Los labios de Franchesca estaban apretados en una fina línea blanquecina que dejaba en evidencia su creciente estado de odio y desprecio hacia aquel hombre de pie ante ella. Sin embargo, por el rabillo de su mirada pudo percatarse de algo poco común, algo que realmente no esperaba.Alli, unos pasos alejados de ella se encontraba Daniel, medio escondido entre unas columnas. Sus miradas nunca se cruzaron, no llegaron a hacerlo, puesto que el hermoso hombre de sonrisas fáciles ahora se marchaba a gran velocidad, dando zancadas.Franchesca fruncio ligeramente el ceño, no entendia el motivo de su fugaz retirada, hasta que lo vio arrojar un ramo de flores amarillas a la basura.En ese preciso instante, ella comprendio lo que estaba ocurriendo allí, la mierda en la que estaba metida.Max, muy cerca de ella, capto la desesperación en la mirada de la hermosa dama casi al instante, notando aquel abrupto cambio en su sentir.—¿Qué miras?—gruño el mientras desviaba su mirada por encima del hombro
Bianca:La emorragia se habia detenido, aquel flujo de sangre habia dejado de bañar parte del torso del millonario, sin embargo y para terror de Bianca, Alexander seguía sin ser capaz de despertar.Ella no tenia muchas opciones a su disposición, mas allá de esperar que el millonario recobrara la consciencia. Bianca comenzó a acariciar su rostro con ternura, mientras tomaba la temperatura y pulsaciones del millonario.—Vamos Alec, no puede terminar asi, no es justo—susurro ella con la voz cruda, mientras su mente se trasladaba a otro momento de su vida. Uno mas aterrador y doloroso, donde otra vida le era arrancada de su compañía, una igual de dulce, sensible y protectora.>—Me dijiste que ibas a estar a mi lado…—susurro ella con lagrimas en sus ojos y el corazón sostenido en un puño.Nada, simplemente nada. Alexander seguía quieto, tendido en el suelo, totalmente inconsciente y ajeno a la presencia de Bianca a su alrededor.A la hermosa prostituta le desgarraba aquel pensamiento, esa
Franchesca:La hermosa mujer de cabello dorado esperaba sentada en la sala de espera del consultorio medico, los nervios la devoraban segundo a segundo, instante a instante. A su lado, con una actitud totalmente relajada, Daniel se encontraba reclinado, con una sonrisa tranquila ojeando una revista de moda.Si le gustaba la moda o no, era algo debatible. Franchesca estaba segura de que solo simulaba interés para evitar entablar una conversación con ella.Cuando no pudo controlar sus nervios un solo instante mas, ella comenzó a mover su pierna histéricamente.—¿Primera vez?—pregunto una mujer unos años mayor que ella al otro lado del lugar.Tanto Franchesca como Daniel alzaron su mirada en aquella dirección, encontrando a una mujer algo mayor totalmente sola, con un vientre verdaderamente hinchado, lo mas probable es que estuviera próxima a dar a luz.—Si, es… es mi primer hijo—admitio Franchesca dejando su pierna quieta.La mujer sonrio con calma, mientras pasaba una mano sobre su vie
El hombre la empujaba con fuerte violencia, sacudiendo su cuerpo mientras la obligaba a seguir avanzando. Ella obedecia, lo ultimo que deseaba era que algo malo ocurriera allí con ese idiota.Su plan era simple y extremadamente arriesgado, como cada situación de su vida. Existian demasiadas probabilidades de que todo saliera mal, pero aun asi ella se arriesgaría. Necesitaba volver con Alec y sacarlos a ambos de aquel lugar.No sabia donde estaba, pero si aquel caza recompensas habia llegado hasta ella, lo mas probable es que tuviera movilidad propia. Un medio de escape.—No lo pienses—dijo el hombre con tono aspero, dando vuelta a una pequeña montaña de arena.—No pensaba en nada…—mintió ella, fingiendo dolor y agonia, mientras caminaba junto a el con pasos torpes, midiendo cada uno de sus movimientos.—No mientas, perra—gruño el hombre—. No es difícil entrar en la mente de las putas como tu.Bianca estaba a punto de hablar, de responder a su ataque. Pero justo en ese preciso instante
La cabeza de Bianca colgaba a un lado, el dolor del impacto oprimia su cráneo con una fuerza poco común. Lentamente, ella comenzó a abrir los ojos, sin tener muy en claro que quería ver o encontrar, pero estaba segura de que aquello no era lo que estaba esperando.El cazador de recompensas estaba contra una pared cercana, con mirada altiva y actitud rigida, algo que no le habia visto hacer hasta ese momento. Algo habia cambiado en el cuarto, en la habitacion, pero Bianca no lograba comprender el motivo de este cambio.Ya no estaba en la playa, se encontraba en otro lugar. Una especie de deposito que apestaba a fertilizante.—Buenos días, cariño… finalmente decides despertar—canturreo una voz a sus espaldas—. Ya estaba comenzando a preocuparme.El hombre rodeo el cuerpo de la bella prostituta, deteniéndose finalmente ante sus ojos. Pero aquello era inútil, no necesitaba ver su rostro para saber quien era. Con solo escuchar el sonido de aquella voz que tantas pesadillas le habia generad
Bianca: La bella prostituta trago duro, mientras pensaba aquellas palabras. Max lo habia planeado todo, el maldito hijo de perra tenia todo planeado en su mente tan retorcida, vil y cruel. —No pienso casarme contigo—siseo ella con una rabia brutal, mientras sentía todo su cuerpo tembloroso ante aquellas palabras, esa m*****a posibilidad. La sonrisa de Max se ensancho, mientras pasaba una mano por su propio cabello oscuro. —Eso me trae sin cuidado, Bianca querida… tu seras mi esposa, lo quieras o no—ronroneo el hombre con calma—. Sere el dueño de toda la fortuna de Alexander, y tu no me lo impediras. —El mundo entero se enterara de la clase de monstruo que eres y…—comenzó a amenazar Bianca con los dientes tan ferozmente apretados que parecian a punto de explotar. —¿Y que?—canturreo con desinteres Max—. ¿En verdad crees que algo de lo que tu digas será escuchado? Bianca trago duro, aquellas palabras le dolieron demasiado pero estaban cargadas con una cruel y brutal verdad. >—A n
Franchesca: La bella chica de cabello dorado no daba fe de lo que iba hacer. Era increíble y casi imposible. Si en algún momento de su pasado le decían que ella cabaria escapando de su casa para refugiarse con un extraño y criar dos bebes con el, les habría llamado ridículos. Pero allí estaba ella, intentando disimular el torrente de emociones que se arremolinaba en su corazón, mientras mordía nerviosa su labio inferior, atenta a las posibles miradas de los empleados. Sin embargo nadie miro dos veces en su dirección. Su mal temperamento y actitud de perra le habían dado la posibilidad de camuflarse en aquel mundo, logrando imponer una actitud muy mala, pero de ciertaforma ventajosa en aquel tipo de ocasiones. Franchesca caminaba por los pasillos de la mansión como si fuera la reina del maldito mundo, lo cual en parte guardaba ciertos matices de verdad. Ella era dueña de una fortuna casi incalculable. Sus hijos y nietos tendrían una vida llena de lujos que solo los reyes podían dars
Franchesca:La rubia preciosa trago duro, mientras sostenia la mirada de su padre, luchando con todas sus fuerzas para que las emociones y sentimientos no la delataran ni evidenciaran.Pero aquello era totalmente imposible, en especial si se tenia en cuenta que su padre ya la habia observado con especial detenimiento, leyendo cada una de las emociones que se concentraban en el interior de su ser.—¿Quién es Daniel?—volvió a insistir su padre, con un tono autoritario y demandante, con los dientes apretados igual que un animal salvaje colmado de rabia.—No es nadie relevante—respondio ella, intentando sonar creible, pero su tono flaqueo y su labio inferior tembló de terror.Los labios de su padre se apretaron aun mas, captando aquellas palabras no dichas.—¿Te acostaste con el?—siseo su padre con desprecio—. Dejaste que un cualquiera te macillara.Las mejillas de Franchesca ardieron ante la vergüenza de escuchar aquellas palabras. El pánico apoderándose completamente de su ser. No tenia