Pov Irene:
“Mañana paso por ti para almorzar ¿Está bien?”
De esa frase había pasado una semana, lo cual me desconcertaba; realmente no tenía idea si era por el tipo de perspectiva entre ambos o que demonios. Lo único que tenía en claro, es que nada de eso era mi responsabilidad, ni era un incumplimiento de contrato; porque ya como al tercer día había llamado a la oficina, pero, mis llamadas nunca fueron respondidas o devueltas.
Quizás toda la historia había terminado antes de comenzar; sin embargo, el lunes en la tarde, cuando salía de mi consultorio, me encontré con Enzo apoyado en el capo de su auto hablando por teléfono justo frente al edificio de donde yo salía.
Sin estar segura de que hacer, simplemente me quede de pie en la entrada; el hombre no tardo en reparar en mí más que un minuto como mucho, colgando la llamada. Sus ojos verdes se quedaron fijos en mí.
— Buenas tardes, Irene, ¿Estás ocupada? — Saludo de pronto caminando hacia mí con una extraña mueca en el rostro. — ¿Cómo estás? — Pregunto de manera casual.
Por alguna razón dentro de mí comenzó a latir un sentimiento de molestia, por el que tuve que regañarme mentalmente.
— Hola, no, ¿Que necesitas? — Salude de regreso con un tono más calmado del que hubiera imaginado podía conseguir. — Bien, ¿tú? — Cuestione de regreso por pura cordialidad.
Quisiera o no, no lograba dejar de sentirme irritada, como si realmente me molestara que estuviera allí frente a mi fresco como un lechuga, después de dejarme toda una semana en la basta incertidumbre de no saber que carajo había pasado.
— Quisiera cenar contigo y conversar. — Menciono mirándome de manera fija, de pronto levanto una mano. — ¿Quieres que cargue tu bolso? — Me pregunto a lo que yo arrugando el ceño negué lentamente. — Está bien.
Suspirando pase una mano por mi cabello descuidadamente antes de apoyar todo el peso de mi cuerpo en una pierna algo inquieta. El empresario mantenía la mirada fija en mí, como si estuviera incómodo aún con la mano a medio extender frente a mí, aquello me estaba poniendo los pelos de punta.
— Vamos después de todo, no tengo gran cosa que hacer ahora. Aunque… Intentemos de ir a un lugar normal, no tengo mis mejores pintas — Dije señalando el conjunto que tenía puesto aquel día.
Enzo permanencia congelado en su punto, de golpe me recorrió con la mirada antes de fruncir el ceño, lo siguiente que paso es que antes de que me diera cuenta tenía la chaqueta de Enzo sobre los hombros.
— Pero… ¿Que carajos? — Masculle sintiendo cómo me quitaba de las manos el bolso. — Oye…
El empresario me miraba de manera fija antes de tomarme de la mano, casi que arrastrándome hasta su auto; donde una vez me dejo en el asiento del copiloto hablo por primera vez en todo el rato.
— Iremos a un sitio sencillo. — Fue lo único que me dijo antes de cerrar la puerta y dando la vuelta se subió al auto.
Sin decir nada, mi bolso, el cual aún tenía agarrado, lo dejo en el asiento trasero; antes de encender el motor y arrancar. Después de un rato fue que suspirando se aclaró la garganta, como buscando llamar mi atención, aunque debo admitir que mantuve la mirada sobre él, en todo momento.
— Siento si te deje plantada, tuve que irme de viaje y acabo de regresar. — Comento de pronto, y antes que pudiese decir algo siguió hablando. — Lo cierto es que no sabía qué hacer, quizás hubiera sido mejor solo llamarte y reagendar la cita.
Soltando un suspiro suave simplemente relamí mi labio inferior antes de cerrar los ojos, buscando una explicación lógica a todo el circo donde era el acto principal.
— Déjalo; intenta la próxima vez avisarme. — Dije con tono suave antes de aclararme la garganta. —Pero nada de eso justifica que me envolvieras en tu chaqueta… Tampoco es que esté mal vestida, solo un vestido. — Me queje.
— Eso que llamas vestido… Deja tu espalda demasiado descubierta. — Respondió entre dientes, manteniendo la mirada fija en el camino.
Únicamente fui capaz de reír por lo bajo pensando que aquello era estúpido; el vestido que, según era descubierto, era uno de tirantes naranja oscuro que me llegaba a la rodilla y era de corte recto en el escote, apenas y mi clavícula se veía; pero, no queria comenzar a discutir con ese extraño hombre. De todos los locos que me podía cruzar en el mundo, me toco uno del que no me podría librar a corto plazo.
~…~
Cuando el auto finalmente se detuvo, me di cuenta de que estábamos en una pizzería al lado de un concesionario.
— Vamos, al terminar iremos por algo que me gustaría darte…— Dijo de manera distraída. — ¿Normalmente sales anocheciendo de tu consultorio? — Cuestiono Enzo mientras salía de su auto.
Mordiéndome el labio inferior para no decir algo de lo que me pudiera arrepentir, me baje del auto después de sacar mi teléfono de mi cartera y siguiéndolo negaba.
— Depende del día y la cantidad de pacientes, ¿Por? — Conteste, sentándome en una mesa, sintiendo nuevamente la mirada de Enzo fija en mí.
Si seguía en ese plan, lo próximo que haría sería patearlo hasta que llorara, realmente me estaba incomodando, de una sobremanera tenerlo mirándome fijamente, y esperando una respuesta que no llego, pues simplemente salto a otro tema.
~…~
Posterior a una comida silenciosa, donde apenas y conversamos, en la cual me entere de que había tenido que salir del país para terminar el mismo unos negocios que habían salido mal en manos del primer encargado.
Me vi arrastrada, al concesionario, donde luego de casi una hora, salí con la noticia de que en dos días me llamarían para ir a buscar mi nuevo auto o bueno el auto de Enzo, que usaría mientras estuviéramos dentro de este extraño circo, ese era el pequeño detalle que queria darme.
Y tan efímero como llego, me dejo en mi casa y se marchó prometiendo que el día que tuviera que buscar el auto me recogería y me acompañaría de nuevo al concesionario. Permanecí en la calle viendo cómo se alejaba a toda velocidad, una vez lo perdí de vista y entre a la casa.
Donde me encontré con la noticia que mis padres, junto a mi hermana menor y mi tía, habían salido de viaje para una consulta médica de mi madre y visitar a mi abuela.
— Lo que me faltaba… ser niñera de Nicolás — Me queje al vacío antes de ir hasta mi habitación refunfuñando.
Después de haber dejado a Irene en su casa, Enzo condujo en silencio hasta la suya; sin embargo, a medio camino se desvió deteniéndose en una tienda, de esas que están abiertas las 24 horas al día. Todo era una completa locura. Sobre todo el hecho que no lograba sacarse a la psicóloga de la cabeza, aquello era malo, muy malo, para él. Posterior a comprar unas cervezas, retomo el camino; agradeció al llegar que no parecía haber nadie, por lo que subió las escaleras directamente a su estudio, pensando que con todo esto que pasaba en su día a día necesitaba ir buscando un espacio solo para él.— Diablos… — Susurro.Desde el episodio de la semana anterior, se había sentido culpable y como una mala persona, Irene no tenía nada que ver con los problemas con su madre y cualquier persona, se comportaría de una mejor manera con su progenitora. Sumándose a eso, tuvo que salir de viaje sin poder comunicarse con ella; aunque entre nos, si podía, más sentía que no sería justo simplemente corregi
Pov Narrador: Posterior al encuentro con Enzo en aquel restaurante. Elena Ramírez esperó a que su esposo volviera de viaje para contarle con palpable frustración en su voz; que Enzo Navarro, finalmente, había aparecido de manera publica con una chica.De eso habían pasado días; lo cierto es que apenas su mujer se había vuelto a ir a su cuarto, dejándolo solo en su despacho en el primer piso de la casa. El hombre comenzó a maldecir en voz baja mientras buscaba su teléfono para hacer unas llamadas, necesitaba saber todo sobre la fulana mujer que estaba con Enzo. Jerónimo Ramírez golpeó la mesa con ira contenida, sus planes se complicaban. Bajo la apariencia de una familia ejemplar, los Ramírez, escondían un oscuro secreto; más en concreto el patriarca, Jerónimo. Mientras que Elena, su esposa, todo este tiempo había actuado como una cómplice perfecta. Y sin confesar o asegurar nada, no tenían las manos limpias. La familia Ramírez era uno de los mayores inversionistas del grupo Navar
Pov Narrador: Eran las cinco en punto de la mañana cuando el teléfono de Lucas comenzó a sonar de manera insistente. Rompiendo completamente la calma que había en la habitación, la primera en reaccionar fue Sámara, la cual solo gruño de manera suave antes de golpear suavemente en la espalda al pelirrojo. — Idiota… Tu teléfono. — Siseo volteándose para ver la hora en su propio teléfono. — Maldición son las seis de la mañana, mi despertador no suena hasta dentro de una hora y media. — Se quejó levantándose sin importarle nada. Lucas apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando sonó un portazo, sentándose en la cama con pereza atendió la llamada. — Son las seis de la mañana, mi horario no empieza hasta dentro de dos horas y media Enzo. — Rugió el pelirrojo. La respuesta llegó del otro lado de la línea, haciendo que Lucas suspirara antes de levantarse, rascándose la cabeza con cierta pereza y pesar, pues estaba muy cómodo. — En media hora estoy allá…— Fue lo único que dijo antes de cerra
Pov Irene: Si tuviera que describir mi vida en los momentos actuales, solo podría hacerlo con una palabra. Surrealista. ¿Cuántas mujeres no estuvieran matando por estar en mi lugar? Sinceramente, perdería la cuenta si intentara censarlas.Un multimillonario y guapo, CEO, proponiendo un trato que te va, a literalmente, resolver la vida; es atento y aparentemente no es un patán. Ahora que lo pienso suena a premisa de libro de romance rosa. Lo cierto es que, pese a, que suena condenadamente bien, es más una complicación que una ayuda. Sin embargo, a pesar de mis quejas, aquí estoy, arreglándome para una cita; reflexionando que estoy más loca que Enzo indudablemente. ~…~ La tarde era hermosa, no hacía calor, pero tampoco hacia un frío terrible, y todo parecía estar en una profunda calma; una invitación a hacer alguna actividad al aire libre. Me encontraba esperando a Enzo fuera de mi casa, estaba algo nerviosa, muy a pesar a que no le encontraba sentido a esa sensación. No estaba s
POV Narrador:La vida por si sola es complicada, pero, al ser humano le gusta poner más obstáculos. Ya que entre más complicado sea el camino, más gratificante es cuando recibes los resultados.Y era algo muy verídico, pues entre más se le habían enredado las cosas a Enzo de manera natural, él se esmeraba en agregar más obstáculos. En definitiva, tenía que estar muy loco para sentirse bien con todo, más, por más que analizara que debía sentirse estresado, no era lo que conseguía.Dos días habían pasado desde su cita con Irene, y uno, posterior, a buscar el auto de esta al concesionario. Y, aun así, la alegría que sentía no di
POV IRENE: La paciencia no es una de mis virtudes más fuertes, por lo que, poco a poco, esta me abandonaba a medida que esperaba la respuesta de Enzo. Si bien, esta era una locura en la que me había metido yo solita, algo dentro de mi mente chillaba que todo este show estaba avanzando demasiado rápido. Pero, de alguna forma, ese era el punto ¿No?, ya para este punto ni yo misma entendía muy bien que estaba sucediendo. Un suspiro salió de mis labios, cuando sentí el vibrar de mi teléfono, anunciando la llegada de un nuevo mensaje. Rodando los ojos al ver cómo Marie el día anterior en la tarde había hecho de las suyas en mi teléfono, aunque en el fondo me dio gracia el apodo que le puso como nombre de contacto. Agradeciendo que él no lo pudiera ver. [El Ceo Acosador: Hola, Irene, dios, perdóname por eso, mi madre está haciendo de las suyas. Lo cierto es que bueno, de alguna forma eso me ayuda con mi plan y entra dentro del contrato. Igual lo siento. Mi prima te va a llamar para
POV NARRADOR: Cuando los primeros rayos del sol, llegaron hasta los ojos de Marie, la primera punzada de un fuerte dolor de cabeza; inclementemente la recorrió. Entonces hasta ese momento llegaron sus intenciones de dormir, cosa que sinceramente se lamentó, ya que estaba muy cómoda. Pocos segundos después fue que tomo conciencia que no se trataba solo de su cabeza, el cuerpo entero le dolía como el infierno mismo, al estirarse para quitarse las sabanas de encima fue el momento en el que noto su clara falta de ropa; abriendo los ojos con terror se sentó en la cama, encontrándose que estaba completamente sola. Recuerdos salteados de la noche anterior se hicieron presentes en su mente, logrando que en su rostro se mostrara la irritación que estaba sintiendo, lista para quejarse, se dio cuenta de que, a por ella, aguardaba una nota en la cómoda. Usando la sabana para cubrir su cuerpo, independientemente de que se hallaba sola; se levantó caminando hasta la cómoda para así tomar la n
POV NARRADOR: Esto sucede el día jueves, con Clarisa Navarro. Si bien inicialmente para Clarisa fue una grata sorpresa el saber que finalmente su hijo se había abierto para tener una cita que no fuera porque ella lo estaba obligando. Su alegría poco duro Sentada en su cama, solo podía mirar frente a ella, los documentos que tenía de Irene Páez. El mundo era muy pequeño, sin embargo, fuera o no una casualidad; ella no permitirá que la hija de Roberto Páez se mezclara con su único hijo. Cada vez que pensaba en ese hombre, nuevamente era dominada por la ira; si bien aquello había pasado, años atrás y los patrones no tenían por qué repetirse; Clarisa se negaba a que la relación entre Enzo e Irene continuará. Por lo que comenzaría a moverse para alejarlos cada vez más y también se encargaría de sacar al otro hijo de Roberto de la empresa. Ignorando que capaz su “ira” no era más que un berrinche por no haber obtenido lo que queria en su momento. ~…~ El invitar a Irene a la cena co