Gianna reconoció la hermosura que poseía Cornelia. Su cuerpo era delgado y esbelto, la piel era color canela y su cabello caía como una cascada de ondas negras hasta la cintura. Portaba un elegante y sobrio vestido dorado que la hacía lucir como una actriz de Hollywood.Y, sobre todo, no poseía una sola cicatriz.Gia escondió sus manos debajo de sus muslos mientras permanecía sentada en el sofá.—Tus padres me avisaron —murmuró Cornelia.Darragh se incorporó y, a grandes pasos, llegó pronto frente a su todavía prometida.—Cornelia… Debemos hablar.La realidad era que Darragh no esperó encontrarla ahí. Creyó que tendría algunos días más para saber qué decirle, aunque igual sabía que no existía forma amable de terminar con un compromiso.—Sí, así es —aceptó él.Cornelia tomó las manos de Darragh, levantó la mirada y abrió la boca, pero se vio interrumpida por un ligero movimiento de Gianna.La pelirroja capturó toda la atención de la morena.—¿Es ella…? —preguntó Cornelia.Gianna quiso
Gianna abrió los ojos y se topó con las cortinas del techo de su cama; nunca creyó que dormiría en una de esas camas que parecían de princesa. Pese a que estaba abrumada por todo lo que sucedía, se durmió cuando su cabeza tocó la almohada. Entre sueños recordaba que la empleada doméstica le preguntó si quería cenar, pero se sintió tan agotada que ni respondió y siguió durmiendo.Además, ir a cenar significaría convivir con sus «suegros» y era algo para lo que todavía no estaba lista; no después de aquella incómoda conversaciónEl anochecer prevalecía y la lluvia continuaba golpeando las ventanas de la mansión. Gianna se asomó y un relámpago iluminó el jardín.Un enorme lobo blanco estaba sentado a mitad del jardín sin inmutarse con la lluvia que lo cubría. Era extraño. No era que los lobos odiaran el agua o algo similar, pero ese lobo parecía agradecer la lluvia fría que lo estaba cubriendo.¿Sería Darragh?Quiso buscarlo con la mente, pero sólo encontró silencio. Estaban lejos, su
Gianna se sintió examinada por Cornelia y no supo cómo reaccionar. Ella había conseguido su cuerpo ejercitado por sus extenuantes horarios de entrenamiento. Cornelia a base de pilates, un entrenador personal para el gimnasio y una estricta dieta con un nutriólogo profesional. —Buenas noches —murmuró Gianna.La pelirroja no tenía motivos para repeler a Cornelia. La loba morena pertenecía a la parte de la manada que simplemente preferían fingir que ella no existía.Sin embargo, Cornelia no respondió el saludo, sino que preguntó:—¿Y Darragh? Lo escuché aquí.—Se acaba de marchar…Y el ruido de la puerta principal anunció que era posible que el futuro alfa acabara de abandonar la mansión sin importar la lluvia.Cornelia volvió a examinar a Gianna y dijo:—No creas que no sé lo que pretendes.Gia suspiró, ya se imaginaba que la ex prometida no tomaría muy felizmente que perdería su posición como futura hembra alfa. Ignoraba por qué pareció tan comprensiva con Darragh, pero ahí, frente a
El chofer entró al centro comercial en ese momento. Su estatura y cuerpo musculoso capturaron la atención de algunas chicas que pasaban por ahí, no dudaron en reír para llamar su atención, pero él iba enfocado en su trabajo.—¿Cómo te llamas? —preguntó Gia con amabilidad.—Harry.—Ella es Beth, yo soy Gianna, mucho gusto.—Sé quiénes son, es mi trabajo —resumió el lobo.—Y se nota que amas tu trabajo —ironizó Beth—. Tranquilo, esta mujer es una máquina de combate, si sucede algo, probablemente ella nos salvará a los dos.Harry inspeccionó a Gianna, era verdad que se notaba su cuerpo trabajado por el ejercicio, pero ¿sería tan buena guerrera? Ya conocía la historia de los latigazos, mas nunca creyó que ella realmente hubiera estado cerca de lastimar de gravedad al futuro alfa.—Principalmente a Harry, porque se nota que ama su trabajo —continuó con la broma Gia.Beth soltó una carcajada y emprendieron el camino. Harry se sonrojó, apenado, y caminó por detrás de ellas.Harry era un omeg
Gianna entró en el vestidor con toda la ropa que Beth había elegido. Colgó las prendas en los ganchos y suspiró hondo. No se imaginaba con ninguna de esos atuendos que probablemente costarían lo mismo que su renta de seis meses.Revisó las etiquetas y palideció; corrección, era la renta de un año.—Esto es demasiado —musitó.No podía sacar de su cabeza que no se vería con la elegancia de Cornelia o Nerea, pero también recordó cómo la humillaron.Gia estaba cansada de permitir que todos pasen por arriba de ella.Primero se vistió con un enterizo de pantalón en color gris con un cinturón; la prenda se ciñó a su silueta y, al verse en el espejo, casi ni se reconoció con esa ropa que no era de supermercado.Gianna se deshizo la coleta, acomodó su cabello pelirrojo sobre los hombros y sonrió; no recordaba sentirse así en muchos años, quizá nunca, pero ella, en ese momento se sintió tan hermosa que quiso llorar.Tal vez Darragh tenía razón y la Diosa Luna la escuchó todas esas noches cuando
Darragh se colocó los guantes de combate y sonrió; estaba disfrutando de la cara sorprendida de Gianna cuando descubrió la jaula de MMA que poseía su gimnasio privado de entrenamiento.Fue más o menos la misma cara de sorpresa que él puso cuando vio al pobre de Harry meter todas las bolsas de compras en la cajuela de la camioneta. Admiró el temple del lobo por no quejarse al volverlo el chofer y guardaespaldas de Gianna; otro lobo habría armado un escándalo. Harry era alguien en quien confiar, pensó Darragh, pues también estaba agradecido por responder los mensajes y enviar aquella foto.El omega llevó a Beth a casa y a dejar las compras en la mansión; Darragh se marchó con Gianna a entrenar.Su Luna sólo llevó consigo una bolsa de compras donde guardaba su ropa deportiva. Su presencia alteró al lobo todo el camino hasta el gimnasio.Gianna poseía un aroma diferente, era único y Darragh supo que podría reconocerlo en medio de un millón de personas. Su Luna olía a rosas nocturnas, nar
Darragh respiró hondo. Gianna percibió cómo subió y bajó el pecho del futuro alfa; entonces levantó la mirada hacia él y sus ojos se encontraron.—Odias que tu Luna sea una omega —susurró ella con el pensamiento.Él desvió la mirada.—Admito que esto no es lo que esperaba —reconoció él.—¿Y qué esperabas, lobo? —preguntó Gianna en voz alta y recargó los brazos en los pectorales de Darragh para poder mirarlo a la cara—. ¿La princesa de un lejano país?Darragh esbozó una sonrisa débil.—No entiendes, Gianna.—No, creo que no —admitió ella.El lobo volvió a mirar a Gianna; ¿y si simplemente obedecía la leyenda?«Pero Cornelia», pensó Darragh.Y ese nombre llegó al subconsciente de Gianna.La pelirroja suspiró hondo, se enderezó y bajó del cuerpo de su mate. Darragh demoró un segundo en comprender que su Luna lo escuchó pensando en su ex prometida.—Ya te he dicho que no tenías que romper tu compromiso con ella, no serías el primer alfa en tener dos esposas… Ella podría cumplir todo lo q
—Estoy cansada —mintió Gia para darle la razón a Aleksi. Es decir, era verdad, ¡pero estaba agotada de todos ellos y su futuro de cenas incómodas!—. Creo que me retiraré a dormir.—Pero no has cenado —recordó Cornelia—. ¿Acaso piensas rechazar la amorosa hospitalidad de tus suegros?Gianna empezó a contar hasta mil porque estaba a nada de ya no sólo arrojarle la sopa, sino también el pato, la mesa y hasta la silla, ¡Cornelia no entendía que nada de eso era su culpa! ¡Ella no pidió ser la Luna del futuro alfa! Darragh la contuvo al cubrir su pequeña mano con la suya y el calor que envió su piel la hizo romper su momento de ira; en su lugar, contempló su unión y volvió a mirar los ojos grises de su mate.—Te acompaño a tu habitación —dijo Darragh.Gia asintió. Intentó levantarse, pero el lobo la detuvo y primero la ayudó a mover la silla, luego tomó su mano de nuevo y la condujo fuera del comedor frente al estupor de todos en la mesa. La loba percibía el calor y la presencia de su ma