Capítulo 42.

—Está bien, te tengo, estas a salvo aquí conmigo.

De una forma tranquilizadora, Jason me ayuda a entrar en la bañera, quitándome toda la suciedad del cuerpo, después de haber corrido por horas en el bosque.

Todo estaba extrañamente silencioso y obscuro, como si ahora en la manada no hubiera nadie más que él y yo, los dos solos, juntos por fin en su mansión. Me desmayé un par de veces hasta regresar aquí, todo lo que pasó y el cansancio fueron demasiado para mí, así que no pude evitar dormirme varias veces.

Ahora en casa, libre de las esposas y el collar de cuero, Jason me estaba ayudando a bañarme, y luego curó mis heridas, mis piernas y pies llenos de arañazos. Y mientras él delicadamente atendía mis extremidades, tocando cada corte o golpe en mi piel con suma delicadeza, no pude evitar sentirme preocupada por él.

—Oye, está bien… —digo intentando tranquilizarlo, ya que puedo notar que está muy afectado por la situación.

—¿Cómo podría estar bien algo como esto? Cuando regresé a casa
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