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Alex.

Por poco me da un infarto al ver a semejante mujer casi desnuda, se había lastimado el tobillo y tuve que llevarla cargando hasta la casa, otra tentación más a la enorme lista que se hallaba frente a mí gracias a ella. Mi Elizabeth era una chica extraordinaria de la cual cualquier hombre podría enamorarse perdidamente, pero no quería que nadie se le acercara, eso sólo podía hacerlo yo, ella sería mi esposa, por las razones que fueran, pero sería mi esposa al fin y eso me tenía loco de la felicidad por más que intentara disimularlo, cuándo le coloqué hielo en el tobillo, pude sentir con mis manos el contacto con su piel, se sentía tan suave, tan tersa, uf era delicioso poder contemplarla así. Estábamos casi desnudos, pues acabábamos de salir de la piscina, y honestamente hice un esfuerzo sobrehumano para no lanzarme sobre ella y besarla con toda la pasión que tenía acumulada, pero no, era necesario guardar el autocontrol, pues Elizabeth nunca me perdonaría si hubiese intentado ir
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