El hombre la empujaba con fuerte violencia, sacudiendo su cuerpo mientras la obligaba a seguir avanzando. Ella obedecia, lo ultimo que deseaba era que algo malo ocurriera allí con ese idiota.Su plan era simple y extremadamente arriesgado, como cada situación de su vida. Existian demasiadas probabilidades de que todo saliera mal, pero aun asi ella se arriesgaría. Necesitaba volver con Alec y sacarlos a ambos de aquel lugar.No sabia donde estaba, pero si aquel caza recompensas habia llegado hasta ella, lo mas probable es que tuviera movilidad propia. Un medio de escape.—No lo pienses—dijo el hombre con tono aspero, dando vuelta a una pequeña montaña de arena.—No pensaba en nada…—mintió ella, fingiendo dolor y agonia, mientras caminaba junto a el con pasos torpes, midiendo cada uno de sus movimientos.—No mientas, perra—gruño el hombre—. No es difícil entrar en la mente de las putas como tu.Bianca estaba a punto de hablar, de responder a su ataque. Pero justo en ese preciso instante
La cabeza de Bianca colgaba a un lado, el dolor del impacto oprimia su cráneo con una fuerza poco común. Lentamente, ella comenzó a abrir los ojos, sin tener muy en claro que quería ver o encontrar, pero estaba segura de que aquello no era lo que estaba esperando.El cazador de recompensas estaba contra una pared cercana, con mirada altiva y actitud rigida, algo que no le habia visto hacer hasta ese momento. Algo habia cambiado en el cuarto, en la habitacion, pero Bianca no lograba comprender el motivo de este cambio.Ya no estaba en la playa, se encontraba en otro lugar. Una especie de deposito que apestaba a fertilizante.—Buenos días, cariño… finalmente decides despertar—canturreo una voz a sus espaldas—. Ya estaba comenzando a preocuparme.El hombre rodeo el cuerpo de la bella prostituta, deteniéndose finalmente ante sus ojos. Pero aquello era inútil, no necesitaba ver su rostro para saber quien era. Con solo escuchar el sonido de aquella voz que tantas pesadillas le habia generad
Bianca: La bella prostituta trago duro, mientras pensaba aquellas palabras. Max lo habia planeado todo, el maldito hijo de perra tenia todo planeado en su mente tan retorcida, vil y cruel. —No pienso casarme contigo—siseo ella con una rabia brutal, mientras sentía todo su cuerpo tembloroso ante aquellas palabras, esa m*****a posibilidad. La sonrisa de Max se ensancho, mientras pasaba una mano por su propio cabello oscuro. —Eso me trae sin cuidado, Bianca querida… tu seras mi esposa, lo quieras o no—ronroneo el hombre con calma—. Sere el dueño de toda la fortuna de Alexander, y tu no me lo impediras. —El mundo entero se enterara de la clase de monstruo que eres y…—comenzó a amenazar Bianca con los dientes tan ferozmente apretados que parecian a punto de explotar. —¿Y que?—canturreo con desinteres Max—. ¿En verdad crees que algo de lo que tu digas será escuchado? Bianca trago duro, aquellas palabras le dolieron demasiado pero estaban cargadas con una cruel y brutal verdad. >—A n
Franchesca: La bella chica de cabello dorado no daba fe de lo que iba hacer. Era increíble y casi imposible. Si en algún momento de su pasado le decían que ella cabaria escapando de su casa para refugiarse con un extraño y criar dos bebes con el, les habría llamado ridículos. Pero allí estaba ella, intentando disimular el torrente de emociones que se arremolinaba en su corazón, mientras mordía nerviosa su labio inferior, atenta a las posibles miradas de los empleados. Sin embargo nadie miro dos veces en su dirección. Su mal temperamento y actitud de perra le habían dado la posibilidad de camuflarse en aquel mundo, logrando imponer una actitud muy mala, pero de ciertaforma ventajosa en aquel tipo de ocasiones. Franchesca caminaba por los pasillos de la mansión como si fuera la reina del maldito mundo, lo cual en parte guardaba ciertos matices de verdad. Ella era dueña de una fortuna casi incalculable. Sus hijos y nietos tendrían una vida llena de lujos que solo los reyes podían dars
Franchesca:La rubia preciosa trago duro, mientras sostenia la mirada de su padre, luchando con todas sus fuerzas para que las emociones y sentimientos no la delataran ni evidenciaran.Pero aquello era totalmente imposible, en especial si se tenia en cuenta que su padre ya la habia observado con especial detenimiento, leyendo cada una de las emociones que se concentraban en el interior de su ser.—¿Quién es Daniel?—volvió a insistir su padre, con un tono autoritario y demandante, con los dientes apretados igual que un animal salvaje colmado de rabia.—No es nadie relevante—respondio ella, intentando sonar creible, pero su tono flaqueo y su labio inferior tembló de terror.Los labios de su padre se apretaron aun mas, captando aquellas palabras no dichas.—¿Te acostaste con el?—siseo su padre con desprecio—. Dejaste que un cualquiera te macillara.Las mejillas de Franchesca ardieron ante la vergüenza de escuchar aquellas palabras. El pánico apoderándose completamente de su ser. No tenia
Franchesca:Todo era una maldita pesadilla, su vida se estaba yendo por el desagua ante sus ojos. Lo peor imaginable le estaba ocurriendo en ese preciso segundo.Los dos hombres a los que mas temia y odiaba estaban juntos en una misma habitacion, disctaminando los términos de su presente y futuro, sin que ella pudiera hacer nada al respecto. Solo respirar y suplicar en silencio que la mierda no fuera demasiado grande para ella.Que no acabara con su existencia.—Maldito…—dijo el padre de Franchesca con los dientes bien apretados, mientras observaba al hombre que habia embarazado a su hija con cierto odio y admiración—¿Qué quieres?Max sonsrio, igual que un gato con un canario atrapado entre sus patas. La rubia preciosa sintió como una punzada de asco se instauraba en su estomago. Estaban pautando su futuro, su vida.Ella quedaría atada a ese hombre, ese maldito ser cruel y despreciable, que lo único que generaba en ella era asco y desprecio.—Quiero la fortuna de Franchesca, pasara a
Bianca:Muerto, Alexander estaba muerto, y no habia nada que hacer al respecto. Todos sus sueños y proyectos concluían ahí, en ese mismo momento, junto a la vida del hombre que tanto habia amado.Pero a quien jamás se habia atrevido a confesar ese sentir.—No sabia que podias llorar—dijo el caza fortunas mirando a Bianca al otro lado de la habitacion.Durante algunos minutos, ella se habia olvidado por completo de la presencia del hombre allí. Simplemente se deslizo al interior de su mente, donde el recuerdo de la sonrisa brillante, alegre y feliz del millonario seguía aturdiendo sus sentidos. En especial el sentido de la pena de saber que jamás volvería a disfrutar de esa calidez en persona.—Es lo que pasa cuando te arruinan la existencia—se quejo Bianca, con los dientes apretados, mientras tragaba duro, sintiendo como la angustia se transformaba en un veneno tan amargo como la rabia.Ella sostuvo la mirada del hombre durante algunos minutos, desafiándolo en silencio. Ahí estaba el,
Bianca:La bella prostituta cruzo los brazos sobre su pecho, mientras miraba a Andres desde las alturas. La cabeza del hombre colgaba ligera como una pluma a un lado, por encima de su hombro, mientras sus ojos permanecían cerrados, alejados de toda realidad posible.Bianca, con ayudo de las pocas fuerzas que aun conservaba, logro sostenerlo el tiempo suficiente como para atarlo a una barra metálica en un lugar cercano, el cual muy probablemente en algún momento del pasado habría servido como base de una baranda o algo semejante.No tenia mucho tiempo a su disposición, no hasta que Andres comenzara a despertar. Ella debia enfocarse, volver a adoptar esa mirada de rabia y dolor antes de comenzar a jugar bajo sus términos, bajo sus malditas cartas.Un quejido bajo fue la única advertencia que recibió de que Andres estaba volviendo a recobrar la consciencia, antes de que sus ojos se abrieran abruptamente y se posarab en los de ella algo desorientados y desorbitados.Lentamente el comenzó