Matteo golpeó el vidrio que los separaba de los conductores y el carro se puso en marcha. Lia quería saber a dónde iban pero predominaba su orgullo así que no preguntó.
No tenía seguridad de que sucedería a continuación.
—¿Por cuánto tiempo más me ignoraras? —le preguntó Matteo.
—Por todo el tiempo que sea posible —respondió ella sin dejar de mirar a través de la ventana.
Se mantenía lo más alejada de él, o al menos lo más que le permitía el espacio reducido. Su capacidad de resistirse a él se vendría abajo en cuanto estuvieran demasiado cerca. No podía confiar en su propio cuerpo.
Una semana sin verlo le había dado tiempo para extrañarlo y para que su ira calmara un poco. Todavía estaba molesta, pero se sentía más capaz de escuchar lo que tuviera que decir. Luego tomaría una decisión.
—Te di tiempo para que te calmaras y me dieras oportunidad de explicarme. En su lugar saliste con ese doctorcito.
—¿Calmarme? —preguntó ofendida
Lia observó a los hijos de Alessandro jugar en medio de la sala y se imaginó como sería tener un hijo con Matteo. Estaba seguro que sería un hijo o hija igual de atractivo como él. Sacudió la cabeza, estaba adelantándose a los hechos y aunque soñaba con que alguna vez se hiciera realidad, no podía hacerse muchas ilusiones aun. —¿Entonces, ya piensas decirme que está pasando entre ustedes? —preguntó Ava. Lia se volvió hacia ella. Ambas estaban sentadas una a lado de la otra poniéndose al tanto. Después de hablar con Matteo el día anterior, los dos habían pasado el día juntos y antes de que dejarla en su departamento él le había invitado a casa de su hermano. Lia había querido negarse, pero Matteo había sido muy persuasivo. —Estamos intentándolo —respondió después de pensar un momento. —Eso es todo lo que me dirás. —Lia sonrió ante la emoción de su amiga, parecía una niña revotando en el sillón—. Sabes que vengo esperando que esto suceda hace ti
Matteo regresó al auto después de asegurarse de que Lia cerraba la puerta de su departamento. Le costó no cojear al caminar. El pie comenzaba a incomodarle. Aunque la idea no le gustará debía volverse a colocar la férula. Abajo sus guardaespaldas ya lo esperaban parados junto al vehículo. Los había llamado apenas había dejado a Lia en su departamento. Si quería hacer la visita que había planeado era mejor que otros condujeran. Él no llegaría muy lejos. —¿A dónde, señor? —preguntó uno de los hombres. Su celular sonó en ese momento. Aparte de a sus guardaespaldas, también había llamado a su asistente para que le consiguiera la dirección de los hermanos de Lia. La información aparecía detallada en la pantalla de celular. Matteo les dio la dirección a los hombres y se subió a la parte trasera. Dentro del auto se colocó la férula en el pie y dio un suspiro de alivio. Esperaba que pronto ya no necesitara el artilugio. Su fisioterapeuta le había dicho
Lia miró su teléfono sorprendida. Se aseguró que en realidad había hablado con los gemelos. Parecía una idiotez, pero ellos no habían actuado como lo hacían usualmente. No había habido sermones, ni advertencias. Lo único que habían dicho era que ella estaba grandecita y luego de decirle que estaban ocupados se habían despedido de ella. Ellos no eran buenos mintiendo, no a ella. El resto podía tragarse sus patrañas, pero Lia los conocía muy bien. Por eso se preguntó qué era lo que estaban tramando y si debía mantenerse alerta solo por si acaso. El celular vibró en su mano y ella casi lo tiró al suelo pensando que se trataba de ellos. No sería novedad que recién hubieran procesado lo que les había dicho y ahora llamaban para regañarla. Pero cuando miró el identificador vio que se trataba de Matteo. —Hola, Matteo —saludó alegre. —Estoy abajo —dijo él—. Subiré por ti. —Aún no he desayunado —avisó ella. —No te preocupes, el día de hoy soy e
Lia salió de la clínica después de su turno de noche. Sentía los párpados pesados y las plantas de los pies la estaban matando. No era nada sorpresivo después del turno que había tenido.Estaba cansada a extremo y lo único que podía pensar en meterse a la cama a dormir. Vio el auto parado esperándola. Fabio debía haber ido por el mientras ella se estaba cambiando.No iba a negar que tenía sus ventajas tener a alguien cuidando de su seguridad. La principal era que no tenía que preocuparse por andar hasta el metro estando tan cansada. Sin embargo, no le molestaría que la esperara un poco más lejos. Incluso se lo había comentado al hombre, pero él la había ignorado.Su celular comenzó a sonar en su bolso. Lia lo buscó un poco ansiosa. No tenía que ser adivina para saber que se trataba de Matteo. Él procuraba llama
Lia seguía observando a Chiara tratando de descifrar que pasaba por su mente. El silencio se había instalado en la mesa y no quería ser ella la primera en romperlo.—Él me amó una vez —continuó la mujer al ver que ella no tenía que decir—.Yo sé que si tu desapareces de su vida él lo volverá a hacer.Se preguntó cuánto de verdad tenía las palabras de Chiara. Era cierto que Matteo no amaba a Lia, pero tampoco era alguien tan desleal. Jamás la dañaría intencionalmente, o eso quería creer. Si era honesta, tenía ciertas dudas; sin embargo, ese no era el momento para que las dejara salir. Si la mujer sentada frente a ella se daba cuenta de sus dudas, se aprovecharía de ella.Lia sonrió con arrogancia. Era la única cosa de todo lo que tenía en mente que podía hacer sin llamar la atenció
La noche anterior Lia se había quedado a dormir en casa de su hermano. Había pasado una tarde increíble junto a sus hermanos. No se habían juntado hace un buen tiempo. Siempre uno estaba ocupado con algo y no podían encontrarse.Le gustaría decir que había podido averiguar que le estaban escondiendo sus hermanos, pero no era así. Ellos se habían hecho los desentendidos y no respondieron a ninguna de sus preguntas.El tema de Matteo casi no se había tocado, es más todos habían preferido concentrarse en ponerse al día. Lia había escuchado como los gemelos habían recibido un par de encargos importantes que los pondría en un nivel superior. Por otro lado, a Adriano le estaba yendo mejor que bien desde la inversión de Matteo.Algo que había llamado la atención de Lia, era lo diferente que notó a Valentino. Era como si algo lo tuv
Lia se sentó frente a Bianca. Fabio había elegido un restaurante rústico. Desde que entró ella amó el lugar. Los muros de madera estaban adornados con recuadros de lugares de ensueño, las mesas tenían manteles apropiados con el ambiente. Los colores predominantes eran sobrios, pero no aburridos. Quién diseñó aquel restaurante tenía un don para usar el ambiente como medio de atracción de clientes.La mayoría de mesas estaban llenas, ellas habían escogido un lugar cerca de una ventana. La vista daba hacia la calle donde más allá se veía una plazoleta.Bianca, al igual que Lia, miró todo el restaurante y luego observó a Fabio a través de la ventana.—¿Por qué tienes que tener seguridad?Lia le había comentado en el viaje que él no solo era su conductor, sino también su guardaespal
Lia se quitó los zapatos junto con las medias antes de correr hacia el mar. No le importó que sus pantalones se mojaran. Estaba más preocupada por llegar al agua.Las olas que se habían retirado, regresaron hasta estrellarse contra sus pies. Casi soltó un grito por el cambio de temperatura cuando sus pies entraron en contacto el agua. No tardó mucho en acostumbrase.No era como estar en casa, pero casi se le acercaba. Debería haber venido antes, pero en su época universitaria trataba de enfocarse en sus estudios para poder regresar a su casa durante las vacaciones. Salir de fiesta o de paseo no había estado en sus listas de prioridades y no se arrepentía. Ahora podía disfrutar de todo aquello que había dejado para después.Se giró para ver a Matteo. Él aún estaba parado a las orillas mirándola con una sonrisa en el rostro y las manos en los bols