Nunca te aceptaré
Tenía miedo, sentía ansiedad, quería acercarse, tocarla, abrazarla y tomarla con todas sus fuerzas. Pero la poca línea de cordura que le quedaba lo hizo desistir.

Desvío la mirada y apretó los puños y dientes mientras se iban alejando.

—¡Liliana! ¡Liliana! ¡¿En dónde estás?! ¡¡¡Liliana!!!

La voz desesperada y llena de ansiedad e impotencia de Héctor llamó la atención de todos. Él y varios hombres corrían por la calle buscándola.

«Por favor, por favor… que ella no recuerde…»

—¿Ése no es el señor Barner?

Preguntó una persona.

—Oye, ¿No es el que primero dijo que su esposa estaba muerta y al final se retractó?

—Jejeje parece que a alguien le dieron una probada de su propio chocolate.

Las miradas burlonas y curiosas lo rodearon y apretando los puños siguió buscando.

—¡Su esencia sigue por aquí! ¡Encuéntrela!

Gritó a sus hombres mientras se dirigía a la cafetería.

—¿Héctor?

La voz de Ethan le taladró los oídos.

El imbécil se había ido esa noche para terminar con los asuntos de
Bren Alice

Como se habrán dado cuenta, me basé en comida para hacer más empática la situechon, jajajaja si hay algún olor que les guste, pónganlo como comentario en éste párrafo y lo usaré como referencia en lo que se termina la novel.

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