—Bianca—susurro Alexander, mientras dejaba la rosa a un lado y la rodeaba con los brazos de manera instintiva, atrayéndola hacia su pecho.Aquello era una especie de consuelo. Como si el millonario fuera capaz de protegerla con su propio cuerpo del mundo que los rodeaba. Como si acaso eso fuera suficiente. Una especie de escudo humano creado con su propio cuerpo.Un refugio seguro para ella.Pero no fue suficiente. El daño ya estaba hecho, y no fue Alexander el responsable de todo ese dolor. Aunque este no lo creyera de ese modo.—Lo lamento, Alec—susurro ella, aferrándose con mayor fuerza a sus brazos, mientras aspiraba su aroma.Como si fuera una especie de droga, el aroma de su piel y cuerpo, impregnado en su ropa, logro calmar un poco la angustia del corazón de la bella prostituta, mientras tragaba duro, pero no se atrevia a alejarlo de ella, de su cuerpo.—No te disculpes, Bianca—respondio el, mientras acariciaba con calma y dulce ternura su cabellera oscura sedosa—. Podemos posp
—¿Quién demonios te crees que eres para hablarme asi?—siseo con rabia y cierto matiz de asco e ira el hombre ante ella, enseñando los dientes como si fuera un animal salvaje. Bianca se sintió pequeña, chiquita ante aquel monstruo rabioso y loco, que parecía tan bestia como las criaturas que se ocultaban entre las alcantarillas del drenaje. De haber estado sola, la bella prostituta se habría marchado, o intentado buscar ayuda con algún seguridad desastroso que no estuviera bajo los efectos de diversas sustancias nocivas. Pero el hombre a su lado, apreto con mas fuerza su hombro. Bianca no se atrevio a darse la vuelta. Estaba demasiado asustada como para hacerlo. —¿Quién soy? —volvió a hablar el extraño con un brazo rodeando su hombro, mientras el atisvo de una risa oscura teñia su tono de voz—. Yo, mi buen amigo, soy tu peor pesadilla. La bella prostituta no estaba del todo segura, por el rabillo del ojo no logro ver bien lo que el hombre justo detrás de ella habia hecho, pero sin
Franchesca:En la vida, Franchesca habia aprendido a atesorar cada pequeño e insignificante momento de su existencia. La lluvia, el café, los lujos que su vida acomodada le podían permitir, las conversaciones profundas que rara vez podia tener. Ella amaba todo eso, cada pequeño maldito detalle.Pero, sin lugar a dudas, lo que mas disfrutaba, eran esos pequeños momentos de libertad. No los falsos respiro de aire fresco que sus padres le daban. No, aquello era una burla absurda y cruel a su vida.No, con el correr del tiempo Bianca habia conseguido libertad real. Se la habia ganado a fuerza de voluntad, astucia y engaños.Siendo mayor de edad, uno asumirira que ella podia disponer de su tiempo como mas le acomodara. Pero no era asi. Ella tenia un horario rigido e inflexible al cual debia atenerse, sin un ápice de fallo.Por las mañanas, asistia al trabajo, luego asistia a un instituto privado donde estudiaba derechos y otras tonterías mas que su familia le exigía como heredera. Desde q
Hace tres años atrás: Bianca. Trabajar en el burdel era algo agotador, de una forma que muy pocos eran capaces de comprender. El cansancio no era solo físico. Era un cansancio que se llevaba en el alma, mas que en el cuerpo. Los abusos, la violencia, todo estaba teñido de eso. Muchas veces, Bianca se preguntaba si acaso su vida terminaría asi, sometida ante la busca violencia que infectaba a los hombres. Pero no le importaba. Habia nacido de ese modo, en ese mundo, rodeada de violencia y sin otra realidad posible, sin conocer nada mas del mundo. Hasta Jack. Hasta que el llego a su vida, alejando la violencia. De un modo simbólico y literal, si asi se quería pensar. El era muy diferente a todos los hombres que habia conocido. No solo por su deformidad facial, sino por su tacto a la hora de hablar. Jack tenia una amabilidad muy impropia de ese mundo, de aquella realidad que la golpeaba a diario. Jack sonreía y lo hacia con total soltura, como si no tuviera pesos en su alma, como si
Franchesca estaba fuera de si. La música, las luces, el humo y el roce constante de los cuerpos de las personas a su alrededor tenian un efecto extraño en ella. Como si sacaran una parte que la bella dama mantenía oculta muy dentro en su interior. Una parte oscura, vil y desesperada. Una que se alimentaba de eso, de aquella decadencia que algunos llamaban estilo de vida.Pero a Franchesca no le importaba nada. No mientras la música siguiera sonando y los cuerpos se mecieran a su alrededor. No mientras la bebida de alcohol barato siguiera deslizándose por su garganta en compañía de pastillas y otras toxinas.Todo era en exceso. Su vida siempre habia estado acompañada de lujos y excesos, desde el momento en que llego al mundo. Pero de cierta forma, de alguna manera muy extraña y particular, sus excesos habían sido medidos y controlados. En su casa ella era la princesa, la bella y dulce princesa atrapada en el castillo que obvedecia las tiránicas ordenes del monarca, su padre.Pero ahor
Tres años atrás: Bianca Bianca habia dado vueltas alrededor de distintos tipos de amor. Algunos crueles y tiránicos, otros desesperados. Algunos eran la confusión misma del amor que se mezclava con el deseo de la intimidad. Ella lo habia experimentado todo a su corta edad. O al menos creía haberlo experimentado todo. Hasta que Jack llego a su vida. Aquel hombre con sus sonrisas calidas, su sencillez y la capacidad de reírse en los momentos mas crueles, la habia conquistado por completo, robando su corazón. Pero para desgracia, al mundo parece no agradarle demasiado los finales felices. Una tarde, mientras ellos se despedían, tuvieron la imprudencia de besarse en los labios, confiados de que nadie los estaba observando. Sin embargo, la mirada de Arrobin habia estado posada justo en ese lugar, resguardado por la sospecha y duda. Desde que Bianca habia comenzado a disminuir su rendimiento con los clientes, Arrobin comenzó a centrar su atención en ella. Era normal que las prostituta
Franchesca: La bella reina de la noche jamás habia tenido miedo. No uno real. No como este que ahora la abordaba de manera sorpresiva, deteniendo su respiración al mismo tiempo que endurecia los musculos de todo su cuerpo. Sus instintos gritaban, suplicaban en agonia para que ella se marchara, para que se fuera de ese maldito lugar. Correr, gritar, hacer cualquier m*****a cosa para defender su m*****a existencia. Mil veces habia fantaseado con defenderse en una situación semejante, siempre habia delirado con los golpes que daría a su agresor, con la violencia con la que lo destrozaría, golpe a golpe. Pero ahora, en el momento de la verdad, su cuerpo no respondia a las ordenes silenciosas de su cerebro. Su cuerpo operaba como una maquina, por voluntad propia. Sus instintos estaban dopados, bajo el efecto del terror. Un terror que lo corrompia todo. Franchesca caminaba, guiada por Max en medio de la oscuridad. El marcaba sus pasos sin alterar su respiración ni movimientos. Conocia c
Alexander: No tenia ninguna palabra. Por primera vez en toda su existencia, Alexander no tenia una sola palabra para decir. Pero esto no era debido a falta de ideas o pensamientos. No, todo lo contrario. Su mente estaba colmada de las mismas, atestada e infectadas. Sentia muchas emociones que jamás lo hubieran llevado a sentirlas de no ser por aquel relato tan vivido y realista que Bianca acababa de desarrollar. Bianca. La bella prostituta estaba ante el, con una mirada vacia, carente de expresión alguna. Su cuerpo se encontraba peculiarmente relajado, como si el peso de todas sus palabras se hubiera finalmente liberado del interior de su alma. Pero habia mas allí. El millonario lo podia ver en la expresión del fondo de sus pupilas muertas. Aun quedaba mas del horror. —Bianca, lo lamento mucho—susurro el con lentitud, lo único que podia hacer en ese preciso instante. Lamentarse, por no haber estado allí para protegerla. Para tomar otra decisión. Pero no tenia la culpa, ciertamen