◢ Justin
◤Desperté con una sensación de pesadez en la cabeza y un zumbido persistente que me recordaba la borrachera de la noche anterior. A medida que parpadeaba lentamente, tratando de adaptarme a la luz del día que se filtraba por las cortinas entreabiertas de mi habitación, las imágenes de la conversación con mi tío resurgieron en mi mente, trayendo consigo una oleada de ansiedad y preocupación.
Las exigencias de Michael Turner seguían resonando en mi cabeza, recordándome las condiciones que me había impuesto y las implicaciones de no cumplirlas. La presión de mantener el legado de mi familia y el bufete, se manifestaban como una carga pesada sobre mis hombros, y no podía evitar sentirme atrapado en un dilema del que no veía una salida clara. A pesar de mi resistencia inicial, la insistencia de mi tío comenzaba a pesar sobre mí, generando una sensación de incertidumbre y confusión que no podía sacudir.
Con un suspiro, me senté en la cama, luchando contra el dolor palpitante en mi sien. Miré a mi alrededor, tratando de enfocar mis pensamientos en las tareas que me esperaban ese día. Un par de pastillas para el dolor de cabeza y un vaso de agua sobre mi mesita de noche, me hicieron fruncir el ceño, incapaz de recordar cómo es que llegué a casa. Le di un largo trago al vaso de agua al tomarme el medicamento, recordándome a mí mismo la importancia de mantener la compostura y la determinación en medio de las dificultades.
Solté el aire que no sabía que había retenido y me dirigí al baño, listo para enfrentar el día, a pesar de la carga que sentía sobre mis hombros.
El aroma del café recién hecho llenaba el aire, y apenas vi a Max me sentí agradecido por la presencia reconfortante de mi mejor amigo, quien me sonrió al verme. Después de un breve saludo, nos sentamos en la isla de la cocina.
—Entonces… —divagó—. ¿Piensas decirme qué es lo que te llevó a terminar tan borracho en un bar? —preguntó con cautela, pues me conoce bien y sabe que no es algo que haga con normalidad. Suspiré y decidí soltar un poco el peso de los últimos acontecimientos, contándole las exigencias de mi tío.
El silencio se hizo entre los dos, mientras Max procesaba la información que acababa de revelarle. Entrelazó los dedos de sus manos y apoyó el mentón sobre ellos, pensativo. Me miró por el rabillo del ojo y resopló.
—Estoy de acuerdo con tu tío —espetó. Dejé el humeante café sobre la isla y me quedé pasmado mirándolo a los ojos, esperando que sea una de sus bromas, pero la serenidad en su rostro reflejaba la contundencia de sus palabras—. Estás obsesionado con el trabajo y has dejado de lado lo que realmente importa de la vida, hermano. Pareces un robot, pensando en trabajo, trabajo, trabajo…
—Es lo que me apasiona y para ser el mejor debo dedicarme al cien por ciento —respondí, interrumpiéndolo.
—¡Debo hacer cita con tu asistente para poder hablar con mi mejor amigo! —exclamó, frustrado—. ¿Tienes alguna idea, de por qué quería tanto que nos juntáramos ayer? —Puse los ojos como platos, recordando que tras mi borrachera, lo había dejado plantado.
—Prometo compensarlo.
—No se trata de eso… —bufó, molesto—. ¡Eres mi mejor amigo y no tengo idea de quién eres hoy por hoy! —Su voz, llena de resentimiento y tristeza, mientras sus ojos buscaban algo en los míos.
—Soy el mismo de siempre, sólo que he tenido mucho trabajo y poco tiempo, pero prometo compensarlo. Podemos quedar el fin de semana, ¿qué te parece? —propuse en tono conciliador, repasando mentalmente mi agenda, aunque podría arreglarlo, no dudaría en acomodarla.
—Me encantaría creer en tu palabra, pero sigues sin entenderlo. —Suspiró—. Chloe está embarazada. —Soltó y me quedé sin palabras, esperando ver en él alguna emoción para saber cómo reaccionar.
—¿Cómo te sientes al respecto? —Se puso de pie, furioso y resopló.
—¡Deberías saberlo perfectamente! —Explotó—. Nos conocemos hace más de veintisiete años y no tienes idea de cómo me siento con respecto a Chloe… —respondió.
Me pasé las manos por el pelo y masajeé mis sienes con los pulgares, intentando arreglar este malentendido con Max. No quería cargarme más problemas encima y tener a mi mejor amigo de mi lado, sobre todo ahora, es fundamental.
—Sé que Chloe es el amor de tu vida y que desde hace un tiempo estás queriendo proponerle matrimonio. —Me quedé pensativo por unos momentos, mientras mi amigo me daba la espalda, mirando por el gran ventanal en la sala con sus manos en las caderas. Me acerqué a su lado y lo abracé por los hombros—. Supongo que hacer familia con Chloe es lo que siempre has querido, pero no sé cómo te sientes al respecto, pensando que pedirle matrimonio ahora, se sentirá forzado…
—¡Exactamente! —exclamó, hundiendo los hombros y bajando la cabeza—. ¿¡Por qué he tardado tanto en pedirle matrimonio!? —masculló derrotado.
—Porque por mucho que me recrimines que soy obsesivo con que las cosas sean perfectas y estén controladas, tú eres igual. —Me miró y esbozó una sonrisa dándome la razón—. Entonces, ¿qué tienes pensado?
Conversamos de sus planes mientras desayunábamos. Le sugerí que tomara el toro por las astas antes de que Chloe malinterprete su propuesta y que fuera lo más sincero posible con ella, ya que es una chica muy insegura. A sabiendas de lo colapsada que tengo la agenda, le prometí que lo acompañaría a escoger el anillo apropiado para su chica, recomendándole la joyería de uno de mis clientes, con el que concertaría una cita.
—Ahora cuéntame, ¿cómo es que llegaste a buscarme al bar? —Se encogió de hombros y sonrió.
—Sunmi fue la primera en llegar —respondió y quedé pasmado en mi asiento, avergonzado con mi asistente—. Deberías darte con una piedra en el pecho, esa chica subiría descalza al Everest, si se lo pidieras —bromeó. Sonreí.
—No me has contestado —insistí—. Además, ¿cómo es que Sunmi llegó a buscarme y terminaste tú aquí, en su lugar?
—¿Hubieras preferido que Sunmi te trajera a casa? —Subió y bajó las cejas, burlón. Negué y me contó cómo sucedieron las cosas y el enredo con las llamadas telefónicas entre el administrador del bar y mi asistente—. Lo mínimo que puedes hacer, es agradecerle por acudir por su jefe alcoholizado a un bar —sugirió entre risas—. De no haber llegado yo, no sé cómo se las hubiese ingeniado para cargar contigo. —Su carcajada resonó en su camioneta y no pude evitar sonreír con él.
¡Hola, hola! Aquí les dejo un nuevo capítulo, para que vayan dejándome sus impresiones. Les mando un abrazo <3
◢ Justin ◤Nos pusimos en marcha, pues mi auto quedó aparcado en el estacionamiento cercano al bar. Nos fuimos en silencio gran parte del trayecto, hasta que mi amigo habló:—Justin, en serio, necesitas salir más. No puedes pasarte la vida entera encerrado en esa oficina. —Las palabras de Max resonaban en mi mente, recordándome su insistencia en que necesitaba abrirme a nuevas experiencias y relaciones. Aunque apreciaba su preocupación y su deseo de verme feliz, no podía evitar sentirme incómodo ante la idea de romper mi rutina establecida y comprometer mi tiempo y atención en algo que consideraba poco relevante en comparación con las demandas del bufete.Las citas siempre me habían parecido una pérdida de tiempo, desviándome de la atención de mis responsabilidades y objetivos profesionales. Había aprendido a mantener un enfoque disciplinado y dedicado en mi carrera, sacrificando muchas de las experiencias que otros consideraban vitales para una vida plena, y satisfactoria, así como Ma
◢ Sunmi ◤El sonido estridente de mi despertador resonó en la habitación, rompiendo el silencio matutino y anunciando el inicio de otro día agitado. Abrí los ojos lentamente, luchando contra la somnolencia persistente que se aferraba a mi mente. A medida que la neblina del sueño se disipaba, los recuerdos de la noche anterior comenzaron a regresar a mi conciencia, trayendo consigo una oleada de preocupación y curiosidad por el bienestar de mi jefe.Me incorporé en la cama, mi mente revoloteando con pensamientos y preguntas sobre cómo habría terminado la noche tras la conversación con su tío y su posterior embriaguez en el bar. El sabor amargo de la inquietud se asentó en mi lengua mientras recordaba su estado y su necesidad de ser acompañado a casa. La curiosidad me recorría las venas.Me levanté rápidamente, sintiendo la urgencia de comenzar el día y enfrentar las responsabilidades laborales que me esperaban en la oficina, pues por mucho que intenté controlar la situación el día ante
◢ Sunmi ◤Justo en ese momento, mi celular sonó, interrumpiendo mis pensamientos. Sonreí al ver que es Madison, mi mejor amiga.—¡Mimí! —exclamó animada, llamándome con el apodo que me puso su pequeño hermano al no poder pronunciar mi nombre—. Dime que podemos vernos para almorzar juntas —canturreó—. Por favoooooor —suplicó.—Hola, Maddy. No sé si pueda…—No comiences con tus evasivas, Sunmi. —Se quejó—. Siempre lo mismo contigo —bufó.—Ayer fue un día de locos y hoy no es diferente. —Intenté explicar.—Estás dejando que tu trabajo consuma tu vida —dijo con un tono severo—. Nunca tienes tiempo para nada más, ¿qué pasa contigo?—No pasa nada, sólo tengo mucho trabajo y…—No puedes ser esclava de tu jefe porque se te mojen las bragas con él —Me interrumpió—. Además, deberías comenzar a salir y convencerte de que no es el único espécimen que te pueda gustar. Hay muchos chicos guapos en esta gran ciudad, es cosa de ver mundo —explicó animada.—¡Madison! —exclamé alarmada por sus palabras
◢ Justin ◤Esperaba a Max en la exclusiva joyería “Fred Chatsworth & Co”, uno de mis clientes a quién le pedí como favor que nos hiciera una reserva fuera de horario, para que mi mejor amigo escoja el anillo para proponerle matrimonio a Chloe.Mientras hablaba con Fred, quien nos asistiría en la búsqueda del anillo indicado, el sonido de la puerta al abrirse marcó la entrada de Max, con una sonrisa amplia y la energía contagiosa que siempre lo acompañaba. Lo saludé con un gesto, y realicé las respectivas presentaciones, para luego dejar a mi cliente hacer la magia en lo que escuchaba las expectativas de mi mejor amigo.Continué examinando los anillos de compromiso, contemplando las opciones con una mezcla de interés y apatía. Max se acercó a mi lado y se sumergió de inmediato en una conversación animada sobre los diferentes estilos y diseños, mientras señalaba los detalles que debía tener en cuenta para elegir el anillo perfecto.—¿Qué opinas de este? —preguntó Max, extendiéndome un
◢ Justin ◤Terminé de atarme el nudo de la corbata y miré mi reflejo en el espejo. Había escogido un traje de dos piezas azul marino oscuro, una camisa blanca, corbata y pañuelo gris. No estaba muy entusiasmado en asistir a esta cena, pero mi tío exigió mi presencia en este evento, ya que uno de los socios accionistas de Turner Legal Group lo festejaba cada año.El sonido de mis pasos hacía eco en los pasillos mientras me dirigía hacia el salón donde se realizaría la cena. La puerta de caoba estaba entreabierta, y el bullicio de conversaciones distinguidas se filtraba hacia el pasillo, a pesar de la distancia que nos separaba. Sabía que más allá de esa puerta se encontraba un evento que determinaría no solo el curso de mi noche, sino el destino de mi carrera en el bufete.Michael Turner había expresado las inquietudes de los socios sobre mi capacidad para liderar debido a mi edad y estado civil. El desafío estaba frente a mí, y sentía el peso de las expectativas, tanto las de mi famil
◢ Sunmi ◤La cena con Madison el viernes por la noche, le había abierto una ventana en mi ocupado mundo. No me sorprendió su visita en K-Market el sábado por la tarde mientras estaba con mis tíos y les ayudaba con el negocio.—Bienvenida, señorita Madison. —El saludo cordial de mi tía, me hizo voltear, al ver a mi mejor amiga con una amplia sonrisa en el rostro.—Buenas tardes, señora Park. —Madison se metió por debajo del mesón y le dio un gran abrazo a mi tía haciéndola reír a carcajadas, consiguiendo con ello que mi tío asomara la cabeza desde la bodega—. ¡Hola, señor Park! —exclamó mi amiga, moviendo su mano en señal de saludo.—Hola, Maddy. —Saludé a mi amiga, que no se hizo esperar y me abrazó—. ¿Qué te trae por aquí?—Vine a raptarte —dijo divertida.—¿A raptarme?—¡Sí! Vamos a bailar esta noche y no acepto una negativa tuya —aseveró—. Ya está bueno que salgas un poco y te distraigas, ¿verdad que sí, señora Park? —le preguntó a mi tía, quien asintió amablemente, mientras atend
◢ Sunmi ◤ Nos juntamos con las amigas de Madison fuera de la discoteca, pues el hermano de Nathalie, una de sus amigas, era uno de los guardias de turno y nos dejaría entrar sin tener que permanecer tanto tiempo en la larga fila de espera, así que, tras las presentaciones nos acercamos a la puerta de acceso para poder ingresar. Desde la entrada, la discoteca envuelve mis sentidos en una mezcla vibrante de luces y sonidos. Las luces parpadean en tonos intensos de azul, rojo y verde, creando un ambiente eléctrico y dinámico. El ritmo penetrante de la música resuena a través de la pista de baile, haciendo que el aire vibre con energía palpable. Las risas y conversaciones animadas fluyen entre las personas que se mueven al ritmo de la música, creando una sinfonía de sonidos festivos. El aroma a mezclas de perfumes, sudor y el sutil rastro de humo de las máquinas de niebla llenan el espacio, añadiendo una capa adicional a la experiencia sensorial. El ambiente está cargado de anticipaci
◢ Justin ◤Nueva York brillaba aún sumida en la quietud de la madrugada. Un mar de luces titilantes parecían ofrecer respuestas a las preguntas que atormentaban mi mente. La ciudad y el edificio en el que se alzaba Turner Legal Group estaba envuelto en una penumbra silenciosa, y en el interior de mi despacho el resplandor de la metrópoli se filtraba por las ventanas. La falta de sueño se reflejaba en mis ojos cansados, pero la urgencia de enfrentar mis dilemas personales no me permitió dormir y descansar, por lo que me vestí y en menos de lo que tardaría un lunes en hora punta, estuve en mi oficina.Cerré los ojos un instante, buscando claridad en medio de la confusión que habitaba en mi interior. Mis pensamientos eran una tormenta de indecisiones, cada opción que se presentaba ante mí era como un destello fugaz, difícil de alcanzar y aún más complicado de retener.Regresar a la ciudad donde crecí después de mis años en Londres había sido un movimiento calculado, una decisión estraté