Volver junto a Daniel, que la esperaba intranquilo, después de todo eso fue muy difícil. Se lavó la cara varias veces, tratando de disimular lo rojo de sus ojos, no quería que la viera así y le preguntara que sucedía. Si le decía que había discutido con Harry iba a ser un problema más. Buscó algunas botellas de la cocina y regresó al salón de música.
La vio entrar con una sonrisa y el corazón se le calmó. Se sentó junto a Daniel muy pegada, como necesitando sentirlo, le paso un brazo por detrás de la cintura y apoyó la cabeza en su hombro. Era su manera de decirle “abrázame” y él lo hizo. La atrajo todavía más a si, haciéndole cosquillas en las mejillas con el casimir de su suéter. - ¿Todo bien? – - Si… Solo un poco cansada… ¿Por qué siempre hueles tan bien? – - Porque me baño todos los días – Deanna rio. Lo decía en serio, estableciendo lo obvio como un hecho indiscutible. Solía tener ese tipo de réplicas, siempre fundando sus respuestas en la lógica; conviLa mujer parada frente a él que lo miraba con asombro y desconcierto era tan parecida a Deanna; el mismo cabello, ojos, hasta la postura de su cuerpo. Y la misma mirada incrédula. Tendría apenas unos 10 años más que él, aparentaba menos. La otra mujer, en cambio, tenía una enorme sonrisa en el rostro, el cabello blanco y una expresión de felicidad. Intimidado, Daniel Crusher estaba intimidado. Cuando Deanna les contó que se había casado, por qué y con quien, su madre se puso pálida, gritó, se enfadó y despotricó. Su abuela, por el contrario, no dejaba de felicitarla y hacer bullicio. -¡Será mejor que venga a dar la cara!- Le dijo su madre. -¡Si, si, tráelo, Deanna! Quiero ver a mi nuevo nieto – Estaban detrás del restaurante, que se separaba de la pequeña casa por un jardincito de hierbas aromáticas. Se sentaron a la mesa, Deanna junto a Daniel, sosteniéndole la mano debajo del mantel. Habían preparado café y algunos bocadillos, pero nadie bebía o comía. Philippa
Después de su discusión con Deanna a Harry le estaba costando todo. El trabajo lo aburría, Laura lo aburría, hasta la música comenzó a fastidiarle. No podía sacarse su mirada llorosa de la cabeza, la mueca de su boca triste. Culpa, sentía una culpa que lo torturaba. En el transcurso de esos días intentó muchas veces llamar, pero ni siquiera llegaba a marcar su número; ¿Qué le iba a decir? ¿Cómo se disculparía con ella? Laura no sabía que hacer o a quién recurrir, el matrimonio que tanto quiso se estaba yendo a pique. Si esto continuaba era seguro que luego de que el bebé naciera todo terminaría. Lo único que se le ocurrió fue recurrir a Camila, tal vez ella podría hablar con su hijo y saber que le sucedía. Llegó a la casa sin avisar. Camila estaba con Arlene y Beverly poniéndose al día “socialmente”. Cuando la vio entrar con su rostro triste y una mano en el vientre se levantó de inmediato. - Laura, no te esperaba… ¿estás bien? – - Lo siento, Camila, no sabía que tenías visitas –
Otra reunión social en su ambiente, con sus protocolos y sus formas. Otra exposición de su no pertenencia a ese círculo ostentoso. Su seguridad flaqueaba ante la presión de dar una buena imagen, porque de eso se sustentaba la reputación de Daniel. Y Deanna tenía que cumplir con los requisitos para no dañarla. “Es cómo interpretar un personaje, piensa que estas en una obra” Se decía para convencerse, al final lograría acostumbrarse a su ambiente. Ojalá no tuviese que pasar por el ojo crítico de todo el mundo. Apenas un tiempo atrás eso no le importaba, le daba lo mismo, porque se suponía que todo iba a terminar. Él se lo había mencionado al principio: estar casada con Daniel Crusher implicaba mucho más. Pero ahora que las cosas habían dado un giro inesperado, esas implicaciones le pesaban. Y luego la discusión con Harry remarcándole todo por lo que no acoplaba con su hermano. ¿Desde cuándo esa duda por dar una buena impresión? Desde que se dio cuenta de que estar a su lado
Leonard Reed, cabeza de una cadena de multimedios, era el dueño de esos ojos negros.- ¿Esa es la esposa de Crusher? – Le había preguntado a su asistente ni bien entraron.- Así es. Es mucho más joven que él, no hace mucho se casaron -Conocía al detalle los chismes y rumores que llevaban meses dando vueltas, Alice, su esposa, se había encargado de informarle todo lo que oía: era una mujer más joven, bonita, universitaria y una trepadora. Pero verla en directo era una cosa muy diferente. Le resultaba extrañamente familiar y no podía saber por qué. Quizás la cruzó alguna vez en otro evento, no lo recordaba.Reed era respetado entre sus colegas por su carisma y la impulsividad que, de alguna manera, le conseguía éxitos comerciales. Pero también se conocía su otro lado, uno del que todos hablaban en voz baja. Era un infiel empedernido y tenía preferencia por las mujeres jóvenes; hasta Alice lo sabía. Como casi todo en ese mundo, nadie se daba por enterado.Justificaba su conducta para sí
Harry buscó a Daniel con la mirada, sabía bien lo que iba a pasar ni bien se diera cuenta de lo que Reed estaba haciendo. Pero no estaba por ninguna parte, tenía que hacer algo para sacar a Deanna de las garras del tipo y tenía que hacerlo enseguida. Sin embargo, seguía anclado en su lugar, el cuerpo le gritaba que se moviera y su cabeza que no. En una parte oscura y profunda de su mente, esa que no se atrevía siquiera a mencionar, esperaba que Daniel apareciera para que cayera sobre ella el peso de su carácter. Porque lo conocía bien y sus celos no se dirigirían a Leonard. Y Daniel no estaba en el salón, estaba encerrado con su padre, algunos miembros del directorio y contabilidad discutiendo acaloradamente en una sala adjunta. Justo esa noche tenían que llegarle planteos y cuestionamientos innecesarios que podrían haber esperado al lunes. Estaba exasperado y deseoso de regresar con su esposa y estos tipos lo retenían reprochándole cosas sin sentido. Se estaba formando un cald
Salir así de un evento como ese era un lujo que solo alguien como él podía darse, alguien a quien no le importaban los chismorreos. Le abrió la puerta y dejó que pasara primero, cerró dejando tras de sí una Camila entre sorprendida e indignada. Volvió a tomarle la mano para cruzar el lobby del edificio hasta los ascensores. No decía nada y Deanna no preguntaba, solo lo seguía. Parecía que eso era lo que él quería: silencio. Ella sabía que internamente estaba batallando con sus demonios. El trayecto hasta la planta alta fue igual; no le soltó la mano hasta que llegaron a las puertas de su oficina y él la abrió. - Lo siento… - Le dijo apoyado en la puerta una vez que entraron. - Dime que sucedió – - Lo de siempre… celos… lo lamento – Se pasó una mano por el cabello decepcionado de sí mismo. - ¿Por eso te enojaste tanto con Leonard? – - ¿Leonard? ¿Qué tanto hablaron que es “Leonard”? – Sus ojos brillaron y ella lo percibió aún con las luces apagadas.
Las sombras de Daniel se iluminaban cuando estaba con ella a solas. No regresaron a la casa, de todas maneras, los niños volverían a quedarse con Susan. Todos años que había pasado solo luego de que Emily muriera parecían tan lejanos ahora. Como si su vida tuviera un hueco donde el tiempo se hubiese detenido y la oscuridad de la tristeza cubriera todo. Deanna llenaba todo con su luz ahora. Su oficina, alguna vez, fue también su escondite donde su pena podía salir y avasallarlo sin que nadie lo viera. Su dimensión abarcaba todo el piso superior del edificio y estaba equipado por completo, hasta con una pequeña habitación que ahora estaba desmantelada y guardaba cajas viejas. - Tu oficina parece un departamento… - - En una época lo fue – Estaban recostados en el amplio sofá que daba a las ventanas más extensas. Las luces de la ciudad eran la única iluminación que entraba y envolvía sus formas desnudas apenas cubiertas con una manta. - ¿Traías mujeres aquí? –
La cara de Laura iba perdiendo color a medida que escuchaba las razones de Beverly. - ¿Por qué me dices todo esto? – - No jugaré a la inocente contigo… No es mi estilo… Sabes, como todos, que siempre he tenido un interés en Daniel. Son amigas y lo lamento por ti, pero es cuestión de tiempo hasta que tu marido decida no aguantarse más. En la oficina trata a su hermano con desprecio, lo esquiva, lo ignora. Tampoco me parece lógico que se estén peleando por una mujer. Seamos honestas, no quieres separarte de Harry y es lo que sucederá si Deanna continua en tu familia… - Beverly estaba poniendo todas sus cartas sobre la mesa, tenía que apostar fuerte si quería lograr algo. Y Laura parecía cada vez más acongojada. - Pero Daniel y Deanna están enamorados… - - Vamos, Laura, lo de Daniel no es más que una aventura, ¿a qué hombre no le gusta que una mujer más joven muestre interés por él? Pero romper sus lazos con Harry por eso es demasiado. No conozco las intencione