—¿No piensas irte?—escupió con desagrado Hades, cruzando los brazos sobre su amplio pecho, mientras miraba con cara mala al hombre a varios metros de él.—No, como te dije hace media hora, voy a esperar a que Lyra salga—dijo en respuesta Rhaegal, mientras tomaba asiento en un sillón de concreto que estaba cerca de un pequeño ligustro bien podado.El rostro de Hades se tenso, mientras buscaba cualquier posible excusa o motivo para sacar a patadas a Rhaegal. Ambos habían llegado hasta la torre de los sanadores, donde solo se les había permitido ingresar hasta la puerta. Allí despidieron a Lyra y se quedaron esperando a que ella acabara su primera clase.Sin embargo, el ambiente tenso entre ambos solo había logrado escalar a un punto donde cualquier palabra los podría arrojar a ambos a la lucha.Aun así, siendo consciente de esto, Hades tenía varias preguntas que necesitaban una respuesta con urgencia.—¿La salvaste solo porque viste que llevaba puesto el dije?—dijo el rey de forma abrup
—¿Asustarte?—dijo el asesino antes de ahogar una risa ciertamente perversa.El vello del cuerpo de Lyra se crispó, mientras su corazón se aceleraba y con cierta dificultad retrocedía un paso, sintiendo como cada uno de los músculos de su cuerpo se tensaba producto de la adrenalina que empezaba a recorrer sus venas.Aquel hombre, vestido de negro igual que una sombra, pudo leer cada una de estas sensaciones plasmadas en el cuerpo de Lyra, mientras avanzaba un paso hacia ella, jugando con la daga que sostenia en una de sus manos.—Eres muy bella, ahora entiendo porque te quieren muerta—ronroneo el asesino—. Te propongo algo, me gustan los juegos.>—Voy a contar hasta cinco, y tú intentaras correr lo más rápido que puedas. Pasado el tiempo te daré caza y no tendré piedad.Aquello no era piedad o un intento porque ella salvara su vida. Eso era un absurdo intento para que su presa escapara, y la bestia tuviera su tan dichosa cacería.—No me mates, por favor—suplico ella atragantándose con
Rhaegal jamás había tenido un sueño plácido y tranquilo, habitualmente sus sueños estaban colmados de pesadillas o momentos de terror. Sin embargo, cuando el veneno cegó sus sentidos y lo arrastró hasta el sueño eterno, él finalmente logró encontrar cierta paz.En sus sueños, él se encontraba en un amplio y pintoresco campo de césped verde, mientras una mujer con un vientre prominente se sentaba a su lado, junto a una canasta de campo. Por el aroma que la impregnaba, el supo que aquella hembra estaba embarazada, que en su vientre se encontraba un hijo suyo.Cierta paz y alegría lo abordó, mientras un destello de sol le nublaba el campo de visión, imposibilitando observar el rostro de la mujer. Aun así, en su corazón él sabía quién era ella.—Rhaegal—dijo ella con voz tierna y suave, gentil y armoniosa—, debes despertar.No. No. Aquello no era real, era un sueño, algo imposible.El corazón del hijo de la luna se arrugó en dolor, mientras luchaba con todas sus fuerzas para permanecer en
El enorme banquete de almuerzo era demasiado contundente, capaz de saciar el hambre voraz de todo un ejército si así lo requería el rey. Todos en la mesa comían extasiados, todos menos Lyra, quien movía los trozos de carne con la punta de su tenedor.Su mente seguía pensando en Rhaegal, y lo cerca que había estado el hombre de morir por su culpa.—Deja de pincharlo, el pobre ya está muerto—dijo Rhen a su lado, haciendo que su hermana se sobresaltara.Lyra volvió su rostro hacia el chico de cabello dorado, mientras le enseñaba la lengua en un gesto obsceno.En ese preciso instante, un movimiento a su lado en la mesa captó la atención de la hermosa dama, mientras observaba a Peter tomar lugar a su lado.—¿Cómo te encuentras, Lyra?—preguntó el teniente con gesto preocupado—. Estaba haciendo mi patrulla diaria fuera del castillo, cuando regresé me enteré de lo ocurrido.La chica de cabello dorado le obsequió una sonrisa cálida, intentando calmar las ansias que parecían devorar al teniente
El corazón de Lyra se apretó con brutalidad en un puño de hierro, en la soledad de los corredores de aquel frío castillo las lágrimas comenzaron a deslizarse de sus ojos, mientras un doloroso soroso grito cerraba su garganta, imposibilitando dejar salir el aire de sus pulmones compungidos.Todos sus sueños, las esperanzas de un futuro, todo se había desecho al igual que su corazón. Aquella sensación desfallecida de sentirse morir con cada aliento que sus pulmones exhalaban, eso era la señal más clara de un corazón roto.En todo el tiempo que llevaba en el castillo, desde que conoció a Hades lo había visto utilizar muchas máscaras. Algunas eran aterradoras, otras melancólicas y muy pocas rozaban la alegría, sin embargo, allí en medio de la sala ella pudo ver que el rey de mirada púrpura no llevaba ninguna máscara puesta mientras le obsequiaba una sonrisa a Edith.Él la amaba, había utilizado a Lyra para recuperar el amor de la bella mujer, y cuando la simple humana no le resultó más út
El hermoso teniente de mirada verde como esmeraldas dudo, durante algunos instantes su rostro se volvió hacia Lyra y luego hacia Hades, su rey. Nuevamente el corazón de Peter se encontraba dividido entre el deber y sus deseos.Preso de las emociones, no supo qué camino tomar, mientras en silencio el comando que había empleado Hades comenzaba a tirar de aquel vínculo invisible de obediencia.Lyra noto aquello, pudo ver la desesperación y la duda plasmada en las facciones del teniente, mientras buscaba una solución que mantuviera su alma y corazón en paz. Peter era dos hombres dentro de un cuerpo, y aquello era su condena.—Gracias, Peter, pero puedes dejarme—dijo Lyra en un tono bajo, intentando que aquellas palabras fueran solo oídas por el teniente. Sin embargo, la agudeza auditiva de Hades le permitio escuchar cada matiz que tintaba su voz.Peter arrugó el ceño sin estar totalmente convencido de aquello.—¿Estás segura? Puedo quedarme contigo si me lo pides—respondió el teniente con
Lyra se encerró en su cuarto, sintiendo como su corazón latía con violencia en el centro de su pecho. Su mente daba vueltas sobre las palabras de Hades, una parte de ella deseaba creer que aquello había sido mentira, que todo lo que había ocurrido ese maldito día era solo una pesadilla…pero no era así.Aunque le doliera demasiado admitirlo, ella le había entregado el corazón al hombre equivocado y ahora pagaba las consecuencias de aquello.Como un destello de relámpago atravesando una noche oscura, el recuerdo de su propio reflejo sobre el piso de mármol se ilustró en las cavernosas paredes de su mente, mientras se sentía aún más patética de lo que era.No. Ella no era patética, estaba enamorada y le habían roto el corazón, aquella desgarradora sensación era igual que llamas abrazándola por dentro en pleno invierno. Dolor, desesperación y angustia, todo mezclado de forma armoniosa en un mismo cuerpo.Peter había pasado cuarenta días encerrado tras la muerte de la mujer que amaba, pero
Luego de presenciar aquella asquerosa escena en el gran salón, Rhen salió a toda velocidad de aquel lugar, preparado para hablar con su hermana e intentar consolarla de la mejor manera posible. Sin embargo el teniente ya se había adelantado a su encuentro.Sabiamente, el hermano de Lyra decidió no interrumpir aquel momento.Sin un rumbo claro en mente, Rhen comenzó a vagar por el castillo, hasta que se vio sin previo aviso frente a una puerta que conocía muy bien solo por fuera.Antes de poder decirle a su cerebro que no, este le había mandado la orden silenciosa a su mano para que llamara a la puerta. Un par de latidos de corazón más tarde, Gwen emergió desde detrás.—¿Rhen?—preguntó la chica de cabello oscuro con el ceño algo fruncido.—¿Puedo pasar?—preguntó Rhen, y antes de que esta lo echara, él se deslizó con gracia y elegancia dentro del cuarto.—¿Que quieres?—preguntó Gwen cerrando la puerta detrás suyo, dejándolos a ambos solos, dentro de la habitación.Rhen camino un par de