Gianna se sintió examinada por Cornelia y no supo cómo reaccionar. Ella había conseguido su cuerpo ejercitado por sus extenuantes horarios de entrenamiento. Cornelia a base de pilates, un entrenador personal para el gimnasio y una estricta dieta con un nutriólogo profesional. —Buenas noches —murmuró Gianna.La pelirroja no tenía motivos para repeler a Cornelia. La loba morena pertenecía a la parte de la manada que simplemente preferían fingir que ella no existía.Sin embargo, Cornelia no respondió el saludo, sino que preguntó:—¿Y Darragh? Lo escuché aquí.—Se acaba de marchar…Y el ruido de la puerta principal anunció que era posible que el futuro alfa acabara de abandonar la mansión sin importar la lluvia.Cornelia volvió a examinar a Gianna y dijo:—No creas que no sé lo que pretendes.Gia suspiró, ya se imaginaba que la ex prometida no tomaría muy felizmente que perdería su posición como futura hembra alfa. Ignoraba por qué pareció tan comprensiva con Darragh, pero ahí, frente a
El chofer entró al centro comercial en ese momento. Su estatura y cuerpo musculoso capturaron la atención de algunas chicas que pasaban por ahí, no dudaron en reír para llamar su atención, pero él iba enfocado en su trabajo.—¿Cómo te llamas? —preguntó Gia con amabilidad.—Harry.—Ella es Beth, yo soy Gianna, mucho gusto.—Sé quiénes son, es mi trabajo —resumió el lobo.—Y se nota que amas tu trabajo —ironizó Beth—. Tranquilo, esta mujer es una máquina de combate, si sucede algo, probablemente ella nos salvará a los dos.Harry inspeccionó a Gianna, era verdad que se notaba su cuerpo trabajado por el ejercicio, pero ¿sería tan buena guerrera? Ya conocía la historia de los latigazos, mas nunca creyó que ella realmente hubiera estado cerca de lastimar de gravedad al futuro alfa.—Principalmente a Harry, porque se nota que ama su trabajo —continuó con la broma Gia.Beth soltó una carcajada y emprendieron el camino. Harry se sonrojó, apenado, y caminó por detrás de ellas.Harry era un omeg
Gianna entró en el vestidor con toda la ropa que Beth había elegido. Colgó las prendas en los ganchos y suspiró hondo. No se imaginaba con ninguna de esos atuendos que probablemente costarían lo mismo que su renta de seis meses.Revisó las etiquetas y palideció; corrección, era la renta de un año.—Esto es demasiado —musitó.No podía sacar de su cabeza que no se vería con la elegancia de Cornelia o Nerea, pero también recordó cómo la humillaron.Gia estaba cansada de permitir que todos pasen por arriba de ella.Primero se vistió con un enterizo de pantalón en color gris con un cinturón; la prenda se ciñó a su silueta y, al verse en el espejo, casi ni se reconoció con esa ropa que no era de supermercado.Gianna se deshizo la coleta, acomodó su cabello pelirrojo sobre los hombros y sonrió; no recordaba sentirse así en muchos años, quizá nunca, pero ella, en ese momento se sintió tan hermosa que quiso llorar.Tal vez Darragh tenía razón y la Diosa Luna la escuchó todas esas noches cuando
Darragh se colocó los guantes de combate y sonrió; estaba disfrutando de la cara sorprendida de Gianna cuando descubrió la jaula de MMA que poseía su gimnasio privado de entrenamiento.Fue más o menos la misma cara de sorpresa que él puso cuando vio al pobre de Harry meter todas las bolsas de compras en la cajuela de la camioneta. Admiró el temple del lobo por no quejarse al volverlo el chofer y guardaespaldas de Gianna; otro lobo habría armado un escándalo. Harry era alguien en quien confiar, pensó Darragh, pues también estaba agradecido por responder los mensajes y enviar aquella foto.El omega llevó a Beth a casa y a dejar las compras en la mansión; Darragh se marchó con Gianna a entrenar.Su Luna sólo llevó consigo una bolsa de compras donde guardaba su ropa deportiva. Su presencia alteró al lobo todo el camino hasta el gimnasio.Gianna poseía un aroma diferente, era único y Darragh supo que podría reconocerlo en medio de un millón de personas. Su Luna olía a rosas nocturnas, nar
Darragh respiró hondo. Gianna percibió cómo subió y bajó el pecho del futuro alfa; entonces levantó la mirada hacia él y sus ojos se encontraron.—Odias que tu Luna sea una omega —susurró ella con el pensamiento.Él desvió la mirada.—Admito que esto no es lo que esperaba —reconoció él.—¿Y qué esperabas, lobo? —preguntó Gianna en voz alta y recargó los brazos en los pectorales de Darragh para poder mirarlo a la cara—. ¿La princesa de un lejano país?Darragh esbozó una sonrisa débil.—No entiendes, Gianna.—No, creo que no —admitió ella.El lobo volvió a mirar a Gianna; ¿y si simplemente obedecía la leyenda?«Pero Cornelia», pensó Darragh.Y ese nombre llegó al subconsciente de Gianna.La pelirroja suspiró hondo, se enderezó y bajó del cuerpo de su mate. Darragh demoró un segundo en comprender que su Luna lo escuchó pensando en su ex prometida.—Ya te he dicho que no tenías que romper tu compromiso con ella, no serías el primer alfa en tener dos esposas… Ella podría cumplir todo lo q
—Estoy cansada —mintió Gia para darle la razón a Aleksi. Es decir, era verdad, ¡pero estaba agotada de todos ellos y su futuro de cenas incómodas!—. Creo que me retiraré a dormir.—Pero no has cenado —recordó Cornelia—. ¿Acaso piensas rechazar la amorosa hospitalidad de tus suegros?Gianna empezó a contar hasta mil porque estaba a nada de ya no sólo arrojarle la sopa, sino también el pato, la mesa y hasta la silla, ¡Cornelia no entendía que nada de eso era su culpa! ¡Ella no pidió ser la Luna del futuro alfa! Darragh la contuvo al cubrir su pequeña mano con la suya y el calor que envió su piel la hizo romper su momento de ira; en su lugar, contempló su unión y volvió a mirar los ojos grises de su mate.—Te acompaño a tu habitación —dijo Darragh.Gia asintió. Intentó levantarse, pero el lobo la detuvo y primero la ayudó a mover la silla, luego tomó su mano de nuevo y la condujo fuera del comedor frente al estupor de todos en la mesa. La loba percibía el calor y la presencia de su ma
Darragh pensó en su cabello rojo, los ojos azules, la figura delgada, pero fuerte y esa piel blanca marcada por las heridas de unos niños despiadados con el consentimiento de toda la manada, ¿eso fue todo lo que encontró Gianna en su vida?¿Por qué no la protegió el alfa? ¿No era ese su deber? ¿Proteger a todos en al manada?¿Por qué él mismo no hizo más por ella? Debió defenderla de esos latigazos. Debió proteger a esa niña y ahí, con el corazón galopando en su pecho, supo que jamás se perdonaría que algo le sucediera a Gianna sin demostrarle que en la vida no todo era injusticias y tristezas. Un quejido más.Darragh corrió los últimos cuatro pasos, abrió la puerta de una patada y un grito desgarrador lo recibió:—¡¿Qué demonios haces aquí?! —gritó Gia y le arrojó un peine que el lobo esquivó con asombrosa facilidad—. ¡Es tu mansión, pero debes tocar la puerta antes de entrar!—Lo hice… —titubeó el lobo sin entender qué estaba pasando o por qué su Luna parecía contorsionista con lo
Harry dejó el equipaje de Gianna a un costado de la puerta en el hotel. La loba ya no poseía solamente una maleta, sino que, luego de todas sus compras, fue necesaria de otras dos maletas más que Harry consiguió.—A veces siento que me convertí en una princesa y sólo no me llegó el memorándum —musitó Gianna ante la belleza y lujo de ese hotel en Manhattan—. El aviso real de que ahora pertenezco a la realeza. El enorme ventanal mostraba un precioso atardecer sobre Central Park. Gianna avanzó en silencio sólo guiada por la magia del momento y sintió deseos de llorar, nunca creyó que podría presenciar algo así.¿En dónde quedaron esas noches durmiendo en el rincón del establo?¿Quién era esa Gianna Davies que podía tocar el cristal de aquel ventanal y contemplar semejante belleza?La Diosa Luna la escuchó, estaba segura. Gia levantó la mirada hacia la luna que empezaba a ser visible en el cielo y agradeció por si inmensa bondad. Prometió que lo haría bien, que sería una buena hembra al