Gwen abrió los ojos, sintiendo como la luz del sol de media mañana la cegaba y aturdida, durante algunos segundos no comprendió muy bien donde estaba, hasta que finalmente una voz lejana la trajo de regreso al presente, en compañía de los recuerdos de la noche anterior.—Buenos días, Gwen—saludo con emoción Rhen al otro lado del cuarto, con el cabello dorado mojado y solo unos ceñidos pantalones aferrados a sus caderas. Su firme abdomen estaba al descubierto, aun cubierto por pequeñas gotas.Ella lo observó durante algunos segundos antes de ahogar un grito de pánico. Su mirada indiscreta se clavó en el torso desnudo de aquel apuesto hombre, mientras que una idea oscura y algo depravada hizo que sus ojos viajaran a su abdomen bajo, a la “V” que se formaba y se perdía debajo de la tela.Desde el ataque en el bosque, Gwen había detestado la idea de ver a un hombre desnudo, sin embargo, teniendo ante ella a Rhen medio desnudo solo podía pensar en lo mucho que le estorbaba la tela de sus p
Lyra se sentó en una larga mesa del salón principal, junto a Miles. De camino allí, Rhaegal fue invitado a ocupar un lugar en la mesa principal del rey, sin embargo él declinó la oferta, tomando asiento frente a Lyra, quien seguía sonriendo de un modo muy vigorizante.—Lo positivo de todo esto—comenzó a decir Rhaegal con una sonrisa ladeada en sus labios—, es que si el sol se apaga no tendremos ningún inconveniente.—¿A qué te refieres?—preguntó la chica de cabello dorado torciendo la boca hacia un lado en una mueca, mientras tomaba un trozo de pan.—Gracias a las atenciones de mi querido hermano, hoy estás resplandeciente—comenzó a decir Rhaegal apoyando los codos sobre la mesa para inclinarse un poco más hacia adelante. Hacia Lyra—. Si el sol se ocultara y dejara de brillar, creo que no sería capaz de notar su ausencia.Las mejillas de Lyra se sonrojaron, mientras tomaba el cuenco frente a ella y comenzaba a beber el líquido. Miles, la bella pelirroja con el rostro salpicado de peca
Lyra no se dio cuenta en qué momento terminó con su desayuno, pero antes de que lo notara se lo había devorado, y no solo eso, sino que se encontraba correteando rumbo a la torre con gran emoción. Pronto estaría más cerca de cumplir uno de sus más preciados sueños.Irina los dejo instantes después de haber culminado con el desayuno, lo más probable es que aún se sintiera algo intimidada con la presencia de Rhaegal. Por su parte, el chico de mirada dorada se ofreció a escoltarla hasta la torre, como si fuera un buen caballero.—No sabía que querías ser sanadora—dijo Rhaegal, lanzando una mirada lasciva hacia Lyra, quien caminaba a su lado con una sonrisa esperanzadora. Tanto, que esta se contagió al propio Rhaegal.—Si, siempre lo desee—comenzó a decir ella intentando contener la emoción en su interior, mientras caminaban entre los jardines del castillo, avanzando más y más a la torre—. Mi madre era sanadora, se suponía que ella debía enseñarme a mí y a mis hermanos, pero solo logró pa
—¿No piensas irte?—escupió con desagrado Hades, cruzando los brazos sobre su amplio pecho, mientras miraba con cara mala al hombre a varios metros de él.—No, como te dije hace media hora, voy a esperar a que Lyra salga—dijo en respuesta Rhaegal, mientras tomaba asiento en un sillón de concreto que estaba cerca de un pequeño ligustro bien podado.El rostro de Hades se tenso, mientras buscaba cualquier posible excusa o motivo para sacar a patadas a Rhaegal. Ambos habían llegado hasta la torre de los sanadores, donde solo se les había permitido ingresar hasta la puerta. Allí despidieron a Lyra y se quedaron esperando a que ella acabara su primera clase.Sin embargo, el ambiente tenso entre ambos solo había logrado escalar a un punto donde cualquier palabra los podría arrojar a ambos a la lucha.Aun así, siendo consciente de esto, Hades tenía varias preguntas que necesitaban una respuesta con urgencia.—¿La salvaste solo porque viste que llevaba puesto el dije?—dijo el rey de forma abrup
—¿Asustarte?—dijo el asesino antes de ahogar una risa ciertamente perversa.El vello del cuerpo de Lyra se crispó, mientras su corazón se aceleraba y con cierta dificultad retrocedía un paso, sintiendo como cada uno de los músculos de su cuerpo se tensaba producto de la adrenalina que empezaba a recorrer sus venas.Aquel hombre, vestido de negro igual que una sombra, pudo leer cada una de estas sensaciones plasmadas en el cuerpo de Lyra, mientras avanzaba un paso hacia ella, jugando con la daga que sostenia en una de sus manos.—Eres muy bella, ahora entiendo porque te quieren muerta—ronroneo el asesino—. Te propongo algo, me gustan los juegos.>—Voy a contar hasta cinco, y tú intentaras correr lo más rápido que puedas. Pasado el tiempo te daré caza y no tendré piedad.Aquello no era piedad o un intento porque ella salvara su vida. Eso era un absurdo intento para que su presa escapara, y la bestia tuviera su tan dichosa cacería.—No me mates, por favor—suplico ella atragantándose con
Rhaegal jamás había tenido un sueño plácido y tranquilo, habitualmente sus sueños estaban colmados de pesadillas o momentos de terror. Sin embargo, cuando el veneno cegó sus sentidos y lo arrastró hasta el sueño eterno, él finalmente logró encontrar cierta paz.En sus sueños, él se encontraba en un amplio y pintoresco campo de césped verde, mientras una mujer con un vientre prominente se sentaba a su lado, junto a una canasta de campo. Por el aroma que la impregnaba, el supo que aquella hembra estaba embarazada, que en su vientre se encontraba un hijo suyo.Cierta paz y alegría lo abordó, mientras un destello de sol le nublaba el campo de visión, imposibilitando observar el rostro de la mujer. Aun así, en su corazón él sabía quién era ella.—Rhaegal—dijo ella con voz tierna y suave, gentil y armoniosa—, debes despertar.No. No. Aquello no era real, era un sueño, algo imposible.El corazón del hijo de la luna se arrugó en dolor, mientras luchaba con todas sus fuerzas para permanecer en
El enorme banquete de almuerzo era demasiado contundente, capaz de saciar el hambre voraz de todo un ejército si así lo requería el rey. Todos en la mesa comían extasiados, todos menos Lyra, quien movía los trozos de carne con la punta de su tenedor.Su mente seguía pensando en Rhaegal, y lo cerca que había estado el hombre de morir por su culpa.—Deja de pincharlo, el pobre ya está muerto—dijo Rhen a su lado, haciendo que su hermana se sobresaltara.Lyra volvió su rostro hacia el chico de cabello dorado, mientras le enseñaba la lengua en un gesto obsceno.En ese preciso instante, un movimiento a su lado en la mesa captó la atención de la hermosa dama, mientras observaba a Peter tomar lugar a su lado.—¿Cómo te encuentras, Lyra?—preguntó el teniente con gesto preocupado—. Estaba haciendo mi patrulla diaria fuera del castillo, cuando regresé me enteré de lo ocurrido.La chica de cabello dorado le obsequió una sonrisa cálida, intentando calmar las ansias que parecían devorar al teniente
El corazón de Lyra se apretó con brutalidad en un puño de hierro, en la soledad de los corredores de aquel frío castillo las lágrimas comenzaron a deslizarse de sus ojos, mientras un doloroso soroso grito cerraba su garganta, imposibilitando dejar salir el aire de sus pulmones compungidos.Todos sus sueños, las esperanzas de un futuro, todo se había desecho al igual que su corazón. Aquella sensación desfallecida de sentirse morir con cada aliento que sus pulmones exhalaban, eso era la señal más clara de un corazón roto.En todo el tiempo que llevaba en el castillo, desde que conoció a Hades lo había visto utilizar muchas máscaras. Algunas eran aterradoras, otras melancólicas y muy pocas rozaban la alegría, sin embargo, allí en medio de la sala ella pudo ver que el rey de mirada púrpura no llevaba ninguna máscara puesta mientras le obsequiaba una sonrisa a Edith.Él la amaba, había utilizado a Lyra para recuperar el amor de la bella mujer, y cuando la simple humana no le resultó más út