—Estoy cansada —mintió Gia para darle la razón a Aleksi. Es decir, era verdad, ¡pero estaba agotada de todos ellos y su futuro de cenas incómodas!—. Creo que me retiraré a dormir.—Pero no has cenado —recordó Cornelia—. ¿Acaso piensas rechazar la amorosa hospitalidad de tus suegros?Gianna empezó a contar hasta mil porque estaba a nada de ya no sólo arrojarle la sopa, sino también el pato, la mesa y hasta la silla, ¡Cornelia no entendía que nada de eso era su culpa! ¡Ella no pidió ser la Luna del futuro alfa! Darragh la contuvo al cubrir su pequeña mano con la suya y el calor que envió su piel la hizo romper su momento de ira; en su lugar, contempló su unión y volvió a mirar los ojos grises de su mate.—Te acompaño a tu habitación —dijo Darragh.Gia asintió. Intentó levantarse, pero el lobo la detuvo y primero la ayudó a mover la silla, luego tomó su mano de nuevo y la condujo fuera del comedor frente al estupor de todos en la mesa. La loba percibía el calor y la presencia de su ma
Darragh pensó en su cabello rojo, los ojos azules, la figura delgada, pero fuerte y esa piel blanca marcada por las heridas de unos niños despiadados con el consentimiento de toda la manada, ¿eso fue todo lo que encontró Gianna en su vida?¿Por qué no la protegió el alfa? ¿No era ese su deber? ¿Proteger a todos en al manada?¿Por qué él mismo no hizo más por ella? Debió defenderla de esos latigazos. Debió proteger a esa niña y ahí, con el corazón galopando en su pecho, supo que jamás se perdonaría que algo le sucediera a Gianna sin demostrarle que en la vida no todo era injusticias y tristezas. Un quejido más.Darragh corrió los últimos cuatro pasos, abrió la puerta de una patada y un grito desgarrador lo recibió:—¡¿Qué demonios haces aquí?! —gritó Gia y le arrojó un peine que el lobo esquivó con asombrosa facilidad—. ¡Es tu mansión, pero debes tocar la puerta antes de entrar!—Lo hice… —titubeó el lobo sin entender qué estaba pasando o por qué su Luna parecía contorsionista con lo
Harry dejó el equipaje de Gianna a un costado de la puerta en el hotel. La loba ya no poseía solamente una maleta, sino que, luego de todas sus compras, fue necesaria de otras dos maletas más que Harry consiguió.—A veces siento que me convertí en una princesa y sólo no me llegó el memorándum —musitó Gianna ante la belleza y lujo de ese hotel en Manhattan—. El aviso real de que ahora pertenezco a la realeza. El enorme ventanal mostraba un precioso atardecer sobre Central Park. Gianna avanzó en silencio sólo guiada por la magia del momento y sintió deseos de llorar, nunca creyó que podría presenciar algo así.¿En dónde quedaron esas noches durmiendo en el rincón del establo?¿Quién era esa Gianna Davies que podía tocar el cristal de aquel ventanal y contemplar semejante belleza?La Diosa Luna la escuchó, estaba segura. Gia levantó la mirada hacia la luna que empezaba a ser visible en el cielo y agradeció por si inmensa bondad. Prometió que lo haría bien, que sería una buena hembra al
Darragh llegó exactamente veinte minutos después. No llamó a la puerta, sino que entró y se quedó en la puerta contemplando a su Luna en aquel vestido rojo.Ella lo observó en silencio, bebiéndose cada centímetro de su mate que lucía imponente con el traje hecho a la medida y que no disimulaba los hombros anchos; era impresionante verlo ahí… contemplándola como si fuera una criatura exótica y preciosa.—¿Ya nos vamos? —preguntó ella.Darragh cerró detrás de él y asintió.—Te ves bien, Gianna —resumió el lobo todo lo que quería decir, que la mujer era hermosa y sería la más bella de toda la fiesta, no le quedaba duda y que sería un honor entrar con semejante loba del brazo, un honor que ella fuera su Luna, pero ¿cómo podría decirle todo eso sin sentirse en ridículo?El sentimiento de orgullo viajó desde el cuerpo de Darragh al pecho de Gianna; ella se sonrojó.—Gracias, tú también…Él esbozó una sonrisa pequeñísima, casi inexistente. Gia suspiró y se avergonzó por su reacción.»Pensé q
—Entiendo —musitó Gianna a punto de creer fielmente en la combustión espontánea—. ¿Y qué debemos hacer para compartir el aroma…? Darragh subió lentamente la mano hasta el cuello de Gia, era tan frágil y a la vez fuerte; no quería admitir lo mucho que le gustaba esa mezcla. Gianna estaba segura de que el lobo podría matarla con una mano, aun así le gustó ese peligro y el deseo que brotaba de su mate.—Acércate, loba —ordenó él.Y ella obedeció como si Darragh le hubiera hablando en una lengua creada únicamente para ambos.Darragh la abrazó y Gianna tembló. No era sólo la vergüenza al demostrar cómo su cuerpo reaccionaba con el contacto de su mate, sino que sabía que Darragh podía escuchar el latido acelerado de su corazón y la respiración rápida. No existía forma alguna de disimular aquellas cosas, al menos no de un lobo, y eso la hacía sentir vulnerable, expuesta.El cuerpo del lobo desprendía tanto calor que Gianna creyó que herviría de fiebre en cualquier momento. —Relájate —pidi
Gianna gimió cuando los colmillos de Darragh se enterraron en su piel; era el dolor más placentero, algo que jamás había experimentado. Entonces se miraron a los ojos, encontraron sus ojos en ese tono ámbar, los colmillos descubiertos y las respiraciones agitadas; no podían ocultar lo que querían que sucediera. Sin embargo, el sonido del celular de Darragh los interrumpió, aunque ninguno se movió para contestar o desviar la llamada. Darragh buscó el pecho de Gianna, inhaló hondo y besó el punto medio que sobresalía por arriba del escote. Gianna abrazó a su mate hasta atraer más su rostro.Y llamaron a la puerta principal de la habitación.—Maldición —masculló Darragh.—¿Todo en orden? —preguntó una voz al otro lado de la puerta.—Es Aleksi —dijo el lobo.Aleksi ni tenía que gritar, sabía que podrían escucharlo… si todo estaba bien.Gianna salió de su ensimismamiento, ¿había estado a punto de acostarse con Darragh?—Entraré —anunció Aleksi y abrió la puerta.Gianna se incorporó, alis
Darragh miró a los músicos quienes de inmediato retomaron los violines, aunque fallaron un poco para lograr recuperar la armonía. Entonces el futuro alfa continuó andando de la mano de su Luna hasta la mesa principal donde se encontraban sus padres. Nerea relamió sus labios, sujetó bien la corona de piedras preciosas que llevaba en la cabeza y que combinaba con su elegante vestido dorado; no tenían una monarquía, pero le gustaba sentirse la reina y se rehusaba a dejarle ese puesto a alguien tan poquita cosa como Gianna. Leonard, por su parte, trató de sonreír con amabilidad a su hijo y su Luna, aunque no le salió muy bien, sino como si tuviera un fuerte cólico.—Qué bueno que llegaste, hijo.—Sí, por un momento pensamos que quizá tu Luna quiso terminar lo que empezó hace tantos años —soltó Nerea con una sonrisa venenosa—. No me mires así, Gia, ¡sólo estoy bromeando!Gianna apretó los labios, mas no respondió.—Gianna me estaba ayudando con unas cosas —resumió él, aunque sonó peor de
—No me asustan —bramó Darragh. Gianna no se había equivocado—. Puedo contra todos ustedes.—Hijo, no… Pero los ojos grises de Darragh comenzaron a volverse ámbar y eso hizo callar a su padre; ¿pretendía pelear contra decenas de lobos? —El compromiso se mantendrá —sentenció la madre de Cornelia—. O habrán consecuencias. La luz parpadeó. Darragh desprendía un aura de ferocidad que hizo a todos retroceder un paso. ¿En serio lucharía contra todos ellos para mantener su unión con Gianna?, se preguntaban los presentes.—Calma —pidió Gia en un susurro—. Son muchos…Ella sabía que aquello no se terminaría con los que estaban en la sala, afuera habían muchos más que tampoco la querían; no podrían contra todos. —Sólo tiene que dar la orden, señor —le recordó la madre de Cornelia a Leonard—. Su hijo tiene que obedecerlo. Leonard miró a su hijo, supo que Darragh lo desafiaría y… ganaría. Él, a diferencia de su hijo, nunca fue un guerrero y sólo continuó con la línea de sucesión que dejó su