus venas y escupio:
—No pienso casarme con una princesa en cuyas manos corre la sangre de mi padre—la mirada dorada de Damino era abrasadora y brutalmente intensa.
A otros, a cualquier otra persona en el mundo, el tono y la mirada cargada de odio del príncipe lo habría enviado corriendo de regreso a casa. Pero no a ese anciano, curtido en el fuego de la guerra y el combate. Ante los ojos del anciano, el príncipe no era mas que un niño caprichoso haciendo una rabieta… y el, sin lugar a dudas, no toleraba las rabietas.
—Mas te vale comportarte, muchachito desagradecido… lo tienes todo, una corona en tu cabeza y una manada fuerte y fiel, pero eso no durara mucho una vez que mueras sin dejar un heredero—gruño el anciano, con un tono demandante, haciendo que los hombres allí se inclinaran levemente hacia atrás, sorprendidos y temerosos.
Pero Damino no dejaría el brazo a torcer. El se incorporo, dejando a relucir sus brazos tatuados con los símbolos de su manada, símbolos de honor y grandeza, los cuales solo lograban realzarse en contraste con su piel besada por el sol y su cabello tan oscuro como una noche sin estrellas.
—¿Y si me niego a concebir un heredero natural?—ronroneo el príncipe, desfiando a las máximas figuras de autoridad, aquel circulo de antiguos Alfas—. Se sabe, en la historia de las tribus, que muchos Alfas heredan su corona a otros miembros de la tribu que demuestren fuerza y fortaleza. Planeo hacer lo mismo.
La idea de tener un hijo con una mujer que no fuera su compañera… le parecía atroz, simplemente espeluznantemente horrorozo. Una parte dentro suyo le gritaba que aquello seria semejante a la traición. Algo que sin lugar a dudas no aceptaría en su vida.
El honor, el deber y la lealtad eran dones que lo caracterizaban, y no pensaba incumplirlos en ese preciso instante.
Sin embargo, el anciano sonrio de una manera cruel y despiadada. La sonrisa de un hombre que sabia perfectamente que era lo que iba a decir.
—En ese caso, príncipe, el circulo de Alfas se niega el derecho a reconocerlo como líder de nuestra manada—ronroneo el anciano, con un deleite maquiavélico, mientras se regodeaba en la desesperación que comenzaba a aflorar en las facciones de Damino.
El príncipe parpadeo perplejo, sintiendo el debastador impacto de aquellas palabras como si lo estuvieran hiriendo de muerte. Damino amaba a su pueblo, su gente y su corona; la corona que una vez habia sido de su padre y ahora, con mucho orgullo, el la portaba. Pero todos sus sueños, sus deseos y anhelos, ahora pendían de un fino y muy delicado hilo… meciéndose en el viento.
—¿Y quien estará a la altura de tomar mi lugar?—demando el príncipe con la mirada clavada en el anciano. Aunque ya sabia la respuesta a su torturadora pregunta.
—Aegan tomara tu lugar. Despues de todo, el tiene tanta sangre real en sus venas como tu—respondio el anciano, sabiendo perfectamente que sus palabras serian semejantes a disparos con plata para el príncipe.
Y no estaba equivocado. Damino contuvo la respiración con notable dificultad, mientras luchaba por no caer de rodillas ante ese grupo de monstruos crueles y despiadados. Aegan, su hermano, habia sido el primero en traicionarlos al romper el corazón de su padre.
El habia escogido otro camino, lejos de la manada. Desde siempre habia sido el renegado de la familia, sin embargo, desde que descubrió que seria Damino quien portaría la corona, su comportamiento fue de mal en peor, hasta que finalmente decidio emprender su propio camino en busca de lo que mas amaba. Poder.
—Para coronarlo tendrían que encontrarlo primero—escupio Damino con repudio, sintiendo la traición de aquellos hombres desalmados.
—Ya lo encontramos, cerca de Finlandia—dijo otro anciano a su lado con total desden ante la situación, sin un ápice de emoción o sentimiento hacia el príncipe caido.
Las palabras se atascaron en la garganta de Damino, mientras observaba la situación ante sus ojos. Todo era una pesadilla oscura y vil, una pesadilla de la cual parecía no poder escapar. Aquello era, sin lugar a dudas, traición. La traición mas cruel y despiadada posible… pero, aunque a su orgullo le costara admitirlo, no tenia otra opción.
Su corona estaba en juego, su trono peligraba. El odiaba mucho mas a su hermano que a una tonta princesa enemiga. Por eso tomo la decisión.
—Lo voy a hacer, me casare con la princesa—dijo el con tono aspero y cortante—. Pueden hacer que venga cuando se les de la gana.
Abatido por prinunciar aquellas palabras y renunciar finalmente al amor, el príncipe comenzó a darse la vuelta, mientras intentaba alejarse lo mas posible de esa situación. Sin embargo, el anciano al frente de aquel grupo volvió a hablar:
—La princesa ya fue informada sobre su matrimonio y esta en camino—escupio el anciano. Y al notar la sorpresa dibujada en el rostro de Damino aclaro—. Si no se casaba con usted lo iba a hacer con su hermano, quien ya habia aceptado la oferta y esta en camino… como dije una vez, príncipe, nadie es irremplasable.
Damino sostuvo la mirada de aquel hombre despreciablemente cruel durante algunos instantes, antes de simplemente darse media vuleta y marcharse del lugar. Ahora el tiempo corria en su contra. Como mucho tenia un dia… un dia para encontrar a su luna y desposarla, antes de que llegara la princesa y su vida se viera condenada a una existencia sin amor.
Porque, sin lugar a dudas, jamás llegaría a amarla. No lo suficiente como a su luna.
Lyra apreto la cara contra sus manos, mientras intentaba sofocar el llanto descomunal que escalaba por su garganta. La habían condenado, toda su existencia habia sido arruinada. Iban a desposarla.Ella habia gritado, suplicado e implorado a su padre negar la boda, pero el hombre se habia encaprichado con unirla a ese príncipe cruel. El príncipe cruel, asi era conocido Damino fuera de los limites de su territorio.Un Alfa cruel, despiadado y orgulloso de su propia manada, sin una pizca de conmiseración hacia los demás. Eso le aterraba a Lyra. Si bien, ella sabia que tarde o temprano la acabarían sometiendo a un casamiento sin amor, jamás logro tan siquiera imaginar que su futuro esposo seria el príncipe Damino. Los rumores que existían alrededor de el eran demasiado aterradores y horribles como para ignorarlos.—Por favor… no quiero casarme con el—suplico una ultima vez Lyra a su madre, quien se encontraba de pie con los brazos cruzados sobre su pecho, dedicándole una mirada severa—. T
Lyra:Lyra habia hecho su mejor esfuerzo intentando mantener la calma, sosteniendo con fuerza los pequeños clavos que ocultaba en sus manos. El conductor no tenia ni la menor idea de lo que iba a ocurrir, de lo que le iba a pasar.Ella se habia excusado minutos atrás pidiendo permiso para bajar la ventanilla del auto, estando en el asiento trasero le resulto mas fácil fingir su malestar. Ella culpo de forma descarada a la desafortunada situación, lo cual solo sirvió para que el conductor se apiadara de su situación y le permitiera aquella petición. Aquello solo sirvió para que Lyra sintiera nauseas por engañar a la única persona que la trataba con respeto y amabilidad… pero ¿Qué otra cosa iba a hacer? Necesitaba escapar de inmediato y aquella era la única salida posible que veía.Al cabo de algunos minutos, Lyra saco un brazo por la ventana, fingiendo disfrutar del aire frio que besaba su cuerpo. Cuando el conductor dejo de prestarle atención a su comportamiento, ella hizo lo que teni
Lyra:El viaje de regreso de Lyra fue una completa tortura. Ella recostó la cabeza contra la ventanilla del auto y aguardo con sombria paciencia la llegada del amanecer. Para fortuna o desgracia de ella, el conductor del vehiculo no se habia dado cuenta de su ausencia, por lo que ella pudo regresar sin demasiados protocolos. No demoraron demasiado en retomar el viaje, menos aun con la ayuda extra de ella.Lyra tenia miedo, aunque una parte dentro suyo le advertia que habia sido un error escapar del extraño en el bosque, al fin y al cabo, era mejor morir en el campo, luchando por su vida, a dejar la vida entre las sabanas de un príncipe cruel.Con los labios apretados y la mirada ensombrecida, la mente de Lyra recreo un sinfín de posibles finales para ella. Todos igual de espantosos. De cierta forma, intentaba prepararse para lo peor.—Bueno niña, llegamos—dijo el chofer, mientras detenia el vehiculo frente a una enorme casa en medio del bosque—. Enorgullece a tu manada.Ella le lanzo
Lyra fue la primera en irrumpir en la sala atestada de ancianos con rostros serios y sobrios, quienes la observaban como si no fuera mas que solo un trozo de carne, un bien que fácilmente podría ser reemplazado. De cierta forma, Lyra se sintió inferior en ese preciso instante, sin embargo, rápidamente recordó quien era y el valor de la sangre que corria en sus venas.Ellos eran simples ancianos necios y estirados, amargados por el correr del tiempo, por el contrario, ella era una princesa de un antiguo linaje de licántropos. Su sola presencia representaba un valor superior al de todos los ancianos allí presentes. Por eso, Lyra simplemente se desplazo por el lugar, con la fuerza de una reina y no la de una princesa, sin importar la verdad que escondia.—Espero que el viaje haya sido placentero, princesa—dijo uno de los hombres, el de rostro de perro, con sus cachetes caidos por el correr de los años.Lyra le lanzo una mirada lasciva. Estaba claro que era ese hombre quien ponía las regl
Lyra camino unos cuantos pasos, alejándose lo mas que pudo de la casa y sus habitantes. Estaba cansada, su mente daba miles de vueltas, mientras un pensamiento parecía resurgir de entre las tinieblas con la fuerza de una sudestada. Un mes. El reloj de arena habia comenzado a correr en su contra, y solo le restaban treinta días para encontrar una forma, una manera de ocultar su secreto. Si la descubrían no cabia la menor duda que moriría, aun asi, a lo largo de toda su existencia jamás habia sido capaz de corregir ese maldito defecto de nacimiento. Su mayor condena seria cuando la luna coronara el cielo. No tenia a donde escapar, los lobos estaban por todos lados, parecía a propocito el hecho de que cada salida estuviera bloqueada. El corazón de la loba latia con violencia en el centro de su pecho, mientras buscaba alguna posible salida de la m****a en la que estaba metida… hasta que finalmente la encontró, varios metros por delante se extendia un pequeño lago. Ella era buena nadador
Lyra suspiro ligeramente, mientras se aferraba un poco mas a su taza de café, la cual mantuvo lo mas cerca suyo posible, intentando aferrarse al calor que esta desprendia. Era increíble y sorpresivo el cambio de clima; no estaban tan lejos de su territorio y aun asi, la diferencia de clima se sentía sobre la piel y a través de los huesos. —Es por la tormenta—dijo con tranquilidad Damino, mientras se reclinaba en el respaldo de su silla, mirando mas allá de ella, a través de la ventana. —¿Disculpa?—pregunto ella dándole un sorbo a la bebida, sin poder comprender totalmente a lo que el se referia. El príncipe cruel arrastro su mirada hacia ella, y con una leve sonrisa cansada y algo ladeada respondio: —El frio que sientes es por la tormenta que se aproxima, no tardara demasiado en llegar hasta nosotros… aquí, en este territorio, el clima es demasiado abrupto y cambiante, ya te daras cuenta—. Sin poder evitarlo, Lyra observo a Damino durante algunos instantes, notando el tono mas apl
Cuando la mañana del nuevo dia de su vida llego, los ojos de Lyra se abrieron de manera abrupta, mientras sentía una extraña sensación de calor gratificante recorrer un costado de su cuerpo. Lentamente, al girar su rostro en aquella dirección, se encontró con Damino dormido junto a ella. El pánico la invadio, en ese preciso instante no supo si habia gritado, sacudido su cuerpo o simplemente un gemido ahogado salió de sus labios. Tampoco importaba realmente cual era el motivo, lo que importo fue que Damino se despertó sorprendido y asustado, en guardia y preparado para atacar a quien fuera necesario… pero a su lado, no se encontraba otra persona mas que Lyra, lo cual lo aterro aun mas. —Bueno, al fin se despiertan, ambos tienen el sueño muy pesado—dijo con un tono mordaz y agresivo Aegan, mientras arrastraba su mirada hacia ellos, con las mandíbulas ferozmente apretadas, con la violencia suficiente como para partir un hueso si se lo proponía. Sin poder entender el motivo, las mejilla
Las palabras de Aegan lo habían dejado petrificado y realmente conmocionado. Aquello era imposible, verdaderamente imposible. A lo largo de su vida, Damino jamás habia escuchado aquella locura galopante. ¿Una luna para dos lobos? No, era imposible, lo mas seguro era que Aegan le estuviera mintiendo para evitar que el se uniera a Lyra y se convirtiera el nuevo Alfa de la manada. Una sonrisa serpenteante afloro en sus labios, mientras observaba a Aegan como lo que realmente era… su enemigo. —¿En verdad estan tan desesperado por convertirte en el nuevo Alfa que intentas mentir con estas cosas?—siseo Damino, con una mueca que se asemejaba mas a un gruñido que una sonrisa—. Eres patetico. La mirada fría y cortante del príncipe dorado se mantuvo firme e implacable, mientras sus brazos se cruzaban por encima de su pecho, mostrándose mas autoritario. —Lo supe desde el primer momento en que la vi—comenzó a explicar Aegan—. Senti como si mi cuerpo se destrozara a si mismo, mientras todos mi