Lyra y Peter desviaron la mirada hacia un lado, encontrándose con Hades de pie, en el umbral de la puerta, mirándolos a ambos de un modo que parecía contener el mismísimo infierno en su interior. Las palabras del rey habían flotado en la habitación, deslizándose dentro de la mente de Lyra, haciendo que finalmente ella reaccionara ante aquella entrada imprevista. Durante el tiempo en que Peter había estado junto a ella en la habitación, Lyra había olvidado por completo la inminente llegada de Hades, logrando relajarse, pero ahora finalmente aquello le pasaba factura.Abruptamente, y como si un balde de agua helada cayera sobre su cabeza, Lyra noto la calidez y suavidad de las manos del hermoso teniente, y como si Hades pudiera leer su mente, dirigió su mirada purpura hacia ese punto donde sus cuerpos se volvían uno. Sintiendo como su corazón se aceleraba y el miedo se apoderaba de ella, Lyra intentó retirar la mano de la de Peter, sin embargo, el teniente la apretó con más fuerza, imp
Era increíble ver como el rostro de un hombre tan hermoso y valeroso como el del teniente Peter podría desfigurarse en cuestión de segundos, de tal modo que quedaba poco en el de lo que una vez fue el temple de la calma y sabiduría. La mirada verde de Peter se habia oscurecido tanto, que parecia haberse vuelto toatlmente negra, absorviendo la luz de la habitacion que lo rodeaba, igual que un agujero negro.Su dientes, se habían vuelto afilados, puntiagudos, mientras se apretaban con violencia para evitar, al igual que Rhaegal, clavarlos en la garganta de Hades. Ambos sabían muy bien, que de llegar a hacerlo, no era la vida del rey la que peligraría solamente, sino la suya propia.Era sabido, en todo el reino, que la sangre de Hades era semejante al veneno, una sola gota tomada en contra de su voluntad podía causar una muerte dolorosa y agonizante, mientras que una muestra de su sangre dada por su propia voluntad era capaz de conceder inmortalidad… entre otras ventajas que pocos se at
Lyra permanecía petrificada, mirando aquel punto vacío y perdido en la habitación, un espacio ausente que instantes atrás había sido ocupado por el hermoso rey de mirada púrpura. Sin embargo, igual que aquel espacio, su alma se encontraba igualmente vacía, ausente, como si le faltara algo, alguien.El tiempo pareció detenerse para ella, sin embargo las arenas del tiempo seguían su curso igual que siempre, solo se trataba de un desesperado sentimiento de intentar aferrarse por un latido de corazón más a ese instante antes de que todo se fuera al demonio.Pero las cosas ya se habían echado a perder, todo se había arruinado.“Ante tus ojos siempre seré el monstruo de la historia” las palabras del rey retumbaron en su mente, volviéndose un eco atormentador, arrebatador y destructor, que martillaba contra su alma y corazón haciendo que estos se volvieran inestables, igual que cristales arrojados al vacío.—Lyra—llamó una voz a su espalda, al mismo tiempo que una mano gentil se colocaba so
Hades observaba con pesar la inmensidad de la noche ante él, el cielo nocturno se alzaba en su máximo esplendor, salpicando la cúpula azul oscuro con millones de pequeños diamantes que destellaban.El cuerpo de él estaba algo encorvado, mientras se inclinaba sobre la barandilla del balcón de la torre expuesta, mirando las vastas extensiones de tierras que le pertenecían.Lyra llegó hasta él cansada, con la respiración irregular y algo agitada, mientras sentía como su corazón latía con fuerza en el centro de su pecho. La subida a la torre había sido una constante lucha, una carrera contra el tiempo, su voluntad y su propia resistencia física, una que finalmente había logrado vencer.Cuando logró recobrar el aliento, observó a Hades contemplando con rostro solemne aquel hermoso cielo que parecía tornarse a su favor para coronarlo.—Si piensas quedarte aquí, apaga la vela. Arruina la vista—dijo él en tono mandón de espaldas a ella, sin moverse un solo centímetro.Lyra lo escuchó con suma
Hades se quedó lívido, con el corazón latiendo con la potencia de mil caballos en el centro de su pecho, mientras observaba el rostro de Lyra. Allí, ante la mirada de las estrellas, Hades pudo contemplar que no había duda, vacilación o arrepentimiento en cada rasgo del rostro de ella, por el contrario, sólo una firme confianza parecía haberse apoderado de la misma.Las palabras de la hermosa mujer de cabello dorado como el sol se deslizaron dentro de su mente, logrando llenarlo de luz, una luz propia de la esperanza. Aun así, tardé varios segundos en comprender lo que ella estaba diciendo, más bien en asimilar lo que realmente estaba diciéndole a él. —¿Qué dices?—escupió Hades, en un tono agresivo, uno que estaba habituado a utilizar, sin embargo en ese preciso instante no tenía el verdadero deseo de que aquello saliera de sus labios, menos aún con la prepotencia con que lo había dicho.Los labios de Lyra se separaron ligeramente, mientras dejaba que el oxígeno se filtrara a través d
Los labios del rey impactaron contra los de Lyra con una rudeza increíble, sin embargo esta rudeza no la lastimó o la hirió, por el contrario sólo sirvió para profundizar aquel apasionado beso. Las manos de Hades se deslizaron alrededor del cuerpo de ella, mientras sus sentidos se deleitan al encontrarse con la esencia misma de Lyra.Sin poder evitarlo, sin poder detenerse, Hades tomo a Lyra entre sus brazos, elevándose por el aire con delicadeza, mientras la llevaba a un rincón del balcón, donde sin prisa ni temor el comenzó a acariciar cada lugar donde la piel de ella era revelada.Al notar que no encontraba oposición ante aquellos pequeños avances, el comenzó a desvestirla, sin quitarle un por un solo instante los labios de los suyos, temeroso de hacerlo, como si con eso rompiera el delicado vínculo que comenzaba a unirlos, a unir sus almas en una sola.Lyra no se opuso, mientras que el hermoso hombre de mirada púrpura la dejaba completa y totalmente desnuda, expuesta ante él y las
Hades la observó, directamente a los ojos, examinando cada expresión que se dibujaba en su rostro; su mirada púrpura parecía brillar con la intensidad de mil estrellas, al mismo tiempo que una cálida sonrisa elevaba las comisuras de sus labios.Allí, ante la luz de la luna y el manto de las estrellas, refugiada entre los cálidos y fuertes brazos de Hades, Lyra no se podía imaginar otro momento de su vida en el que hubiera sido tan feliz.Con una gentileza destructora, el rey de cabello nocturno deslizó un brazo por debajo del cuello de ella, mientras acunaba con el otro la mejilla de Lyra. Las manos de ella se debaten con cierta vergüenza y torpeza el trabajo de comenzar a quitarle la ropa.Hades noto aquello, esa intención ardiendo dentro del cuerpo de la bella dama, y con una sonrisa pícara dijo:—Hacerlo bajo las estrellas me resulta tentador, pero cómo será tu primera vez se me ocurre algo mucho mejor—ronroneo el contra el cuello de Lyra, mientras debaja el cálido rastro de un bes
Hades se deslizó dentro de ella con delicadeza y suavidad, con tal gentileza que ella quiso liberar un pequeño suspiro, sin embargo no logró cumplir su promesa por mucho más tiempo. Cuando las emociones la abrumaron, y ella sintió su corazón latir con gran violencia, le resultó imposible seguir observando aquellos ojos violeta que parecían devorar cada pequeño fragmento de su alma.Hades se deslizó hasta la envergadura y se detuvo, sosteniendo a Lyra con fuerza entre sus cálidos brazos, mientras le permitía adaptarse a la sensación de tenerlo dentro suyo. El permaneció así durante algunos segundos, los cuales aprovechó para observar con detenimiento cada expresión que dejaba al descubierto aquel hermoso rostro no tan afilado como al principio, puesto que en el tiempo que Lyra llevaba en el castillo había logrado conseguir un poco más de peso, el suficiente como para no parecer un esqueleto.Luego de un par de segundos, Hades volvió a inclinarse sobre ella, mientras besaba con gentilez