Harry dejó el equipaje de Gianna a un costado de la puerta en el hotel. La loba ya no poseía solamente una maleta, sino que, luego de todas sus compras, fue necesaria de otras dos maletas más que Harry consiguió.—A veces siento que me convertí en una princesa y sólo no me llegó el memorándum —musitó Gianna ante la belleza y lujo de ese hotel en Manhattan—. El aviso real de que ahora pertenezco a la realeza. El enorme ventanal mostraba un precioso atardecer sobre Central Park. Gianna avanzó en silencio sólo guiada por la magia del momento y sintió deseos de llorar, nunca creyó que podría presenciar algo así.¿En dónde quedaron esas noches durmiendo en el rincón del establo?¿Quién era esa Gianna Davies que podía tocar el cristal de aquel ventanal y contemplar semejante belleza?La Diosa Luna la escuchó, estaba segura. Gia levantó la mirada hacia la luna que empezaba a ser visible en el cielo y agradeció por si inmensa bondad. Prometió que lo haría bien, que sería una buena hembra al
Darragh llegó exactamente veinte minutos después. No llamó a la puerta, sino que entró y se quedó en la puerta contemplando a su Luna en aquel vestido rojo.Ella lo observó en silencio, bebiéndose cada centímetro de su mate que lucía imponente con el traje hecho a la medida y que no disimulaba los hombros anchos; era impresionante verlo ahí… contemplándola como si fuera una criatura exótica y preciosa.—¿Ya nos vamos? —preguntó ella.Darragh cerró detrás de él y asintió.—Te ves bien, Gianna —resumió el lobo todo lo que quería decir, que la mujer era hermosa y sería la más bella de toda la fiesta, no le quedaba duda y que sería un honor entrar con semejante loba del brazo, un honor que ella fuera su Luna, pero ¿cómo podría decirle todo eso sin sentirse en ridículo?El sentimiento de orgullo viajó desde el cuerpo de Darragh al pecho de Gianna; ella se sonrojó.—Gracias, tú también…Él esbozó una sonrisa pequeñísima, casi inexistente. Gia suspiró y se avergonzó por su reacción.»Pensé q
—Entiendo —musitó Gianna a punto de creer fielmente en la combustión espontánea—. ¿Y qué debemos hacer para compartir el aroma…? Darragh subió lentamente la mano hasta el cuello de Gia, era tan frágil y a la vez fuerte; no quería admitir lo mucho que le gustaba esa mezcla. Gianna estaba segura de que el lobo podría matarla con una mano, aun así le gustó ese peligro y el deseo que brotaba de su mate.—Acércate, loba —ordenó él.Y ella obedeció como si Darragh le hubiera hablando en una lengua creada únicamente para ambos.Darragh la abrazó y Gianna tembló. No era sólo la vergüenza al demostrar cómo su cuerpo reaccionaba con el contacto de su mate, sino que sabía que Darragh podía escuchar el latido acelerado de su corazón y la respiración rápida. No existía forma alguna de disimular aquellas cosas, al menos no de un lobo, y eso la hacía sentir vulnerable, expuesta.El cuerpo del lobo desprendía tanto calor que Gianna creyó que herviría de fiebre en cualquier momento. —Relájate —pidi
Gianna gimió cuando los colmillos de Darragh se enterraron en su piel; era el dolor más placentero, algo que jamás había experimentado. Entonces se miraron a los ojos, encontraron sus ojos en ese tono ámbar, los colmillos descubiertos y las respiraciones agitadas; no podían ocultar lo que querían que sucediera. Sin embargo, el sonido del celular de Darragh los interrumpió, aunque ninguno se movió para contestar o desviar la llamada. Darragh buscó el pecho de Gianna, inhaló hondo y besó el punto medio que sobresalía por arriba del escote. Gianna abrazó a su mate hasta atraer más su rostro.Y llamaron a la puerta principal de la habitación.—Maldición —masculló Darragh.—¿Todo en orden? —preguntó una voz al otro lado de la puerta.—Es Aleksi —dijo el lobo.Aleksi ni tenía que gritar, sabía que podrían escucharlo… si todo estaba bien.Gianna salió de su ensimismamiento, ¿había estado a punto de acostarse con Darragh?—Entraré —anunció Aleksi y abrió la puerta.Gianna se incorporó, alis
Darragh miró a los músicos quienes de inmediato retomaron los violines, aunque fallaron un poco para lograr recuperar la armonía. Entonces el futuro alfa continuó andando de la mano de su Luna hasta la mesa principal donde se encontraban sus padres. Nerea relamió sus labios, sujetó bien la corona de piedras preciosas que llevaba en la cabeza y que combinaba con su elegante vestido dorado; no tenían una monarquía, pero le gustaba sentirse la reina y se rehusaba a dejarle ese puesto a alguien tan poquita cosa como Gianna. Leonard, por su parte, trató de sonreír con amabilidad a su hijo y su Luna, aunque no le salió muy bien, sino como si tuviera un fuerte cólico.—Qué bueno que llegaste, hijo.—Sí, por un momento pensamos que quizá tu Luna quiso terminar lo que empezó hace tantos años —soltó Nerea con una sonrisa venenosa—. No me mires así, Gia, ¡sólo estoy bromeando!Gianna apretó los labios, mas no respondió.—Gianna me estaba ayudando con unas cosas —resumió él, aunque sonó peor de
—No me asustan —bramó Darragh. Gianna no se había equivocado—. Puedo contra todos ustedes.—Hijo, no… Pero los ojos grises de Darragh comenzaron a volverse ámbar y eso hizo callar a su padre; ¿pretendía pelear contra decenas de lobos? —El compromiso se mantendrá —sentenció la madre de Cornelia—. O habrán consecuencias. La luz parpadeó. Darragh desprendía un aura de ferocidad que hizo a todos retroceder un paso. ¿En serio lucharía contra todos ellos para mantener su unión con Gianna?, se preguntaban los presentes.—Calma —pidió Gia en un susurro—. Son muchos…Ella sabía que aquello no se terminaría con los que estaban en la sala, afuera habían muchos más que tampoco la querían; no podrían contra todos. —Sólo tiene que dar la orden, señor —le recordó la madre de Cornelia a Leonard—. Su hijo tiene que obedecerlo. Leonard miró a su hijo, supo que Darragh lo desafiaría y… ganaría. Él, a diferencia de su hijo, nunca fue un guerrero y sólo continuó con la línea de sucesión que dejó su
Gianna no se sorprendió cuando la llevaron a otro edificio de departamentos, uno mucho más lujoso que el hotel en el que estuvo. Pero lo que si logró sorprenderla fue enterarse de que en ese mismo sitio estaba el departamento de Darragh justo hasta arriba, en el penthouse.La loba caminó tímida por la recepción con el hermoso vestido de gala. Los hermanos Ashbourne caminaban detrás de ella; era una escena digna de película. —¿Y mis cosas? —preguntó Gia cuando se detuvieron frente a los ascensores y sin parar de mirar los tonos caoba y dorados que decoraban la recepción.—Harry ha traído todo —contestó Darragh.Gia asintió; no eran demasiadas cosas, pero le apenó que Harry tuviera que hacerse cargo de eso.»En un momento los alcanzo —agregó el lobo hacia sus hermanos.Aleksi se despidió con un beso en la mano de Gianna. Kilian sólo con un asentimiento. Ambos abordaron uno de los ascensores.Darragh estaba tenso. Detestaba la atención de Aleksi por Gianna, no era estúpido, era evidente
Gianna se movió en el sofá, parecía incómoda en esa posición y Darragh decidió llevarla a su habitación. Abandonó su asiento, se inclinó con ella y la cargó en brazos como si no pesara más que un lápiz; sin embargo, pudo sentir los músculos firmes y duros de su Luna por sus años de entrenamiento. «Qué vida tan triste has tenido», pensó con la mirada fija en ese rostro apacible mientras la conducía a su habitación, «me hubiera gustado hacer más por ti antes de todo esto».Gianna sonrió en medio de sus sueños. Darragh sospechó que sus palabras se mezclaron con sus sentimientos y viajaron hasta ella a través de su vínculo, no se equivocó.Los hermanos de Darragh acababan de marcharse luego de planear llevar las cosas en calma, buscar información y cuidar de Gianna. Era sencillo, ¿no? Aunque Darragh no quería ver a Cornelia. La estimaba y se sentía traicionado por no negarse al berrinche de sus padres.La habitación mantenía la decoración que ya traía el departamento. Kilian no pasaba mu