Bianca:Muerto, Alexander estaba muerto, y no habia nada que hacer al respecto. Todos sus sueños y proyectos concluían ahí, en ese mismo momento, junto a la vida del hombre que tanto habia amado.Pero a quien jamás se habia atrevido a confesar ese sentir.—No sabia que podias llorar—dijo el caza fortunas mirando a Bianca al otro lado de la habitacion.Durante algunos minutos, ella se habia olvidado por completo de la presencia del hombre allí. Simplemente se deslizo al interior de su mente, donde el recuerdo de la sonrisa brillante, alegre y feliz del millonario seguía aturdiendo sus sentidos. En especial el sentido de la pena de saber que jamás volvería a disfrutar de esa calidez en persona.—Es lo que pasa cuando te arruinan la existencia—se quejo Bianca, con los dientes apretados, mientras tragaba duro, sintiendo como la angustia se transformaba en un veneno tan amargo como la rabia.Ella sostuvo la mirada del hombre durante algunos minutos, desafiándolo en silencio. Ahí estaba el,
Bianca:La bella prostituta cruzo los brazos sobre su pecho, mientras miraba a Andres desde las alturas. La cabeza del hombre colgaba ligera como una pluma a un lado, por encima de su hombro, mientras sus ojos permanecían cerrados, alejados de toda realidad posible.Bianca, con ayudo de las pocas fuerzas que aun conservaba, logro sostenerlo el tiempo suficiente como para atarlo a una barra metálica en un lugar cercano, el cual muy probablemente en algún momento del pasado habría servido como base de una baranda o algo semejante.No tenia mucho tiempo a su disposición, no hasta que Andres comenzara a despertar. Ella debia enfocarse, volver a adoptar esa mirada de rabia y dolor antes de comenzar a jugar bajo sus términos, bajo sus malditas cartas.Un quejido bajo fue la única advertencia que recibió de que Andres estaba volviendo a recobrar la consciencia, antes de que sus ojos se abrieran abruptamente y se posarab en los de ella algo desorientados y desorbitados.Lentamente el comenzó
Alexander:El millonario paso una mano por su cabello dorado, mientras reclinaba la espalda contra el sillon de la casa de sus padres. Ese era el ultimo lugar al que deseaba ir en ese preciso instante, su mente le pedia a gritos abandonar la mansión. Pero el millonario sabia que allí era donde debia estar.Nadie en el mundo podría ayudarle realmente, no del modo en que sus padres podrían llegar a colaborar en su causa.—Entonces… ¿Todo fue un engaño?—pregunto la madre del millonario con tono frio y seco, sus labios apretados en una fina línea mientras tragaba duro.Alexander libero un pequeño suspiro, mientras mordisqueaba su labio inferior. Luego de todo, de las mentiras, engaños y ficciones, el millonario habia tomado la decisión de sincerarse totalmente con sus padres.Era lo mas justo teniendo en cuenta el sacrificio que les pediría hacer en respuesta.Sin embargo, la pregunta de su madre lo habia tomado por sorpresa.—Fue un engaño hasta cierta parte—comenzó a explicar el, mient
Bianca:Max la habia inmovilizado por la espalda completamente, y en cuestión de solo segundos logro desmayarla por la falta de oxigeno, debido a la mano que cubria su rostro con fuerza brutal.Sus ojos se habían cerrado pocos segundos mas tarde, quedando en la oscuridad absoluta.—¿Seguiras durmiendo mucho tiempo mas, perra?—canturreo una voz profunda y masculina contra el rostro de la bella prostituta.Pocos segundos mas tarde, un dolor insoportable naciente de su pierna expuesta la arranco de la ensoñación, con un brutal grito de dolor.Sus ojos llenos de lagrimas que se negaban a caer se dispararon con gran velocidad a su alrededor, mientras su corazón latia violentamente, desesperado por buscar una salida a aquella agonia abrazadora.—¡Dejala de una maldita vez!—arremetio una voz muy conocida para ella.Lentamente, la bruma que numblaba su buen juicio se disipo, y ante sus ojos apareció Max, con un cigarrillo apretado entre sus dedos. Este estaba apagado, su propia pierna habia
Alexander:El millonario aguardo a que la conversación entre Max y Franchesca se trasladara a otra habitacion, antes de irrumpir en la mansión.Las intenciones del hombre no eran osadas ni descabelladas, no era la violencia ciega la que lo guiaba, sino la desesperada necesidad por recuperar a Bianca. Porque habia algo que no terminaba de cuadrar en la historia, en el descenlace de los hechos que habían ocurrido ante sus ojos.Con movimientos lentos y casi ligeros como pisadas de ángeles, el millonario camino por el cuarto, ocupando lugar en un pequeño sillon cercano.El sabia que Max no volvería a ingresar allí, o al menos tenia ese fuerte presentimiento.Si sus ideas estaban bien encaminadas, Franchesca lo llevaría a la otra habitacion para firmar las pautas de su nuevo acuerdo. Pero no se volverían a ver, no realmente hasta el dia de la boda.No habia amor ni deseo en su unión de vinculo, solo un ajuste de necesidades bien claras para ambos.Y tal como el lo habia imaginado, treinta
Max:El demonio de cabello oscuro y mirada nocturna esbozo el atisvo de una sonrisa lejana que se perdia y desdibujaba entre las sombras y penumbras del lugar, lentamente el comenzó a deslizarse en el interior de aquel laberinto de oscuridad, corrupción y muerte.El aroma a sangre, desperdicios y desesperación lo abrumo, lo golpeo en el rostro con completa y total violencia. Pero no era un golpe de desgracia o brutalidad, no para ese ser caroñero que parecía amar por encima de todo pronostico posible la desgracia de aquel mundo. Ese parecía ser el motor que guiaba sus pasos y su vida.Con aquella sonrisa aun apoderándose de su mirada, de sus labios carnosos, Max se deslizo dentro del laberinto cuyo recorrido conocía de memoria casi a la perfeccion. Bien podría cerrar los ojos y dejar que el recuerdo lo guiara.Pero la verdad era que si cerraba los ojos cualquiera de sus enemigos podría atacarlo y destruirlo en cuestión de instantes. Por eso, el demonio habia aprendido a estar siempr
Max:La rabia y el odio se armonizaban de forma perfecta en su interior, generando un matiz hermosamente aterrador. Digno de una pesadilla nefasta que nadie desea tener jamás.Sus planes se habían torcido, todos sus deseos ahora se veían ofuscados por aquella persona extraña cuya existencia el demonio negaba rotundamente. Necesitaba el dinero de inmediato, cuanto antes le fuera posible adquirirlo.El deseaba a Bianca, deseaba a la bella prostituta para el mismo, para que fuera solo suya y de nadie mas. Por desgracia, y aunque ahora aquella mujer se encontraba en su total poder, el sabia con firmeza que solo permanecería a su tutela, bajo su cautividad, hasta que el rey de reyes decidiera lo contrario.Y por lo que habia dicho Arrobin unas horas atrás, esa decisión estaba a punto de torcerse.Habia sido un tonto, por confiar en el maldito rey del submundo, sin lugar a dudas ese habia sido su mas grande y deplorable error, pero no tenia muchas opciones a su alcance. Bianca era suya,
Bianca:Pocas emociones lograban despertar en el corazón de la bella prostituta lo que las palabras de Daniel acababan de generar.El odio, la rabia, el asco y la desesperación. Todo eso se conmutaba como uno, probocandola demasiado.Alexander estaba muerto, ella no volvería a ver su rostro hermoso nunca mas, pero aun asi, el seguía estando presente en su vida de manera incorpórea. Respirando a su alrededor como una sombra invisible que la llenaba de luz y amor. Asi como también de una fortaleza inquebrantable.Bianca lo habia perdido todo. El amor, la amistad y la calidad de poder pertenecer a una familia, pero no lo habia perdido, no del todo al menos. No la escencia misma de aquella compañía.—No te atrevas a decir una sola palabra mas—dijo Bianca con los dientes apretados—. Pudiste ser mi amigo una vez, pero ahora no eres nada para mi, asique no te comportes como si lo fueras todo cuando no es asi en realidad.—Yo no sere para ti nada, pero tu eres para mi mucho, Bianca—se apresu