Alana Cook era la madre de Andy. Con sesenta y pocos, se desempeñaba como la Presidenta del Grupo Seele, aunque le dejaba casi todas las gestiones a su hijo a fin de disfrutar todo lo posible de su retiro en buenas condiciones.
Cuando el muchacho llegó a su casa, pasaban de las seis de la tarde. Su chofer aparcó y se fue con los demás empleados, en tanto él entró a la casa.
Apenas poner un pie dentro, se escucharon unos pasos cortos, y una vocecita chilló:
—¡Tío Andyyyyy!
Un muchachito rubio corrió hacia él a todo lo que le daban sus pies y se le fue encima. Andrew, sorprendido ante este gesto, reaccionó con rapidez y lo cargó, disfrutando de las risas del nene, aunque confuso por las mismas.
Miró m&aa
Las cosas no salieron como esperaba, pero Emma no iba a rendirse. Tras recibir una llamada de uno de los sujetos que conocía a los secuestradores, anunciando que el plan falló, se molestó y tiró objetos por todas partes, pero se serenó y replanteó lo que haría de ahora en adelante.Sin embargo, una llamada de su padre lo alteró todo.—¡Emma Becker, qué demonios hiciste! —gritó el hombre al otro lado de la línea.Ella, sobresaltada en su habitación, frunció el ceño.—¿De qué hablas, papá?—¡Los Cook están retirando todas las sociedades que tenían con nuestra familia, y cuando pregunté una razón, me dijeron que alguien de la familia ofendió a Andrew! ¡Y la única que se me viene a la mente eres tú! ¡¿Qué hiciste?! ¡¿Tienes idea del duro golpe que esto significa para nuestra familia?!La ira del hombre era audible, y el pánico se cimentó en una Emma que se quedó tiesa.¿Andrew se había enterado? ¿Cómo, si ella le pagó al emisario de un emisario? ¿Cómo demonios pudo llegar hasta su apellido
Emma abrió los ojos como platos, consternada al oír semejantes palabras.¿Ella? ¿Arrodillarse ante una insulsa perra de clase baja porque quisieron matarle a su bastarda? ¡Jamás! Frunció el ceño y miró a la castaña con evidente desprecio.Hannah, con gesto resuelto, se limitó a comentarle a su jefe.—Señor Cook, ¿tiene las pruebas que demuestran sus palabras?El varón volteó hacia ella y asintió con la cabeza.—Por supuesto, señorita Roth. La señorita Becker no es tan inteligente como cree; fue muy fácil dar con ella.Aquellas palabras calaron en la pelirroja, haciéndola sentirse ofendida, pero se mordió el labio y se tragó sus protestas, porque sabía que ahora nada dependía de ella.—Entonces, me gustaría que fuera a prisión lo más pronto posible.—Perfecto. Me encargaré de eso ahora mismo.Andrew sacó su celular, listo para llamar a la policía, pero unos pasos presurosos lo interrumpieron.—¡No, detente, no lo hagas! ¡Mi padre me matará si termino en la cárcel!Ella estiró los brazos
Y vaya que Alisson lo disfrutaba.Cuando su madre la fue a buscar a la escuela en compañía de Andrew, salió corriendo, no directo hacia ella, sino hacia un varón que no dudó en tomarla en brazos y alzarla.—¡Mami, trajiste a papi! —Se inclinó la niña y le dio un beso a su madre—. Eres fantástica, mami. —Rio divertida.Los tres subieron al auto, y la emoción de la niña no hizo más que crecer al saber que irían a comer juntos.Andrew escogió un restaurante tranquilo y de ambiente familiar para que ambas se sintieran cómodas, y ordenaron.—La recomendación se ve bien —murmuró Hannah, viendo que se trataba de espagueti al sésamo.—Debe serlo, pero no puedo comerlo —contestó Andrew con calma.Alisson, absorta en su menú, era ajena a su intercambio.—¿En serio?—Soy alérgico al sésamo —contestó él con serenidad—. Voy a pedir fideos de huevo y estofado.Era una combinación curiosa, pero Hannah sonrió.—¡Yo también quiero eso! —clamó Alisson, bajando su menú—. Quiero comer lo mismo que papi. A
Hannah abrió los ojos de par en par mientras veía como aquel hombre, antinaturalmente alto y pelinegro, con traje casual, llegaba a la planta baja sonriente y enseguida le estrechaba la mano a su jefe y ambos se fundían en un abrazo cariñoso.—Cameron, qué bueno volver a verte. Veo que te estás cuidando bien. —Andrew sonrió y le dio unas palmaditas en el brazo al otro, que le sacaba al menos veinte centímetros de estatura.—Hago lo que puedo, Cookie. Sabes que tengo un viaje importante pronto y… tengo que prepararlo todo bien.El castaño sonrió y miró a su acompañante.—Quiero presentarte a la señorita Roth, mi nueva secretaria.Los orbes jade del más alto brillaron al encontrarse con Hannah, una presencia desconocida para él hasta ahora.—Señorita Roth, es un placer conocerla —pronunció él, y solo hasta ahora Hannah se dio cuenta de que hablaba en fluido alemán—. Espero que Cookie no le esté dando muchos problemas. Puede ser cansado a veces, pero es buen tipo.Él le extendió la mano,
Un leve olor a cítricos inundó la nariz de Hannah, y puso las manos a los costados, aferrándose por un momento a su camisa. Estar entre esos brazos se sentía tan… bien.Pero, tan pronto como llegó, Andrew la separó y, mirándola preocupado, inquirió:—¿Estás bien?Ella alzó la cara y asintió con la cabeza sin poder decir mucho. Algunos mechones de su cabello le tapaban, pero él, tras ayudarla a estabilizarse, se los acomodó tras la oreja con tiento, con cada roce produciéndole unas cosquillas que la estremecían por dentro y, de pronto, quiso seguir sintiéndolo.Dios mío, ¿eso no era una locura?—Estoy bien… muchas gracias. Habría caíd
«Oye, ven aquí, vamos a ver el cielo».Tras recibir ese mensaje de Cameron, Andrew se puso una sudadera, salió de la habitación y del área de invitados para entrar al ala principal del palacio.Por ahí encontró a un guardia y le enseñó el mensaje para que lo dejara subir al tercer piso, a donde llegó en cuestión de nada. La puerta estaba abierta, por lo que pasó y recorrió todas las estancias hasta llegar a una puerta conocida. La abrió y descubrió unas escaleras que lo llevaron a la azotea del gran palacio, donde la brisa soplaba helada, y un particular inquilino observaba por su telescopio mientras tomaba notas de algo en su tablet.—¿Estás haciendo un nuevo proyecto, Cameron?—Dom quiere que participe en esto y… ¿quién soy yo para decirle que no, si me fascina? Hace dos semanas que no duermo más de dos horas, pero creo que vale completamente la pena.El castaño soltó una risita y negó con la cabeza mientras lo veía ajustar algo con su tablet. La dejó sobre la mesita y vino hasta él
La cara de Lenna se puso blanca como un papel al escuchar la voz ronca, y al voltear encontró un rostro que la miraba con dureza, y a su lado una señora con ojos acusadores que negaba con la cabeza.—Querida, se supone que eres una dama, ¿qué clase de formas y comportamientos son esos? Tal parece que necesitas algunas lecciones más de etiqueta y comportamiento.La voz de Alana caló en Lenna y la hizo tiritar. La señora, elegante como siempre aquella mañana, no necesitó decir nada más, ni alzar la voz, para imponer su presencia en el lugar, y aquello impresionó a una Hannah que, al ver a su jefe junto a la señora supo enseguida que se trataba de su madre, pues ambos irradiaban auras similares.—Señor Cook, señora Cook, buenos días —saludó con prisas la muchacha, ganándose una mínima sonrisa por parte de ambos.Sin embargo, Andrew, engalanado con un traje en cerrado negro y una expresión turbia, se acercó a una Lenna que justo ahora deseaba que se la tragara la tierra y la escupiera en
Tras una rara jornada de trabajo, Hannah fue a buscar a su hija a la escuela y volvió a la casa de sus padres.Después de la cena, Ali insistió mucho en leer ella sola un libro que le había comprado recientemente, así que la mayor se sentó con su madre a ver la televisión.—Han pasado un par de meses desde que empezaste a trabajar en esa empresa, ¿cómo te sientes?—Estoy bien… Andrew es un buen jefe y nos llevamos bien. Aunque… hoy estaba muy raro.—¿Raro? —Su madre volteó a verla con curiosidad.—Sí… se notaba distraído. Él nunca es así, pero hoy incluso se equivocó en la redacción de unos documentos, y parecía ausente.Algo que no le dijo a su madre fue que Andrew evitaba su mirada cada vez que sus ojos se encontraban, cosa que no había pasado ni siquiera después del beso en Hiraeth.¿Acaso…?En eso, escuchó que su celular sonaba con una llamada, y le sorprendió ver el nombre de Finn ahí, por lo que no dudó en contestar.—Hola, Finn… ¿sucede algo?—Hmm… sí, señorita Roth, lamento mo