Lia se sentó frente a Bianca. Fabio había elegido un restaurante rústico. Desde que entró ella amó el lugar. Los muros de madera estaban adornados con recuadros de lugares de ensueño, las mesas tenían manteles apropiados con el ambiente. Los colores predominantes eran sobrios, pero no aburridos. Quién diseñó aquel restaurante tenía un don para usar el ambiente como medio de atracción de clientes.
La mayoría de mesas estaban llenas, ellas habían escogido un lugar cerca de una ventana. La vista daba hacia la calle donde más allá se veía una plazoleta.
Bianca, al igual que Lia, miró todo el restaurante y luego observó a Fabio a través de la ventana.
—¿Por qué tienes que tener seguridad?
Lia le había comentado en el viaje que él no solo era su conductor, sino también su guardaespal
Lia se quitó los zapatos junto con las medias antes de correr hacia el mar. No le importó que sus pantalones se mojaran. Estaba más preocupada por llegar al agua.Las olas que se habían retirado, regresaron hasta estrellarse contra sus pies. Casi soltó un grito por el cambio de temperatura cuando sus pies entraron en contacto el agua. No tardó mucho en acostumbrase.No era como estar en casa, pero casi se le acercaba. Debería haber venido antes, pero en su época universitaria trataba de enfocarse en sus estudios para poder regresar a su casa durante las vacaciones. Salir de fiesta o de paseo no había estado en sus listas de prioridades y no se arrepentía. Ahora podía disfrutar de todo aquello que había dejado para después.Se giró para ver a Matteo. Él aún estaba parado a las orillas mirándola con una sonrisa en el rostro y las manos en los bols
Después del paseo regresaron a la casa de la playa. Trajeron del muelle su cena y se sentaron en el porche a comer. Ni siquiera se molestaron en usar cubiertos. Disfrutaron de la simpleza del momento.Las luces de la casa estaban encendidas e iluminaban aún más allá del porche. Lia se sentía como en esas películas románticas.Había una calma en el ambiente que parecía adormecerla, pero no lograba que olvidara el tema de Chiara pendiendo sobre ella. Los pensamientos sobre esa mujer habían llegado en algún momento cuando Fabio había aparecido para cerciorarse de que todo estaba bien con ellos.Lia sabía que debía hablar sobre eso; sin embargo, se sentía demasiado cómoda como para romper el ambiente mencionando a Chiara. Se prometió que le diría a Matteo de eso al día siguiente.—¿Qué te tiene tan pensativa?
—Para ser más precisos, fue ella quien habló conmigo. —Matteo tenía toda su atención puesta en ella—. Nos encontramos en la cafetería que queda cerca de la clínica hace unos días atrás cuando salía del trabajo. Luego me pidió hablar, fue muy convincente y acepté.—¿Qué te dijo? —Matteo no mostraba ninguna emoción.—Primero me pidió que me hiciera a un lado para que ella pudiera volver contigo.Lia vio como él presionaba la mano que tenía en la mesa. Ella extendió la suya para tratar de calmarlo. Con su caricia él se calmó un poco.Ella espero un tiempo antes de seguir, quería tener cuidado con lo que diría a continuación. Chiara no le agradaba, pero tampoco quería sentirse como una bruja cruel esparciendo maldades.—Continua —pidió él. —Cuando me negué, hizo algunas amenazas. No es necesario que te diga cada palabra.—Claro que lo es. —Se notaba que él estaba tratando de manejar sus emociones.Ella lo conocía lo su
Era lunes por la mañana, Lia estaba sentada en la cama que compartía con Matteo. Había llegado de la clínica hace media hora. Se supone que debería estar recuperando las horas de sueño perdidas, pero en su lugar estaba mirando los objetos esparcidos sobre su cama.Matteo estaba en el trabajo, no había mejor oportunidad que esa para hacer lo que tenía en mente. Pero seguía sin animarse. Las cosas estaban a punto de cambiar porque, aunque todavía no se había hecho la prueba de embarazo, tenía la leve sospecha de la cual sería la respuesta.Los malestares habían comenzado hace una semana. Mas sueño de lo normal, un poco de nauseas matutinas, asco por algunas comidas. Había pasado cada una de las señales por alto, sin darles demasiada importancia. No pudo seguir fingiendo que nada pasaba cuando tres días atrás su periodo no llegó. Nunc
Estar embarazada le gustaba. Un punto a favor era que no le había dado aún los vómitos matutinos y ella no se iba a quejar. Arrojar todo lo que comía no tenía ningún atractivo. Prefería disfrutar de un delicioso plato de comida sin tener que devolverlo después.En los últimos días después de la noticia del embarazo Matteo casi había vuelto a ser el mismo de antes. Hablar del embarazo todavía lo ponía un poco tenso, pero cada vez parecía más receptivo. Además era como un perro guardián siempre asegurándose de que ella cumpliera con las recomendaciones de la doctora.Como habían acordado, aún no le habían contado a nadie sobre el embarazo. Pero ella se moría por decírselo a sus padres. Aunque primero que nada debía decirle que estaba saliendo con alguien.Creyó que ese sería un
Lia se arregló temprano esa mañana para ir al trabajo. Antes de salir de casa miró su mano y observó su anillo mientras diversas emociones la atravesaban. Cogió el anillo y lo deslizó fuera de su dedo. Con la luz del día la observó mejor. Era una pieza hermosa y debía de haber costado una fortuna.Guardó la joya en su estuche y lo dejó en el cajón del buró. Sería momentáneo, solo hasta que se lo comunicaran a sus hermanos y padres. Apenas lo había usado una noche y sentía que a su dedo le faltaba algo. Pero no quería arriesgarse a que alguien le tomara una foto.En el coche rumbo a la clínica llamó a Ava, necesitaba hablar con ella. Acordaron verse en la noche después que saliera de su trabajo.Su día en la clínica estuvo un poco ocupado y agradeció por ello. En cuanto se quedaba sin nada que hace
El celular de Matteo vibró en su bolsillo. Lo sacó y vio el nombre de su hermano en la pantalla. Pensó en cortar y devolverle llamada más tarde, pero un presentimiento le dijo que debía contestar. Lia estaba reunida con Ava, algo podía haber pasado con alguna de las dos, aunque esperaba que no fuera así. Se disculpó antes de salir afuera, al mismo tiempo que el jefe de su seguridad aparecía por el pasillo. Eso no podía ser una coincidencia, en definitiva algo había pasado. —Alessandro —dijo como saludo. —Necesitas ir a la clínica donde trabaja Lia —musitó él. —¿Por qué? —preguntó. Su corazón dejó de latir un segundo y luego todo su mundo se vino hacia abajo con las siguientes palabras de su hermano. —Lia fue ingresada por emergencias hace apenas unos minutos. Matteo estuvo a punto de dejar su peso caer al suelo, pero a nadie ayudaba con su debilidad. Debía mantener la cabeza fría. —¿Qué pasó? —Te lo explicaré cu
Lia abrió los ojos desorientada, los cerró casi de inmediato cuando el brillo le causó un dolor de cabeza. Llevó su mano para taparse los ojos, pero un tirón en su dedo la detuvo. Ella entreabrió los ojos para ver de qué se trataba. Era un sensor de saturación conectado a un monitor. Estaba en el hospital. No necesitaba ser un genio para deducir eso. Lo que no podía recordar es como había llegado allí. Trató de hacer memoria, pero el dolor de cabeza aumentando a cada segundo, le hizo la tarea imposible. Lo último que recordaba era estar con Ava en una cafetería, le había contado sobre el compromiso y luego antes de irse ella había entrado al baño. Después de eso todo estaba en negro. Todo eso quedó en segundo plano cuando pensó en su bebé. Necesitaba saber si su bebé estaba bien. Una enfermera entró a la habitación en ese preciso momento, al verla despierta sonrió, pero Lia no podía corresponder su sentimiento. —¿Mi bebé? —preguntó—. ¿Cómo est