El príncipe Lyam, estaba muy emocionado al saber que su Luna destinada, estaba en casa, aunque no esperaba que llegara de esa manera tan trágica, sabía que en cualquier momento estaría ahí, muy cerca de él. Estaba al tanto de ello, pues por las noches soñaba con ella, sentía su aroma dulce a pesar de la gran distancia que los separaba, aún siendo un niño, conocía de la profecía. Su madre antes de morir, se lo había anunciado en un sueño, a decir verdad, muy parecido a los que solía tener con Sarah. Esa noche, aunque hizo muchas preguntas que su nana Dorys no le contestó, durmió con una sonrisa dibujada en los labios, al punto de olvidarse de la existencia del otro niño que habia llegado con su esperada Luna. Por su parte, Ian y Sarah, dormían en la habitación de la otra ala de la casa, aunque al principio el cansancio los venció, durante la madrugada, ninguno de los dos podía dormir, pues las pesadillas, se apoderaron de su tranquilidad. «Mamita, no por favor no me sueltes, no me
Sus manos temblaron un poco. Él sabía que en cualquier momento, ella llegaría, solo que no estaba del todo seguro para cuando sería. De pronto, el rastro de su olor lo hubo perdido, por lo que no sabía, cuando la vería de frente. Los nervios casi lo traicionaban, sus palabras no terminaban de salir, siquiera para saludarla o para invitarla a que probara el atol que les había hecho su nana para desayunar.Todo era muy confuso para Lyam, mientras que para Sarah todo parecía ser más sencillo de lo que parecía.―¡Hola! Yo soy Sarah ―le dice mirándolo mientras sonríe ―Y él, es mi hermanito Ian.―¡Ho.. Ho.. Hola! Sa... Sarah, ehh, sí, ya saludé a tu hermano, Yo soy, Lyam ―le dice titubeando un poco.―¡Hola, Lyam! Es un gusto conocerte, espero que podamos ser buenos amigos ―comenta Ian antes de probar bocado. ―Por cierto, esto está delicioso señora, muchas gracias.―A la orden mi muchachito, veo que te ha gustado el atol acanelado ―responde Dorys, sonrojada.―Espero que sí, es más, estoy seg
Los niños aprovecharon que el día estaba claro, alegre y hasta parecía mágico, para salir a dar una vuelta por los alrededores, tal y como Dorys y el Rey Alfa, lo habían dispuesto. Era una buena idea, buscar todas las formas posibles para que los hermanitos Gold Myerston, se distrajeran, al fin y al cabo, tenían que olvidar un poco, todo lo que les había ocurrido unas pocas horas antes, para poder continuar su vida, pues ya tenían, de hecho, una segunda oportunidad para hacerlo.Afuera el espacio estaba cubierto de árboles, el sol se derramaba en las colinas, las flores adornaban todo el lugar, mientras que algunas frutas caídas alfombraban los jardines y parte del bosque, El lugar era hermoso y acogedor.Por su parte, los otros miembros de la manada, ya estaban al tanto de la llegada de los nuevos integrantes, sabían que estaban destinados a seguir con ellos por el transitar de la vida, tanto humana como lobuna.Conocían, aunque no a fondo, que Sarah era la luna esperada por el viejo
―Buenos días amo, con permiso. Dorys nos dijo que quería vernos.―Sí muchachos, necesito mucho de su apoyo. ―Usted dirá amo, estamos para servirle.―Como ya deben saber, los niños que han llegado a nuestra manada han sido aquellos del accidente de la otra noche de tormenta. Entre esos niños, está la luna destinada para mi pequeño Lyam, lo que necesito es que los cuiden muy bien, pero que sobre todo, protejan a la pequeña Sarah, pues ella es la única persona que puede salvar a nuestra manada de aquella terrible profecía.―Sí señor, estaremos al pendiente de la pequeña luna.―Nadie en lo absoluto, debe enterarse que es ella la luna que esperábamos con tanto anhelo, pues el Rey de la manada oscura, ha de estar muy pendiente de ello.―Descuide señor, nosotros estamos para eso y para cuidar de nuestra gente como lo hicieron nuestros antepasados.―Confío en ustedes. Traten que los niños, no se alejen tanto de los alrededores, aunque Lyam conoce la situación, es probable que como niños, tie
Los niños jugaban tranquilamente en las inmediaciones del caserón del Alfa de la manada Luna Plateada, compartían la inocencia y la imaginación con otros niños contemporáneos con ellos. Jugaban y reían sin parar.Por un lado, los cuidaban los hombres que el Rey había dispuesto para ello pero, al otro extremo, Julio los miraba detenidamente, guardando todo lo que hacían los niños en su memoria, para ir luego a contarle las buenas nuevas al malvado Rey y, de esa manera, él decidiera qué iba a hacer con los niños, o... en realidad con la pequeña niña que desprendía suaves y duraderos olores.Así pasaron varios días, entre la seguridad y la inseguridad, que le generaba aquel hombre malvado.Por las noches, Sarah, comenzó a tener nuevamente aquellas pesadillas que la acorralaban cuando vivía con sus padres en la ciudad. Luego de la partida física de estos, Sarah creyó que ya esos malos sueños, no se apoderarían de ella, pues estaba consciente, que estaba en el lugar al que fue llamada desd
Sarah sentía cierto temor, debido a esa figura extraña y malvada que se le apareció en uno de los ventanales de la habitación, aunque era pequeña, sabía y presentía muchas cosas, pero su miedo no podía enfocarse en esa criatura, sino en alguien más poderoso entre los lobos, que le podría hacer mucho daño. ¿Lobos? Sí, tal cuál. La niña sabía que en el sitio donde estaban viviendo ahora y, los que ahora serían su nueva familia, eran hombres lobos, solo que no podía revelarlo, ya que muchos están detrás de la llamada Luna, tema del que también tenía conocimiento, pues, sus pesadillas y premoniciones, desde siempre le habían mostrado su pasado, su presente y su destino. Sarah soñaba con un lobo blanco, diría que sería un cachorro, muy amable y que podría ser capaz de cuidarla y protegerla de todo y de todos, de cualquier peligro que pudiera acecharla, en su vida humana y, en su ahora vida entre lobos.Ella caminaba tranquilamente hacia la habitación donde dormiría con Dorys, en compañía
La nana Dorys, se quedó mirando a Sarah, patidifusa. No podía creer que la niña supiera tanto de ese tema que estaba tan guardado en las memorias de los Reyes de las manadas, o al menos, de parte de su Rey. «Esta muchachita sabe más de lo que mi Rey se imagina, lo que no comprendo es por qué me habló de esa manera... ¿Quién será quien nos vigila? Sobre todo a los niños... ¿Será que el Rey Oscuro tiene que ver con todo esto?», pensó la nana tratando de consolar a la niña, sin embargo, había algo en ella, que no le permitía acercarse demasiado.Por su parte, el viejo rey, buscaba la manera de cuidar de su pequeña Luna, para que en el futuro, las cosas se dieran como se esperaban, sin embargo, no encontraba la mejor forma de hacerlo. «Le he dado mil vueltas a esta situación y no sé como lidiar con todo esto, los años me están pesando ya. Creo que lo mejor es ir a hablar con mi hermano, tal vez, deje de hacer tanta maldad, él cree que no me doy cuenta, pero el lobo pierde el pelo, mas n
La noche era oscura y fría, cubierta de niebla, el viento soplaba entre los árboles del negro bosque, susurros que parecían llevar consigo un mensaje oculto a través de las hojas danzantes en el aire. En medio de aquel paisaje, un grupo de hombres lobos de la manada oscura, se reunía en un claro, tomando decisiones acerca del paso que darían tras esconderse el satélite lunar entre las montañas... su aliento formaba nubes de vapor en el aire.El líder de la manada, el imponente lobo de pelaje negro Golnet Black, observaba a su manada con ojos penetrantes, extremadamente amarillos. A su lado, se encontraba una anciana con ropas raídas, de mirada sabia, conocida en la oscuridad como la Vidente Alas Negras, quien mantenía su atención en una bola de cristal, a través de la cual, veía a una pequeña niña de cabellos rubios que yacía en la habitación de la nana Dorys, en compañía de Ian, su hermano y algunos espíritus alrededor de ella. —Hermanos lobos, ha llegado el momento de cumplir la p