—¿Por qué me detienen? —Robert preguntó, se sacudió del agarre de los oficiales—. Tengo derecho a saberlo. Ryan resopló, sonrió con cinismo. —¿Todavía lo preguntas? —refutó con seriedad—, este hombre nos ha estado traicionando —gritó a los cuatro vientos—, abuela te presento al señor Smith, se hizo pasar por un importante ejecutivo de una empresa automotriz que no existe en realidad, Robert lo contactó, y le vendió nuestra propuesta. —¿Qué? —gritó la abuela, se tambaleó, y logró sostenerse del bastón. —¿Me estuviste traicionando infeliz? —vociferó mirando llena de ira a su empleado. Robert frunció el ceño, plantó su oscura mirada en Ryan, estaba perdido. Luego apareció Vanessa y sonrió. —Usted señora Knight me ha acusado de espionaje, de inepta, y de muchas cosas más —rebatió Vanessa mirando a la anciana—, cuando ustedes se quedaron con la venta que era mía, se robaron mi propuesta —vociferó—, yo siempre supe que fue Caleb Bosch el que le vendió información a Robert, para acusarm
—¡No puede ser! —gruñó Ryan al leer el mensaje de Vanessa, el pecho se le agitó, entonces marcó el móvil del jefe de seguridad de la empresa, y avisó lo que sucedía, mientras caminaba por los fríos pasillos de la clínica con rapidez. «Se me olvidó ponerle seguridad, si algo le pasa será mi culpa, maldita sea» se recriminó mentalmente mientras subía a su auto y pisaba a fondo el acelerador. —Por favor que esté bien, que no le hagan daño —suplicó mientras se aferraba con fuerza al volante del auto. ****Vanessa como pudo roció de gas pimienta en el rostro del sujeto que la tenía cautiva, el hombre gritó de ardor, y la soltó. La mujer se puso de pie como pudo y corrió hacia la salida, pero un disparo detuvo su andar, y cayó al piso, pensó en las niñas, en su mamá, en Ryan, y gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas, creyó que serían sus últimos minutos con vida y que ya no volvería a ver a las personas a quiénes amaba.Los hombres de seguridad de Ryan llegaron y dispararon al aire pa
Vanessa llegó con Ryan a su apartamento, en el auto se había retocado el maquillaje, aunque tenía los ojos rojos en hinchados. —Ava se dará cuenta de que lloré. —Le diremos que te duele la cabeza, no es conveniente asustar a nuestras hijas —declaró. Vanessa asintió y tal como lo predijo al entrar al apartamento Ava notó los ojos llorosos de su mamá. —¿Qué te ocurrió? —preguntó la niña, observando a su mamá con mucha atención. —Nada cariño. —Vanessa se inclinó la abrazó con fuerza—, me duele la cabeza, solo quiero descansar. Ava abrazó a su mamá, besó su mejilla. —Está bien. Hope salió del tocador y enseguida se acercó a abrazar a su tío. —Hola princesa, ¿cómo te portaste hoy?—Bien —contestó—, ya tengo sueño, nos vamos al apartamento —indagó. —Sí, claro, despídete —solicitó Ryan. —¿Cuándo vamos a vivir juntos? —preguntó Hope, observando a Ryan. —En unas semanas, tengan paciencia. —Sonrió. —¡Qué bien! —exclamaron a dúo las pequeñas, se abrazaron, Hope se despidió de su ami
Ryan no había podido contener la curiosidad, y se quedó escuchando detrás de la puerta, sonrió cuando escuchó a su hija gritar con júbilo, entonces se atrevió a abrir y entrar. —¿Eso quiere decir que me perdonas, Hope?La niña inclinó la cabeza, mordió su labio inferior. —Pero no lo vuelvas a hacer —recriminó, y le brindó una sonrisa. Ryan sentía que su ritmo cardíaco iba en aumento. —¿Puedo darte un abrazo, ya no como tío, sino como tu papá?Hope se estremeció al escucharlo, lo miró con atención y sus ojos se cristalizaron. —Está bien, papá. Vanessa se llevó la mano a la boca, notó como Ryan respiraba agitado, intentando contenerse, pero no pudo, un gran torrente de lágrimas viajó por sus mejillas, se aproximó a Hope, sintiendo una infinita emoción que no podía explicar, la abrazó tan conmovido que las palabras no salían de su boca. Hope lo rodeó con sus estrechos brazos, y se sintió segura y protegida en los brazos de su verdadero padre. —Intentaré ser un buen papá para ti,
Vanessa abarcó con su humedecido sexo el miembro duro de Ryan, empezó a subir y bajar balanceando sus caderas, sus senos se movían al mismo compás, la visión que él tenía de ella, era exquisita. Ryan colocó sus manos en las caderas de Vanessa, y marcó el ritmo, cada vez, más fuerte y profundo, sus respiraciones eran agitadas, sus cuerpos sudorosos chocaban y se hacían uno, ella tenía los ojos cerrados, los labios separados, su cabello le rodeaba la espalda, varios gemidos salían de su boca. La respiración de Ryan era cada vez más irregular, se incorporó y mientras ella rotaba sus caderas, sus labios embutieron uno de los senos de Vanessa, ella sintió su piel erizarse, su cuerpo quemar. —¡Ryan! —jadeó en repetidas ocasiones.—Vanessa —respondió él, ronco—, dámelo —ordenó.Ryan la tomó por las caderas, aumentó el ritmo, cada vez más fuerte, más profundo. Vanessa jadeó, sintió como su humedecido sexo se contraía, clavó sus uñas en los brazos de él, y gritó alcanzado el clímax. Él la
Ryan apretó los labios, no muy convencido de dejar a su abuela y Vanessa solas, su novia lo observó con dulzura, asintió, como diciéndole que todo estaría bien, entonces se tranquilizó, y abandonó el despacho. —Siéntate Vanessa —ordenó la abuela, con su voz ronca como era costumbre. Vanessa se sentó en una de las sillas, observaba a la anciana e intentaba descifrar que era lo que tenía que decirle. —La escucho señora. —Como les dije, no me voy a oponer más a su relación; sin embargo, necesito estar segura de que era la mujer que le conviene a mi nieto. —Se aclaró la garganta—, no quiero otra PaIge en mi familia. —Yo no soy como ella, no me interesa el dinero de su familia, estoy dispuesta a firmar un acuerdo prenupcial en el caso de que Ryan y yo nos casemos. —Miró a la anciana—, yo aprendí a valerme por mí misma, y no deseo que eso cambie jamás —enfatizó. Rose asintió. —Te comprendo, y me parece bien lo del acuerdo, por otro lado, con lo sucedido con Robert, ya no confío en na
Caleb se puso de pie, irguió su barbilla, se aproximó como un energúmeno hacia Vanessa, pero ella no le mostró miedo, lo enfrentó cuadrando sus hombros con altivez. —¡No te atrevas a tocarla! —advirtió su tío. —¡Todo es culpa de ella! —gritó desesperado. —¡No! —exclamó el anciano—, Vanessa tan solo fue la víctima, salió por la puerta de atrás, y no se lo merecía. —El señor Bosch colocó sus manos sobre su reluciente escritorio, resopló avergonzado—, no tengo el valor de mirarte a los ojos —le dijo a Vanne. Vanessa observó con seriedad a su antiguo jefe. —Yo le dije que un día probaría mi inocencia señor Bosch, y ese momento llegó, yo jamás traicioné a esta empresa, yo amaba mi trabajo, y la compañía que me dio la oportunidad de crecer, pero me dolió más su desconfianza —declaró—, jamás pensé salir por la puerta de atrás, por algo que yo no hice. El señor Bosch sintió la garganta seca. —Lo lamento mucho Vanessa, y por eso mereces recibir tu liquidación, a más de una indemnización
April asintió, no tuvo más alternativas. —Haré lo que me pides, papá —susurró. —Entonces ve a casa, prepara tus cosas —ordenó Joseph, volvió a su escritorio sin mirarla. April salió del despacho de su padre y antes de ir a su mansión, fue directo al edificio donde se radicaba su amante, tenía que contarle lo ocurrido. Cuando él abrió la puerta del lujoso apartamento, ella entró resoplando, tenía las mejillas enrojecidas. —¿Qué te ocurrió? —preguntó el hombre. —¡Necesito un trago antes! —ordenó, se sentó en uno de los sillones, y cruzó su pierna. El hombre de impecable presencia se dirigió al bar, colocó dos cubos de hielo en una copa, vertió whisky. Y se acercó a la chica, le entregó el vaso. —¿Qué ocurrió?—¡Ryan! ¡Es muy inteligente! —resopló, bebió de un golpe su trago, y le contó lo que pasó con su padre. El hombre apretó los puños, empezó a caminar de un lugar a otro. —El infeliz parece tener pacto con el diablo, pero se le va a acabar su reinado muy pronto —bramó. —¿