Cuando la noche ya habia avanzado lo suficiente como para que el cielo comenzara a despedir a la luna para recibir al sol, Hades volvio a envolverlos a ambos entre sus lazos negros como la noche, para transportarlos de regreso al cuarto de Lyra. O mejor dicho el umbral de esta.Luego de intercambiar un par de palabras más, ambos se quedaron callados, observando la puerta cerrada, negándose a despedirse el uno del otro.Logrado reunir el valor suficiente, Lyra se volvió hacia Hades con ojos suplicantes.—¿Quieres quedarte a pasar aquí lo que quede de la noche?—sugirió ella, implorando en silencio para que él aceptara.Al oír aquellas palabras, el rostro de Hades palideció un poco, mientras pasaba una mano por su nuca y la rascaba en un gesto de nerviosismo.—Lo lamento, Lyra, pero no creo que sea prudente—comenzó a decir él con suavidad—. Si me quedo contigo y alguien nos ve, las personas comenzarán a hablar.>¡¿Y que!?< deseo gritarle a la cara la chica de cabello dorado, mientras mor
Rhaegal no pudo pegar los ojos en toda la noche, miles de pensamientos se apoderaron de su mente, volviendo esta una zona turbada y algo peligrosa.Sería un necio si decía que no tenía miedo por la vida de Lyra, pero en su interior intentaba aferrarse con firmeza a la idea de que Hades no la lastimara, al fin y al cabo, él había visto las emociones que invaden el corazón del rey.Rhaegal sabía que Hades la cuidaría, ¿Pero hasta qué punto? Bien sabía él que si su hermano se enojaba era capaz de hacer cualquier cosa, igual que él mismo.Inquieto, apesadumbrado, Rhaegal dio vueltas toda la noche entre las sábanas de su propia cama, odiándose a sí mismo por haberle revelado la ubicación de Hades a Lyra. Sin embargo, él sabía perfectamente que si no lo hubiera hecho se habría lamentado toda la noche por no hacerlo, después de todo él había sido capaz de leer las emociones de tristeza y dolor arremolinándose en el rostro de ella.Cuando el sol estuvo en la cima del cielo, el hermoso hombre
Gwen abrió los ojos, sintiendo como la luz del sol de media mañana la cegaba y aturdida, durante algunos segundos no comprendió muy bien donde estaba, hasta que finalmente una voz lejana la trajo de regreso al presente, en compañía de los recuerdos de la noche anterior.—Buenos días, Gwen—saludo con emoción Rhen al otro lado del cuarto, con el cabello dorado mojado y solo unos ceñidos pantalones aferrados a sus caderas. Su firme abdomen estaba al descubierto, aun cubierto por pequeñas gotas.Ella lo observó durante algunos segundos antes de ahogar un grito de pánico. Su mirada indiscreta se clavó en el torso desnudo de aquel apuesto hombre, mientras que una idea oscura y algo depravada hizo que sus ojos viajaran a su abdomen bajo, a la “V” que se formaba y se perdía debajo de la tela.Desde el ataque en el bosque, Gwen había detestado la idea de ver a un hombre desnudo, sin embargo, teniendo ante ella a Rhen medio desnudo solo podía pensar en lo mucho que le estorbaba la tela de sus p
Lyra se sentó en una larga mesa del salón principal, junto a Miles. De camino allí, Rhaegal fue invitado a ocupar un lugar en la mesa principal del rey, sin embargo él declinó la oferta, tomando asiento frente a Lyra, quien seguía sonriendo de un modo muy vigorizante.—Lo positivo de todo esto—comenzó a decir Rhaegal con una sonrisa ladeada en sus labios—, es que si el sol se apaga no tendremos ningún inconveniente.—¿A qué te refieres?—preguntó la chica de cabello dorado torciendo la boca hacia un lado en una mueca, mientras tomaba un trozo de pan.—Gracias a las atenciones de mi querido hermano, hoy estás resplandeciente—comenzó a decir Rhaegal apoyando los codos sobre la mesa para inclinarse un poco más hacia adelante. Hacia Lyra—. Si el sol se ocultara y dejara de brillar, creo que no sería capaz de notar su ausencia.Las mejillas de Lyra se sonrojaron, mientras tomaba el cuenco frente a ella y comenzaba a beber el líquido. Miles, la bella pelirroja con el rostro salpicado de peca
Lyra no se dio cuenta en qué momento terminó con su desayuno, pero antes de que lo notara se lo había devorado, y no solo eso, sino que se encontraba correteando rumbo a la torre con gran emoción. Pronto estaría más cerca de cumplir uno de sus más preciados sueños.Irina los dejo instantes después de haber culminado con el desayuno, lo más probable es que aún se sintiera algo intimidada con la presencia de Rhaegal. Por su parte, el chico de mirada dorada se ofreció a escoltarla hasta la torre, como si fuera un buen caballero.—No sabía que querías ser sanadora—dijo Rhaegal, lanzando una mirada lasciva hacia Lyra, quien caminaba a su lado con una sonrisa esperanzadora. Tanto, que esta se contagió al propio Rhaegal.—Si, siempre lo desee—comenzó a decir ella intentando contener la emoción en su interior, mientras caminaban entre los jardines del castillo, avanzando más y más a la torre—. Mi madre era sanadora, se suponía que ella debía enseñarme a mí y a mis hermanos, pero solo logró pa
—¿No piensas irte?—escupió con desagrado Hades, cruzando los brazos sobre su amplio pecho, mientras miraba con cara mala al hombre a varios metros de él.—No, como te dije hace media hora, voy a esperar a que Lyra salga—dijo en respuesta Rhaegal, mientras tomaba asiento en un sillón de concreto que estaba cerca de un pequeño ligustro bien podado.El rostro de Hades se tenso, mientras buscaba cualquier posible excusa o motivo para sacar a patadas a Rhaegal. Ambos habían llegado hasta la torre de los sanadores, donde solo se les había permitido ingresar hasta la puerta. Allí despidieron a Lyra y se quedaron esperando a que ella acabara su primera clase.Sin embargo, el ambiente tenso entre ambos solo había logrado escalar a un punto donde cualquier palabra los podría arrojar a ambos a la lucha.Aun así, siendo consciente de esto, Hades tenía varias preguntas que necesitaban una respuesta con urgencia.—¿La salvaste solo porque viste que llevaba puesto el dije?—dijo el rey de forma abrup
—¿Asustarte?—dijo el asesino antes de ahogar una risa ciertamente perversa.El vello del cuerpo de Lyra se crispó, mientras su corazón se aceleraba y con cierta dificultad retrocedía un paso, sintiendo como cada uno de los músculos de su cuerpo se tensaba producto de la adrenalina que empezaba a recorrer sus venas.Aquel hombre, vestido de negro igual que una sombra, pudo leer cada una de estas sensaciones plasmadas en el cuerpo de Lyra, mientras avanzaba un paso hacia ella, jugando con la daga que sostenia en una de sus manos.—Eres muy bella, ahora entiendo porque te quieren muerta—ronroneo el asesino—. Te propongo algo, me gustan los juegos.>—Voy a contar hasta cinco, y tú intentaras correr lo más rápido que puedas. Pasado el tiempo te daré caza y no tendré piedad.Aquello no era piedad o un intento porque ella salvara su vida. Eso era un absurdo intento para que su presa escapara, y la bestia tuviera su tan dichosa cacería.—No me mates, por favor—suplico ella atragantándose con
Rhaegal jamás había tenido un sueño plácido y tranquilo, habitualmente sus sueños estaban colmados de pesadillas o momentos de terror. Sin embargo, cuando el veneno cegó sus sentidos y lo arrastró hasta el sueño eterno, él finalmente logró encontrar cierta paz.En sus sueños, él se encontraba en un amplio y pintoresco campo de césped verde, mientras una mujer con un vientre prominente se sentaba a su lado, junto a una canasta de campo. Por el aroma que la impregnaba, el supo que aquella hembra estaba embarazada, que en su vientre se encontraba un hijo suyo.Cierta paz y alegría lo abordó, mientras un destello de sol le nublaba el campo de visión, imposibilitando observar el rostro de la mujer. Aun así, en su corazón él sabía quién era ella.—Rhaegal—dijo ella con voz tierna y suave, gentil y armoniosa—, debes despertar.No. No. Aquello no era real, era un sueño, algo imposible.El corazón del hijo de la luna se arrugó en dolor, mientras luchaba con todas sus fuerzas para permanecer en