Darragh se colocó los guantes de combate y sonrió; estaba disfrutando de la cara sorprendida de Gianna cuando descubrió la jaula de MMA que poseía su gimnasio privado de entrenamiento.Fue más o menos la misma cara de sorpresa que él puso cuando vio al pobre de Harry meter todas las bolsas de compras en la cajuela de la camioneta. Admiró el temple del lobo por no quejarse al volverlo el chofer y guardaespaldas de Gianna; otro lobo habría armado un escándalo. Harry era alguien en quien confiar, pensó Darragh, pues también estaba agradecido por responder los mensajes y enviar aquella foto.El omega llevó a Beth a casa y a dejar las compras en la mansión; Darragh se marchó con Gianna a entrenar.Su Luna sólo llevó consigo una bolsa de compras donde guardaba su ropa deportiva. Su presencia alteró al lobo todo el camino hasta el gimnasio.Gianna poseía un aroma diferente, era único y Darragh supo que podría reconocerlo en medio de un millón de personas. Su Luna olía a rosas nocturnas, nar
Darragh respiró hondo. Gianna percibió cómo subió y bajó el pecho del futuro alfa; entonces levantó la mirada hacia él y sus ojos se encontraron.—Odias que tu Luna sea una omega —susurró ella con el pensamiento.Él desvió la mirada.—Admito que esto no es lo que esperaba —reconoció él.—¿Y qué esperabas, lobo? —preguntó Gianna en voz alta y recargó los brazos en los pectorales de Darragh para poder mirarlo a la cara—. ¿La princesa de un lejano país?Darragh esbozó una sonrisa débil.—No entiendes, Gianna.—No, creo que no —admitió ella.El lobo volvió a mirar a Gianna; ¿y si simplemente obedecía la leyenda?«Pero Cornelia», pensó Darragh.Y ese nombre llegó al subconsciente de Gianna.La pelirroja suspiró hondo, se enderezó y bajó del cuerpo de su mate. Darragh demoró un segundo en comprender que su Luna lo escuchó pensando en su ex prometida.—Ya te he dicho que no tenías que romper tu compromiso con ella, no serías el primer alfa en tener dos esposas… Ella podría cumplir todo lo q
—Estoy cansada —mintió Gia para darle la razón a Aleksi. Es decir, era verdad, ¡pero estaba agotada de todos ellos y su futuro de cenas incómodas!—. Creo que me retiraré a dormir.—Pero no has cenado —recordó Cornelia—. ¿Acaso piensas rechazar la amorosa hospitalidad de tus suegros?Gianna empezó a contar hasta mil porque estaba a nada de ya no sólo arrojarle la sopa, sino también el pato, la mesa y hasta la silla, ¡Cornelia no entendía que nada de eso era su culpa! ¡Ella no pidió ser la Luna del futuro alfa! Darragh la contuvo al cubrir su pequeña mano con la suya y el calor que envió su piel la hizo romper su momento de ira; en su lugar, contempló su unión y volvió a mirar los ojos grises de su mate.—Te acompaño a tu habitación —dijo Darragh.Gia asintió. Intentó levantarse, pero el lobo la detuvo y primero la ayudó a mover la silla, luego tomó su mano de nuevo y la condujo fuera del comedor frente al estupor de todos en la mesa. La loba percibía el calor y la presencia de su ma
Darragh pensó en su cabello rojo, los ojos azules, la figura delgada, pero fuerte y esa piel blanca marcada por las heridas de unos niños despiadados con el consentimiento de toda la manada, ¿eso fue todo lo que encontró Gianna en su vida?¿Por qué no la protegió el alfa? ¿No era ese su deber? ¿Proteger a todos en al manada?¿Por qué él mismo no hizo más por ella? Debió defenderla de esos latigazos. Debió proteger a esa niña y ahí, con el corazón galopando en su pecho, supo que jamás se perdonaría que algo le sucediera a Gianna sin demostrarle que en la vida no todo era injusticias y tristezas. Un quejido más.Darragh corrió los últimos cuatro pasos, abrió la puerta de una patada y un grito desgarrador lo recibió:—¡¿Qué demonios haces aquí?! —gritó Gia y le arrojó un peine que el lobo esquivó con asombrosa facilidad—. ¡Es tu mansión, pero debes tocar la puerta antes de entrar!—Lo hice… —titubeó el lobo sin entender qué estaba pasando o por qué su Luna parecía contorsionista con lo
Harry dejó el equipaje de Gianna a un costado de la puerta en el hotel. La loba ya no poseía solamente una maleta, sino que, luego de todas sus compras, fue necesaria de otras dos maletas más que Harry consiguió.—A veces siento que me convertí en una princesa y sólo no me llegó el memorándum —musitó Gianna ante la belleza y lujo de ese hotel en Manhattan—. El aviso real de que ahora pertenezco a la realeza. El enorme ventanal mostraba un precioso atardecer sobre Central Park. Gianna avanzó en silencio sólo guiada por la magia del momento y sintió deseos de llorar, nunca creyó que podría presenciar algo así.¿En dónde quedaron esas noches durmiendo en el rincón del establo?¿Quién era esa Gianna Davies que podía tocar el cristal de aquel ventanal y contemplar semejante belleza?La Diosa Luna la escuchó, estaba segura. Gia levantó la mirada hacia la luna que empezaba a ser visible en el cielo y agradeció por si inmensa bondad. Prometió que lo haría bien, que sería una buena hembra al
Darragh llegó exactamente veinte minutos después. No llamó a la puerta, sino que entró y se quedó en la puerta contemplando a su Luna en aquel vestido rojo.Ella lo observó en silencio, bebiéndose cada centímetro de su mate que lucía imponente con el traje hecho a la medida y que no disimulaba los hombros anchos; era impresionante verlo ahí… contemplándola como si fuera una criatura exótica y preciosa.—¿Ya nos vamos? —preguntó ella.Darragh cerró detrás de él y asintió.—Te ves bien, Gianna —resumió el lobo todo lo que quería decir, que la mujer era hermosa y sería la más bella de toda la fiesta, no le quedaba duda y que sería un honor entrar con semejante loba del brazo, un honor que ella fuera su Luna, pero ¿cómo podría decirle todo eso sin sentirse en ridículo?El sentimiento de orgullo viajó desde el cuerpo de Darragh al pecho de Gianna; ella se sonrojó.—Gracias, tú también…Él esbozó una sonrisa pequeñísima, casi inexistente. Gia suspiró y se avergonzó por su reacción.»Pensé q
—Entiendo —musitó Gianna a punto de creer fielmente en la combustión espontánea—. ¿Y qué debemos hacer para compartir el aroma…? Darragh subió lentamente la mano hasta el cuello de Gia, era tan frágil y a la vez fuerte; no quería admitir lo mucho que le gustaba esa mezcla. Gianna estaba segura de que el lobo podría matarla con una mano, aun así le gustó ese peligro y el deseo que brotaba de su mate.—Acércate, loba —ordenó él.Y ella obedeció como si Darragh le hubiera hablando en una lengua creada únicamente para ambos.Darragh la abrazó y Gianna tembló. No era sólo la vergüenza al demostrar cómo su cuerpo reaccionaba con el contacto de su mate, sino que sabía que Darragh podía escuchar el latido acelerado de su corazón y la respiración rápida. No existía forma alguna de disimular aquellas cosas, al menos no de un lobo, y eso la hacía sentir vulnerable, expuesta.El cuerpo del lobo desprendía tanto calor que Gianna creyó que herviría de fiebre en cualquier momento. —Relájate —pidi
Gianna gimió cuando los colmillos de Darragh se enterraron en su piel; era el dolor más placentero, algo que jamás había experimentado. Entonces se miraron a los ojos, encontraron sus ojos en ese tono ámbar, los colmillos descubiertos y las respiraciones agitadas; no podían ocultar lo que querían que sucediera. Sin embargo, el sonido del celular de Darragh los interrumpió, aunque ninguno se movió para contestar o desviar la llamada. Darragh buscó el pecho de Gianna, inhaló hondo y besó el punto medio que sobresalía por arriba del escote. Gianna abrazó a su mate hasta atraer más su rostro.Y llamaron a la puerta principal de la habitación.—Maldición —masculló Darragh.—¿Todo en orden? —preguntó una voz al otro lado de la puerta.—Es Aleksi —dijo el lobo.Aleksi ni tenía que gritar, sabía que podrían escucharlo… si todo estaba bien.Gianna salió de su ensimismamiento, ¿había estado a punto de acostarse con Darragh?—Entraré —anunció Aleksi y abrió la puerta.Gianna se incorporó, alis