Maddox llegó al restaurante con la inquietud corriendo por sus venas. No le gustó alejarse de Alana, pero entendió que lo que le sucedía con esa loba era preocupante.Tan solo tenía unas horas a su lado y ya la sentía como una parte importante de su ser. Su cercanía lo serenaba y excitaba al mismo tiempo.Lo peor de todo, era experimentar ese poder de autoridad que ella ejercía sobre él, dominándolo como si fuese un cachorrito. Su influencia resultaba más imponente que la de su alfa.Eso no le gustaba. Siempre había sido el domador de su propio circo de fieras. Odiaba incluso que su padre aplastara su temperamento, pero con ella no podía evitarlo. Hasta podía jurar que eso le gustaba ya que aumentaba su deseo. Era enfermizo.Procuró olvidarse de la mujer mientras entraba en el establecimiento y buscaba a Aaron. El lobo se hallaba sentado en una mesa frente a unos enormes ventanales que daban vista al mar. Leía el periódico y tomaba un café.—Pensé que ya habías desatado un guerra con
—¿Lo secuestraron? —preguntó Maddox.—Me avisaron hace minutos y no lo pongo en duda porque Ryan siempre se mete en problemas —explicó Alana.Él respiró hondo para llenarse de paciencia.—¿Qué te dijeron?—Que fue a molestar a unos tipos que se refugian en la zona oeste de la isla. Alguien les dijo que a esos hombres los habían visto cerca de la granja que incendiaron hace pocos días y mi hermano y su grupo de… revoltosos —mascó el calificativo con rencor—, fueron a reclamarles. Al parecer, esos sujetos los golpearon y amarraron, e iban a encerrarlos en un galpón abandonado ubicado en esa zona. Uno de sus amigos pudo escapar y fue a mi casa para avisarme.—¿Te avisó a ti y no a la policía?—Aquí la policía hace poco por solucionar los problemas de los nativos, solo cuidan de los turistas y vigilan la zona del embarcadero. Además, el grupo de seguridad en el que participa mi hermano ya ha cometido algunos delitos con la excusa de proteger la isla. Tienen varias advertencias. Si el comis
Maddox viajó con Alana en el vehículo de alquiler de Aaron hacia el oeste de la isla. Dejaron a Kiki, la camioneta desbaratada de la loba, en el estacionamiento del restaurante.No se sentía cómodo al ir con Aaron, pero lo aceptó para darle celeridad al asunto y tener más protección para Alana. La situación en la isla parecía delicada.En esa región no solo existía una cueva inundada de vampiros, sino que se producían ataques, secuestros y hasta asesinatos. Aquel sitio no era ningún lugar paradisíaco para descansar, sino un infierno.—¿Estás seguro que Rob Favre es la misma persona que iba a reunirse con nosotros en el restaurante? —preguntó Maddox hacia Aaron mientras iban por una carretera solitaria de asfalto cuarteado.—Sí, ese fue el dato que me facilitó Freddy. Él era el nativo que había aportado la mayor parte de la información.—Rob no era nativo de Sutton.La intervención de Alana silenció a los dos hombres y atrajo hacia ella su atención, algo que no le gustó a Maddox.—¿Lo
Los alfa de las dos manadas existentes en Maine decidieron reunirse en la ciudad de Bangor, a un poco más de una hora de la capital Augusta.Aquella era una tierra neutral, ubicada en medio de los territorios que lideraban. Les urgía sentarse a conversar, los problemas empeoraban a cada segundo.Tanto Armand de la manada Prescott, como Freddy de la manada Browner, asistieron con sus betas y un pequeño grupo de seguridad.Browner tenía menos acompañantes porque su manada no era tan numerosa. En solidaridad, Armand dejó a parte de su gente a varias calles de distancia.Los dos lobos eran hombres de gran porte y fuerza, los más poderosos de sus agrupaciones. Los acompañantes se quedaron algo rezagados, solo Eric se aproximó un poco al ser el beta de los Prescott y Vincent, uno de los gemelos de Freddy, por ser el beta de los Browner.—Que terrible que deba suceder una tragedia para poder estrechar tu mano, amigo mío —saludó Freddy a Armand.—Pensé que te vería de nuevo en unos meses en N
Alana los sumergió por los caminos que atravesaban las granjas y plantaciones. Vías de tierras que en ocasiones se volvían agrestes.Por culpa de las lluvias, la tierra tenía surcos profundos donde el auto amenazaba con quedarse varado, pero Aaron lo maniobró lo mejor que pudo para no detenerse.El segundo puente ubicado en medio de esa zona también estaba bloqueado por la policía, así que ella tuvo que dirigirlos al interior del bosque, donde se hallaba un puente de hierro que tenía como cien años de construido y poco utilizaban por su lejanía, y por lo endeble que resultaba su estructura.Por culpa del tiempo y del clima las vigas estaban oxidadas, se agitaban cuando alguien lo cruzaba haciendo un ruido espantoso. Atravesarlo a pie o en bicicleta ya resultaba un gran riesgo, pero ella aseguraba que varias veces lo había pasado con su camioneta Kiki.Si la loba se había atrevido, los lobos también lo harían. El orgullo del macho siempre se imponía a la cordura.No atravesaban el río
Dejaron el auto semiescondido tras unos arbustos y caminaron los tres agazapados en dirección a los galpones. Los lobos podían sentir la presencia de humanos en el primer y segundo galpón y vieron a uno dentro de la avioneta preparando el vuelo de salida.Maddox le tomó fotos a la avioneta con su teléfono móvil para así tener registrado sus datos.—Ryan está en el segundo galpón —masculló Alana, al captar el aroma de su hermano, y quiso pasar entre ellos para ir a ese lugar, pero Maddox la detuvo.—Calma, primero tenemos que evaluar cuántos hay y si tienen armas.—¡Mi hermano puede estar herido! —susurró ella con desesperación.—Si no actuamos con precaución, él seguirá herido y tú muerta —acusó Aaron—. Si son muchos y tienen armas peligrosas nos transformamos en lobos para neutralizarlos. De esa forma, si nos disparan no podrán asesinarnos.Aaron se agazapó más entre los matorrales para acercarse al segundo galpón. Maddox quiso seguirlo, pero Alana lo detuvo.—¿Qué pasa? —quiso saber
—Ese tipo es en extremo peligroso —indicó Ryan al ver que los lobos habían amarrado y amordazado al tal Grayson, quien aún seguía desmayado.—No dudará mucho tiempo vivo —reveló Aarón y lo cargó sobre su hombro sin que le costara ningún esfuerzo para meterlo dentro del galpón donde ellos habían estado.Los humanos lo observaron con asombro.—¿Dónde está Neris? —preguntó uno de los compañeros de Ryan, un tipo delgado con cara de rata.—Lo dejé en mi casa cuidando de mi padre y de Keenan —reveló Alana.Se referían al sujeto que había escapado y la alertó de que los iban a encerrar en ese lugar.—¿Por qué los trajeron aquí? —exigió Maddox hacia los hombres.—Los abordamos cerca de la aldea de los pescadores —reveló Ryan—. Quisimos reclamarles por lo que hicieron en la cabaña de Owen, pero se pusieron violentos —explicó señalando al sujeto con cara de rata que antes había hablado—. Como Rob estaba algo pasado de tragos, quiso golpearlos. Lo empujaron y se golpeó la cabeza contra una roca.
Llevaron el cuerpo de Grayson a la costa. Le ataron pesadas piedras, lo quemaron y luego de unos minutos, lo lanzaron por un despeñadero.Ambos regresaron al galpón, pero antes de entrar, Aaron tomó a Maddox por el cuello de la camisa y lo estampó contra la pared.Acercó su rostro amenazante, que comenzaba a tomar la forma de su lobo interior con sus ojos tintados de dorado, hacia el del otro lobo.—¿Qué otra maldita mierda me ocultas?Mientras desechaban el cuerpo de Grayson, Maddox le había confesado sobre la existencia de la cueva de vampiros donde había hallado a Alana, suponiendo que el cargamento de huesos que los sujetos de la avioneta llevaron a Bar Harbor los habían sacado de allí. Para eso los lanzallamas.—No hay manada de lobos en esta isla —dijo soberbio. Sabía que esa información no podría ocultarla por más tiempo.Aaron lo observo confuso un instante, pero pronto su rostro se amplió mostrando interés.—La loba está sola —dijo como reflexión.Sin una manada, Alana estaba