◢ Justin
◤Me desperté antes de que sonara el despertador, como cada mañana. Tras un breve paso por el baño, hice un par de estiramientos y me dirigí hacia la trotadora, donde revisé apresuradamente mi agenda antes de iniciar la rutina de treinta minutos. Una vez la güincha comenzó a deslizarse inicié con un trote suave para entrar en calor, mientras aprovechaba mentalmente de organizar mi día.
Un par de estiramientos y ejercicios matutinos fueron suficientes para activar mi cuerpo y mi mente, preparándome para enfrentar el día que se avecinaba. La ducha más templada que tibia es mi ritual diario, refrescante y revitalizante, a medida de que la disciplina se arraiga aún más en mi día a día.
Como todo en mi vida, mi guardarropa siempre se encuentra organizado de antemano, con trajes bien planchados y camisas perfectamente alineadas, listos para proyectar una imagen de profesionalismo impecable, no hay espacio para errores. Me incliné por un traje de dos piezas azul marino y una camisa clásica blanca. La corbata y el pañuelo en tonos grises, finalizando el atuendo con unos zapatos y cinturón de color negro.
Después de tomar el desayuno que Scarlett me dejó en el refrigerador, revisé la correspondencia que quedó en el recibidor y le di un vistazo al correo y a mi agenda por si algo de último minuto requiriera mi atención con urgencia, y debiese ser atendido.
A pesar que Nueva York es un caos en horario punta, me gustaba mucho conducir por la ciudad, era el único momento donde sentía que de alguna forma pertenecía al mundo y me sumergía en la ciudad y en los habitantes; me permitía dejar atrás todas mis responsabilidades, aunque la mayoría de las veces terminaba pensando en alguno de mis casos, ya que cada segundo cuenta y no puedo permitirme perder el tiempo.
Apenas salí del elevador el nombre de Turner Legal Group me da la bienvenida como cada día. No alcancé a dar dos pasos, cuando entró una llamada a mi celular. Sonreí al ver la fotografía de mi mejor amigo en la pantalla.
—¿Qué pasó con el señor perfecto? ¿Se le pegaron las cobijas? —dijo en tono burlón—. Estoy en tu oficina y aún no has llegado —me reprochó.
—Buenos días para ti también, Max. Ya estoy aquí. —Corté la llamada y me acerqué al escritorio de mi asistente.
—Buenos días, señor Turner. —Sunmi me recibió el abrigo y me entregó un café, como cada día desde hace dos años—. Tiene diez minutos hasta su reunión. La gente de Blue Sky ya está aquí —recitó con su tono dulce y firme a la vez, mientras me seguía a mi despacho.
—Buenos días, Sunmi. No tardaré demasiado —respondí mirando a Max, que se ponía de pie para acercarse a saludar—. Puedes retirarte. —Asintió en mi dirección y salió tan rápido como entró.
—Pobre Sunmi, no la valoras lo suficiente. —Negó en tono de reproche, mientras nos estrechábamos las manos.
—La valoro más de lo que piensas. —Me senté detrás de mi escritorio y comencé a hojear el informe que estaba sobre la mesa, donde se encontraban los contratos y los acuerdos que debía explicar a la gente de Blue Sky—. ¿A qué debo el honor de tu visita?
—Extraño a mi amigo. —Alcé la mirada y puse los ojos en blanco cuando se sentó frente a mí—. Ya que no me has dicho una sola palabra, vine a enterarme cómo te fue en la cita con esa amiga de Scott Davis —preguntó con interés.
—Recuérdame, ¿por qué es que accedí a tener esa cita? —Max bufó y no pude evitar sonreír—. Fue un desastre.
—¿Tan mal estuvo? La chica no era nada fea…
—No lo era, pero todo se salió de control. Casi muero ahogado con un trozo de carne frente a ella —confesé, recordando el bochornoso momento y pasando por alto el vino que estropeó uno de mis mejores pantalones. Como siempre, Max estalló en carcajadas.
—Discúlpame, amigo, pero esto va a ser épico —bromeó—. ¿Qué hiciste al final? ¿El viaje fue en vano, entonces?
—Te recuerdo que no viajé a Los Ángeles específicamente por eso. Aproveché las circunstancias, porque tenía trabajo qué hacer. —Miré hacia el pasillo y me encontré con los grandes y expresivos ojos de Sunmi, quien bajó la mirada como si la mía le quemara cuando volvía a sentarse en su escritorio—. ¿Eso es todo?
—También venía a recordarte que prometiste quedar conmigo esta noche.
—Pareces una novia tóxica, Max. —Tomé la carpeta y me puse de pie obligando a mi amigo a salir conmigo—. Sabes que ahí estaré. —Max se acercó y me abrazó por los hombros para salir de la oficina.
—No dejes que llegue tarde a nuestra cita, Sunmi —le pidió a mi asistente, haciéndole pucheros. Sunmi asintió en su dirección y le dedicó una sonrisa—. ¡Nos vemos luego! —Se despidió alzando la mano y caminando hacia la salida por el pasillo.
—¿Ya están en la sala de reuniones? —Sabía cuál era la respuesta, Sunmi jamás me ha decepcionado, pero era una pregunta que debía hacer como parte de nuestra rutina.
—Sí, señor Turner. Lo están esperando —respondió con la misma eficiencia de siempre.
—Gracias, Sunmi.
La reunión fue todo un éxito. Los clientes quedaron conformes con el acuerdo de fusión con su nuevo socio, y la documentación estaba en regla, así que fue tan sencillo como explicarles el contrato y conseguir sus firmas.
Despedí a mis clientes y los acompañé hacia la salida, cuando me encontré con Sunmi en el pasillo.
—¿Sucede algo? —pregunté preocupado al ver la inquietud reflejada en su rostro. Asintió.
—El señor Turner lo espera en su oficina. Insistió en que era de suma urgencia —mencionó y sentí la opresión en mi pecho.
Dejé a mi asistente en el pasillo, mientras me dirigía a paso rápido hacia el despacho de mi tío. Cada paso que daba se sentía como una pesada carga sobre mis hombros, recordándome lo importante que es para mí, Michael Turner. Una sensación de inquietud se instaló en mi pecho, amenazando con ahogar mi determinación y mi resolución.
La puerta se abrió de par en par frente a mí, revelando la figura imponente de mi tío sentado detrás de su escritorio. Su mirada penetrante se clavó en mí, dejando al descubierto la preocupación y el orgullo que yacían bajo su máscara de autoridad y seriedad. Me mantuve firme frente a él, consciente del peso del legado que había estado esperando pacientemente en el umbral de mi vida durante tanto tiempo.
—Justin, siéntate —ordenó con un gesto de su mano, invitándome a tomar asiento frente a él.
Me dejé caer en la silla con una exhalación tensa, preparándome para lo que vendría a continuación. La seriedad en la expresión de mi tío no dejaba lugar a dudas sobre la importancia de esta conversación, mientras que su mirada intensa parecía traspasar mi coraza, llegando directamente a mi ser.
—Hemos llegado a un punto crítico en la historia de Turner Legal Group. Mi salud no es lo que solía ser, y creo que es hora de considerar mi retiro —comenzó, su voz resonando en el espacio con una mezcla de determinación y resignación.
Mi corazón se contrajo ante sus palabras, recordándome la fragilidad de la existencia y la efímera naturaleza del tiempo.
«¿Tan mal estaba su estado de salud?», me pregunté, mirando su imponente figura y detallando en sus cansados ojos oscuros. La realidad de su deterioro físico y emocional se desplegó frente a mí, recordándome la importancia de enfrentar la responsabilidad que yacía sobre mis hombros. Sentí que mi mandíbula se tensaba mientras luchaba por contener las emociones que amenazaban con abrumarme.
—Hijo, sabes cuánto significa este bufete para mí. Ha sido mi vida y mi legado, y me niego a dejarlo en manos inexpertas o irresponsables —continuó, su tono adoptando una gravedad renovada que pesaba en el aire como una losa. Antes que me dejara responder a sus palabras, prosiguió—: Creo que ambos sabemos que eres mi heredero, pero antes de que asumas por completo el control del bufete, hay una condición que debes cumplir —declaró, su voz resonando con una seriedad y una gravedad que no dejaba lugar a dudas.
Mis ceño se frunció y mis cejas se elevaron, en una mezcla de confusión y sorpresa, mientras me preparaba para lo que vendría a continuación. La anticipación latente se instaló en mi pecho, recordándome la importancia de mantenerme firme y centrado en el objetivo que tenía por delante. Una sensación de intriga se deslizó por mi espina dorsal, despertando mi curiosidad y mi determinación a partes iguales.
—Comprendo que estás enfocado en el trabajo y en el éxito del bufete, créeme cuando te digo que lo viví en carne propia, pero necesitas recordar que hay más en la vida que el éxito profesional —dijo con pesadumbre, lo que me dio a entender lo mucho que lamentaba no haber seguido este mismo consejo en tiempos mejores—. La felicidad y la estabilidad provienen de una vida equilibrada y significativa, Justin, y necesitas encontrar a alguien que entienda y aprecie ese equilibrio —expresó mi tío, su tono revelando una mezcla de experiencia y sabiduría acumulada a lo largo de los años—. Necesitas encontrar a la mujer de tus sueños y casarte antes de que pueda considerar que estás preparado para asumir la dirección completa del bufete —exigió. Su actitud retomó la seriedad y una gravedad que me dejó sin aliento.
La idea de un matrimonio forzado y sin amor me repugnaba, desafiando mi sentido de libertad y mi individualidad. Sin embargo, la determinación en la mirada de mi tío dejaba en claro que esta condición no estaba sujeta a negociación ni a debate. Sentí que mi mandíbula se tensaba mientras luchaba por contener la ira y la frustración que amenazaban con desbordarse.
—Tío, no puedes en serio estar pidiéndome que me case por el bien del bufete —respondí con una mezcla de incredulidad y desafío, dejando en claro mi resistencia y mi negativa a someterme a sus demandas y expectativas.
La determinación en su mirada se suavizó ligeramente, revelando una mezcla de comprensión y empatía que contrastaba con su postura firme y su determinación inquebrantable. Su rostro serio y sereno no dejaban lugar a dudas, dándome el espacio para sopesar la información recibida y no decir algo de lo que pudiese arrepentirme luego.
—Confío en que tomarás la decisión correcta. Necesitas encontrar a alguien que entienda y aprecie la armonía que necesitas en tu vida y que te ayude a encontrar la felicidad y la estabilidad que mereces —declaró, su voz resonando con una serenidad y una convicción que no dejaban lugar a dudas.
—Entiendo la importancia de encontrar la estabilidad entre el trabajo y la vida personal. Prometo considerar tus expectativas y tus deseos para el futuro del bufete y su éxito continuo —respondí, dejando entrever mi disposición a reflexionar sobre sus palabras y considerar su visión y su perspectiva para mi vida personal y profesional, ya que mientras analizaba su petición y sus palabras, en ningún momento mencionó nada sobre una boda forzada, sino de una compañera.
La mirada de mi tío se iluminó ligeramente, revelando una mezcla de esperanza y expectación que contrastaba con su postura firme y su determinación inquebrantable. Su voz se hizo eco en mis pensamientos con una mezcla de gratitud y satisfacción, recordándome la importancia de encontrar la consonancia en mi vida, en medio de las demandas y expectativas que se cernían sobre mí.
—¿Puedo preguntar qué es lo que tienes? —indagué, pues toda esta conversación, más allá de su trascendencia, está ocultando un hecho que no puedo pasar por alto—. Cuéntame, por favor —insistí. Se aclaró la garganta y tras un abrumador silencio, habló.
—Mi corazón está fallando —inició—. Después del infarto que tuve a finales del año pasado, la sugerencia del equipo médico fue que no regresara al trabajo. —Negué, pues estuve a su lado instándolo a dejarme a cargo, insistiéndole una y otra vez que su salud era la prioridad—. Justin, entiende que este bufete ha sido mi vida. Es todo lo que soy y necesito saber que el futuro de esta firma está en manos seguras y confiables —insistió.
—Pero, yo estoy aquí, tío. Sabes que cuentas conmigo y que tu bufete es tan o más importante para mí, que nada en este mundo. —Mi tío se inclinó hacia delante y palmoteó mi brazo. Una sonrisa llena de comprensión y preocupación se extendió en su rostro.
—Y es por esa razón que he dejado por escrito mis deseos y las condiciones que debes cumplir para tomar el control de Turner Legal Group. No quiero que lo veas como una amenaza, Justin. —Volvió a palmotear mi brazo—. Tómalo como un desafío personal. —Tomó una bocanada de aire, como si hubiese corrido un maratón. El cansancio en su rostro era indiscutible—. Lo que tengo, es una cardiomegalia que fue provocada tras el infarto. Estoy con un tratamiento permanente, pero aunque no quiera reconocerlo, estoy viejo y cansado. —Suspiró.
Una sensación de determinación y compromiso se encendió dentro de mí, recordándome la gravedad de lo que hemos conversado. A pesar de la seriedad del momento, su consejo resonó en lo más profundo de mi ser, y aunque seguía reticente a la idea, tendría que recordarme la importancia de encontrar la felicidad y la estabilidad duraderas más allá de los límites del éxito profesional y de tener el control de la firma. Todo aquello, con el único propósito de mantener el legado que me corresponde continuar.
◢ Sunmi ◤La puerta del despacho de Justin se cerró con un golpe sordo frente a mí, dejándome pasmada y con un torbellino de emociones que amenazaban con abrumarme, ya que no lo vi entrar en su despacho. La imagen de mi jefe, normalmente compuesto y enfocado, ahora parecía frágil y vulnerable, lo que despertó en mí una preocupación intensa y una sensación de inquietud que me dejó sin aliento.El teléfono sonó y me sacó de mi estupor, por lo que tomé la llamada recitando el mismo mensaje que pronunciaba desde hace dos años:—Turner Legal Group, oficina de Justin Turner. ¿En qué lo puedo ayudar? —contesté, aprovechando de observar discretamente a mi alterado jefe. Me concentré en mi interlocutor y tomé nota de su solicitud, dejando anotada su urgencia y teléfono de contacto—. Muchas gracias por comunicarse con nosotros. Que tenga un buen día. —Corté la llamada y casi me muero del susto al ver frente a mí al causal de mi preocupación.—Señorita Choi, cancele mi agenda de hoy y reorganice
◢ Justin ◤ Desperté con una sensación de pesadez en la cabeza y un zumbido persistente que me recordaba la borrachera de la noche anterior. A medida que parpadeaba lentamente, tratando de adaptarme a la luz del día que se filtraba por las cortinas entreabiertas de mi habitación, las imágenes de la conversación con mi tío resurgieron en mi mente, trayendo consigo una oleada de ansiedad y preocupación. Las exigencias de Michael Turner seguían resonando en mi cabeza, recordándome las condiciones que me había impuesto y las implicaciones de no cumplirlas. La presión de mantener el legado de mi familia y el bufete, se manifestaban como una carga pesada sobre mis hombros, y no podía evitar sentirme atrapado en un dilema del que no veía una salida clara. A pesar de mi resistencia inicial, la insistencia de mi tío comenzaba a pesar sobre mí, generando una sensación de incertidumbre y confusión que no podía sacudir. Con un suspiro, me senté en la cama, luchando contra el dolor palpitante en
◢ Justin ◤Nos pusimos en marcha, pues mi auto quedó aparcado en el estacionamiento cercano al bar. Nos fuimos en silencio gran parte del trayecto, hasta que mi amigo habló:—Justin, en serio, necesitas salir más. No puedes pasarte la vida entera encerrado en esa oficina. —Las palabras de Max resonaban en mi mente, recordándome su insistencia en que necesitaba abrirme a nuevas experiencias y relaciones. Aunque apreciaba su preocupación y su deseo de verme feliz, no podía evitar sentirme incómodo ante la idea de romper mi rutina establecida y comprometer mi tiempo y atención en algo que consideraba poco relevante en comparación con las demandas del bufete.Las citas siempre me habían parecido una pérdida de tiempo, desviándome de la atención de mis responsabilidades y objetivos profesionales. Había aprendido a mantener un enfoque disciplinado y dedicado en mi carrera, sacrificando muchas de las experiencias que otros consideraban vitales para una vida plena, y satisfactoria, así como Ma
◢ Sunmi ◤El sonido estridente de mi despertador resonó en la habitación, rompiendo el silencio matutino y anunciando el inicio de otro día agitado. Abrí los ojos lentamente, luchando contra la somnolencia persistente que se aferraba a mi mente. A medida que la neblina del sueño se disipaba, los recuerdos de la noche anterior comenzaron a regresar a mi conciencia, trayendo consigo una oleada de preocupación y curiosidad por el bienestar de mi jefe.Me incorporé en la cama, mi mente revoloteando con pensamientos y preguntas sobre cómo habría terminado la noche tras la conversación con su tío y su posterior embriaguez en el bar. El sabor amargo de la inquietud se asentó en mi lengua mientras recordaba su estado y su necesidad de ser acompañado a casa. La curiosidad me recorría las venas.Me levanté rápidamente, sintiendo la urgencia de comenzar el día y enfrentar las responsabilidades laborales que me esperaban en la oficina, pues por mucho que intenté controlar la situación el día ante
◢ Sunmi ◤Justo en ese momento, mi celular sonó, interrumpiendo mis pensamientos. Sonreí al ver que es Madison, mi mejor amiga.—¡Mimí! —exclamó animada, llamándome con el apodo que me puso su pequeño hermano al no poder pronunciar mi nombre—. Dime que podemos vernos para almorzar juntas —canturreó—. Por favoooooor —suplicó.—Hola, Maddy. No sé si pueda…—No comiences con tus evasivas, Sunmi. —Se quejó—. Siempre lo mismo contigo —bufó.—Ayer fue un día de locos y hoy no es diferente. —Intenté explicar.—Estás dejando que tu trabajo consuma tu vida —dijo con un tono severo—. Nunca tienes tiempo para nada más, ¿qué pasa contigo?—No pasa nada, sólo tengo mucho trabajo y…—No puedes ser esclava de tu jefe porque se te mojen las bragas con él —Me interrumpió—. Además, deberías comenzar a salir y convencerte de que no es el único espécimen que te pueda gustar. Hay muchos chicos guapos en esta gran ciudad, es cosa de ver mundo —explicó animada.—¡Madison! —exclamé alarmada por sus palabras
◢ Justin ◤Esperaba a Max en la exclusiva joyería “Fred Chatsworth & Co”, uno de mis clientes a quién le pedí como favor que nos hiciera una reserva fuera de horario, para que mi mejor amigo escoja el anillo para proponerle matrimonio a Chloe.Mientras hablaba con Fred, quien nos asistiría en la búsqueda del anillo indicado, el sonido de la puerta al abrirse marcó la entrada de Max, con una sonrisa amplia y la energía contagiosa que siempre lo acompañaba. Lo saludé con un gesto, y realicé las respectivas presentaciones, para luego dejar a mi cliente hacer la magia en lo que escuchaba las expectativas de mi mejor amigo.Continué examinando los anillos de compromiso, contemplando las opciones con una mezcla de interés y apatía. Max se acercó a mi lado y se sumergió de inmediato en una conversación animada sobre los diferentes estilos y diseños, mientras señalaba los detalles que debía tener en cuenta para elegir el anillo perfecto.—¿Qué opinas de este? —preguntó Max, extendiéndome un
◢ Justin ◤Terminé de atarme el nudo de la corbata y miré mi reflejo en el espejo. Había escogido un traje de dos piezas azul marino oscuro, una camisa blanca, corbata y pañuelo gris. No estaba muy entusiasmado en asistir a esta cena, pero mi tío exigió mi presencia en este evento, ya que uno de los socios accionistas de Turner Legal Group lo festejaba cada año.El sonido de mis pasos hacía eco en los pasillos mientras me dirigía hacia el salón donde se realizaría la cena. La puerta de caoba estaba entreabierta, y el bullicio de conversaciones distinguidas se filtraba hacia el pasillo, a pesar de la distancia que nos separaba. Sabía que más allá de esa puerta se encontraba un evento que determinaría no solo el curso de mi noche, sino el destino de mi carrera en el bufete.Michael Turner había expresado las inquietudes de los socios sobre mi capacidad para liderar debido a mi edad y estado civil. El desafío estaba frente a mí, y sentía el peso de las expectativas, tanto las de mi famil
◢ Sunmi ◤La cena con Madison el viernes por la noche, le había abierto una ventana en mi ocupado mundo. No me sorprendió su visita en K-Market el sábado por la tarde mientras estaba con mis tíos y les ayudaba con el negocio.—Bienvenida, señorita Madison. —El saludo cordial de mi tía, me hizo voltear, al ver a mi mejor amiga con una amplia sonrisa en el rostro.—Buenas tardes, señora Park. —Madison se metió por debajo del mesón y le dio un gran abrazo a mi tía haciéndola reír a carcajadas, consiguiendo con ello que mi tío asomara la cabeza desde la bodega—. ¡Hola, señor Park! —exclamó mi amiga, moviendo su mano en señal de saludo.—Hola, Maddy. —Saludé a mi amiga, que no se hizo esperar y me abrazó—. ¿Qué te trae por aquí?—Vine a raptarte —dijo divertida.—¿A raptarme?—¡Sí! Vamos a bailar esta noche y no acepto una negativa tuya —aseveró—. Ya está bueno que salgas un poco y te distraigas, ¿verdad que sí, señora Park? —le preguntó a mi tía, quien asintió amablemente, mientras atend