Las palabras habían salido de sus labios antes de poder contenerse. Pues lo cierto era que Gabriel no tenía intenciones de que la fierecilla supiera la verdad, en especial porque él no pensaba reclamarla. No podía.Ella no era… No era suficiente. Nada más pensar aquello, sintió como todo su cuerpo se tensaba y su bestia interna arañaba desde adentro como si quisiera hacerle saber que no estaba de acuerdo con él.Sin embargo, no tuvo tiempo de pensar demasiado en aquello, porque la voz afectada e impresionada de Sofía llegó hasta él y fue solo entonces en sus ojos volvieron a centrarse en la hermosa mujer que tenía enfrente de él.—¿Qué…? ¿T-Tú… ¿Tú compañera? ¡Qué se supone que significa eso!Podía notar que la frustración estaba empezando a jugarle una mala pasada a Sofía y lo entendía, él podía entender que no era fácil simplemente despertar un día y darse cuenta que existe todo un mundo sobrenatural y mucho menos que ahora estás en medio de este sin poder escapar.Sin embargo, él s
Sofía llevaba al menos un par de horas examinando el cadáver y cada cosa que encontraba se le hacía más perturbadora que el anterior y es que, en todos los años que llevaba ejerciendo su profesión nunca había visto algo tan atroz como aquello. El joven, porque no podía tener más de 16 años le habían, no solo sacado los ojos, sino que además a diferencia de los demás, le habían mutilado los dedos de las manos y los dientes. En su pecho y espalda había más de esos antiguos símbolos y Sofía no dudó en anotarlos todos. Luego le diría a Gabriel que, si quería que lo ayudara, debía darle acceso a su computadora, esa que sabía que él tenía guardada en algún lugar porque ella la llevaba consigo cuando la atacaron. Sin embargo, a pesar de la distracción, del trabajo y de lo intrigante del caso, había algo que ella no conseguía sacarse de la cabeza y esas eran las palabras de la madre de Gabriel. Esas palabras resonaban en la mente de Sofía mientras continuaba con su trabajo forense. "La p
En la oscura comodidad de su habitación, Alexandra estaba caminando como un león enjaulado mientras esperaba la llegada de la persona que podría ayudarla. Y es que ella no era estúpida, sabía que el hecho de que su hijo se hubiese llevado a la cama a una humana. Un gruñido lleno de coraje salió de ella mientras se debatía entre la ira y la frustración. La escena en la morgue no había salido como lo planeó. Había subestimado a la humana y su habilidad para resistir sus provocaciones. —Maldita humana insolente. ¿Cómo se atreve a desafiarme de esa manera? —murmuró para sí misma, sus puños apretados con furia. Es que en los más de doscientos años que tenía, nunca, humanos ni lobos, se habían atrevido a enfrentarla. Ella era la luna más temida de todo el maldito reino, había marcado un precedente y aunque luego de la guerra que se llevó a su esposo y primogénito, ya su lugar no fuera ese, seguía siendo respetada. Temida. Sus pensamientos se volvieron entonces hacia su hijo. Gabriel, se
Sofía se aferraba fuertemente al cuerpo de Gabriel mientras la velocidad los llevaba a través del bosque. La noche se volvía un borrón oscuro, y ella sentía la presión del viento en su rostro. A pesar de la situación tensa y las revelaciones perturbadoras, una extraña emoción se mezclaba en su interior. La proximidad con el imponente alfa no era algo que pudiera ignorar fácilmente. Finalmente, Gabriel frenó en seco, dejando a Sofía desorientada. Se encontraban en un claro, rodeados por altos árboles. La mansión de los lobos podía verse a lo lejos, iluminada por la luz de la luna. —Esta… Esta no es la mansión— dijo Sofía recomponiendose, mientras veía todo el lugar a su alrededor y debía aceptar que era hermosísimo, como todo el pueblo. —No, pero es un lugar tranquilo y tú y yo necesitamos hablar —dijo Gabriel, su tono serio indicando la gravedad de la conversación que se avecinaba. Sofía se separó de él, sintiendo la repentina ausencia de su calor. Se miraron el uno al otro, y ella
El despacho de Gabriel estaba sumido en una penumbra matutina cuando Blake entró, cerrando la puerta tras de sí. El alfa estaba de pie junto a la ventana, su mirada perdida en el horizonte distante. Blake tosió ligeramente para llamar su atención. —Gabriel, necesitas escuchar lo que descubrí —anunció Blake, su tono revelando la seriedad del asunto. Gabriel se volvió hacia él, sus ojos oscuros como el plomo reflejando una mezcla de ansiedad y determinación. —Dime, Blake. ¿Qué encontraste? Blake se acercó a la mesa del alfa, desplegando un mapa antiguo que mostraba los límites de los territorios lycanos y brujos. Señaló una ubicación específica. —Fui a ver a la bruja como me pediste, aquella que consultamos sobre los embarazos híbridos. Y, Gabriel, lo que encontré es asombroso y peligroso a la vez. Las palabras del beta consiguieron que todo su cuerpo se tensara, al tiempo que sentía su ceño fruncirse y con un solo movimiento de cabeza lo instó a continuar. —Los vínculos entre raz
Sofía llevaba todo el día conociendo los distintos lugares de la mansión, o al menos los que Sven consideraba que podía ver sin despertar la ira del alfa, sin embargo, cuando estaban dando una segunda vuelta al hermoso jardin de orquideas, sintió como todo su cuerpo se tensó y una opresión que no entendía se apoderó de su pecho.Frenando sus pasos llevó una de sus manos al lugar exacto dónde latía desaforado su corazón y sin saber cómo, supo, en lo más profundo de su ser, que algo no estaba bien, Que algo le había pasado a Gabriel.—Sofía, ¿qué sucede?— preguntó Sven, llegando hasta ella y viéndola con los ojos llenos de preocupación.Sin embargo, ella sabía que el dolor que sentía no era por ella, no sabía como explicarlo, pero no tenía duda que su cuerpo y su mente le estaban dando un aviso de que el alfa no estaba bien.—Gabriel— dijo entonces ella en medio de un gemido de dolor—Algo le pasa a Gabriel.Sven no sabía de dónde venía la preocupación repentina de la chica hacia el alfa
Gabriel no tenía palabras para describir la desesperación que estaba sintiendo. La angustia se lo estaba comiendo de dentro hacia afuera de tal forma que ni siquiera sentía la herida que tenía en el abdomen, esa que debería preocuparle porque no dejaba de sangrar. Sin embargo, en lo único que él podía pensar era en Sofía, en qué demonios le estaba ocurriendo como para que estuviera tan desesperada. Y es que si los malditos ancianos se hubieran atrevido a ponerle un solo dedo encima…—¡Alfa, ya vienen los refuerzos!—Blake lo estaba viendo con ojos desesperados y él sabía que se estaba debatiendo entre si debía o no ayudarle con la herida. Normalmente las heridas sanaban a una velocidad increíble en él, cuando se trataba de armas de plata la recuperación era un poco más lenta, pero no tanto como estaba pasando en esos momentos. Él sabía que había algo distinto en ese puñal, algo que estaba empezando a pasarle factura, pues sus extremidades comenzaban a perder resistencia. —Bruja….— di
Sofía observó con alivio cómo los ojos de Gabriel revoloteaban antes de abrirse. Su expresión pasó de la confusión a la claridad cuando sus ojos se encontraron con los de ella. Aunque todavía débil, Gabriel intentó incorporarse, pero Sofía lo detuvo suavemente.—No te muevas demasiado, Gabriel. La bruja acaba de hacerte un buen arreglo —le advirtió, pero sus ojos reflejaban una mezcla de alivio y preocupación.Gabriel la miró como si estuviera viendo algo nuevo en ella. Se percató de la angustia en sus ojos, de la manera en que sujetaba su mano con fuerza como si temiera que él pudiera desvanecerse en cualquier momento.—¿Sofía? —pronunció su nombre con suavidad, como si estuviera saboreando la sensación de tenerla allí.Ella esbozó una sonrisa, pero los ojos aún le brillaban con lágrimas reprimidas. Él sintió una extraña mezcla de sorpresa y gratitud al verla tan preocupada por él. Los dos se encontraron en un silencio cargado de emociones.—¿Cómo ocurrió? ¿Cómo te hirieron? —pregunt