Capítulo 29.

Mi cuerpo se mueve casi por inherencia cuando veo que Jason cierra los ojos, no puedo dejarlo ir, no quiero abandonarlo, tengo que ayudarlo.

Me levanto del suelo y corro al lugar donde estaba nuestro campamento, todo estaba destruido, pero entre las ruinas afortunadamente puedo encontrar un botiquín de primeros auxilios, el mismo que usé el día que Jason y yo nos conocimos.

No tengo ningún tipo de entrenamiento médico, pero por simple deducción, desinfecto y cubro las heridas del cuello de Jason, esperando que estas dejen de sangrar lo más pronto posible.

La otra gran preocupación que tengo es la herida de su abdomen, tiene un gran mordisco que no deja de sangrar, y se ve muy profunda. Sin tener más opción vierto casi toda la botella de antiséptico en su herida, viendo como su cuerpo se contraía y de pronto Jason soltaba un alarido del dolor.

—Lo siento, perdóname, pero tengo que desinfectar la herida para curarte, de verdad lo siento mucho —me disculpo con Jason, viendo como él se ha
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