Capítulo 23.

Casi no tengo tiempo de reaccionar, volviendo a gritar giro el volante lo más rápido que puedo, y esquivo a ese enorme lobo saliendo del camino.

¿Qué hace esa cosa tan enorme aquí? No es un lobo normal, definitivamente no lo es, tiene el pelaje negro con unos grandes y brillantes ojos azules, pero es tan grande que casi era tan alto como mi coche, ¿Hay lobos así en colorado? Pensaba que los lobos gigantes solo eran cosa del ártico, nunca había visto algo así.

Salgo de la sorpresa que siento por ver a ese gran animal cuando me doy cuenta de que el coche de esos hombres aterradores se acerca, algo que me hace recordar que debo huir. Con mi fuerte giro afuera de la carretera mi coche se había apagado, y sintiéndome impaciente intento encenderlo de nuevo, aunque este no responde.

—Vamos, por favor, por favor enciende —suplico desesperada en un susurro, viéndome atrapada en ese sitio.

Mis miedos se confirman cuando ese coche finalmente se estaciona en medio de la carretera, muy cerca, y Le
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