Lyra permanecía petrificada, mirando aquel punto vacío y perdido en la habitación, un espacio ausente que instantes atrás había sido ocupado por el hermoso rey de mirada púrpura. Sin embargo, igual que aquel espacio, su alma se encontraba igualmente vacía, ausente, como si le faltara algo, alguien.El tiempo pareció detenerse para ella, sin embargo las arenas del tiempo seguían su curso igual que siempre, solo se trataba de un desesperado sentimiento de intentar aferrarse por un latido de corazón más a ese instante antes de que todo se fuera al demonio.Pero las cosas ya se habían echado a perder, todo se había arruinado.“Ante tus ojos siempre seré el monstruo de la historia” las palabras del rey retumbaron en su mente, volviéndose un eco atormentador, arrebatador y destructor, que martillaba contra su alma y corazón haciendo que estos se volvieran inestables, igual que cristales arrojados al vacío.—Lyra—llamó una voz a su espalda, al mismo tiempo que una mano gentil se colocaba so
Hades observaba con pesar la inmensidad de la noche ante él, el cielo nocturno se alzaba en su máximo esplendor, salpicando la cúpula azul oscuro con millones de pequeños diamantes que destellaban.El cuerpo de él estaba algo encorvado, mientras se inclinaba sobre la barandilla del balcón de la torre expuesta, mirando las vastas extensiones de tierras que le pertenecían.Lyra llegó hasta él cansada, con la respiración irregular y algo agitada, mientras sentía como su corazón latía con fuerza en el centro de su pecho. La subida a la torre había sido una constante lucha, una carrera contra el tiempo, su voluntad y su propia resistencia física, una que finalmente había logrado vencer.Cuando logró recobrar el aliento, observó a Hades contemplando con rostro solemne aquel hermoso cielo que parecía tornarse a su favor para coronarlo.—Si piensas quedarte aquí, apaga la vela. Arruina la vista—dijo él en tono mandón de espaldas a ella, sin moverse un solo centímetro.Lyra lo escuchó con suma
Hades se quedó lívido, con el corazón latiendo con la potencia de mil caballos en el centro de su pecho, mientras observaba el rostro de Lyra. Allí, ante la mirada de las estrellas, Hades pudo contemplar que no había duda, vacilación o arrepentimiento en cada rasgo del rostro de ella, por el contrario, sólo una firme confianza parecía haberse apoderado de la misma.Las palabras de la hermosa mujer de cabello dorado como el sol se deslizaron dentro de su mente, logrando llenarlo de luz, una luz propia de la esperanza. Aun así, tardé varios segundos en comprender lo que ella estaba diciendo, más bien en asimilar lo que realmente estaba diciéndole a él. —¿Qué dices?—escupió Hades, en un tono agresivo, uno que estaba habituado a utilizar, sin embargo en ese preciso instante no tenía el verdadero deseo de que aquello saliera de sus labios, menos aún con la prepotencia con que lo había dicho.Los labios de Lyra se separaron ligeramente, mientras dejaba que el oxígeno se filtrara a través d
Los labios del rey impactaron contra los de Lyra con una rudeza increíble, sin embargo esta rudeza no la lastimó o la hirió, por el contrario sólo sirvió para profundizar aquel apasionado beso. Las manos de Hades se deslizaron alrededor del cuerpo de ella, mientras sus sentidos se deleitan al encontrarse con la esencia misma de Lyra.Sin poder evitarlo, sin poder detenerse, Hades tomo a Lyra entre sus brazos, elevándose por el aire con delicadeza, mientras la llevaba a un rincón del balcón, donde sin prisa ni temor el comenzó a acariciar cada lugar donde la piel de ella era revelada.Al notar que no encontraba oposición ante aquellos pequeños avances, el comenzó a desvestirla, sin quitarle un por un solo instante los labios de los suyos, temeroso de hacerlo, como si con eso rompiera el delicado vínculo que comenzaba a unirlos, a unir sus almas en una sola.Lyra no se opuso, mientras que el hermoso hombre de mirada púrpura la dejaba completa y totalmente desnuda, expuesta ante él y las
Hades la observó, directamente a los ojos, examinando cada expresión que se dibujaba en su rostro; su mirada púrpura parecía brillar con la intensidad de mil estrellas, al mismo tiempo que una cálida sonrisa elevaba las comisuras de sus labios.Allí, ante la luz de la luna y el manto de las estrellas, refugiada entre los cálidos y fuertes brazos de Hades, Lyra no se podía imaginar otro momento de su vida en el que hubiera sido tan feliz.Con una gentileza destructora, el rey de cabello nocturno deslizó un brazo por debajo del cuello de ella, mientras acunaba con el otro la mejilla de Lyra. Las manos de ella se debaten con cierta vergüenza y torpeza el trabajo de comenzar a quitarle la ropa.Hades noto aquello, esa intención ardiendo dentro del cuerpo de la bella dama, y con una sonrisa pícara dijo:—Hacerlo bajo las estrellas me resulta tentador, pero cómo será tu primera vez se me ocurre algo mucho mejor—ronroneo el contra el cuello de Lyra, mientras debaja el cálido rastro de un bes
Hades se deslizó dentro de ella con delicadeza y suavidad, con tal gentileza que ella quiso liberar un pequeño suspiro, sin embargo no logró cumplir su promesa por mucho más tiempo. Cuando las emociones la abrumaron, y ella sintió su corazón latir con gran violencia, le resultó imposible seguir observando aquellos ojos violeta que parecían devorar cada pequeño fragmento de su alma.Hades se deslizó hasta la envergadura y se detuvo, sosteniendo a Lyra con fuerza entre sus cálidos brazos, mientras le permitía adaptarse a la sensación de tenerlo dentro suyo. El permaneció así durante algunos segundos, los cuales aprovechó para observar con detenimiento cada expresión que dejaba al descubierto aquel hermoso rostro no tan afilado como al principio, puesto que en el tiempo que Lyra llevaba en el castillo había logrado conseguir un poco más de peso, el suficiente como para no parecer un esqueleto.Luego de un par de segundos, Hades volvió a inclinarse sobre ella, mientras besaba con gentilez
Cuando la noche ya habia avanzado lo suficiente como para que el cielo comenzara a despedir a la luna para recibir al sol, Hades volvio a envolverlos a ambos entre sus lazos negros como la noche, para transportarlos de regreso al cuarto de Lyra. O mejor dicho el umbral de esta.Luego de intercambiar un par de palabras más, ambos se quedaron callados, observando la puerta cerrada, negándose a despedirse el uno del otro.Logrado reunir el valor suficiente, Lyra se volvió hacia Hades con ojos suplicantes.—¿Quieres quedarte a pasar aquí lo que quede de la noche?—sugirió ella, implorando en silencio para que él aceptara.Al oír aquellas palabras, el rostro de Hades palideció un poco, mientras pasaba una mano por su nuca y la rascaba en un gesto de nerviosismo.—Lo lamento, Lyra, pero no creo que sea prudente—comenzó a decir él con suavidad—. Si me quedo contigo y alguien nos ve, las personas comenzarán a hablar.>¡¿Y que!?< deseo gritarle a la cara la chica de cabello dorado, mientras mor
Rhaegal no pudo pegar los ojos en toda la noche, miles de pensamientos se apoderaron de su mente, volviendo esta una zona turbada y algo peligrosa.Sería un necio si decía que no tenía miedo por la vida de Lyra, pero en su interior intentaba aferrarse con firmeza a la idea de que Hades no la lastimara, al fin y al cabo, él había visto las emociones que invaden el corazón del rey.Rhaegal sabía que Hades la cuidaría, ¿Pero hasta qué punto? Bien sabía él que si su hermano se enojaba era capaz de hacer cualquier cosa, igual que él mismo.Inquieto, apesadumbrado, Rhaegal dio vueltas toda la noche entre las sábanas de su propia cama, odiándose a sí mismo por haberle revelado la ubicación de Hades a Lyra. Sin embargo, él sabía perfectamente que si no lo hubiera hecho se habría lamentado toda la noche por no hacerlo, después de todo él había sido capaz de leer las emociones de tristeza y dolor arremolinándose en el rostro de ella.Cuando el sol estuvo en la cima del cielo, el hermoso hombre