Capítulo II

Pov Narrador:

Martes, antes de la cita con Irene, Oficina del presidente del Grupo Navarro. 

La vida de Enzo Navarro cambio cuando su padre, Reinaldo, enfermo gravemente y murió, dejándolo cómo el Ceo en las empresas familiares. No obstante, aquello no fue lo único que complico su existencia, pues su madre Clarisa, a base del fallecimiento de su padre, se unió a su abuela en un plan de insistencia para que sentara cabeza; sin embargo, él no tenía planes ni interés en asentar cabeza.

A sus 26 años, recién egresado de la universidad, tras culminar su segunda carrera y con una compañía,   sentía que el romance era lo que menos importaba en su vida en esos momentos, razón por la que por dos casi tres años logro darle la vuelta a su madre y abuela. Más el tiempo del acuerdo con ellas se había acabado, fue allí cuando tuvo que llamar a Lucas, su secretario y mano derecha. 

Lucas Montiel, habían crecido juntos; hijo del mejor amigo de Reinaldo, quien falleció junto a su esposa cuando Lucas apenas tenía unos 10 años, dejándolo en cargo de su amigo. Un joven pelirrojo de ojos marrones, piel rosada y pecosa

— Necesito algo para quitarme a mi madre y abuela.—Dijo Enzo al verlo entrar en la oficina.— Y si les vuelvo a decir que no tengo interés en una relación seguirán insistiendo que soy gay. 

Lucas, ante las palabras de su amigo y jefe, solo rodó los ojos, desde hacía un mes que se había cumplido el plazo acordado; ese era el pan de cada día y aquello lo estaba comenzando a volver loco. 

— Pues deberías darles el gusto.— Respondió el pelirrojo antes de reír por la cara puesta por su amigo. — Aunque declararte gay no es malo Enzo, todos te apoyaremos. 

El castaño antes las palabras del pelirrojo se sacó un zapato, lanzándolo en dirección de su secretario, viendo cómo este lo esquivaba con relativa diversión. 

— Bastardo, no tengo tiempo para una relación, esas cosas solo dan problemas y te enredan más la existencia… Además, las mujeres en general son interesadas y más si las buscas en este mismo medio.— Se defendió el Ceo antes de ponerse serio. 

—En ese caso, ¿Por qué no consigues una pareja falsa? — Ofreció el pelirrojo, recuperando el zapato usado como proyectil para devolvérselo a su dueño.— Creo que se llama Novia de alquiler, aunque tú serías algo así como esposa por contrato. ¿Busco alguna candidata? 

Enzo agradeció con un gesto la devolución de su calzando previo a menear la cabeza pidiéndole a su contrario que esperara mientras pensaba recostándose de aquella manera en su silla. Analizando detallada y seriamente en la propuesta que presentaba su contrario. 

Aquello podía resultar beneficioso no solo para él, sino también para la persona con la que se aliara, con un buen contrato, un matrimonio por civil y un tiempo estipulado para un divorcio programado; prácticamente teniendo un guion podría fácilmente sacarlo de aquel apuro; no obstante la persona seleccionada tenía que ser alguien de confianza o alguien a quien pudiera controlar en última instancia. 

Eso era lo único que realmente dificultaba su plan un poco. Más, a su memoria llego su posible salvador; rápidamente, en la computadora, busco el archivo de uno de sus empleados.

—No hace falta amigo, pues ya tengo a quien podría encargarse de esa tarea. — Comenzó Enzo sonriendo divertido. Amaba cuando las cosas salían como el queria. — Llama a Nicolás Páez de mercadotecnia. 

Lucas, que solo veía a su jefe algo preocupado, asintió suavemente antes de entrecerrar los ojos un poco reflexionando si hacer la pregunta que le rodaba por la cabeza.

— ¿Es aquel joven que hace años le pidió un préstamo a su padre?— Pregunto el pelirrojo. 

—Ese mismo, además, mientras él viene, averigua todo lo que puedas de la familia Páez y me lo traes, intenta que sea antes de que Nicolás llegue para acá. — Ordeno Enzo sonriendo. 

Obedeciendo las órdenes de su jefe, Lucas salió inmediatamente de la oficina de Enzo, dejándolo completamente solo. 

Nicolás Páez se encontraba saliendo de una junta cuando vio acercarse a Lucia, su secretaria con paso apurado y muy nerviosa, apenas tenía un mes de haber sido promovido a líder de equipo. Sin embargo, por la actitud de su secretaria, parecían haber malas noticias. Aquello desalentó un poco al pelinegro, pues ciertamente con este ascenso podría agilizar el pago de sus deudas, y de esa manera no preocupar a su familia. 

— ¿Qué pasa Lucia? — Cuestionó Nicolás cuando finalmente la mujer llego hasta él. 

— Señor Páez, lo llaman de la oficina del presidente Navarro, es urgente. — Notifico Lucia con expresión nerviosa.— Lo siento mucho, señor. 

Las palabras de su secretaria, encendieron completamente sus alarmas mentales, con un ligero gesto despidió a la mujer para dirigirse a la oficina de su jefe, pensando que podría estar pasando, fue en ese momento cuando el recuerdo de la deuda que tenía con la familia Navarro. 

— Ojalá no sea eso, según el acuerdo, aún me queda un año para terminar de pagar la totalidad de mi deuda. — 

Murmuro para sí mismo, apurando el paso hasta la oficina de su jefe. Durante este trayecto, miles de escenarios se presentaron en la mente del pelinegro, y en el fondo de su mente reflexionaba si había sido tan buena idea no comentarle a nadie sobre la deuda, y cuando decía nadie, era su hermana Irene. 

El punto de tomar la deuda entera él, era calmar un poco la cantidad de estrés que su padre estaba cargando y de igual manera evitar que su madre se fuera a preocupar; después de todo ya se sentía culpable por haber enfermado, aunque eso claramente no fue decisión de ella. 

Cuando entro a la oficina del presidente de la compañía, una oleada de nervios se hizo presente en el mayor de los hermanos Páez, desde la toma de poder, se había cruzado con Enzo navarro solo unas 4 cuatro veces en los últimos dos años y medio. Tragando saliva se adentró en aquella sala, aclarándose la garganta para llamar la atención de su jefe, el cual se encontraba al parecer revisando unos documentos. 

— Señor, ¿En qué le puedo servir? Me han dicho que me requería.— Dijo Nicolás posando sus ojos en el castaño frente a él y posteriormente movió sus ojos al pelirrojo que estaba parado detrás.

— Que bueno que has llegado, toma asiento, necesito hablar contigo. — Respondió con voz tranquila Enzo antes de mirar a su secretario. — Lucas, envía unos cafés y que nadie nos interrumpa. 

El pelirrojo, sonriendo de manera divertida, asintió y con el mismo impulso salió de la oficina, dejando a Nicolás a merced de su jefe. Cosa que solo lo ponía cada vez más nervioso. 

— Señor, si se trata de la deuda, la quiero terminar de finiquitar este año, sé que me he retrasado…— Decía Nicolás; sin embargo, fue interrumpido por el CEO. 

— Calma señor Páez, yo entiendo muy bien su situación, por eso no se preocupe— Comenzó a decir el castaño sonriendo, sintiéndose un poco apenado por la actitud de su subordinado.— Aunque verdaderamente lo he llamado efectivamente por el tema de la deuda, la cosa es que no es para cobrarla es para darle una opción de pago.

—¿Cómo? Usted dígame. —

— Perfecto. — Sonrió ampliamente Enzo antes de levantarse alisando su traje.— Verá, necesito que busque para mí, una mujer que esté dispuesta a fingir ser mi pareja por un plazo de dos años. — Explico el hombre. — Debe ser alguien confiable, que no vaya a romper el acuerdo. De ser así, su deuda quedará pagada completamente, de no conseguirla, tendré que prescindir de usted dentro de la compañía y requeriré el pago de aquí a cuatro meses— 

Enzo, al ver cómo la cara de Nicolás se transformaba de una llena de esperanza a una cargada de desesperación, se sintió un poco mal; no obstante, sentía que si no era así, no conseguiría los resultados que realmente requería. 

Nicolás, por su parte, estaba a punto de tener un ataque de pánico, tragando de manera pesada, mentalmente tuvo que colocar sus opciones sobre la mesa y pensar rápidamente en cuál podía elegir; aunque la respuesta era muy clara. Aunque ¿A quién carajo le podía lanzar ese muerto?. 

— ¿Qué perfil debe tener la mujer que desea? — Pregunto el pelinegro de manera tentativa.

De manera imperceptible, Enzo libero el aire que estaba conteniendo, que su subordinado hiciera esa pregunta, significaba que su respuesta era posiblemente para él. 

— Una mujer entre los 22 a los 26 años, estatura mediana un metro sesenta como mínimo, el peso no me importa, pero debe ser educada y carismática, preferiblemente con una carrera en el área de salud. Que no llame excesivamente la atención y que sea bonita, inteligente, no alguien vacío. — Describió Enzo. — Ella recibirá una compensación económica y además todos los gastos que tenga durante ese periodo yo los cubriré. 

El pelinegro asentía suavemente escuchando las palabras de su jefe, sintiéndose cada vez más desesperanzado una mujer así no era complicado de conseguir, pero nadie siendo sensato se metería en algo así por voluntad propia a menos que tuviera una deuda gigante y estuviera desesperada. Para ese momento sentía que sería su fin hasta que un bombillo se encendió en su mente. 

— Creo, que no tengo que buscar a nadie. — mascullo para sí, sacando del bolsillo su teléfono celular. — Mi hermana menor, se llama Irene, el año pasado se graduó como psicólogo clínico, y supongo yo entra en el perfil que busca, además como yo tengo una deuda con usted seguramente no querrá la compensación económica. — Explico mientras buscaba una foto de su hermana, para enseñársela a su jefe. — Es ella esta soltera y fuera de su trabajo no hace gran cosa.

Con las palabras de su trabajador Enzo, quedo ligeramente sorprendido, no pensó que fuera a proponer a su hermana, al verle levantarse y tenderle el teléfono, el castaño lo cogió sin pensarlo fijando sus verdes ojos en la pantalla. 

La mujer que sonreía en la foto abrazando un zorro de peluche, cumplía exactamente con lo que él se imaginaba y con lo que su madre se sentiría complacida; ella era perfecta para el trabajo. 

— Perfecto, concreta una cita con ella, por favor, lo antes posible, mientras comenzaré a hacer el contrato. Una cosa es importante que nadie sepa esto.— Informo el hombre sonriendo.— Vete y cálmate, me encargaré que sea un trato justo para los dos. 

—Gracias, señor, mañana le diré sobre la cita. — Dijo Nicolás, tomando su teléfono de regreso antes de salir de la oficina como alma que lleva el diablo. 

Cuando Nicolás salió de la oficina, Lucas volvió a entrar con los cafés, chasqueando la lengua. Con paso calmado dejo una de las tazas frente a su amigo, antes de alzar una ceja. 

— Se fue antes de que trajera el café… Tks, la estúpida máquina se trabó. — Se quejó tomando asiento frente al castaño que solo se rio un poco antes de negar.— ¿Salió bien? Ese hombre parecía aterrado. 

— Sí, claro que sí.— Respondió el Ceo, agarrando la taza frente a él y dando un sorbo corto a su contenido.— Si tanto problema da la máquina, cámbiala, no te compliques la vida. 

— Mira, quien habla de complicarse, ¿Llamo a Sámara?— Pregunto de nueva cuenta el pelirrojo tomándose el café que había traído para el otro hombre.— Realmente si tengo que cambiarla, el café motiva a todos a trabajar. 

— Llámala — Afirmo Enzo antes de reír por lo bajo.  Nada podía arruinar su buen humor, al sentir que todo estaba saliendo como tanto deseaba, ni siquiera su amigo y su marcada obsesión con el café.

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